Riku – Capítulo 61: Palabras de año nuevo

Traducido por Gorrión

Editado por Nelea

Corregido por Sharon


La espada de Leivein era exactamente lo opuesto a la espada plateada de Riku.

En contraste con la espada de plata, la de Leivein era muy curvada. Y su peso no podría compararse con la fina y refinada arma plateada.

Con la gran espada de Leivein, más que cortar en pedazos al enemigo, lo destroza. Él podía blandirla con una sola mano, pero un simple humano, no podría siquiera levantarla.Y así, sin mostrar ninguna reacción al peso de la gran espada, la blandió.

—Vamos allá, Raimon Barusak.

Aunque estuviera de acuerdo o no con esas palabras, Leivein se acercó a Raimon en un destello.

Su velocidad era como la de una flecha al ser disparada. Con un simple salto, polvo se levantó, y su espada se acercó al cuello de Raimon.

—Hmph

Pero, no había manera de que Raimon dejará que cortaran su cabeza tan fácilmente.

Con su espada siendo moldeada tan rápido como si fuera una extremidad suya, se convirtió en una armadura, envolviendo a Raimon.

La nueva forma del arma tenía tanto la robustez como la nitidez necesaria para cortar una mano, pero aún así fue fácilmente repelida por el ataque de Leivein.

La espada cambió su forma a una especie de látigo y, apuntando al brazo del Demonio, se movió como si fuera una serpiente para enrollarse en él.

Tomando distancia del Espiritista, Leivien blandió con tranquilidad su espada gigante. Defendiéndose del ataque de Raimon, sintió como si él estuviera esperando una oportunidad para acercarse.

—…Tu no lo entiendes, ¿no? Demonio.

Raimon observó las acciones de Leivein.

Aunque tenía una pequeña sonrisa, en sus adentros, su corazón se sentía frío.

Tener un Demonio siendo otra cosa que un esclavo era asqueroso.

Además, aunque hubiera sido sólo para discutir, llamó a Riku su subordinada, y parecía atesorarla hasta el punto de llegar a salvarla en un apuro.

Para Raimon, incluso si la superfuerza de Riku era de utilidad, le era difícil de creer que los Demonios la elevaran al rango de Coronel.

En cualquier caso, los Demonios no deberían sentir ninguna generosidad hacia una humana domesticada como Riku.

—¿Los Demonios no tienen orgullo?

—¿Orgullo? Obviamente lo tenemos —respondió Leivein como si fuera una pregunta inútil. —Como soldado del Ejército del Rey Demonio, luchamos por los ideales de nuestro señor. Ese es el orgullo de nuestra gente.

Si era de uso para el Ejército, Leivein aceptaría lo que fuera, incluso humanos. Sin importar si el humano tenía la sangre de una Casa Espiritista, eso no cambiaría.

Si Riku no hubiera producido resultados, entonces ya la habría eliminado, considerando que había un error de cálculo en sus expectativas.

Pero tal y como esperaba, Riku se dirigía al éxito. No sólo sobrepasó a los Demonios de su generación, sino también a la mayoría de los Grandes Demonios, llegando a ascender a Coronel.

—No tengo ni un solo arrepentimiento al haber acogido a Riku —declaró. En sus ojos azules, no había signo de duda.

Viendo al demonio actuando así, Raimon bufó.

—Es así… Es algo que realmente no puedo entender.

Finalmente comprendió qué era lo que le molestaba.

Recientemente, comenzó a extenderse el rumor del “Demonio Rojo” entre el público.

Se preguntó porque los Espiritistas en tan largo servicio no habían podido oponerse a una pequeña niña Demonio que usaba alabarda.

No le tomó mucho tiempo llegar a una conclusión.

La edad, el género, color de pelo, y el arma usada: todo coincidía con la niña pequeña que desechó.

Pero, no podía entender porque los Demonios la habían usado.

Él sabía que eran una Raza con un gran orgullo.

Creían que no había nada que no pudieran derrotar con su poder, y claramente los despreciaban. Poseían una gran fuerza que no podía compararse con la de los débiles humanos, y se enorgullecían de su larga esperanza de vida.

