Harem Imperial – Capítulo 55: Pensamientos en un torbellino (2)

Traducido por Sharon

Editado por Tanuki


Qing Feng no tuvo tiempo de pensar antes de que la familiar figura vestida de amarillo apareciera en su puerta.

—Larga vida al emperador.

Yan Hong Tian entró y usó su mano para ayudarla a levantarse. Sus ojos se detuvieron en su abdomen abultado, y un trazo de ansiedad pasó por sus ojos antes de desaparecer.

—¿No dije antes que la amada Concubina no necesita realizar saludos? —dijo, tomando su mano.

—¿El emperador tiene tiempo para venir hoy? —preguntó sin pensar luego de que un sirviente les diera un té. Tomando la taza, que no tenía un líquido atento como los que Xiao Yu preparaba ni uno cuidadoso como los de Fu Ling, Yan Hong Tian bajó la bebida después de un sorbo.

—Recientemente estuve ocupado con los asuntos de la nación y no tuve tiempo para verte. ¿Por qué? ¿No deseas que te visite?

—No me atrevo a insinuar eso.

Ambos dijeron algunas palabras más, pero todo era conversación inútil, lo que aumentó las dudas de Qing Feng.

En ese momento, Yan Hong Tian caminó dentro del estudio frente a su recamara. A pesar de para qué estaba pensado el cuarto, en realidad era un área de descanso. A ella le gustaba pintar, así que no había muchos libros, sino que las estanterías estaban llenas con sus obras de arte y la mesa de una yarda ocupaba casi la mitad de la habitación. Esta estaba cubierta con papel y tinteros, pinturas a medio terminar y una ya lista de un Qilin auspicioso.

Cuando Yan Hong Tian entró, se distrajo con el cuadro. Tenía la misma altura que la de una persona, y uno de los pies del Qilin estaba pisando una nube, niebla saliendo de su boca, y su cuerpo negro estaba rodeado por nubes de colores. Sus ojos eran brillantes como el bronce, y sus colmillos refulgían con frialdad. Estaba acostado, como si estuviera descansando, pero también lucía como si hubiera juntado la energía necesaria y estuviera listo para saltar de la pintura.

Yan Hong Tian tocó el papel y descubrió que la tinta estaba seca, así que lo enrolló y lo puso a un lado mientras observaba otras imágenes terminadas. Rápidamente descubrió que su amada concubina gustaba de pintar paisajes. A pesar de que no eran tan masivos ni grandes como la pintura de las montañas, uno podía ver las pinceladas libres y sencillas.

Qing Feng permaneció en silencio mientras le observaba, y como él no le preguntó nada, el silencio se mantuvo. En ese momento, Gao Jing trajo una caja de madera y la ubicó a un lado para luego comenzar a limpiar su escritorio. Pronto, todo estaba ordenado. Entonces abrió la caja y sacó un libro rojo oscuro, el cual colocó a un lado de Yan Hong Tian. No lucía como un reporte, por lo que Qing Feng supuso que era un registro de algo.

Yan Hong Tian le pasó la pintura enrollada a su mayordomo, y se sentó frente a su escritorio para… ¿leer el libro?

¿Qué traman este maestro y sirviente? Este no es el Estudio Imperial.

Qing Feng comenzó a fruncir el ceño. Yan Hong Tian ahora estaba ocupando su escritorio, y ella no podía permanecer más tiempo de pie, pero tampoco podía dejarlo solo para irse a descansar. Sólo podía acostarse en el sillón a un lado de la estantería y pasar las hojas de un libro sin apuro, aunque su corazón no estaba en la lectura. Observó en silencio al emperador, quien estaba concentrado evaluando reportes, y comenzó a sentirse confundida.

Ya que estaba encargándose de asuntos del Estado, ¿por qué se molestó en visitarla?

Luego de dos horas de eso, la hora del almuerzo se acercaba y la espalda de Qing Feng comenzaba a dolerle. Sin embargo, Yan Hong Tian apenas y se movió. Maldiciendo en su corazón, decidió levantarse, pero en ese momento, la voz en pánico de Fu Ling se escuchó desde la puerta.

—¡Señora, algo sucedió!

—¿Qué sucede? —preguntó Qing Feng quitando las cortinas. Fu Ling corrió a su lado, pero cuando estaba por hablar, vio a Yan Hong Tian sentado detrás del escritorio. Sus rodillas temblaron y se arrodilló rápidamente.

—Larga vida al emperador.

Él siguió mirando los reportes en sus manos, como si no hubiera notado su entrada. Fu Ling sudaba y su corazón latía con fuerza.

