Mi prometido ama a mi hermana – Arco 6 – Capítulo 11

Traducido por Kavaalin

Editado por Sharon


En la cafetería, me despedí de Soleil y a Sion y me retiré junto a Silvia. Era muy raro que fuéramos sólo las dos. En este pasillo que no era demasiado ancho, los estudiantes con los que nos cruzábamos se volteaban deliberadamente para confirmar nuestros rostros. Me pregunto cuántas veces había escuchado las palabras “no se parecen”. El hecho de que Silvia caminara medio paso detrás de mí parecía invitar a las miradas curiosas de nuestro entorno.

—¿Ha sido llamada? —susurró alguien, y sólo pude sonreír amargamente. No podía entender qué significado podría tener convocar a mi hermana pequeña en la academia. Si tuviera algo que quisiera decir, era obvio que hablaría de ello en un lugar discreto. Y el lugar más adecuado para eso no era otro que nuestra casa.

Me preguntaba por qué nadie se daba cuenta de lo tonto que sería llamar a Silvia para reprenderla dentro de la academia.

No, no es eso. Ciertamente, hasta ahora, había sido ese tipo de persona. Yo era ese tipo de mujer desagradable e indigna devorada por los celos que dominaba a todos con una voz aguda. Sí, hasta ese día. Ese día cuando tuvimos una fiesta de té en el jardín de la mansión…

—Um, h-hermana. Lo siento.

—¿Por qué te disculpas? —pregunté al escuchar su disculpa silenciosa. Sin embargo, no dejé de caminar.

—Por ir a la cafetería por mi propia cuenta…

Me contuve de estallar en carcajadas por esas palabras. ¿Qué estás diciendo cuando hasta ahora, has estado almorzando junto a Soleil todos los días?

—No te preocupes, Silvia. A mí tampoco me preocupa en absoluto.

Pensaba que sin importar quién viera esta escena, sería genial si todo lo que pudieran ver fuera el retrato de una amable hermana mayor. Es por eso que lenta y deliberadamente formé una sonrisa amable. Sonreí espléndidamente, mis ojos no contenían ningún indicio de resentimiento, mi tono de voz era un poco bajo. No olvidé mi entonación y modulación. Poniendo un poco de fervor en mis dedos, peiné los cabellos de mi hermana pequeña.

—¿En serio? —me preguntó mientras le acariciaba la cabeza como si estuviera consolando a una niña pequeña. Una niña muy querida. Sí, seguramente. Seguramente, amaba a mi hermanita. Al ver a Silvia soltar un pequeño suspiro y sonreír, por alguna razón mi pecho se apretó dolorosamente por un segundo. Ella confiaba en mí. No era mi imaginación. Si es así, ¿por qué, por qué traicionas a la hermana mayor en la que confías tanto?

Todavía recordaba el odio existente en el futuro que aún está por venir. Eso es correcto. Originalmente, yo era una persona así. Era una persona grotesca incapaz de ocultar mi odio y resentimiento.

Sentía como los cabellos plateados se enroscaban alrededor de mis dedos, por lo que los aparté suavemente. Silvia sonrió alegremente con los ojos cerrados. Me preguntaba qué tipo de rostro estaba haciendo yo, quien estaba menospreciando a tal hermana pequeña. Sería genial si pudiera actuar bien. Si pudiera actuar como una hermana mayor cariñosa. Como una dama perfecta. Si pudiera convertirme en una persona que amaba a su familia, que amaba a su hermana pequeña, una persona que no se ahogaba en celos sino que mostraba una sonrisa como la de una santa.

—Bueno, Silvia. La clase comenzarán pronto. Tenemos que separarnos ahora.

—¡Sí! —respondió con un asentimiento justo después de que dobláramos en la esquina del corredor. Luego hizo una hermosa reverencia y me miró al rostro. Yo le devolví una sonrisa a esa niña que estaba hinchando su pecho con orgullo. En comparación con hace unos meses, Silvia se había vuelto más similar a cómo debería ser la joven hija de un noble. Vi como una delicada espalda se alejaba rítmicamente y seguidamente cerré los ojos por un breve momento. Deseaba tirar los turbios sentimientos que se arremolinaban dentro de mi pecho.

Recordé los días en que la había educado en preparación para mi escape en una de mis vidas pasadas. Recordé el efímero rostro de mi hermanita mientras se reía.

