Katarina – Volumen 11 – Capítulo 1: Una convocatoria Real (3)

Traducido por Shisai

Editado por Sharon


En el carruaje que me llevaba al castillo, mi ansiedad, gracias a la sonrisa de Rafael, disminuyó, pero luego comencé a ponerme nerviosa por una razón diferente. Al fin y al cabo, sería la primera vez que hablaría con el rey. Nos habíamos saludado durante los bailes y cosas por el estilo, pero todo lo que hacía entonces era principalmente estar al lado de Jared y sonreír.

No sabía mucho sobre los reyes de otros países, pero había oído que el nuestro estaba siempre ocupado. Por lo visto, la reina también se dedicaba a la diplomacia, al igual que sus cuatro hijos, pero incluso con toda esta ayuda el rey seguía teniendo tanto trabajo que llegar a verlo era extremadamente difícil. ¿Cómo no iba a ponerme nerviosa al ser convocada por alguien así, aunque no fuera una audiencia pública?

Suspiré y miré delante de mí, donde María estaba sentada con una mirada espantada.

—¿Estás bien, María?

—Estoy bastante nerviosa por conocer a Su Majestad… —Su voz se redujo a un susurro.

Me di cuenta de algo que debería haber sido obvio desde el principio: si una dama de la nobleza como yo estaba nerviosa por conocer al rey, con cuyo hijo incluso estaba comprometida, una plebeya como María estaría igual… tachen eso, probablemente estaba mucho más nerviosa.

María manejaba la rara Magia de la Luz, trabajaba en el departamento más prestigioso del Ministerio de Magia y, en general, tenía mucho talento… pero seguía siendo una chica de mi edad y experimentaba miedo y ansiedad igual que yo.

Tomé sus manos entre las mías. Estaban frías y temblorosas.

—Lo sé, ¿verdad? Yo también —le dije, y ella me miró, sorprendida.

—¿También está inquieta?

—Sí, por supuesto. Al fin y al cabo nos ha convocado la persona más importante de todo el reino —continué, exagerando deliberadamente la gravedad de la situación, y el rostro de María mostró el atisbo de una sonrisa.

—Supongo que es cierto —se rió. Sus manos habían dejado de temblar y pude sentir que algo de calor había vuelto a fluir en ellas. Esto, a su vez, me hizo sentir menos preocupada por todo el asunto.

El carruaje siguió avanzando, y para cuando empecé a decir cosas como “Imagínate a Su Majestad como una patata. Imagínate hablando con una gran patata”, lo que debía considerarse traición… llegamos al castillo.

Pensé que Jared estaría esperándonos, ya que era mi tapadera para dejar el Ministerio antes de tiempo, pero no pude ver al príncipe por ninguna parte. En cambio, nos recibió un sirviente que nos hizo pasar a un salón, donde nos dijeron que esperemos. Era una sala mediana, no muy grande, cualquier noble podía pedir usarla, siempre que se le hubiera concedido acceso al castillo.

Esperaba que nos llamaran cuando el rey estuviera listo para recibirnos, pero de repente me di cuenta de que tenía un problema urgente que atender: Necesitaba ir al baño. En retrospectiva, haber comido un almuerzo muy abundante para prepararme para la convocatoria no había sido la mejor idea. Informé a María de mi situación y salí corriendo del salón. Sabía dónde estaba el baño más cercano, así que llegué a tiempo, sin ningún accidente.

Me disponía a volver cuando… De repente, Pochi saltó de mi sombra y empezó a correr. Fui tras él, abandonando el edificio en el que me encontraba y llegando a un lugar en el que ya había estado antes: la entrada a la zona prohibida donde, por lo que yo sabía, el tío de Jared se había encerrado tras la disputa por el trono.

Por alguna razón, esta era la tercera vez que Pochi me llevaba a este lugar. Quizá le gustaba porque siempre estaba oscuro, incluso de día. Esta vez me había acercado aún más al edificio donde supuestamente vivía el hermano del rey. Como el acceso a toda la zona estaba prohibido, empecé a preocuparme.

