La Villana Revierte el Reloj de Arena – Capítulo 125: No hay piedad (4)

Traducido por Maru

Editado por Sharon


—Lo entiendo, señorita. Por cierto, ¿por qué la convertirá en sirvienta? No creo que sea muy útil, y también me pregunto por qué debería haber una niña tan arrogante como sirvienta. No me diga que tengo que sacarla, ¿verdad? —dijo Annie, ya que Mielle debía quedarse a su lado. 

Aria respondió con una sonrisa inesperada a la preocupada Annie.

—No te preocupes. Eso no va a suceder.

Para ser exactos, era muy probable que todo se resolviera antes de que Annie se casara y dejara la mansión. Ella ladeó la cabeza ante la vaga respuesta de su maestra, pero asintió, pensando que debía tener sus motivos.

—Bueno, como dijo, ¡seré dura con ella a partir de mañana! De hecho, me estoy divirtiendo un poco. Creo que es por eso que los nobles acosan a las sirvientas.

Aria sonrió levemente al escuchar que haría eso aunque no se lo pidió. Se preguntó si Annie, que eligió intimidar a otros por diversión, no estaría empeorando.

La proclamación que molestaría a Mielle no fue una charla vacía, y desde el día siguiente, Annie la acosó con gran severidad. No, todo lo que hacía Mielle como sirvienta era un dolor para ella, incluso si Annie no hacía nada.

Mielle tenía que levantarse temprano en la mañana, desayunar a toda prisa y limpiar la mansión mientras Annie la regañaba varias veces. Por supuesto, protestó con fuerza al principio, pero se vio obligada a reducir su malicia con el arma secreta que Annie había preparado.

—Mielle, ¿eres estúpida o quieres morir? Si quieres volver a la cárcel, sigue rebelándote de esa manera. ¿De verdad te gusta esa prisión? No importa cuánto se está calentando el clima, la prisión estaría fría sin una manta delgada. Parece que ni siquiera puedes comer allí.

—Tú, tú…

Ni su padre enfermo ni su hermano, que se había ido al Castillo para regresar cambiado, la habían hecho rendirse, sino la prisión que la había hecho sufrir. Esto se debió a que Mielle pasó más de sus sentimientos preocupándose por su propia seguridad que comprendiendo y simpatizando con el dolor que los demás sufrían.

—¿Tú? Te dije que me llamaras señorita Annie. Hay una clase entre sirvientas. No soy como la sirvienta promedio, soy una doncella que puede estar al lado de señorita Aria. No olvidaste que las sirvientas llamaban a Emma “señora”, ¿verdad? Así que, por favor, ten cuidado, a menos que quieras que te vuelvan a meter en la cárcel.

Ante las continuas referencias a la prisión, Mielle no pudo rebelarse en absoluto. En su lugar, se coló en la habitación de Aria para escapar del ojo público, creyendo que reprendería a la presuntuosa de Annie.

Había intentado encontrarse con Aria varias veces, pero no pudo, y cuando lograba verla, Annie estaba a su lado, sonriendo alegremente.

—¿Qué te pasa, Mielle?

—Ugh, hermana…

He venido a acusar a Annie, pero ¿por qué está a tu lado?

Era natural, tratándose de la doncella personal de Aria, pero Mielle, que nunca se había molestado por comprender a su hermana, sentía como si el cielo se estuviera derrumbando.

—Lo siento. Ha llegado una carta importante. ¿Puedes esperar un momento?

—¿Si? Ah, sí…

Mielle se quedó quieta en la puerta, obediente, esperando a que Aria terminase su trabajo. Como era de esperar, no le pidieron que se sentara, y Annie, que estaba hablando con Aria, a veces la miraba furiosa, por lo que ni siquiera podía pedir un asiento.

—¿Es esta una invitación formal?

—Sí, originalmente estaba planeado para el invierno, pero ahora está sucediendo.

—Ahora que el imperio no tiene la familia ducal, el marqués de Vincent y Sarah son la nobleza más alta, así que todos los nobles se reunirán, ¿verdad?

—Es muy probable.

—¿Qué hay de su alteza el príncipe heredero? —preguntó Annie, sus ojos brillando. Preguntó si Aria asistiría con un capricho al lugar donde se reunirían todos los nobles del imperio.

