¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 17: La flexibilidad de la justicia

Traducido por Lugiia

Editado por Freyna


—¿Hm…? —preguntó Klaude.

—No es nada. —El insulto murmurado por Yulan no llegó a oídos de Klaude, o tal vez el príncipe decidió ignorarlo. Yulan frunció el ceño al pensar en lo sucedido el otro día: deseaba poder olvidarlo. Más que eso, deseaba poder borrar el recuerdo de la mente de Violette.

Klaude debió notar el cambio de humor de Yulan, porque de repente parecía nervioso. A pesar de querer dejar todo esto atrás, no podía dejarlo así. Tenía que saber si Klaude era realmente inconsciente de sus acciones.

—¿Hiciste lo correcto ese día? —preguntó Yulan. ¿Realmente creía Klaude que había hecho lo correcto cuando intervino para ayudar a Maryjun? En un mundo perfecto, habría sido una historia inspiradora… pero eso solo sucedía en cuentos de hadas.

Klaude pareció aún más desconcertado ante la pregunta. Sus pensamientos eran claros en su rostro: obviamente creía que tenía razón, y ni siquiera se le había ocurrido cuestionarlo hasta ahora. Tal vez fuera pureza, o solo falta de visión… Tal vez estaba tan acostumbrado a ver solo las partes bellas de la vida que realmente creía que el mundo podía dividirse entre el bien y el mal. Klaude ofrecería protección a cualquiera que pudiera. Esa era una verdad sin complicaciones en su mente; seguramente era honorable y loable, ¿no?

—Cuando saliste en defensa de Maryjun, ¿lo hiciste realmente por ella? —preguntó Yulan.

—¿Qué estás tratando de decir? —El rostro de Klaude se ensombreció, pero Yulan no pudo saber si era por la duda o por la ira. Estaba claro que aún no había entendido lo que quería decir, por lo que Yulan tendría que explicárselo.

—Cuando la defendiste, también la convertiste en el centro de atención. Es una señorita hermosa, demasiado nueva en la aristocracia para tener amigos o aliados, y ahora ha captado el interés del príncipe… Todas las pretendientes celosas que tienes querrán acabar con ella.

—Eso… —dijo Klaude.

—Por lo general, el linaje del duque la protegería… pero, bueno, ya sabes cómo ven a los hijos de las amantes. —Klaude tomó una bocanada de aire con sus palabras, pero Yulan siguió hablando—: La salvaste una vez, pero también hiciste que su posición fuera mucho más peligrosa.

En un cuento de hadas, las acciones de Klaude habrían sido maravillosas, pero eso solo funcionaba si se cerraba el libro justo después.

—Incluso si pudieras retroceder en el tiempo y decidir no intervenir, el resultado seguiría siendo el mismo. Es demasiado nueva para saber cómo comportarse ante ese tipo de oposición —continuó Yulan. Toda acción tiene raíces en el pasado y sarmientos que se abren paso hacia el futuro. El futuro de Maryjun aún estaba en el aire, pero a juzgar por lo que vio Yulan el día anterior, dudaba que fuera buena para manejar el rencor o las púas pasivo-agresivas de esta sociedad. Las declaraciones justas tenían su lugar, pero los aristócratas eran expertos en apuñalar por la espalda.

—Cuando saliste en su defensa, le robaste la oportunidad de aprender a valerse por sí misma en este mundo. Las vidas de los nobles y los plebeyos son más diferentes de lo que crees. —Como miembro de la realeza, Klaude pensaba constantemente en sus súbditos, trataba de concentrarse en sus necesidades y temores, en lo bueno y en lo malo. Pero eso no era lo mismo que ponerse en su lugar: no podía entenderlo del todo.

—A corto plazo, la rescataste, pero me pregunto si tus acciones le traerán más dolor en el futuro —añadió Yulan con un suspiro. Sabía que Klaude no tenía intención de herir a Maryjun, pero aun así le había causado daño. Aunque había hecho una buena acción, ¿era correcta?

♦ ♦ ♦

El príncipe se mordió el labio, incapaz de hablar. Tenía el puño cerrado con fuerza a su lado, y un desagradable crujido se le escapó de la garganta. Pensó vagamente que debía detenerse antes de que sus uñas perforaran la suave piel de sus palmas… pero la presión era lo único que impedía que los horribles sentimientos se lo tragaran entero. Las palabras de Yulan se habían precipitado en su mente y se arremolinaban como avispas furiosas en su estómago. Klaude sabía que tenía que enfrentarse a este sentimiento, pero ya sentía como si una cuchilla se hubiera enterrado en su corazón.

La justicia era simple y obvia, y era fácil tener fe en ella y usarla para guiarse. Pero si lo que decía Yulan era cierto, la justicia no era un acero fuerte y firme; era tan maleable y cambiante como un trozo de arcilla. Siempre había considerado su forma de justicia como universal, pero ¿era eso cierto? ¿Tenía todo el mundo una forma personal de justicia en su interior?

Sus palabras eran demasiado para que el corazón de Klaude soportara una contradicción tan grande. No tenía tiempo para digerir un sistema de valores completamente diferente.

—Entonces… ¿qué debo hacer? —preguntó Klaude.

En la fiesta, ¿debería haber abandonado a Maryjun a sus despiadadas perseguidoras por su propio bien? Simplemente no podía hacerlo. Incluso si Yulan tenía razón y las acciones de Klaude habían provocado aún más ataques, no podía dar la espalda a alguien que lo necesitaba.

—¿Qué debo…? —repitió Klaude.

Tenía que seguir su corazón. Incluso si Yulan tenía razón, Klaude tenía que llevar a cabo su justicia de todos modos, aunque el riesgo de fracasar fuera mayor de lo que creía. Pero esta conversación no le había dado la respuesta que esperaba, sino que solo había hecho más confusa la cuestión. El mejor camino, el camino correcto, estaba oculto, oscurecido por una espesa niebla en su mente.

¿Qué debería haber hecho él? ¿Qué debería hacer a partir de ahora?

—Haz lo que quieras —dijo Yulan.

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