Hasta hoy, me sentía como si ya estuviera muerta —me confesó. Me había dicho que estaba feliz de poder aprender. La recordaba actuando fiel a sus palabras, absorbiendo y entendiendo con avidez todo lo que le enseñaba. De repente recordé aquellos días llenos de risas mientras hojeábamos una voluminosa colección de libros, sentadas una al lado de la otra. Entre las muchas vidas que había vivido, era en esta que por primera vez había abrazado con Silvia. Esos fueron días felices pero irremediablemente amargos.

El vacío de tener que darlo todo, de tener que entregárselo a mi hermanita. ¿Cómo podía ponerlo en palabras?

Incluso si se pudiera decir que había hecho todo lo posible hasta el punto de toser sangre, todas esas cosas que había obtenido, no habían sido de ninguna utilidad. Sólo era conocimiento destinado para ser transmitido a mi hermana pequeña.

Sabía que sólo el conocimiento y la educación se convertirían en las cosas que me respaldarían, así que me había dedicado a pulirme a mí misma y, sin embargo, nunca había podido utilizar ni siquiera una de esas habilidades. Recordé un sueño que había tenido, donde viajaba con nobles de países extranjeros, siendo considerada su igual, mientras le enseñaba a Silvia los idiomas extranjeros que había aprendido para la diplomacia. Como era la esposa de Soleil, nunca debería ser entrometida y meterme en sus asuntos. Pero me había convencido a mí misma de que no debía convertirme en una existencia que sólo pudiera ser protegida. Al menos, pensaba que sería genial si pudiera ayudarlo. Para él, que quería una mujer fuerte como su esposa, hice todo lo posible para convertirme en esa persona. Y todo lo que había acumulado día con día… se lo había terminado ofreciendo a mi hermana pequeña.

Este sentimiento de vacío, esta amargura, este resentimiento, no sabía cómo expresarlos. No quería pensar que todo el tiempo que había pasado había sido en vano. Por eso le había entregado todo lo que tenía a mi hermana pequeña.

—Eres estúpida. Eres una verdadera estúpida.

Cuando estaba a punto de bajar las escaleras, de repente una voz resonó dentro de mi cabeza. Era una voz desconocida. ¿Cuándo, cómo, para quién eran estas palabras? No habían sido dichas en esta vida. Entendía eso. Mientras buscaba entre mis recuerdos, las puntas de mis pies chocaron con el escalón y tropecé. ¡Ah! Cuando me di cuenta ya era demasiado tarde.

¡Estoy cayendo!

Extendí mi mano izquierda para apoyarme, pero falló en alcanzar la barandilla y sólo agarró el aire. Mi corazón latió fuertemente una vez y luego dejó de hacer ruido. Pero, en ese momento…

—¡Cuidado!

Alguien agarró mis brazos por detrás. Me detuvieron en medio de las escaleras, mi espalda apoyada en alguien. La mitad de mis piernas estaban estiradas antiestéticamente.

—Lo siento…

Puse mis manos sobre mi pecho, tratando de calmar mi impetuoso corazón. Pero ahora no era el momento de sentirse aliviada. Supe por la voz que había escuchado que la persona que me sujetaba era un hombre. Rápidamente miré a mi alrededor. Mientras lanzaba un suspiro de alivio porque nadie nos había visto, puse una mano en el brazo que me rodeaba el estómago para sostenerme.

—Estoy bien ahora. Me disculpo profundamente por los problemas que le causé.

Sabía que era un poco grosero de mi parte, pero nadie debía vernos en esa postura. Retorcí mi cuerpo y me separé apaciblemente. Bajé dos escalones con lentitud, y cuando me di la vuelta para hacer una reverencia y presentar mi agradecimiento una vez más, la persona que se encontraba aquí era inesperadamente él.

—¿Eh? Es la prometida de…

Mientras me encontraba petrificada en medio de la reverencia, él había susurrado eso sin tratar de ocultar su sorpresa. Una cabeza familiar de cabellos de color marrón rojizo. Alguien que había sido amigo de Soleil durante mucho tiempo.

Sí, ciertamente conocía bien este rostro. Siempre estaba al lado de Soleil en la academia. Incluso después de la graduación, pertenecería al mismo grupo de caballeros que él y se convertiría en su camarada. Como prometida de Soleil e incluso después de convertirme en su esposa, me había encontrado con esta persona multitud de veces, pero en mis memorias restantes, no recordaba haber tenido ni una sola conversación con él. Siempre me miraba como si me estuviera observando. Con una mirada que nunca era amigable, aparentemente queriendo decir algo. Sin embargo, nunca había dicho nada.

Nos miramos el uno al otro en silencio. Afortunadamente, las clases habían comenzado, por lo que no había presencia ni ninguna señal de que alguien pudiera venir hasta aquí. Sus cabellos rojizos que revoloteaban suavemente con el viento eran algo nostálgicos por alguna razón, me recordaban las numerosas vidas que ya habían terminado. No había estado muy involucrada con esta persona que estaba tan cerca de mí que podría tocarlo. Así había sido en todas mis vidas hasta ahora. Esto seguramente era porque él mismo no tenía una buena opinión de mí. Sin embargo, creía que había desarrollado una relación de amistad con Silvia. Al menos por ser amigo de Soleil.

Oh, es cierto. Había sucedido el día de mi boda con Soleil. Aunque no me había dado la más mínima palabra de cumplido, era la persona que había elogiado bastante a Silvia. Creía que lo había hecho en lugar de Soleil, quien no podía felicitarla frente a la novia.

—Parece una princesa —le dijo a esa niña que llevaba un hermoso adorno de flores en sus cabellos plateados. Delante de mis ojos, declaró eso sin la menor reserva. Apuesto a que ni siquiera se dio cuenta de que me había herido. Para él era sólo un cumplido banal, un suceso normal que no valía la pena mencionar.

—Estoy realmente agradecida por su ayuda.

Como simplemente nos estábamos mirando fijamente, no hacíamos ningún progreso. Con una sonrisa débil, bajé la cabeza. Pensaba que estaría bien si parecía que estaba siendo tímida. Cuando traté de darme la vuelta y marcharme antes de que me dijera algo, me llamó.

—E-Espere, por favor—. Su voz resonó en la escalera vacía donde sólo estábamos nosotros dos. Ciertamente no podría pretender no haberlo escuchado. Persuadí a mi corazón vacilante y miré por encima de mi hombro—. ¿Se está sintiendo mal?

Fui sorprendida por esas inesperadas palabras. Su expresión parecía como si realmente estuviera preocupado por mí… Pero ese no debería ser el caso.

—No, estoy bien.

Aunque intenté negarlo mientras sacudía la cabeza, ahora que alguien más lo había señalado, me di cuenta de que realmente me sentía mal. Parecía que mi aliento estaba caliente como si tuviera fiebre. Mi visión comenzaba a volverse vagamente borrosa y justo cuando entrecerré los ojos, el mundo perdió sus colores. Como si una cortina se estuviera cerrando, la oscuridad me alcanzó lentamente.

—Eres tan lamentable. A pesar de que has sido reducida a este estado, todavía crees en Soleil, ¿verdad?

Estaba viendo una alucinación. Lo sabía, así que parpadeé un par de veces, pero en lugar de alejarme de la oscuridad, vi barras de hierro alineadas verticalmente a intervalos regulares. En ese momento, un aire húmedo cubrió los alrededores. El aire pesado obstruía mi garganta. Paredes agrietadas de piedra, un piso cubierto de moho y fango, el hedor de algo desconocido. A lo lejos, alguien gemía, el sonido del metal golpeado con quién sabe qué resonaba en mis oídos. Uno tras otro, el olor apestoso y esa escena estaban siendo revividos. Me acordaba de todo.

Ah, ya veo, es la prisión.

Cuando levanté mi línea de visión distraídamente, al otro lado de las barras de hierro, alguien estaba parado allí, mirándome. Ese hombre me estaba mirando, mientras me encontraba arrodillada en el suelo. Estaba mirándome fijamente.

—Ese chico no vendrá. Es una pena, pero realmente no vendrá.

Este era un recuerdo de mi primera vida.

—Lo siento por ti, pero es la realidad, ¿sabes?

Las palabras que había lanzado como si quisiera persuadirme, siguieron cayendo como si fueran piedras que me arrojaba. Dolía, dolía, dolía. Era como si mi piel estuviera siendo desgarrada. Incluso sin que nadie tuviera que hacer nada, moriría pronto. Así de duro era el golpe que había recibido cuánto me había lastimado. Y sin embargo, ¿por qué estaba tratando específicamente de apuñalarme con un golpe final?

—Eres estúpida. Eres verdaderamente estúpida. Puedes intentar luchar y negarlo todo lo que quieras, pero nadie puede revertir el destino.

En la cárcel, donde la luz no llegaba, su cabello, que debería ser de un brillante color marrón rojizo como una moneda de cobre pulido, parecía muy opaco. Ya no entendía qué tipo de emociones habitaban dentro de sus ojos. Mi voz no salía y mi conciencia estaba turbia. Incluso yo entendía que mi fin se acercaba. Por eso había deseado encontrarme con él en mis últimos momentos. Él había… Soleil se había apartado de mí y se había ido sin mirar atrás ni una sola vez. Había ignorado la voz llorosa de su esposa. Recordaba esta escena, su espalda al marcharse, mis dedos extendidos que no pudieron alcanzarla.

—Él y ella, se conocieron por el destino. No, su reunión estaba desafortunadamente predestinada. Tu voluntad no tenía nada que ver en esto. Se llama destino precisamente porque uno nunca puede luchar contra él.

Por eso, todo lo que hiciste fue en vano.

La voz que anunciaba esto, sonaba desbordante de lástima. Incluso aunque pensaba que no nos habíamos conocido mucho, él había venido específicamente a verme a mí, que me encontraba encerrada en esta cárcel. Además, realmente debo haber sido una idiota ya que estaba tratando de notar un significado especial en sus palabras.

—Será mejor que te rindas y mueras. 

Poco después de reflexionar sobre sus palabras lanzadas en un susurro, mi conciencia se desvaneció. ¿Estaba simplemente desmayándome o, de hecho, yo…?

Justo como había dicho, ¿había muerto?

—¿Señorita Ilya?

Antes de darme cuenta, el joven me estaba mirando al rostro, a una distancia lo suficientemente cercana como para que nuestras respiraciones chocaran. El presente era así. No estaba en esa cárcel. Esa persona que había alcanzado la edad adulta no estaba aquí. Aunque mis labios temblorosos trataban de formar algunas palabras, estas se quedaban atrapadas en mi garganta y yo sólo podía respirar débilmente. Parecía que me desmayaría si intentaba expulsarlas, era una sensación como si la sangre en todo mi cuerpo se hubiera congelado.

Estaba asustada.

Estaba muy consciente de este hecho. ¿Por qué había aparecido frente a mí? Seguramente me habría alegrado si lo hubiera hecho en mi vida anterior o en la anterior a esa. Pero, él nunca se había involucrado conmigo. La excepción sólo había sucedido una vez. Y había sido nuestro encuentro en esa prisión. Eso sólo había sucedido en mi primera vida. No recordaba mis últimos momentos. Ese debería de haber sido el caso y, sin embargo, hoy, en estos instantes recordaba ese terrible momento con una claridad espantosa.

Algo había comenzado a cambiar. Lo sentía.

Mientras nos mirábamos, nuestras miradas se cruzaron.

—¿Está realmente bien? Su rostro está completamente blanco…

Justo antes de que sus dedos estirados tocaran suavemente mi mejilla, retrocedí uno, dos pasos hacia atrás. En toda mi vida hasta ahora, nunca había tenido este tipo de contacto. El talón de mi tembloroso pie derecho se resbaló.

En ese momento de mi primera vida, la persona que me había dicho que sería mejor que me rindiese y muriera, estaba riendo.

—¿Señorita Ilya?

Parecía que estaba a punto de caerme, pero apenas había logrado no hacerlo. Incapaz de mirarlo directamente al rostro, dejé ese lugar. Mientras todo mi cuerpo temblaba por escalofríos que no podía detener, el pasado que quería olvidar por completo era traído a este lado del mundo real.

Mientras se reía, las lágrimas caían. Entonces, lo dijo.

—Lo siento.

12 respuestas a “Mi prometido ama a mi hermana – Arco 6 – Capítulo 11”

  1. Hay un drama coreano que se llama Extraordinary You, la protagonista es un personaje secundario de un manga y de repente adquiere conciencia, pero debe actuar de acuerdo a su personaje aunque no quiera, las escenas terminan desarrollandose sin que ella pueda hacer nada para cambiarlo. Lo mismo para los otros cuando van adquiriendo conciencia.

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