Entonces Aria sacó otra carta que había sido colocada bajo la invitación de Sarah.

—Su alteza dijo que asistiría en persona.

—¡Oh, Dios mío! ¡Entonces esta será su primera fiesta junto con su alteza!

Se habían visto en la ceremonia de compromiso de Sarah, pero era la primera vez que ella lo acompañaba oficialmente. Era posible que recibieran más atención que Sarah, el personaje principal de la boda. Aun así, Sarah debía sentirse complacida por esto.

—El tiempo se acaba, ¡tendrá que preparar su vestido de inmediato! ¿Debería llamar a un diseñador? Algo elegante sería mejor, ¿verdad?

Aria negó con la cabeza y levantó la carta para que Annie pudiera verla mejor.

—Léelo.

Annie rápidamente comenzó a leer la carta ante sus ojos.

«¿Te gustaría acompañarme a la boda del marqués Vincent? Es una buena oportunidad, te enviaré un vestido y zapatos si me lo permites.»

—Oh, Dios mío. ¿Significa que su alteza le enviará el vestido él mismo?

—Sí, así que no prepares nada.

Annie le tomó las manos con expresión exultante cuando terminó de leer la carta.

Parecía que ya se había imaginado a Aria y Asher mostrando su belleza en la boda de Sarah. No era asunto suyo, pero Annie reaccionó con gran alegría, y Aria sonrió brevemente.

—¿Que pasa contigo?

—¿Si?

—¿No vas a asistir con el barón Burboom? Creo que también recibió una invitación.

—Es cierto, pero… pensé que debería ir con usted —le dijo sorprendida.

—Si me sigues, estoy segura que el señor Asher se enfadará.

Entonces, cuando Aria le pidió que fuera con el barón Burboom, una gran sonrisa apareció en el rostro de Annie.

—¿Realmente puedo hacer eso?

—Sí. Lo dices como si nunca te hubiera dejado ir.

—¡Muchas gracias, señorita!

—Ten en cuenta que no seré quien prepare tu vestido, sino tú misma.

—De hecho, el barón Burboom dijo que enviaría a alguien.

¿Lo escondiste a pesar de recibir una invitación? 

Aria parecía un poco estupefacta. Annie la rascó en la mejilla y evitó su mirada.

—Es… es mañana, y todavía no le he dado una respuesta definitiva. ¿Puedo salir?

—¿Mañana? Si te digo que no, sería una zorra. Sal y vuelve sana y salva.

—¡Sí, señorita! —exclamó Annie, y salió del cuarto. Solo entonces Aria llamó a Mielle, que estaba de pie junto a la puerta.

—¿Viniste aquí porque querías decir algo? Debes estar teniendo dificultades con tu trabajo. Tu rostro se ha vuelto bastante demacrado.

Mielle se acercó lentamente a Aria con la boca cerrada y una mirada oscura en su rostro.

Vine aquí para quejarme, pero ¿cómo puedo decirle eso a Aria, que acaba de hablar sobre la dulce época que se avecina?

Hasta hace poco había estado en la posición de Aria. No, había sido mucho más noble y elegante. Ahora debía limpiar el piso por el que otros pasaban, siendo abusada por las criadas.

Estoy segura de que a Aria no le importan mucho esas cosas triviales.

—Si tienes alguna dificultad, avísame, Mielle —le dijo Aria con voz suave al ver que Mielle no hablaría con facilidad, y entregándole una taza de té.

Sintió que sus palabras amigables notaban su corazón, por lo que Mielle abrió la boca y eligió sus palabras con cuidado para acusar a Annie.

—Es… es difícil porque Annie es muy mala conmigo, hermana…

—Dios mío, ya veo. Oh, pobre niña —simpatizó Aria escuchándola. Al verla, Mielle ganó confianza y confesó que Annie la había estado acosando.

—Incluso derramó agua en el pasillo que ya había limpiado. Y a veces patea el agua que yo traigo y sacude el alféizar de la ventana. Incluso me amenazó con enviarme a prisión si hería un poco sus sentimientos…

—¿Cómo pudo haber hecho algo tan perverso…?

Aria estrechó la mano temblorosa de Mielle, admirando la marca que Annie dejó con su acoso.

—No solo eso, sino otras sirvientas…

—Me dijeron que… estaban siendo traviesas con la recién llegada, pero no sabía que harían esto.

