Traducido por Dalia
Editado por Sakuya
—¿Athanasia? Diablos, ¿intentas despertar ahora? ¿Mi sinceridad llegó hasta la princesa? ¡¿Es así?! En ese caso soy una prodigio, o acaso tenemos algún tipo de telepatía.
—Estás exagerando. Es solo que absorbió un poco de mi magia así que planeo despertarla. —Lucas se rió de mí, pero no me importó.
Los párpados de la princesa Athanasia, que yacía en la cama, se elevaron lentamente.
El interior de la joya brillaba como un fragmento de luz de estrella, revelándose bajo la luz de la luna. Parecía como si la vida recién hubiera cobrado vida en una muñeca exquisitamente elaborada.
—Athanasia.
Ugh, lo he sentido durante mucho tiempo, pero se siente extraño escucharme decir mi nombre en voz alta. Es como si me estuviera refiriendo a mí misma en tercera persona.
En el momento en que nuestros ojos se encontraron, la princesa Athanasia tembló por un instante. Una luz clara brilló lentamente en sus ojos desenfocados.
—Tú…
Me preocupaba un poco que me pidiera que la volviera a dormir tan pronto como recobrara la conciencia, pero afortunadamente no lo hizo.
—Sí, es real otra vez.
La princesa Athanasia habló en un tono extrañamente tranquilo, como si hablara consigo misma.
—Puedo volver a ponerte a dormir si lo deseas.
Lucas estaba diciendo tonterías a mi lado nuevamente, así que lo miré.
—Athanasia, bienvenida de nuevo.
Le dije a la princesa Athanasia, recién despierta. Su mirada se deslizó de nuevo hacia mí, quien la saludaba.
Le susurré con sinceridad mientras observaba las joyas empapadas de luz de luna palpitar ligeramente.
—Me alegra que hayas despertado de nuevo.
♦ ♦ ♦
Claude yacía solo en la cama. Los cortesanos y magos que habían estado ocupados yendo y viniendo del Palacio Garnet hace un momento no se veían por ninguna parte. Solo Félix continuaba vigilando la puerta del dormitorio. Jennette, quien se había quedado al lado de Claude, parecía haberse ido a descansar.
Observé a la princesa Athanasia contener la respiración mientras se acercaba a Claude. Miró a Claude, quien había estado durmiendo plácidamente durante mucho tiempo, y luego abrió lentamente los labios.
—¿Es posible que nunca despierte?
No podrían ofrecerle una respuesta fácil.
Lucas había explicado que esto se debía a los efectos secundarios de la magia oscura en primer lugar, y aunque el tratamiento fue exitoso, no sabía qué tipo de efectos secundarios podrían persistir. Además, había afirmado que no tenía intención de despertar a Claude…
—Su Majestad.
La princesa Athanasia llamó en voz baja a Claude. Por supuesto, no hubo respuesta. Pronto, su mano aterrizó suavemente en el brazo de Claude. Después de un rato, la princesa Athanasia se volvió hacia mí y sonrió con una expresión que parecía estar a punto de llorar.
—No se enfada cuando lo llamo por su nombre, y no se sobresalta cuando lo toco de esta manera.
Naturalmente, no pude decirle nada. La princesa Athanasia también movió su mirada hacia Claude nuevamente, como si no me hubiera pedido una respuesta en primer lugar.
—Vi a una mujer en mi sueño justo antes de despertarme.
Ante sus palabras, abrí la boca ligeramente.
—¿No es extraño? Nunca había visto su rostro en persona, pero pude ver de un vistazo que esa persona era mi madre.
Quizás la princesa Athanasia hubiera visto a Diana en un sueño.
—¿Padre amaba a mi madre?
Pensé en cómo responder y finalmente le devolví la pregunta.
—¿Qué aspecto tenía cuando la viste?
La mano de la princesa Athanasia cayó del brazo de Claude. Ella habló con voz tranquila.
—¿Mi madre está muerta por mi culpa?
También lo sabía porque lo había visto en un sueño antes.
—Entonces, puedo entender porque me odias tanto…
¿Debería decirle a la princesa Athanasia que Claude parece haber estado borrando los recuerdos de Diana con magia oscura? Pero era solo una suposición mía, e incluso si fuera cierto, no sabía si debería hacérselo saber. Sin embargo, la princesa Athanasia solo me sonrió, como si ya hubiera encontrado una respuesta por su cuenta.
—Me pregunto dónde están los restos de mi madre. Mientras tanto, tenía miedo de enojar a Su Majestad, así que nunca pregunté.
Finalmente, ante la voz vacía que salió de su boca, nos miramos en silencio por un momento, luego extendí mi mano.
—Te llevaré. —La temperatura corporal que tocaba las yemas de sus dedos era tan fría como la de Claude acostado en la cama.
♦ ♦ ♦
—Aquí está…
El lugar al que la princesa Athanasia y yo habíamos venido estaba en la cima de un acantilado donde los vientos soplaban desde todas las direcciones. La amplia extensión de la naturaleza reflejada a través del cabello ondeante parecía un paraíso en la tierra donde viven los inmortales.
—Aquí es donde descansa nuestra madre.
Sin embargo, la vista abrumadora también evocó el vacío por otro lado.
—Sigue el viento y va a cualquier lugar libremente, así.
Originalmente, era costumbre que la familia imperial se consagrara por separado en la tumba de la familia imperial, pero Diana no era la esposa oficial de Claude. Por supuesto, dado que a Claude no le importaban esas cosas, podría haberse deshecho de sus restos de acuerdo con las reglas del palacio imperial.
Pero no creía que fuera apropiado para Diana. Tal vez, como suponía Claude, Diana se había convertido en el aire de todas las partes del mundo.