—¡Vamos, Pochi, vuelve a mi sombra! —le ordené. Me miró con desagrado, pero la cara de seriedad que puse acabó por convencerle.

Justo cuando empecé a dirigirme hacia donde debía estar, una ventana a mi lado se abrió con un clic. Dentro, un joven de pelo dorado y ojos negros estaba de pie, solo. Estar rodeada de amigos guapos toda mi vida me había otorgado cierta inmunidad a la gente atractiva, pero este joven en particular era tan impresionante que no pude evitar mirarlo. De hecho, me quedé mirando tanto tiempo que él se dio cuenta de mi presencia.

Sus ojos negros se clavaron en los míos y frunció el ceño.

—¿Por qué estás aquí? —preguntó con una voz terriblemente fría. Entre eso y la intensidad de su mirada, sentí un escalofrío que me recorrió la espalda. Debía estar enfadado porque había entrado en una zona prohibida.

—Lo siento, me he perdido y he acabado aquí. Me iré de inmediato. —Era obvio que no podía hablarle de Pochi.

—Sí, por favor, hazlo y sal de mi vista ya, Katarina Claes, villana —respondió.

Estaba tan sorprendida que no pude moverme ni un paso.

—¿Sabes quien soy? ¿Y qué quieres decir con ‘villana’?

Probablemente se trataba del príncipe encerrado del que había oído hablar, pero ¿por qué iba a saber de mí y, sobre todo, por qué me llamaba villana?

—Eres bastante famosa —sonrió—, por ser una villana que juega con los corazones de los príncipes.

—¡No estoy jugando con el corazón de nadie! —Podía soportar que la gente me dijera que no encajaba bien con Jared, pero desde luego no estaba jugando con su corazón.

—¿Ignoras continuamente sus avances románticos, le haces daño al hacerlo y ni siquiera te das cuenta? Eres de verdad despreciable —se rió.

—P-Pero yo…

No sabía cómo responder. A decir verdad, todavía no había dado una respuesta a la confesión de amor de Jared. Incluso papá me había dicho que lo pensara.

—¡Ahora vete! De inmediato —exigió el joven, cerrando de golpe la ventana.

Ni siquiera había logrado aprender el nombre de esta persona, pero comprendí claramente que me odiaba. Me sorprendió lo que me había dicho, pero tenía que pensar en la convocatoria, así que traté de olvidarlo y me apresuré a volver al salón.

—Me he perdido de camino al baño —le expliqué a una preocupada María, riendo para disipar cualquier sospecha.

Sentí que no debía hablar sobre el encuentro con aquel hombre, y aparté la idea de él en el fondo de mi mente para poder pensar en ello más tarde.

Al cabo de un rato, alguien llamó a la puerta. Esperaba que fuera un sirviente, diciéndonos que el rey estaba listo para vernos. Mis expectativas se demostraron erróneas: al ver quién entró, agaché de inmediato la cabeza todo lo posible. María, al verme, hizo lo mismo. Mi entrenamiento en etiqueta finalmente había sido útil.

—Levantad la cabeza —dijo, y nosotras cumplimos nerviosamente.

El hombre de pelo plateado que estaba frente a nosotras, cuya sola presencia en la sala era suficiente para resultar imponente, se parecía mucho a Jared, e incluso tenía los mismos ojos azules. Esto era natural, ya que era el padre de Jared: Orwen Stuart, rey de Sorcié.

Nunca me imaginé que fuera a venir en persona a vernos, sobre todo en este modesto salón, en lugar de hacer que nosotras acudamos a él.

—Gracias por venir hasta aquí —dijo en voz baja y tranquila—. Hacía tiempo que quería hablar con ustedes, y hoy un repentino cambio de planes me ha dado tiempo para hacerlo. Por favor, disculpe lo repentino de todo esto.

—En absoluto, Su Majestad. Es un honor —respondí con una reverencia.