—Hermana…

—Debo haber estado demasiado ociosa. No te preocupes, les daré un duro regaño porque eres mi hermana.

Mielle rompió a llorar cuando escuchó lo que había estado esperando. No por la simpatía que su hermana le profesó, sino por la alegría de castigar a las criadas que no conocían su lugar.

—Mielle, ¿por qué no vas a la boda de la señorita Sarah para cambiar de humor? —le dijo Aria en voz alegre dándole un pañuelo.

—¿Yo? —le preguntó Mielle con lágrimas en los ojos, ya que no conocía a Sarah. Aria sonrió alegremente.

—Sí. Si estás sola en la mansión, te sentirás deprimida.

—Eso es cierto, pero…

Pero la boda entre el marqués de Vincent y Sarah… Habrá muchas personas que estuvieron del lado de Aria y el príncipe heredero, ¿cómo puedo ir allí? Podrían insultarme hasta el punto de no tener comparación con el acoso en la mansión. Además, mi estatus ha sido rebajado y tendría que participar como empleada doméstica, ¿por qué sugieres algo así?

—Y además… no puedes seguir viviendo con este malentendido, así que creo que es necesario que vuelvas a conocer gente —añadió Aria, leyendo su tez.

—¿Malentendido?

—Ahora ya no tienes una mala idea. Eras demasiado joven para juzgar. Todos cometemos errores cuando somos jóvenes.

Por supuesto, la Mielle del pasado no había cambiado al convertirse en adulta, incluso se había vuelto más viciosa y tomó la vida de Aria, pero en lugar de mencionar una explicación tan inútil, Aria sonrió suavemente.

—Malentendido…

¿Quién habría cubierto las acciones que habrían arruinado al imperio al calificarlas como infantilismo? Por otro lado, Mielle no quitó su mirada ansiosa.

—¿Por qué no te quedas cerca de mí si estás tan nerviosa? Solo tendrás que verlos un poco.

La persuasión de Aria continuó hasta el punto de que no terminaría si Mielle no daba su consentimiento.

—¿Por qué no esperas en el carruaje, por si acaso? Puedes volver primero, si no quieres. Tendrás que estar junto a Annie, pero si lo digo bien, lo pasarán por alto.

Entonces, ¿cómo puedo no asentir?

—Puedes volver primero si no quieres —repitió Aria, y Mielle asintió.

Entonces Aria sonrió en su rostro con gran alegría.

—Hiciste una muy buena elección, Mielle. Se lo diré bien a Annie, así que no te preocupes.

Y esa sonrisa fue suficiente para darle credibilidad a Mielle.

♦ ♦ ♦

Al parecer Aria realmente había regañado a Annie, porque su acoso se detuvo de repente, y ninguna de las otras doncellas volvió a intimidarla abiertamente. En primer lugar, la principal impulsora de ese comportamiento era Annie, y como ella dejó de molestarla, las demás no debían hacer nada malo.

—Mielle, ¿ves estos polvos? ¿De verdad lo limpiaste todo?

Por supuesto, Annie no pasaba por alto sus errores, simplemente dejó de encontrar fallas en algo sin ninguna razón. A veces ponía una sonrisa significativa, pero era mucho mejor que cuando había sido acosada. Más bien, Mielle recuperó la confianza que había perdido, sintiendo que Aria la estaba cuidando más que solo una criada, Annie.

Ahora que he pecado, no puedo hacer nada, pero cuando recupere mi lugar original, nunca dejaré ir a Annie y otras criadas.

En esos momentos, Aria envió a su doncella preferida para derretir su corazón helado.

—¿Estás bien? ¿Por qué no te tomas un descanso? Esto es de la señorita Aria. Dijo que está preocupada y que necesitas descansar un poco…

Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no fue por los bocadillos dulces que trajo, sino porque se trataba de Jessie, quien había estado junto a Aria por más tiempo.

Jessie la miró con lástima mientras sufría. Aunque había estado acosando y pecando contra Aria, era muy miserable verla caer tan lejos, ya que aún no era una adulta.

Aunque a Mielle no le gustó la mirada comprensiva de la criada, se dio cuenta de que Jessie tenía una buena relación con Annie, y pronto bajó la punta de las cejas y se mordió el labio inferior para que su rostro pareciera lamentable.