Con el viento soplando a través de su cabello, la princesa Athanasia y yo contemplamos en silencio la majestuosa escena frente a nosotros durante un rato. Finalmente, la princesa Athanasia susurró con una leve sonrisa en sus labios.
—Está bien. Entonces, mi madre siempre estuvo conmigo. —De hecho, nada había cambiado en realidad, pero la princesa Athanasia, de alguna manera, parecía un poco diferente a ayer. Ella y yo nos quedamos un rato más donde dormía Diana y luego regresamos al castillo imperial.
♦ ♦ ♦
—¡Athanasia! —Esta vez, Jennette estaba en la cama de Claude. Tan pronto como vio a la princesa Athanasia, se acercó a ella llorando.
—Su Majestad todavía no ha abierto los ojos. —Ezequiel, que estaba con ella, también saludó a Athanasia con una simple reverencia.
—¿Qué dijo el médico y el mago?
—Nada diferente de ayer. —Jennette tenía un rostro demacrado. Aunque no había pasado tanto tiempo desde el colapso de Claude, el cambio era obvio.
En ese momento, el duque Alpheus entró.
—Princesa Jennette. ¿Podrías por favor tomarte un minuto? Los funcionarios están pidiendo verte. —Por un lado, ya se esperaban las palabras de los funcionarios que comparecieron poco después.
—Su Majestad todavía está inconsciente, por lo que la princesa debe encargarse de los deberes oficiales por él.
—¿Por qué me dices a mí? No soy la primera princesa de Obelia. —Aunque Athanasia estaba justo al lado de ellos, le pidieron a Jennette que tomara el lugar de Claude.
Chasqueé la lengua cuando vi al duque Alpheus de pie al frente de los burócratas. Es obvio que el noble debe tener algo que ver en la decisión de cuál de las princesas tomará el poder.
—Princesa Jennette. Usted ha sido la Princesa que fue entrenada hasta ahora para poder ocupar el puesto vacante de Su Majestad en cualquier momento.
—La princesa Athanasia también recibió la misma educación que yo desde los 14 años cuando hizo su debut. Así que creo que tiene sentido dejarle la autoridad a ella y no a mí, duque.
Pero, inesperadamente, Jennette se mostró terca. Ante sus palabras, el duque Alpheus se quedó en silencio por un momento. Las palabras de Jennette eran la teoría correcta, por lo que no había forma de refutarlas. Sin embargo, no parecía haber esperado que Jennette reaccionara de esta manera.
Poco después, Roger Alpheus se acercó a Jennette y le dijo en voz baja.
—Princesa Jennette, ¿por qué eres así?
—Porque no es lo que quiero, no necesito nada de eso, lo he dicho siempre.
El duque Alpheus abrió la boca como si quisiera decir algo más, pero Jennette apartó la cabeza como si no fuera a escuchar.
—Estaré al lado de Su Majestad.
Los burócratas también quedaron desconcertados por la actitud de Jennette. La princesa Athanasia miraba en silencio a Jennette con una expresión de incomprensión.
No obstante, al final, alguien tenía que ocuparse de los asuntos de estado en lugar de Claude, y mientras Jennette se negara a hacer el trabajo, la princesa Athanasia tenía que ser la siguiente en la fila.
Pronto se fue con los funcionarios, el Duque Alpheus miró a Jennette con una cara que tenía mucho que decir, pero ella no apartó la mirada mientras estaba sentada junto a la cama de Claude.
Entonces, al final, Duque Alpheus se vio obligado a seguir a los otros funcionarios y dar la vuelta. Ezekiel también observó en silencio a Jennette por un tiempo, luego se alejó en silencio.
♦ ♦ ♦
Durante varios días, la princesa Athanasia tuvo una vida muy ocupada. Afortunadamente, parecía que estaba llenando la vacante de Claude con bastante firmeza.
Por supuesto, todavía había algunas deficiencias, pero incluso los funcionarios susurraron que esto era suficiente para su tranquilidad.
Jennette había estado vigilando la cama de Claude todo el día. Los cortesanos y Félix no parecían estar tan preocupados de que ella no dejara su lado de la cama esperando a que Claude se despertara. El duque Alpheus y la condesa Rosaria siguieron acudiendo a Jennette, persuadiendo y conciliando, y algunas veces alzando la voz y enfadándose, pero al final no consiguieron sus propósitos y tuvieron que desviarse tras fracasar cada vez.
Entonces, una noche, la princesa Athanasia visitó la cama de Claude. Justo a tiempo, Jennette estuvo a punto de tomarse un descanso a instancias de Félix y los cortesanos.
—Su Majestad.
A la luz de la luna, el rostro de Claude se veía aún más pálido que de costumbre. La princesa Athanasia, que lo miraba a la cara, susurró en voz baja algo que nadie más escucharía.
—Tú nunca has sido mi padre. Ahora… por primera vez, me siento afortunada. —Una voz débil se fundió lentamente en la oscuridad—. Porque solo yo no puedo sentir tu ausencia. O más bien, ¿por qué me siento más cerca de ti ahora que antes?
Un gesto lento rozó el rostro de Claude. La princesa Athanasia acarició suavemente el rostro dormido de Claude y susurró en voz baja.
—Prefiero que te quedes dormido como estás ahora, junto a mamá.
Mientras escuchaba esos suaves susurros, sentí como si me hubieran hecho rodar una piedra por la garganta. Nunca había visto el rostro de la princesa Athanasia tan tranquilo.
Por supuesto, también había vacío en la emoción de su rostro, pero no sabía que la princesa Athanasia estaba pensando de esa manera.
—¿Te sorprendiste porque no salió como esperabas? —mencionó Lucas, que estaba a mi lado y veía profusamente mi expresión.