Es por eso que no había manera de que fueran tan generosos con alguien de la Raza enemiga y a quienes despreciaban.

Es más, hasta que no vio a Riku con sus propios ojos, todavía no estaba del todo convencido de que fuera ella.

Pero ahora que lo entendía, ya no tenía motivos para dudar.

—Todo lo que entiendo de esto es que sois simples perros del Ejército del Rey Demonio —dijo sin detener su ataque.

Los susurros de Raimon no contenían ningún tipo de emoción.

No había sentimientos de odio hacia el enemigo ni de felicidad por poder acabarlos.

Su voz le hizo sentir a Leivein un mal presentimiento.

—Tu… ¿No has jurado lealtad a tu Rey? —preguntó sin detener su ataque.

—Por supuesto que he jurado lealtad. Bueno, pero realmente no tengo tiempo para estar discutiendo con un mero Demonio.

Raimon puso mucha fuerza en su espada. Una luz pálida salió de la punta hacia el mango y, cuando lo alcanzó, el arma se dividió en dos como una flor floreciendo.

—Necesito matar a este Demonio para poder castigar a Riku.

♦ ♦ ♦

La situación en la plaza con la fuente de agua era una lucha caótica donde la sangre volaba por doquier.

Cerca del centro, Leivein Adlar y Raimon Barusak se restringían mutuamente mientras los Demonios más excepcionales y Espiritistas más hábiles peleaban en sus alrededores compitiendo con sus espadas.

Lo único afortunado sobre esto era que no había ciudadanos que hubieran visto el tumulto. El sonido de la calle principal cercana ahogaba el de la plaza.

Aun así, la gente sensible a las intenciones de matar podrían notarlo.

Corriendo por un callejón para alejarse de la plaza, Riku todavía notaba el tumulto. Bajando su velocidad, acabó girando su cabeza en dirección a la batalla.

—Por favor, no pierdas tiempo, Coronel Riku Barusak.

Ante sus acciones, Piguro Orbis le hizo una advertencia con una expresión cansada.

Ambos se alejaban de la batalla por un callejón vacío. Manteniendo su brazo cortado pegado al cuerpo, se movían rápidamente para salir de la Capital Rela.

Por supuesto, Riku quería luchar también. Aunque hubiera perdido su brazo dominante, todavía tenía el izquierdo y su espada. Podría blandir su arma incluso con su mano izquierda. Aunque no fuera su mano dominante, sería capaz de luchar. Si trabajara junto a Leivein, podrían acabar con Raimon.

Pero hay una razón por la que Riku se está alejando de la plaza pese a todo.

—Es tal como te dije antes. Ya has acabado tu misión. Es importante para ti escapar de la Capital Real.

—Pero… Oficial de Personal Piguro.

—En tu estado actual, solo serías un obstáculo para Leivein Adlar. —declaró.

Un obstáculo para Leivein. En su situación actual, sólo esas palabras le hicieron seguir esas órdenes.

No solo perdió su brazo dominante, sino que el enemigo sabía su verdadero nombre. Si lo usara a su favor sería terrible.

A menos que el objetivo fuera confrontado directamente, el verdadero nombre no causaría efecto.

Por ejemplo, si Piguro, que estaba a su lado, dijera algo como “Rinkus Barusak, suicídate”, probablemente ella se apuñalaría con la espada que portaba ahora mismo.

Pero, si Raimon, que estaba en la plaza de la fuente, dijera algo parecido, no habría mucho efecto. Si la persona no está en cierto rango, el verdadero nombre no tiene poder.

Incluso Riku podía entender algo como eso.

En simples palabras, la razón por la que era así es “porque no alcanza los oídos de Riku”

Pero… En esa ocasión, las condiciones se cumplieron.

Sin embargo, por alguna razón, no sintió el efecto alcanzar su alma cuando pronunció su verdadero nombre. Era algo que Riku no entendía.

—Una cosa, ¿por qué…? ¿Por qué no funcionó el efecto del auténtico nombre?

Piguro suspiró sorprendido por el murmullo de Riku.

Desde la perspectiva de Riku, le recordó a Vrusto cuando se quejaba pro algo.

—Tú, ¿lo olvidaste?

—¿Olvidar dices?

—Haaa… Hasta ahora, ¿cuántas veces usó alguien tu verdadero nombre?

Ante la pregunta, Riku se detuvo a pensar.

Por lo que puede recordar, considerando esta vez, solo ocurrió en dos ocasiones.

Incluso si alguien tenía que vivir junto a otra persona en la misma casa, sería muy raro para ellos conocer su verdadero nombre. Es más, excepto por los padres biológicos o los esposos, no había razón para que la gente supiera los nombres verdaderos de los demás.

Los únicos que conocían su verdadero nombre son Raimon y Leivein.

—Sin contar lo de hoy, solo fue una sola vez.

—Sí… Entonces, deberías saberlo, ¿no? ¿Qué te dijo Leivein aquella vez?

Riku se sumergió en las memorias de su pasado lejano.

Algunas partes estaban borrosas, pero, podía recordar claramente cuando habló con Leivein aquella vez.

En la ciudad portuaria de Perikka, él acabó con algunos comerciantes de esclavos.

Sin siquiera limpiarse la sangre salpicada, se giró hacia ella mientras sostenía su espada y, mirándola con sus ojos azules que contrastaban con su apariencia fiera, dijo estas palabras:

—“Si te dejo sola como estás, acabarás siendo atrapada por los amigos de estos chicos”… Eso fue.

—No, después de eso.

Siendo refutada por Piguro, Riku frunció el ceño.

Leivein la levantó por la nuca como si fuera a retorcerle el cuello. Riku sintió como se llenaba de miedo al tener que decir su verdadero nombre aquella vez. Pero, tras mirar aquellos ojos, extrañamente, su miedo desapareció un poco.

—¿“Ya que vas a morir de todas maneras, sígueme. Mientras tengas esta vida que he salvado, usa tu poder para el bien del Ejército del Rey Demonio y muere por su bien”…?

En ese momento, para ella las palabras fueron una sentencia de muerte, pero también su salvación.

Si no fuera por ellas, ¿cuánto tiempo habría estado sin rumbo, viviendo un infierno? Sin duda, habría acabado muriendo de hambre, o quizás habría sido vendida como esclava.

En cualquier caso, no había futuro para ella.

Escuchando la respuesta de Riku, Piguro arregló sus gafas.

—Eso es correcto. Esa es la primera y la única vez que Leivein te ha ordenado algo usando tu auténtico nombre.

Con esa respuesta, ella quedó sin palabras.

—En otras palabras, desde el comienzo… ¿El Capitán Leivein usó mi verdadero nombre para asegurarse de que me mantuviera luchando por el bien del Ejército del Rey demonio?

—Si no hubiera sido por eso, yo mismo te habría matado, ¿sabes? Si hubieras sido una espía de la Familia Barusak o algo así, habrías causado pérdidas en el Ejército del Rey Demonio, y además…

Tras decir eso hasta ese punto, Piguro se detuvo.

Y al mismo tiempo que hizo aquello, Riku también se frenó.

No parecía intención asesina, pero algo se acercaba a ellos. No era hostilidad, sin embargo, le provocó un escalofrío.

Riku alzó su espada de plata cubierta de sangre con su mano izquierda.

Gorrión
Carajo, me puse tenso

Nelea
Redoble de tambores por favor~ O al menos música de suspenso

—Coronel. No bajes la guardia.

Piguro también movió su mano a la espada de su cintura.

Los dos miraron a las profundidades del callejón frente a ellos. La sombra se acercaba lentamente, y finalmente la figura que caminaba dubitativamente se hizo clara.

—¿Eh?

El chico de pelo plateado que solo podía ser llamado apuesto actuaba como si hubiera recibido un golpe. En el instante que vio a Riku, el arco que llevaba en sus manos cayó al suelo.

Y entonces, dijo unas palabras que no habían sido dichas en diez años.

—¿Riku… ane?

La hermana mayor se encontró de nuevo con el chico de cabello plateado.

Gorrión
¡No puedo dormir sin saber qué pasa! ¡¿Qué hará el princeso?!

Nelea
Obvio va a actuar 100% princeso

Una respuesta en “Riku – Capítulo 61: Palabras de año nuevo”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido