Katarina – Volumen 10 – Capítulo 4: Compras en una pequeña ciudad (2)

Traducido por Shisai

Editado por Sharon


Una vez que salimos de la tienda, noté que parecía que había aún más gente en las calles.

—Esos artistas deben estar de moda —observé, sorprendida por la multitud que habían atraído a la ciudad.

—Vinieron cerca de mi ciudad natal una vez, pero no recuerdo que fueran tan populares… —respondió María.

—¿Y fuiste a verlos?

—Solo los vi de pasada. No lo recuerdo bien.

—Oh. Deberíamos ir juntos entonces, cuando tengamos tiempo.

—Me encantaría —estuvo de acuerdo con una sonrisa.

Ahora tenía una promesa más con María que estaba deseando cumplir. El mar, los artistas ambulantes… Todo sonaba divertido.

—Sin embargo, me pregunto por qué tanta gente quiere verlos, especialmente porque ese no fue el caso cuando se acercaron al pueblo de María.

—Lo más probable —respondió Cyrus—, es que sea muy fácil venir aquí para las personas que viven en las aldeas vecinas, dada la geografía de esta área. Y es posible que esta compañía específica sea muy popular para empezar.

—¿Hay compañías populares? Ni siquiera sabía que había tantos artistas ambulantes en primer lugar…

—Por supuesto. Hay compañías grandes y pequeñas, populares y mediocres. Algunos de ellos son solo un grupo de personas que recorren Sorcié, mientras que otros tienen muchos más miembros y viajan por todo el mundo. Cuando uno de estos últimos está de visita, la gente, naturalmente, se apresura a verlos.

—¡Ya veo…! —Estaba muy interesada en esa explicación, y María, quien probablemente tampoco sabía mucho sobre artistas ambulantes, también estaba escuchando con atención.

Viajar por el mundo como artista… Eso debe ser genial. Tengo muchas ganas de ver uno de sus programas algún día.

—Ahora, vayamos a través de esta multitud y regresemos al orfanato —instruyó Cyrus, persuadiéndonos de reunir nuestro coraje y sumergirnos en el mar de gente.

—Tengo miedo de que esta vez, incluso permanecer juntos no será suficiente. Definitivamente nos vamos a perder.

—Tienes razón —coincidió Cyrus—. ¿Deberíamos atarnos el uno al otro con un trozo de cuerda o algo así?

Eso sonó como una muy mala idea. En primer lugar, no teníamos ninguna cuerda, e incluso si la tuviéramos, no quería estar atada con una correa.

—¿No podemos simplemente tomarnos de la mano? —sugerí, y lo vi inmediatamente congelarse en estado de shock.

Correcto. Tomarse de la mano de una chica probablemente lo pondría demasiado nervioso. Pero…

—Debemos hacerlo. Pero no te preocupes, tomarse de la mano no es gran cosa. Estoy segura de que has tenido que escoltar a una o dos mujeres de la nobleza antes —le susurré.

Todos los nobles tenían que estar acompañados por un miembro del sexo opuesto durante su debut en la alta sociedad, y eso definitivamente implicaba tomarse de la mano. Pensé que esta no sería su primera vez.

—Siempre que he tenido que acompañar a una mujer… —susurró, mirando al suelo—, le pedía a mi madre o a mi tía que sean mi pareja…

Así que hasta ahora solo ha acompañado a familiares… Bueno, Keith me acompaña todo el tiempo y es mi hermano. Sin embargo, Cyrus realmente hace todo lo posible para evitar a las mujeres jóvenes… Supongo que eso es propio de él.

—¿Quieres vivir el resto de tu vida sin haber sostenido nunca la mano de una chica? Esta es tu oportunidad. Solo ve y toma la mano de María. Sería perfectamente natural hacerlo ahora. ¡Ve! ¡Estoy segura de que puedes hacerlo!

—Hng…

Pensó un poco, luego finalmente extendió su mano hacia María.

—Y-Yo, um… de ninguna manera estoy tratando de forzar esto, pero, si no le importa, sugiero que tomarse de la mano ayudaría materialmente en nuestros esfuerzos para evitar la disolución involuntaria de nuestro grupo mientras atravesamos la multitud…

He visto mesas con menos madera que esa…

Tal vez otra chica se habría sentido disgustada por la rigidez de Cyrus, pero María era demasiado amable para que le molestase y también sabía lo nervioso que estaba él con las chicas.

—Eso no me importaría en absoluto. Gracias —respondió, tomando la mano de Cyrus y dejándolo asombrado—. Creo que sería prudente que Lady Katarina tomara mi otra mano, ¿no es así? —me ofreció entonces, extendiéndome su mano libre. No me importaba, ya que al hacerlo podía evitar perderme sin meterme entre esos dos.

