Un lirio que florece en otro mundo – Día 10, en la mañana: lluvia y sueño

Traducido por Kiara

Editado por Tanuki


Miyako saltó de la cama y miró por la ventana. Y entonces, un suspiro escapó de sus atractivos labios.

—Lluvia de nuevo.

♦ ♦ ♦

—No hay necesidad de tener los ánimos tan bajos —dijo Fuuka mientras pasaba un cepillo por el pelo castaño de Miyako.

—¡¡Pero yo quería ir de picnic contigo!!

—Si mantienes tus mejillas hinchadas así, se quedarán de esa forma.

Las gotas de lluvia golpearon el techo de la cabaña. Umi se había acurrucado en un rincón del cuarto frío, cerca de la estufa que calentaba el agua. Mientras bostezaba, no se parecía en nada a un espíritu del agua a nivel de tesoro nacional; en cambio, su actitud era sin ninguna duda la de un gato normal.

—Puedo convocar la lluvia, pero no puedo hacer que pare —dijo en voz baja antes de acurrucarse de nuevo.

Los chubascos habían empezado el día anterior. Aparte de la lluvia incesante, Miyako y Fuuka pasaron el tiempo en paz. Parecía que Odina realmente había vuelto a la casa de Florencia para descansar, manteniendo su presencia en secreto.

Quedaban cuatro días para la promesa. Si Miyako no conseguía que Fuuka dijera “Soy feliz” en los siguientes cuatro días, todo esto terminaría. Miyako sabía que ella cumpliría expresamente la promesa, por lo que quería llevar a cabo su pequeño plan de ir de picnic en ese tiempo.

—Que… deprimente.

—Los días lluviosos bajan el ánimo de todos. Sería mejor no dejar que te afecte.

—Pero ahora es la época perfecta del año… El campo de flores que está cerca de aquí es realmente bonito en esta temporada. Cuando pasamos en el carruaje, era tan…

Miyako sintió que sus párpados se volvían pesados. Acabo de desayunar; pero me siento sin fuerzas, pensó, sin perder las enormes ganas de volver a dormir.

—¿Miyako?

—Lo siento, sólo me siento un poco somnolienta.

—Estás cansada. ¿Por qué no te acuestas en la cama? —sugirió Fuuka.

—No quiero —Miyako resistió las ganas de dormir—, quiero pasar cada minuto de estos últimos días con Fuuka. Solo ire a dormir si te acuestas conmigo —bromeo Miyako con una sonrisa

Amo a Fuuka. Quiero estar más tiempo con ella. Quiero tenerla en mis brazos.

Eran los constante pensamientos de Miyako, pero el límite de tiempo se acercaba, y antes de que se diera cuenta, el estrés por ese hecho se había acumulado en su interior. 

Fuuka sólo está aquí por mis razones egoístas, así que por mucho que se lo pida, no hay forma de que acepte dormir en la misma cama, eso es lo que pensó, pero… 

—Está bien —dijo Fuuka en voz baja.

—¡¿Eh?!

—Quieres que durmamos juntas, ¿no? No me importa —dijo ella.

Sus orejas estaban completamente rojas.

Umi bostezo y saltó por la ventana hacia el exterior. Les echó una mirada de pasada a las dos cuando se fue, como si hubiera captado una indirecta.

A Miyako le pareció extraño que aunque su corazón se acelerara, su irresistible somnolencia se negara a desaparecer.

♦ ♦ ♦

Se arrastraron bajo las mantas, y el calor de sus cuerpos pronto calentó la cama.

El sueño matutino tenía el aroma de las flores.

Su cuello es tan suave, sus pechos tan calientes, su pelo negro tan sedoso. Ah, pero estoy tan… cansada…

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