¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 15: Una persona especial

Traducido por Lugiia

Editado por Freyna


—¿Qué vas a hacer durante el almuerzo, Yulan? —preguntó alegremente Gia, el mejor amigo de Yulan.

Gia había sido su amigo desde que se inscribieron en la misma clase en la escuela media. Su piel bronceada, poco habitual en Julyre, era común en su país de origen. Su brillante cabello plateado y sus ojos azul océano no eran especialmente inusuales, pero combinados con su piel más oscura, le daban un aspecto único, casi misterioso. Era casi tan alto como Yulan, con un rostro encantador y juvenil y una personalidad vivaz. En el pasado, le había dicho a Yulan que siempre se sentía limitado por la corbata y la chaqueta de la escuela; hoy faltaba la corbata y la chaqueta estaba atada a su cintura.

Un observador nunca adivinaría que esta persona de apariencia desordenada y habla informal era un príncipe.

 

—Oh, iba a…

—¿Comer con la princesa? —bromeó Gia.

—Ugh, no la llames así —gruñó Yulan. Gia era muy consciente de que no había princesas en este país… y la persona de la que hablaba le parecía más bien una reina, de todos modos.

—¡Pero si no la conozco! No puedo llamarla simplemente “Violette”.

—¡Entonces añade un “señorita” delante, no le pongas un apodo al azar!

Yulan y Gia eran amigos desde hace mucho tiempo, pero Yulan nunca le había permitido conocer a Violette. No era que Gia fuera un mal tipo, ni que se avergonzara de Violette, ni nada por el estilo. Simplemente quería mantenerla para él solo.

Gia parecía entenderlo, así que no importaba cuántas veces su mejor amigo desapareciera para pasar tiempo con Violette, él nunca había pedido conocerla; aunque, debió haberla visto por ahí, ya que sabía cómo era su apariencia. Simplemente se burlaba de Yulan sin piedad sobre su “princesa”. Él siempre le wpedía que dejara de hacerlo, y Gia lo hacía de todos modos; a estas alturas, era básicamente una broma interna entre ellos.

—Estoy un poco preocupado, así que quiero ver cómo está —dijo Yulan.

—Siempre eres así. Si estás tan preocupado, ve a verla todos los días.

—No, así está bien. —Era tentador, tenía que admitirlo, y sabía que Violette se alegraría de verlo. Era difícil, en el mundo regimentado y obsesionado con la imagen de los aristócratas, acercarse realmente a alguien. En este momento, Violette lo veía como un querido amigo más joven al que mimar y adorar. Se había esforzado por volverse su amigo, y creía haber hecho un buen trabajo, pero tenía que ser consciente de la frecuencia con la que aparecía en su vida.

Después de todo, esperaba ser algo más que amigos.

—De todos modos, me retiro —dijo Yulan, preparándose para irse—. Gia, si te quedas  más tiempo, llegarás tarde.

Gia, un adolescente en pleno crecimiento, era un pozo sin fondo para la comida; por lo general, se tomaba toda la hora del almuerzo para comer y aun así no terminaba. Él se encogió de hombros, despreocupado, aunque Yulan no pudo evitar preocuparse de que su amigo llegara tarde a clase.

No obstante, con cada paso que daba hacia Violette, esas preocupaciones se desvanecían.

En ese momento, Violette seguramente ya había salido de su aula. Ella nunca traía su almuerzo, él sabía que nunca le pediría el favor al personal de su casa. Es probable que ya haya ido a tomar el almuerzo de la cafetería y, al descubrir que estaba demasiado lleno, haya tomado su bandeja y encontrado algún rincón apartado para comer. Yulan recorrió todos los rincones desiertos y privados que conocía, tratando de adivinar el lugar que ella habría elegido.

Saber que pronto vería a Violette lo animó. Claro que estaba preocupado por ella; si estaba herida, quería ser él quien la consolara. Pero más que nada, actuaba por puro deseo egoísta: todo lo que quería era pasar tiempo con ella, y tal vez verla sonreír.

Eso me recuerda… que no he visto a esas chicas por aquí.

El grupo de seguidoras de Violette, las chicas que la rodeaban desde la escuela media, siempre habían estado presentes. Por lo general, eran educadas pero frías: sus voces agudas le chirriaban los oídos y sus perfumes eran fuertes y nauseabundos. Ser tocado por alguien que no fuera Violette era insoportable, y perdió la cuenta de las veces que deseó poder apartarlas. Se preguntaba si había ocurrido algo entre ellas en el último año; se alegraría si solo se hubieran separado, pero conociendo a Violette, las amistades de ese tipo probablemente habían acabado mal. A pesar de su belleza y amabilidad, no sabía juzgar el carácter de una persona.

Espero que no sea nada… pero debería estar en guardia.

No le mencionaría nada a Violette, ya que preguntar solo aumentaría su preocupación. Se limitaría a tenerlo en cuenta y a esperar que no fuera nada.

Su cabeza daba vueltas a esos pensamientos mientras sus pies se movían, buscando su objetivo. Apenas se fijó en toda la gente con la que se cruzaba.

—Yulan —llamó una voz, haciendo que se detuviera en seco.

—¿Eh…? ¿Hay algo en lo que pueda ayudarle…? —preguntó Yulan, girándose lentamente para mirar al interlocutor. Había fingido no fijarse en él porque no quería que lo descubriera, pero al parecer había fracasado. Lo mejor que pudo hacer fue girarse con una mirada más bien cortés, ya que era la última persona con la que quería hablar—. Príncipe Klaude —espetó.

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