El Primer Ministro Lou estaba en problemas, pero el emperador se comportaba de esta manera frente a la Señora. ¿Estaba enojado? No parecía ser el caso… ¿la monitoreaba aunque no fuera necesario? Fu Ling permaneció congelada y no dijo nada por un tiempo.

Pensando en que la había enviado a entregar los regalos de la boda, Qing Feng comenzó a sentirse ansiosa.

—¿Algo le pasó a mi hermana mayor?

Fu Ling sacudió la cabeza. Su corazón preocupado se calmó un poco al verla. Era una suerte que su hermana no estuviera en problemas. Yan Hong Tian no dijo nada, así que Fu Ling no se atrevió a ponerse de pie. Qing Feng sostuvo su mano y tiró de ella.

—¿Qué sucedió con exactitud?

La sirvienta siguió con la cabeza baja, sin atreverse a hablar, pero escribió tres palabras en la palma de su Señora: “Primer Ministro Lou”. Cuando terminó de escribir, Yan Hong Tian habló sin levantar los ojos de los reportes.

—Tu señora te pidió que hables, así que deberías hacerlo.

—El General Su derrotó a los rebeldes del noroeste y capturó al líder. Ellos confesaron que se aliaron con el Primer Ministro Lou, padre e hijo, para robar el oro del tesoro real y… —Fu Ling vaciló. Quería ver la expresión del emperador, pero no se atrevía a hacerlo.

—¡Habla! —gritó Qing Feng, ansiosa. Fu Ling se mordió el labio.

—Y por conspirar contra el Estado.

¿Conspirar?

El corazón de Qing Feng dio un salto. En verdad era una gran ofensa que podía caer sobre todo el clan.

—¿Cómo se encuentra Lou Xi Yan ahora?

—El Primer Ministro Lou, ambas generaciones, fueron arrestadas por el Oficial Dan y el General Su, y están encarcelados en la prisión del Ministerio de Justicia.

Qing Feng comenzó a enfurecerse.

—¿Qué sucedió con la boda? ¿Quién les dio el coraje para atreverse a interrumpir en la mansión del Primer Ministro para hacer el arresto?

Fu Ling bajó la cabeza, temiendo responder. Qing Feng maldijo su estupidez. ¿Quién más podía ser el culpable que la persona que se encontraba detrás de ella? ¡Nadie más en la Nación se atrevería a arrestar a alguien en el medio de su boda!

—¿Cómo se encuentra mi hermana? —preguntó luego de dar una respiración profunda.

—Puede estar segura que la señora Lou se encuentra bien.

Señora Lou…

—Completaron la ceremonia de bodas —suspiró. Sus piernas comenzaron a tambalearse, así que Fu Ling dio un paso adelante. Pero como no se atrevió a levantarse, la ayudó a arrodillarse a su lado.

—Fue la señora Lou quien insistió en completar la ceremonia antes de que el General Su se lo llevara.

En ese momento, la situación era un caos. La señora Lou se quitó el velo e insistió en proceder con el casamiento frente a todos, ya que estaba determinada a enfrentar la vida y la muerte a su lado. Su expresión indiferente tenía una mirada firme, y su actitud relajada hizo que Fu Ling la admirase en su corazón. No era de extrañar que el Primer Ministro Lou no quisiese casarse con alguna otra mujer.

A pesar de todo se casó con Lou Xi Yan…

Qing Feng no estaba segura si debía estar feliz o triste, y sólo movió su mano.

—Puedes retirarte.

El emperador no dijo nada, pero Qing Feng endureció su expresión, por lo que le obedeció y se retiró. Cerró la puerta con suavidad, pero no se atrevió a hacerlo del todo y dejó una rendija. Sabía muy bien del temperamento de su Señora, en días normales ya era bastante malo a pesar de que últimamente se había calmado un poco. Tratándose de la familia Qing, temía que ella y el emperador terminaran discutiendo. Su Señora actualmente estaba embarazada, y no podía cometer ni un pequeño error.

Cuando Qing Feng se giró, Yan Hong Tian ya había bajado el libro y sus ojos negros parecidos a los de un águila estaban fijos en ella. No emitía frialdad como en el pasado, pero seguían siendo dos pozos negros que no permitían a nadie leerlos. Desde el punto de vista de Qing Feng, ese tipo de mirada la examinaba, analizaba y le advertía.

—¿Es por esta razón que permaneciste en el Salón Qing Feng toda la tarde? —preguntó con frialdad.

Cada vez que le llamaba emperador con hipocresía, el humor de Yan Hong Tian mejoraba. Mirándola sin emoción, permaneció en silencio. Quería ver cómo este pequeño gatito sacaría sus garras.

De repente, Qing Feng comenzó a reír, aunque su risa no alcanzaba a sus ojos.

—En verdad piensas bien de mí. Presumo que el emperador tendrá muchos asuntos que manejar, así que por favor siga.

Yan Hong Tian levantó la ceja. Ella había mejorado.

—No esperaba que la amada concubina fuera a ver la situación de esa manera —rió, cruzando los brazos frente a su pecho—. Una vez supiste que Qing Ling estaba bien, comenzaste a echar a las personas. ¿Te has olvidado que Lou Xi Yan ha cuidado de ti y que ahora es tu cuñado? ¿No rogarás por él?

—¿Rogar? —Qing Feng volvió a reír, pero esta vez con sarcasmo—. ¿El emperador está jugando? Respecto a los asuntos del Estado, solo soy una mujer y no me atrevo a criticar. El Primer Ministro Lou y el emperador crecieron juntos, y ha estado de su lado por muchos años. Es sus brazos, y ha dedicado su corazón y energía al emperador. Usted sabe todos sus movimientos mejor que yo. En todo el cielo y tierra, si el emperador declara que es culpable, ¿cómo no lo sería?

La voz clara y sus palabras transmitían que “era un gobernante incapaz”. Yan Hong Tian la miró con ojos agudos y fríos.

—¡Qing Feng!

Ella no pudo contener su cuerpo y dio un pequeño salto, pero no retiró sus palabras. Supuso que ahora estaría enfurecido, pero en su lugar, Yan Hong Tian le hizo una pregunta.

—A tus ojos, ¿soy un gobernante incapaz?

—Tú…

Ambos estaban separados por un gran escritorio, pero esa atmósfera presionó a Qing Feng al punto en que no pudo respirar. Su rostro era tranquilo, y a pesar de sus ojos fríos como un águila, Qing Feng no dejó de observarlo.

Incapaz de saber qué decir, la voz de Chen Zhen resonó en su mente.

No entiendes al Palacio Interno, no lo entiendes a él, y no entiendes el amor.

No lo comprendía, pero no quería hacerlo. Ni un poco…

Aunque pensaba eso, su corazón sentía dolor.

—Ou…

Una ola de náusea la golpeó, y no pudo evitar girarse hacia una esquina. Al principio sólo jadeaba, pero pronto comenzó a vomitar.

Qing Feng estaba arrodillada en una esquina. Hace unos minutos estaba de pie, discutiendo con sus garras afuera, y ahora volvía a ser como un gatito. Yan Hong Tian cerró los ojos agotado.

—¡Alguien, venga! —gritó.

Fu Ling estaba esperando en la puerta. Quiso entrar en cuanto escuchó a su maestra vomitar, pero no se atrevió por la presencia del emperador, así que sólo pudo esperar ansiosa afuera. Una vez escuchó el permiso, entró de inmediato.

Le dio algo de agua para que hiciera gárgaras, y la ayudó palmeando su espalda cuando comenzó a vomitar con más severidad que de costumbre. Esta mañana no había comido nada, y ahora sus mejillas eran rojas aunque sus labios eran pálidos.

—Convoca al médico imperial.

El rostro de Yan Hong Tian tenía un color ceniza al escuchar la explicación rápida de Fu Ling.

—Emperador, la Señora sufre de mareos matutinos. Es inútil que el médico venga.

Qing Feng estaba arrodillada en el suelo en un estado lamentable al punto en que era incapaz de recuperar su aliento.

—¿Vomita tanto todos los días? —preguntó él con el ceño fruncido.

La sirvienta no se atrevió a levantar la mirada, así que sólo asintió mientras ayudaba a su maestra a sentarse para descansar.

Yan Hong Tian se puso de pie, irritado, y caminó hacia el centro del Salón.

—¡A partir de hoy, Qing Feng no tiene permitido dejar el Salón Qing Feng! Si ella da un pie afuera, las cabezas de todos rodarán —exclamó.

—¡Obedecemos al emperador! —Todos los sirvientes del Salón estaban tan aterrados que se arrodillaron de inmediato. Yan Hong Tian les ignoró y salió del lugar.

—Gao Jing, convoca a Huang Jiao y que le de una mirada —dijo mientras caminaba hacia las Puertas Norestes.

—Sí. —Gao Jing esperaba esas palabras del emperador, y comenzó a caminar hacia la Corte Médica. Después de dar dos pasos, se detuvo y pasó el dibujo que el emperador le había dado por la mañana a un eunuco que le acompañaba y dijo—: Que lo enmarquen.

La razón por la que el emperador vino ese día era para evitar las audiencias de los oficiales por la rebelión del Primer Ministro Lou. Además, temía que esa intensa Señora fuera a lastimarse cuando la situación era tan incierta.

Gao Jing parpadeó, confundido. ¿Desde cuándo el Emperador comenzó a sentir algo por Qing Feng?

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