Sus ojos se abrieron ligeramente al responder.

—Te he convocado en privado como Orwen Stuart, no como el rey. No hay necesidad de tales formalidades. Siéntase libre de hablarme como lo haría con mis hijos.

Esto explicaba por qué no nos veía en la sala del trono. Si hubiera estado hablando con nosotras en su calidad de rey, no habría estado aquí con solo unos cuantos sirvientes a su lado.

Sin embargo, aunque dijera que no necesitábamos ser formales, no podía ser tan informal con un rey como lo era con Jared y Alan. Esto también me hizo pensar que tal vez también era demasiado informal con esos dos. Hacía tanto tiempo que éramos amigos que casi había olvidado que seguían siendo príncipes.

El rey nos dijo entonces que nos sentáramos y, después de hacerlo, se sentó él mismo.

—Ahora, empecemos. Me gustaría ver vuestros pactos.

Miré a los sirvientes de la sala. Se suponía que los pactos eran secretos para todos, excepto para un puñado de personas, así que me sorprendió que hablara de ellos delante de este público.

—No te preocupes —dijo al notar mi aprehensión—. Todas estas personas son de confianza y muy cercanas a mí. Ya conocen sobre los pactos y la Magia Oscura.

Los sirvientes hicieron un pequeño gesto de asentimiento y, sabiendo que ya no tenía que preocuparme por guardar secretos, abrí mi bolsa para sacar el Pacto de la Oscuridad, el cual puse en la mesa frente a mí. María hizo lo mismo con su Pacto.

—Así que este es su aspecto —dijo el rey, tomando primero el Pacto de la Luz en sus manos, mirándolo desde todos los ángulos y luego abriéndolo y hojeando sus páginas.

Los pactos estaban encantados de tal manera que solo su dueño podía leerlos, y los demás veían un montón de páginas en blanco. El rey no pareció sorprenderse en lo más mínimo por esto; probablemente ya lo sabía. Después de hojear todo el libro, lo volvió a dejar sobre la mesa y se puso a mirar el Pacto Oscuro. Estaba segura de que estaba siendo más cuidadoso al tomarlo de lo que había sido con el de la Luz.

Supongo que algo llamado “Pacto Oscuro” es evidentemente aterrador…

También hojeó este libro y lo volvió a dejar sobre la mesa.

—Tal como me dijeron, no veo nada en las páginas de los pactos. —Esto confirmó que ya sabía cómo funcionaban.

A continuación, nos hizo varias preguntas a María y a mí sobre cómo habíamos encontrado los pactos, hasta qué punto los habíamos descifrado, etc.

—Muy bien. Es suficiente sobre los pactos —declaró cuando le dimos suficientes respuestas.

Me sorprendió, casi me decepcionó, el poco tiempo que habíamos dedicado a hablar de los libros.

—Ahora hablaremos de la razón por la que os he convocado aquí.

¿Qué? ¡¿No eran los pactos la razón?! ¡¿Realmente quería regañarme por algo que hice?! pensé, preocupada, pero lo que el rey dijo a continuación me sorprendió aún más.

—Tenemos que hablar de la Magia Oscura.

¿Magia Oscura…?

—Las dos habéis tenido vuestros problemas por culpa de la Magia Oscura. Especialmente tú, lo entiendo —dijo, mirándome fijamente.

Tenía razón, pero eso era solo porque yo era la villana del juego.

—Se suponía que el conocimiento de esta magia prohibida era una prerrogativa exclusiva de la familia real, pero ya no es así. Es mejor que ustedes dos sepan por qué es así —continuó con una mirada afligida.

Efectivamente, lo único que sabíamos ahora mismo era que la familia del marqués Dieke se hizo con la Magia Oscura, y ue luego se extendió a otras personas, incluida esa mujer Sarah.

—Supongo que ya sabéis que mi predecesor murió de repente antes de decidirse por un heredero, y que esto provocó graves luchas internas entre la familia real —empezó a explicar lentamente el rey.