—¡Gracias, María! —Tomé su mano.

Cyrus, todavía muy nervioso, nos guió a través y fuera de la multitud. Nos alejamos lo suficiente del centro de la ciudad como para que no hubiera demasiada gente alrededor, y Cyrus soltó rápidamente la mano de María, diciendo que estaríamos bien ahora.

—Muchas gracias, señor Cyrus —dijo ella, haciéndolo sonrojar una vez más.

¡Cyrus se acercó un paso más a ser un adulto! ¡Bien por él!, pensé antes de recordar que en realidad era mayor que yo.

Estaba ocupada viendo a mi amiga y mi superior interactuando torpemente entre sí, pero todavía noté un rostro familiar por el rabillo del ojo.

Ese es el niño que vi antes mientras jugaba al escondite en el orfanato, ¿no es así? Me pregunto si estará haciendo un recado. Sin embargo, parece demasiado joven para eso.

Antes de que tuviera tiempo de hacer algo, el chico desapareció en un pequeño callejón trasero. Durante mi misión en Puerto Océano, me enseñaron que dejar las calles grandes y abiertas por las pequeñas y escondidas era peligroso, ya que todo tipo de gente mala acechaba allí. Esto probablemente también se aplicaba a esta ciudad, y comencé a temer por ese niño. Dicho esto, si lo perseguía yo sola, lejos de poder ayudar, solo empeoraría las cosas, así que decidí buscar ayuda.

—Disculpe —me dirigí a Cyrus, quien probablemente podría hacer algo al respecto—. Acabo de ver a un niño del orfanato caminar solo por ese callejón oscuro.

—¿Qué? ¿Estás segura de que era uno de los niños del orfanato? —preguntó sorprendido.

—Podría estar equivocada, pero lo vi en el orfanato un poco antes, así que estoy bastante segura…

—Ya veo. Pero sea cual sea el caso, es demasiado peligroso para un niño deambular solo por un lugar como ese. Iré a ver cómo está. Ustedes dos esperen aquí —ordenó, y corrió hacia el callejón.

Realmente puede ser genial cuando él quiere… Si no fuera tan incómodo con las chicas…, pensé, mirando su espalda mientras se alejaba de nosotras.

—Espero que todo esté bien… —habló María, sonando preocupada.

—Sí, yo también lo espero —respondí, y comencé a preguntarme qué pensaba realmente María de Cyrus.

Cualquiera con un par de ojos podía ver que estaba enamorado de ella, pero ¿ese sentimiento iba en dos sentidos? El problema con María era que era tan amable con todo el mundo que no se podía decir quién le gustaba realmente. Después de todo, ni siquiera se enamoró de ninguno de los objetivos románticos de la Academia, y en su lugar llegó a un final de amistad.

Entre su bondad, su belleza y su fuerza, era una chica perfecta. Cualquier hombre se enamoraría de ella. Por otro lado, nunca escuché que ella se enamorara de nadie. Curiosamente, eso también fue válido para mis otras amigas, Mary y Sophia. Les gustaba hablar de novelas románticas, pero casi nunca hablaban de ningún romance propio. Incluso si les preguntara si les agradaba alguien, simplemente eludirían la pregunta diciendo que les agrado mucho.

¡¿Podría ser que realmente están enamoradas de alguien, pero no quieren decírmelo porque soy demasiado ingenua para entender el amor?! Quiero pensar que nunca harían algo así… Probablemente no lo harían, pero si lo hicieran, eso me entristecería mucho. M-Maria nunca… ¿o sí?

—Dime, María… —comencé a preguntarle, pero luego sentí que alguien me empujaba—. ¡Ay! —grité de sorpresa y María inmediatamente se acercó a mí para preguntarme si estaba bien.

Eché un vistazo al hombre que acababa de chocar conmigo. A juzgar por lo corpulento que era, probablemente era un trabajador manual de algún tipo.

—Oh, lo siento. Yo… no te vi —gruñó, sin sonar arrepentido en lo más mínimo. Por su cara roja, dificultad para hablar y hedor a alcohol, me di cuenta de que había estado disfrutando de beber durante el día. Probablemente demasiado.

Pensé que probablemente era mejor alejarse de este hombre claramente borracho, pero otros cuatro hombres, igualmente corpulentos y probablemente igualmente borrachos, se unieron a él. Rápidamente fuimos rodeadas por ellos.

—¿Qué sucede? ¿Eh? ¿Cuál es el problema? ¿Hm?

Esto no se ve bien. Necesitamos encontrar una salida a esto…

—Disculpe, pero tenemos que irnos —dije, tratando de pasar entre dos de ellos, pero rápidamente bloquearon mi camino.

—¿Cual es la prisa? ¿No queréis charlar un poco con nosotros? —uno de ellos arrastró las palabras. El olor a licor empeoró tan pronto como abrió la boca.

Por eso no soporto a los borrachos…

—Ahora que las miro, eh… Estas dos son bonitas, ¿no es así?

—¡Oye, tienes razón! Bonita, sí. Realmente bonitas. ¡Vengan y diviértanse con nosotros! —uno de ellos tenía una mirada lasciva después de observar muy bien el rostro de María.

Es bonita, sí, y amable también. Ella está totalmente fuera de tu liga, pensé, tomando la mano de María.

—Tenemos mucha prisa en este momento —insistí, tratando de escapar una vez más.

—No huyas así. Somos caballeros, todos nosotros. No haríamos nada malo, ¿sabes? —respondió uno de ellos, sonriendo mientras me agarraba del brazo.

—¡¿Qué estás haciendo?! —gritó María, a pesar de que yo era la que había sido agarrada. Me di cuenta de que estaba tratando de parecer enojada, pero por más que frunciera el ceño, no podía hacer que ese hermoso rostro suyo asustara.

—¡Aw, podrías mirar eso! ¡Incluso es linda cuando está enojada! ¡Nunca había visto a una chica tan aplastantemente linda!

No solo el engaño de María no había funcionado, sino que ahora uno de los hombres se había adelantado y también había agarrado a María del brazo.

—Ahora, sé amable y pasa algo de tiempo con nosotros —sonrió, acercándose incómodamente a su rostro.

No pude soportarlo.

 —No te atrevas a tocar a Mar…

Antes de que pudiera regañarlo, vi a Cyrus acercándose al hombre por detrás con una mirada fría mortal.

—¿Qué creen que están haciendo? —preguntó, lo suficientemente fuerte como para ser escuchado por los cinco ruidosos hombres.

—¿Y quién eres tú?

—¿Estas chicas están contigo?

Todos lo miraron con desprecio.

—Sí lo están. Así que quitenles esas manos sucias de encima —ordenó, su voz tan fría como su rostro inexpresivo.

—¿Eh? ¿Crees que puedes llevarte a todas las chicas contigo y decirle a la gente qué hacer solo porque eres un poco guapo?

La forma en que el borracho había dicho “guapo” dejaba en claro que odiaba a Cyrus por eso. Sin embargo, a pesar de que era guapo, probablemente no se veía muy fuerte para las personas que no lo conocían. Uno de los hombres lo agarró por la solapa. El borracho probablemente pensó que podría ganar fácilmente en una pelea contra Cyrus.

Me sentí aliviada de ver que había venido a nuestro rescate, pero me preguntaba si podría usar magia en un lugar como este. En su mayor parte, solo los nobles podían usar la magia, y me habían enseñado que se suponía que no debíamos usarla contra los plebeyos. Pero antes de que terminara de preguntarme qué hacer, noté que el hombre que había agarrado a Cyrus estaba tirado en el suelo, boca abajo.

¿Q-Qué pasó?

Estaba confundida, pero los otros habían visto claramente lo que Cyrus le había hecho a su amigo, y todos comenzaron a gritar y correr hacia él, solo para que los tirara al suelo uno por uno como si fueran niños pequeños.

¿Está usando magia? Aunque no lo parece…

Cuatro de los hombres ya estaban en la acera y solo uno seguía de pie. Cyrus, quien ni siquiera había sudado, fijó la mirada en el último borracho.

—¿Ya terminamos? —preguntó cortésmente.

—¡E-Eek! —chilló el hombre antes de dar un paso hacia atrás. Claramente, ya no tenía intención de desafiar a Cyrus.

—Tú, cuídalos, —le ordenó Cyrus, señalando a los cuatro borrachos en el suelo. Luego verificó si María y yo estábamos bien y, como lo estábamos, rápidamente nos arrastró, ya que quedarnos allí nos haría destacar demasiado.

—Eso de ahora no fue magia, ¿verdad? —pregunté casualmente mientras caminábamos.

—¿Qué quieres decir con eso de ahora? —preguntó él, confundido.

—Me refiero a la forma en que los golpeaste.

—¿Oh, eso? Supongo que podrías llamarlo un arte de autodefensa. Si golpeas a alguien en los lugares correctos, no podrá moverse por un tiempo. Funciona en la mayoría de las personas, incluso si son muy fuertes —respondió con indiferencia.

—¿E-En serio? Nunca aprendí nada como esto…

Había aprendido los conceptos básicos del combate para poder protegerme de los malos finales del juego, pero nunca había oído hablar de esta técnica de la que estaba hablando Cyrus.

—Hm, aprendí a usarlo en mi ciudad natal. Quizás no sea común en estas partes.

—¿Quieres decir que te enseñaron eso en casa? —jadeé, sorprendida. Algunos nobles aprenden a usar la espada como un pasatiempo elegante, pero las peleas callejeras como esta eran inauditas.

[imagen]

—Bueno, la tierra de mi familia está cerca de la frontera con Xiarmah, ya sabes. Es un país pacífico, pero todos aprendemos a defendernos por si acaso, tanto con la espada como con las manos desnudas.

Ya veo… Básicamente, siempre se están preparando en caso de que comience una guerra.

Sorcié estaba en paz en este momento, pero en la Academia me enteré de que no siempre era así y que, durante la guerra, los nobles que vivían cerca de las fronteras tendrían que llevar a los soldados a la batalla. Desde que nací y crecí en la capital, lejos de cualquier frontera, lo había olvidado por completo.

—Entonces eres realmente fuerte, eh… —comenté.

—Mientras mi oponente no esté armado, supongo que puedo defenderme —admitió, pero al igual que María, tenía el hábito de ser siempre humilde, por lo que probablemente esto significaba que nunca perdería contra nadie a menos que tuvieran un arma.

Sabía que era un poderoso portador de magia, pero darme cuenta de lo fuerte que era con sus manos fue una sorpresa. A pesar de la urgencia de la situación, sus movimientos durante esa pequeña pelea fueron tan hermosos que no pude hacer nada más que mirarlo.

Así que es guapo, inteligente, fuerte e incluso es director de departamento en el Ministerio de Magia… Es genial. Si tan solo pudiera defenderse cuando se enfrentara a chicas también, entonces sería perfecto. Tanto potencial desperdiciado… pensé, mirándolo a la cara, y luego dejó de caminar de repente. ¡¿Eh?! ¿Por qué se detuvo de repente? ¿Podría leer mis pensamientos ahora mismo? 

Entré en pánico, pero ese no resultó ser el caso.

Entró en una tienda al lado de la calle por la que estábamos caminando y habló con alguien dentro.

—Gracias por cuidarlo mientras estaba fuera.

—Oh, no lo menciones. Y asegúrate de no perderte de nuevo, ¿de acuerdo? —respondió alguien, y luego Cyrus hizo una reverencia y salió, seguido por un niño pequeño. Era el niño que había visto antes; lo había encontrado y lo había llevado a un lugar seguro.

—¿Es este el niño que mencionaste, Katarina? —me preguntó.

—Sí, lo es. ¿Es uno del orfanato?

—Debe serlo, ya que lo vi allí antes. Sin embargo, no dirá una palabra —respondió, luciendo angustiado.

En cuanto al niño, ni siquiera nos miraba a ninguno de los dos, y parecía molesto por haber sido encontrado por Cyrus.

—Esta chica de aquí —le informó Cyrus al chico—, te vio deambular por tu cuenta, y si no hubiera sido por ella, quién sabe qué podría haberte sucedido. Deberías agradecerle.

El chico no dejaba de mirarnos sin decir una palabra.

No se perdió, ¿verdad? Probablemente estaba tratando de escapar…

—Ahora, volvamos al orfanato antes de que tengamos más problemas —declaró Cyrus.

—Nadie te pidió que me encontraras… —oí susurrar al chico. Tal como había pensado, esto probablemente significaba que lo habíamos atrapado mientras intentaba escapar, pero no pude entender por qué. Quería preguntarle qué quería hacer él solo, pero mientras caminaba al lado de Cyrus, emitió un aura de no hables conmigo tan fuerte que no me atreví a hacerlo.

¿Hm? ¿Qué?

Me detuve y miré a mi alrededor. No pude ver nada fuera de lugar.

—¿Qué pasa, señorita Katarina? —preguntó María.

—Sentí como si alguien nos estuviera observando… pero debí haberlo imaginado.

Empecé a caminar de nuevo. A decir verdad, no creía haberlo imaginado. Había experimentado el mismo sentimiento en el Ministerio antes… podía sentir que alguien con malas intenciones me estaba mirando, poniéndome la piel de gallina.

Sin embargo, no quería asustar a María, quien ya había tenido suficientes experiencias aterradoras por hoy, así que caminé lo más cerca de Cyrus que pude. Después de eso, ya no me sentí vigilada y llegamos sanos y salvos al orfanato.

3 respuestas a “Katarina – Volumen 10 – Capítulo 4: Compras en una pequeña ciudad (2)”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido