¡No quiero ser princesa! – Historia Paralela 14: La preocupación eterna de la Dama de la Corte

Traducido por Kiara

Editado por Ayanami


—Aquí, Lidi

Mientras soportaba las acciones amorosas que se desarrollaban ante mí, aparté mis ojos.

♦ ♦ ♦

La dama que trajo Su Alteza resultó ser la Princesa Consorte.

Sin embargo, como me sentí aliviada por el hecho, antes de que pasara mucho tiempo, ante el rostro y la voz de aspecto dulce de Su Alteza, mi rostro se contrajo.

Su Alteza, que está cuidando galantemente de la Princesa Consorte y su comida, mientras la princesa consorte lo recibe con calma.

Desde la cama, con una apariencia enfermiza y dulce, corazones, parecía revolotear a su alrededor, definitivamente, quiero huir del lugar.

Tuve razón en dejar que las otras damas retrocedieran. Honestamente, es difícil permanecer en este lugar.

Realmente, nunca había visto este lado de Su Alteza.

La expresión de Su Alteza, parecía decir “Eres tan hermosa, que no puedo evitarlo”, mientras tocaba, constantemente, el cuerpo de la princesa por todas partes.

Ya se olvidaron que estoy aquí. Solo mira a la princesa como si estuviera fascinado. Ni siquiera, podía decir una palabra en la medida de sus sorprendentes afectos.

Soporté, únicamente, con paciencia.

La razón por la que no se mostró a través de mi cara es el fruto de los años que he vivido como una dama de la corte. Casi quiero elogiarme por perseverar tan bien.

Como tengo que realizar mis funciones oficiales, de mala gana, tenía la intención de irme. Sin embargo, Su Alteza me envió una mirada significativa.

Es probable que se propusiera el dejar que la princesa, prácticamente discapacitada, permanezca en esta habitación.

Como respuesta, asentí con la cabeza, pero no pude ocultar mi sorpresa, en la medida, en que Su Alteza lo hizo tantas veces, lo suficiente como para que no pueda moverse.

Sin embargo…con todo este afecto, cualquier razón para que Su Alteza participe en esas fiestas nocturnas desaparecerá.

Ya se ha convertido en una persona cariñosa que no puede ver nada más que a la Princesa Consorte. Aunque Su Majestad explicó que no podía evitar asistir a esas fiestas nocturnas, quiero pensar que él no quiere que conozca sus verdaderas intenciones, estoy agradecida con la Princesa Heredera.

Como la dama estará junto a Su Alteza, creo que debería cooperar para proteger su lugar.

Cuando Su Alteza vio mi intención con el asentimiento de mi cabeza, finalmente, salió de la habitación con una expresión de alivio.

No puedo romper la confianza de Su Alteza.

En el intervalo, entre el regreso de Su Alteza, debo asegurarme de mantener a la Princesa Consorte dentro de la habitación.

Poco después de la partida de Su Alteza, la princesa consorte, naturalmente, pidió ropa. En respuesta, preparé una variedad de vestidos.

De sus palabras, que solicitaron un vestido que fuera fácil de usar, reflexivamente, escogí el tipo de ropa de su madre, Rosina.

Cuando ella, obedientemente, hizo que las damas la cambiaran de ropa, su aspecto era parecido y casi exacto al de Rosina.

Con su expresión que producía tristeza, involuntariamente, la imagen de una joven Rosina se superpuso en mi mente.

Cuando pronunció palabras de simpatía, con la misma expresión de Rosina, antes de su matrimonio, ni siquiera pude negarme. Al final, salí de la habitación con la promesa de que volvería para verla durante el mediodía.

Aunque estoy preocupada, al menos, hay un Guardia Imperial de pie frente a la puerta. Di la instrucción para que me notifique de inmediato si hay algún movimiento. Después, me fui y volví a mis deberes.

♦ ♦ ♦

Cuando finalmente llegó el mediodía, regresé a la habitación de Su Alteza para revisar a la Princesa Consorte. Sin embargo, me encontré de pie inmóvil con una expresión atónita.

La princesa consorte no está aquí.

El Guardia Imperial solo informó que no hubo movimientos extraños y no tenía idea de a dónde se fue la princesa.

En cualquier caso, tengo que buscarla. Es imposible que se cometan secuestros en la parte más interna de las áreas residenciales del Palacio Real, pero uno nunca puede estar seguro.

Sin embargo, si eso sucediera, nunca podría redimirme frente a Su Alteza o Rosina.

Al mismo tiempo que me pongo pálida, me preocupa que la Princesa Consorte pase por la entrada principal, lo que me lleva a dirigirme, rápidamente, ha la zona común.

—Dama de la Corte Grimm

Cuando me llamaron, con una disposición nerviosa, volví la cabeza.

El dueño de la voz resultó ser William-sama al que estaba pasando por alto.

♦ ♦ ♦

Me sentí aliviada cuando escuché que la Princesa Consorte fue llevada a casa y no fue arrastrada por un crimen.

Sin embargo, escuchar su regreso a casa, sin ninguna resistencia, casi me hace colapsar.

¿Cómo debo explicar esto a Su Alteza?

Me abstuve de colapsar, por pura fuerza de voluntad, antes de expresar mi gratitud hacia William-sama y regresar por el camino del que venía.

Pensé en informar de inmediato a Su Alteza, sin embargo, estaba inusualmente preocupada, por lo que decidí volver a la habitación para esperar en la puerta.

Y así, mientras esperaba, me informaron que llegó una carta. No podría soportar el no recibirla al oír que estaba dirigida a mí.

Cuando tomé la carta, el remitente era Rosina ・ Von ・ Vivouare

Es ella.

Aunque ya han pasado veinte años, nunca podré olvidar su escritura.

Cuando revisé el nombre del remitente una vez más, abrí la carta con manos temblorosas.

Con una hermosa letra, el contenido expresó sus disculpas en nombre de su hija quien regresó a casa sin previo aviso.

Aaa, sin duda, es ella. Abracé la carta cerca de mi pecho. Mis lágrimas comenzaron a derramarse en grandes gotas. En verdad, siempre ha estado en mi mente.

No pude perdonar el matrimonio que tuvo con ese hombre y detuve mi comunicación con ella pero…siempre me arrepentí de esa acción.

Recordé nuestra última despedida.

Si vas a casarte con ese hombre, nunca me volveré a encontrar contigo.

Le dije, mientras ella mostraba una expresión de tristeza.

Confié plenamente en que ella se rendiría. Sin embargo, se negó con la cabeza y se fue.

Ahora entiendo que cometí una estupidez. Desde entonces, seguí lamentándome por el asunto.

Aun así, no pude acercarme a ella. Cuando me di cuenta, ya habían pasado veinte años. Me pregunto si ella podrá perdonarme.

Leí la última frase de su carta.

“Deseo que llegue el día en que nos volvamos a ver”

Me pregunto si está bien creer que su corazón cerrado (pasivo) se siente igual que el mío.

Quiero creer.

Agarré la carta con fuerza y seguí de pie en el lugar.

Aun así, no solo debería pensar en Rosina…desafortunadamente, el asunto de mayor importancia es cómo le voy a informar el asunto de la Princesa Consorte a Su Alteza.

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