—Sí —respondí. Hacía tiempo que lo sabía, e incluso me había enterado por Jared de que algunos murieron y otros fueron exiliados en la lucha por la corona. Sin embargo, oírlo directamente del actual rey lo hacía aun más impactante.

—También debes saber que algunos perdieron la vida durante este tiempo. Eso fue el resultado de asesinatos dentro de la familia real —continuó sin pestañear a pesar de lo aterrador de lo que estaba diciendo—. Por supuesto, el secreto de estos atroces asesinatos se mantuvo en su mayoría dentro de los muros del castillo. Uno de los asesinos envenenó a su hermanastro y se rió al ver su dolorosa muerte. Otro lanzó a su hermanastro desde una torre, fingiendo que fue un accidente. Fueron días de sangre y locura. Los hombres, dominados por la rabia asesina, mataban a la familia  que antes amaban.

¿La lucha por la corona hace que la gente se mate entre sí? Es mucho peor de lo que pensaba…

—En medio de ese caos, ahora es imposible decir quién fue el primero en recurrir al uso de la Magia Oscura para obtener una ventaja. Lo que sabemos es que el secreto se filtró a otros nobles, llegando finalmente a la familia Dieke. —Entonces se levantó de su asiento—. La responsabilidad recae sobre nosotros, la familia real. Fue nuestra insensatez la que permitió que la Magia Oscura se extendiera. Pido disculpas por todos los problemas que esto ha causado —dijo, bajando la cabeza hacia nosotras.

Yo estaba demasiado sorprendida por todo lo que estaba pasando como para moverme, pero María se levantó de inmediato y empezó a hablar.

—No merece ninguna culpa ni debe ninguna disculpa, Majestad —afirmó.

Al oír esto, miró a María y una leve sonrisa apareció en su rostro.

Personalmente, yo también estaba de acuerdo con María. En todo caso, deberíamos haber dado las gracias al rey por haber impedido toda aquella pelea.

—Aun así, como he nacido en esta familia real, es mi deber ofrecer una disculpa, y les ruego que la acepten.

La idea de una responsabilidad que te es dada por nacimiento resonó en mí. Como dama noble, había tenido que escuchar mucho sobre eso.

—Lo entiendo —respondí, poniéndome en pie—, y aceptamos sus disculpas. Por favor, levante la cabeza ahora, Su Majestad.

María también asintió, y el rey levantó la cabeza y volvió a sentarse.

—Gracias. Mi deseo es capturar a los que manejan la Magia Oscura, para que podamos evitar el abuso de esta terrible herramienta. ¿Me prestarán su ayuda cuando la necesite?

Siendo el rey, podría habernos ordenado que le prestemos nuestra ayuda. Pero en lugar de eso, nos había pedido, lo cual agradecí.

—Por supuesto. En lo que pueda ayudar —respondí, mirándole a los ojos.

—Gracias. —Por primera vez, su rostro no mostraba ninguna preocupación. Solo sonreía.

Así que la razón por la que nos había convocado era en realidad para disculparse y pedirnos ayuda. Una vez que hizo esas dos cosas, se fue rápidamente, llevándose a sus sirvientes. De verdad estaba tan ocupado como decían.

—Menuda cosa, ¿eh? —le dije a María en cuanto nos quedamos solas.

—Definitivamente, sí —asintió ella. Luego nos miramos y compartimos una risa cansada.

Por desgracia, no podía hablar con nadie más de ello, pero mi encuentro con el rey había sido muy sorprendente. Era una persona muy fácil de hablar, y todo mi nerviosismo había resultado innecesario.

3 respuestas a “Katarina – Volumen 11 – Capítulo 1: Una convocatoria Real (3)”

  1. El encuentro de Katarina con el hermano del rey fue muy intenso, además que Pochi siempre vaya hacia ese lugar podría ser que el hermano del rey aún usa magia oscura 🤔

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido