Reina Villana – Capítulo 34: La mascota de su Majestad

Traducido por Kiara

Editado por Ayanami


La tira residual en la parte inferior de la página sirve como la única evidencia de que una parte fue arrancada intencionalmente. Como el corte fue parejo, se debe haber hecho con un cuchillo.¿Fue a propósito o quizás un accidente? ¿Qué había en esas página?

Mientras miraba la página mutilada, los ojos de Eugene se llenaron de emoción. Finalmente, ella sabía qué buscar. Había encontrado su primera pista. En los siguientes dos días, Eugene recorrió montones de libros hasta que se encontró con otro con una página arrancada de la misma forma. Bueno, pensó que no era mucho, pero, al menos, su hipótesis se comprobó de la manera correcta, ahora, solo falta el quién, qué y cuándo.

Tengo que averiguar qué había en las páginas que faltan. Quizás, un par de días serán suficientes para revisar todos estos libros.

Aunque pudo haber completado su búsqueda en unas pocas horas, Eugene no tenía la intención de pasar todo el día en el estudio. Hojear sin parar, miles de libros, podría estresarla y entorpecer sus sentidos, y podría pasar por alto algunas páginas que faltan y, con eso, su oportunidad de resolver este rompecabezas más rápido. Lo mejor que podía hacer ahora, era mantener un enfoque sistemático, aunque los resultados fueran más lentos.

Además, ella necesita tiempo para entenderlo también.

Calculó que pasar el resto de su día explorando el palacio no le haría daño. Después de todo, había llegado a este mundo en un abrir y cerrar de ojos, y es probable que, en cualquier momento, vuelva a su mundo original de la misma forma. Antes de que todo termine, ella quería saborear su estadía.

Por lo tanto, decidió tomar un desvío a su habitación. En lugar de tomar la ruta habitual, bajó al primer piso. Había pasado por este camino antes, pero, por alguna razón, esta era la primera vez en que noto una pequeña puerta…

Reconocer su entorno, significa que, lentamente, se ha adaptado a este lugar. Sin la menor vacilación, Eugene se acercó a la puerta. Tenía a Zanne siguiéndola, así que no tenía miedo de perderse. Lanzando una mirada de preocupación, Eugene lo dio todo.

La puerta conduce a un largo pasillo al aire libre, forrado con columnas de mármol. Y, al final, hay otra puerta más.

Mientras caminaba por el pasillo, Eugene se detuvo para admirar el cielo. Esta es su primera vez al aire libre desde que entró al palacio. El palacio es lo suficientemente grande como para no haber sentido la necesidad de salir antes. Como el periodo activo, había comenzado tan pronto como llegó a este mundo, ni siquiera lo había considerado. Pero hoy, se sentía fresca y vigorizada. Podría ser debido a su pequeño descubrimiento, que la hizo sentir emocionada.

En ese momento, recordó que el palacio no solo era hermoso en el interior, sino que se encuentra rodeado de terrenos igualmente impresionantes. Las flores, topiarios y estatuas en los jardines, están en excelentes condiciones. Sin embargo, nunca los había visto.

¿Por qué no pasar un par de horas en el jardín? Estaría a salvo ya que todavía está dentro del palacio.

Eugene miró por encima del hombro hacia donde está Zanne, unos pasos atrás. 

— ¿Este es un corredor sin salida? —Preguntó.

—Su Alteza Real, este corredor rara vez se usa, pero no es un callejón sin salida.

Eugene asintió y, cautelosamente, salió del pasillo con dirección al suelo. Cuando su pie tocó la tierra, sintió la suavidad debajo de sus zapatos. Le gustó la sensación y comenzó a explorar el área alrededor. Relajada, paseó por el vasto jardín, hasta que algo en la distancia le llamó la atención.

De pie allí, alto, impresionante; exuberante, de un negro aterciopelado desde la cabeza hasta las pezuñas…se encuentra un hermoso caballo, aunque no tenía sentido que estuviera aquí, en este jardín. Y, sin embargo, aquí está, viviendo de una manera tan libre dentro de un lugar tan autoritario con reglas inflexibles. Parecía realmente libre, sin restricciones.

—Zanne, ¿crees que ese caballo escapó del establo?

—Oh no, su alteza real. Siempre se le deja vagar libremente.

Justo entonces, Eugene notó algo. Ella frunció el ceño. 

—No tiene riendas… ¿está domesticado? ¿Alguien es dueño del caballo?

—Sí, su alteza real. Pertenece a su Su Majestad.

¡Por supuesto! Ahora, todo tiene sentido para Eugene. ¿De quién más podría ser este corcel, al que se le permite moverse libremente? 

¡Qué sorpresa! No parece alguien que tenga mascotas. Realmente, debe amar a este caballo.

— ¿Nos hará daño?

Zanne sacudió la cabeza y respondió: —No, su alteza real, pero…

Antes de que pudiera terminar, Eugene había comenzado a dar pasos furtivos hacia el caballo, sin tener en cuenta las palabras de la sirvienta. Ella no quería asustar a la bestia. Aun así, cuando el animal notó que se acercaba, sus instintos respondieron antes de que lo hiciera. Se quedó quieto, como congelado en su lugar, pero en alerta máxima.

De hecho, es un hermoso caballo. Eugene estaba tan tentada que no pudo resistirse a dar unos pasos más cerca.

Una vez más, Zanne le advirtió impotente. 

— ¡Su Alteza Real! Es mejor si no…

Y, una vez más, Eugene ignoró sus palabras de precaución.

Había visto, una vez, una foto de caballos en un concurso de belleza ecuestre. Había varios que eran hermosos, pero, por mucho, este es el más bello. Tenía un cuerpo compacto y musculoso, como ningún otro. Está claro que el caballo es de raza pura, elegido con excelente cuidado. A lo largo de su elegante cuello largo, su melena se balancea en la brisa. Un cálido rayo de sol se refleja en los suaves y sedosos mechones. Sus brillantes ojos rojos son como rubíes. ¡Este caballo es un espectáculo para la vista!

¿Rojo?

Eugene se congeló de inmediato. Los ojos que se encontraron con los de ella eran claramente rojos. Los ojos rojos son uno de los atributos de los larks.

♦ ♦ ♦

Kasser, finalmente, había terminado de firmar los documentos en los que había estado trabajando desde la mañana. Había tenido dificultades para concentrarse en su trabajo, por lo que, le tomó más tiempo del habitual el terminar. Aun así, este largo día había llegado a su fin. Se reclinó en su silla, frotando la tensión de su frente, ya que, finalmente, pudo relajarse.

El Jefe de Estado Mayor, de pie junto a la puerta, tomó esto como su señal. Rápidamente, corrió hacia el Rey y le preguntó— ¿Debo traer un poco de té, Su Majestad?

—Hmm.

Con una reverencia, el hombre salió de la oficina con pasos apresurados. Kasser se levantó lentamente de su asiento, para estirar sus piernas rígidas. Había estado pegado a esta silla todo el día y deseaba respirar aire fresco. Entonces, en lugar de tomar la ruta habitual de pasar por la puerta, subió por la ventana y salió al balcón.

El cielo estaba despejado, sin una mota de nubes. Se quedó allí, mirando las paredes que bordean la ciudad.

Podría haber un destello de alguna señal en cualquier momento.

El período activo significa que siempre está al límite. Debía estar alerta, siempre en busca de la más mínima señal o perturbación, era muy difícil concentrarse. Trabajando desde la puesta del sol hasta el amanecer, tomando siestas cortas durante el día, solo para realizar su trabajo habitual. Para Kasser, el período activo siempre había sido así.

Pero, desde que comenzó a pasar sus noches con la Reina, las cosas habían cambiado. Trabajar durante el día se volvió ineficiente, y los papeles que tenía que atender se acumulaban en su escritorio. Ahora, incluso habían formado una pequeña torre en su oficina.

Precisamente por eso, había vuelto a su rutina de trabajar toda la noche, posponiendo su cita nocturna con la Reina. Él tenía que hacer su trabajo. Y, ahora que lo había hecho, la pila comenzaba a volverse manejable nuevamente, pero, aun así, odiaba cada segundo.

Por ahora, Kasser solo necesitaba disfrutar de un descanso. Unos minutos sin pensar en nada, dejando que su mente divague. Respiró hondo y miró hacia el cielo despejado…se sentía tranquilo por dentro. Luego, desvió la mirada hacia el sereno jardín de abajo. Pero, de alguna manera, no pudo encontrar la paz que esperaba ver…

Perturbado por la vista, chasqueó la lengua decepcionado.

Abu tenía la forma de un semental, pero, en esencia, todavía es un lark peligroso. Todos los miembros de su personal saben esto, explicando su temor por Abu. Le había ordenado a Abu que no caminará libremente por los jardines, pero nunca tomó en serio sus órdenes. Esta bestia, es tan desenfrenada como su amo.

Además, Abu y los espacios cerrados son un gran no. Es una criatura adecuada para deambular desenfrenada y cazar en el desierto. Sin embargo, esta bestia traviesa es lo suficientemente sabia como para nunca causar problemas. Por lo tanto, el hombre y la bestia habían llegado a un entendimiento tácito: Abu deambularía sin obstáculos y Kasser haría la vista gorda.

De pie, en el balcón, Kasser había visto a Abu. En este momento, fijó su mirada en Abu, mientras trotaba por el amplio jardín como si fuera el dueño del lugar. Su actitud y comportamiento no perdieron ante el monarca mismo: majestuoso y galante. Aunque Kasser no teme al propio Abu, se preocupó cuando vio a dos personas acercarse a la bestia.

¿Eugene?

Las cejas de Kasser se anudaron al reconocer a una de las dos figuras. De todas las personas, jamás esperó que fuera ella. Sintió curiosidad, verla en el jardín es una sorpresa, por no decir nada de lo que está haciendo en este momento.

Sin darse cuenta de los ojos que la seguían, Eugene caminaba con cautela hacia Abu, cada vez más cerca…

¡Qué valiente! 

Nadie sabía que Kasser había jurado que nunca perdonaría a Abu si, alguna vez, lastima a un humano. Por lo tanto, Abu siempre había evitado a las personas. Era otro asunto el que la gente misma evite a Abu, pero, por su parte, Abu había mantenido su parte del trato hasta ahora.

Por eso, era tan extraño que el caballo permaneciera quieto en su lugar, como si esperara que Eugene se acercara.

Ansioso de que Abu pudiera lastimar a Eugene, Kasser no perdió el tiempo y comenzó a dirigirse hacia la puerta, pero, al instante, se detuvo ante un pensamiento pasajero. Para bajar, tendría que caminar por varios pasillos y cruzar tramos de escaleras. ¡El camino es demasiado largo! Además, la vista de un Rey corriendo llamaría la atención, que es lo que menos necesita ahora.

Kasser vislumbró detrás de él, buscando alguna presencia. Si salta por el balcón, será más rápido. No hay nadie cerca de la ventana y los criados nunca se atreverían a obstruirlo. Estaba a punto de saltar.

De repente, en ese momento, el rostro de Marianne resurgió en su mente. La mujer lo había criado e inculcó en él la conducta que un Rey debe cumplir. Y usar Praz por razones personales no es algo que debería hacer…

Después de años de enseñanza, se había convertido en un hombre obstinado y de principios. Nunca permitió irregularidades en nadie, mucho menos en sí mismo. Pero, hace tres años, había violado sus estrictos principios por primera vez y había llegado a un acuerdo secreto con una mujer. Su excusa para esto era que necesitaba, desesperadamente, un heredero al trono. Había usado la misma excusa cuando ocultó la noticia del tesoro nacional perdido.

El rey agarró la barandilla del balcón. Soltó un breve suspiro y saltó. Y, naturalmente, una fuerza azul envolvió su cuerpo mientras caía rápidamente.

♦ ♦ ♦

Una raza rara de caballo, de hecho. 

Mientras se hundía más en su trance, notó otra característica única: dos cuernos diminutos que sobresalen junto a sus orejas. Cuanto más miraba, más raro lo encontraba.

Por lo tanto, Eugene estaba mirando al caballo detenidamente, examinándolo desde la cabeza hasta los cascos, cuando captó sus ojos mirándola fijamente. Sorprendentemente, Abu estaba igualmente curioso sobre el delicado humano que se le acercó con audacia.

El caballo no tenía la naturaleza tranquila de un herbívoro. Eugene sintió como si estuviera pensando en los ojos de una persona, no de un animal.

— ¡Hola! ¿Cuál es tu nombre?

Eugene arrullo al caballo como si fuera un gato callejero inofensivo. Pero el caballo inclinó la cabeza, como si estuviera respondiendo, lo que le hizo cosquillas aún más.

— ¿Entiendes lo que digo?

El caballo sonó la nariz, mientras meneaba la cabeza de arriba abajo. Eugene no podía creer lo que estaba presenciando.

— ¡Oh Dios mío, Zanne! ¿Viste eso? ¡El caballo acaba de responder!

Cuando no recibió ninguna reacción, se volvió para mirar detrás de ella, solo para ver la cara pálida y sobresaltada de Zanne.

— ¿Qué pasa?

—No te acerques más, Su Alteza Real —dijo la sirvienta nerviosa.

— ¿Pensé que no lastima a la gente?

—Todavía es un animal peligroso, Su Alteza Real.

—La doncella tiene razón.

Al reconocer al dueño de la voz, Zanne saltó sorprendida e inclinó la cabeza. En señal, la cabeza de Eugene se sacudió hacia la fuente de la voz y se encontró con la mirada de Kasser.

Dando grandes pasos, Kasser se paró entre el caballo y Eugene.

—Su, Su Majestad —Eugene tartamudeó.

Kasser parecía haber aparecido de la nada. Eugene nunca se había topado con él sin planearlo antes. Había escuchado que, por lo general, no sale de su oficina durante el día. Él no come sus comidas a una hora establecida, por lo que, a menudo, ella pasaba el tiempo comiendo sola en el vasto comedor. Al caer la noche, siempre se encontraba con Kasser en los confines de su oscura habitación. A veces, se había preguntado si él incluso vive en el Palacio.

Pero, a la luz del día, Kasser, el rey, mostraba una apariencia completamente diferente. Sus ojos y cabello son de un color brillante, claramente, sobresalen de la melena oscura normal y los ojos de las personas. Era como un estallido de color en una foto en blanco y negro.

Por alguna razón, Eugene no pudo mirarlo directamente. En cambio, fijó su mirada en el caballo sobre el hombro de Kasser.

—Escuché que es tu caballo —ella continuó. — ¿Estoy equivocada?

 

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