—Jessie, gracias. Siempre has sido muy amable. En el pasado, solía ordenarte como mujer noble, pero ahora mi estatus es bajo y eres la única que me cuida, incluso si todos me odian.

Aunque la causa no era su estatus más bajo, sino sus acciones pasadas, Mielle criticó a las criadas que la acosaron para ganarse el corazón de Jessie lleno de compasión.

—No es porque su estatus haya bajado, pero de todos modos son buenas personas, así que pronto mejorará —la corrigió Jessie, sintiendo algo extraño en su respuesta.

—Sí, Jessie. Tienes razón. Todos son buenas personas. Sin embargo, encuentran fallas en cualquier cosa sin razón. Simplemente se aprovechan ante la novata en la mansión.

Cuando la escuchó decir que encontraban sus pequeñas fallas, Jessie recordó a Annie. La había visto acosar a Mielle, y pensaba que se estaba divirtiendo demasiado. Los otros sirvientes también tenían una actitud de superioridad, pero Annie era un poco diferente, ya que acosaba a Mielle sin remordimiento.

Por supuesto, considerando lo que Mielle había estado haciendo a sus espaldas hasta ahora, Jessie pensó que era merecido, pero cuando la vio con una expresión tan lastimera, su corazón se estremeció.

A diferencia de los demás, Jessie fue la única que actuó contra Aria en el pasado. Por supuesto, la malvada mujer la terminó echando, pero hasta ese momento no había renunciado a su determinación. Por eso Aria la eligió como encargada para entregarle los refrescos.

—No te preocupes. La dama te está cuidando, así que pronto estarás bien. Si es difícil decírselo a ella, puedes contar conmigo.

Como deseaba Aria, Jessie simpatizó con Mielle y se ganó su confianza poco a poco. A veces, Jessie le llevaba bocadillos y tomaba la iniciativa de escuchar sus problemas.

—¿Annie me odia? Ella es amable con otras personas… 

Por supuesto, Mielle tenía intenciones que eran ligeramente diferentes a las puras de Jessie. Estaba intentando socavar la relación entre las sirvientas, despreciando a Annie en secreto.

—Estoy segura de que no volverá a hacerlo cuando te acostumbres. Annie es una buena chica.

Pero ese truco superficial no funcionó para Jessie, y para empeorar las cosas, parecía que la pequeña artimaña de Mielle no tenía fundamentos porque Annie ya no la molestaba.

♦ ♦ ♦

—¡Dios mío! ¡Te ves mejor con tu ropa…!

—¿De verdad?

—¡Sí! ¡Siempre eres tan hermosa, pero me quedo sin palabras cuando estás en un vestido tan bien decorado!

—¡En este punto, me preocupa que la señorita Sarah se sienta incómoda!

Aria, con el vestido que Asher le había enviado, solo podía describirse como una verdadera belleza. El bordado en oro sobre un vestido rosa suave, tenía la forma de un tulipán que simbolizaba el imperio, y las joyas con estrellas en la base del vestido brillaban suavemente como si cada una presumiera de su valor.

No había adornos, cintas o adornos engorrosos porque no le gustaban mucho, pero no era exagerado decir que ella era más hermosa que cualquier otra persona solo con sus faldas de aspecto rico y sus joyas no excesivas.

—Sarah no es una persona tan mezquina, así que no le importará. Tampoco quiero arruinar su boda, así que solo voy a saludarla y permanecer a un lado.

—Por supuesto, estar callada no significa que no llame la atención, pero aquellos con sentido común la mirarán. Sarah no es una mujer a la que le importen esas nimiedades, así que no tendrá que preocuparse por eso.

—Annie, tú también te ves genial —le comentó Aria a su doncella, que estaba peinándose.

Annie estaba usando el vestido que el barón Burboom le envió. Aunque su belleza no se acercaba a la de Aria, era una figura notable entre las sirvientas. Orgullosa de sí misma, Annie levantó su barbilla al máximo y se rió mientras se tapaba la boca.

—Gracias, señorita. Es todo gracias a usted.

—No es gracias a mí. Lo hiciste tú misma.

—Me halaga…

A diferencia de su tímido rostro rojo, sus ojos estaban llenos de confianza.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido