Un lirio que florece en otro mundo – Día 2, en la mañana: ramas y limpieza de malezas

Traducido por Kiara

Editado por Tanuki


Miyako se despertó en un mundo lleno de dolor muscular. Lloriqueó desde dentro de su cama. Aunque sólo tenía diecinueve años, no estaba acostumbrada a hacer estas actividades, así que un día entero de trabajo en el jardín le había pasado factura.

Eso es lo que obtengo por ser capaz de seguir trabajando cuando debería parar. Este cuerpo de diecinueve años me va a meter en problemas. Me tiemblan las piernas. Me duele mucho.

—El desayuno, el desayuno.

Miyako literalmente se arrastró a la cocina para hacer el desayuno antes de que Fuuka se despertara, pero cuando llegó allí…

—Llegas tarde, Miyako.

—¡¿Eh, Fuuka?!

Fuuka estaba en la cocina removiendo una olla, estaba usando un delantal sobre su vestido. Incluso había llegado a usar un pañuelo para mantener su pelo hacia atrás. Fuuka parecía una estudiante de economía doméstica de alto rendimiento. Ella era muy linda

—Vaya, te ves adorable, Fuuka. ¿Pero no querías dormir más?

—Dormir tanto dos días seguidos sería una desgracia para la familia Hamilton.

—Caray, eres demasiado estirada. Ehehe, aún así, estoy emocionada de probar tu

comida.

Miyako se sentó en la mesa y se olvidó por completo de sus músculos adoloridos. Poco después, un tazón de sopa con vapor se colocó delante de ella.

—Es algo que he hecho, así que agradeceré que te la comas.

—¡Está bien, buen provecho!

Ella tomó un poco con una cuchara y se lo llevó a la boca.

Le faltaba sabor. No sabía a nada. Es totalmente insípida. El único ingrediente de la sopa eran las patatas. Ya veo, no debe haber puesto ninguna verdura jugosa o condimentos.

—No estuve en buena forma hoy, eso es todo —comenzó Fuuka, después de probar la sopa.

—No, sabe bien, Fuuka —expresó Miyako.

—¡Además no hay ningún libro de cocina aquí! —continuó excusándose Fuuka.

—Deberíamos ir a la biblioteca del pueblo en algún momento.

Fuuka era una señorita de la familia Hamilton. Probablemente nunca en su vida había intentado cocinar. Así que Miyako estaba feliz de haber dedicado un tiempo por la mañana para ver de lo que era capaz.

Me encanta ver a Fuuka preparar y comer esta sopa insípida, también me la comeré toda.

Además…

—Me encanta la forma en cómo arreglaste estas flores.

—Es parte de las cualidades que debe poseer una dama.

—Ya veo. Me alegro.

Había un pequeño jarrón sobre la mesa. Dentro estaban las rosas que Miyako le había dado a Fuuka dentro del carruaje.

Sintiéndose incontrolablemente feliz por ello, Miyako devoró la insípida sopa con una brillante sonrisa en su rostro.

♦ ♦ ♦

—Antes de que me olvide, Fuuka, dejemos el baño para la tarde —dijo Miyako mientras soplaba el té que Fuuka le había preparado.

—¡Esto es realmente sabroso! —pensó Miyako.

—Preferiría lavarme este sudor más pronto que tarde —protestó Fuuka, insatisfecha.

Sonriendo ante su reacción, Miyako bajó la voz en un susurro.

—La cosa es, que hoy sucederá algo que muy pocos conocen, es un secreto.

—¿Cómo? un secreto… ¿Qué sucede?

—Hoy a mediodía, habrá… ¡¡un comerciante ambulante!!

—Fui una tonta por tomarte en serio.

—¡¿Eh?! Esto es importante; y ¡super serio! No podriamos conformarnos sólo con la comida de la estantería que ya estaba aquí. ¡Tenemos que abastecernos de ingredientes!

Miyako no se rindió. Cuando jugaba este juego se dio cuenta de que la región de Atika era la única zona sin una tienda de artículos. En su lugar, se estableció de manera que a cierta hora del día el jugador se encontraría con un comerciante ambulante y podría obtener un objeto de valor al azar.

Fuuka frunció el ceño con sospecha.

—Los ingredientes son todos iguales. Dudo que haya ningún pastel o torta en esta zona del país de todos modos.

—¡No son todos iguales! ¡La cocina de Atika es realmente sabrosa! —Miyako no cedió. De hecho, la región de Atika era famosa por su producción de arroz y verduras.

—Bueno. Si te gusta tanto, te lo dejo a ti —dijo Fuuka, suspirando.

Teniendo en cuenta sopa insípida de esta mañana, probablemente sea mejor dejar que Miyako se encargue de la cocina. Esto está muy lejos de mi mansión en la capital, donde podía comer todo lo que quisiera. ¿La promesa de Miyako de hacerme feliz fueron sólo palabras vacías?

—Sí. Ahora, Fuuka, ¡me voy a trabajar un poco!

—¿Qué? Pero ayer terminamos de cuidar el jardín.

—Bueno, esta tierra es tierra de cultivo de mi familia, pero no ha habido nadie que la cuide. La tomo prestada porque pensé que sería un lugar perfecto para esconderme. Pero ya que estamos aquí, me imagino que podría arreglarlo, hoy voy a estar deshierbando el campo! —declaró Miyako, llena de entusiasmo.

♦ ♦ ♦

Para ir directo al grano, Miyako tuvo problemas para tratar de limpiar la maleza mientras sufría de dolor muscular.

—Siento como si mis piernas se fueran a caer —se quejó Miyako.

Cada vez que Miyako se agachaba, una puñalada de dolor subía por sus piernas y su espalda. Había pasado una hora desde que empezó a trabajar, pero Miyako había terminado de desherbar menos de un décimo del pequeño campo.

—¡Oooh, mis piernas! —Miyako se limpió el sudor, gimiendo. Hebras de su pelo trenzado color caoba se pegaban a su cuello con el sudor.

Fuuka había estado sentada en una silla que había colocado en la sombra bajo el alero, observaba atentamente a Miyako. Pero debe haberse hartado porque ya no estaba a la vista.

—Hoy es el segundo día. Bueno podría decir que es todavía el segundo día, pero con dos semanas, el límite de tiempo de catorce días, también podría decir que “ya” es el segundo día —pensó Miyako.

 —Espero no haberlo estropeado de alguna manera.

Justo cuando se quejaba de esto, una voz digna gritaba —¡De verdad!, no podía soportar verte…

—¡Fuuka!

Cuando miró, allí estaba Fuuka, con la ropa de trabajo que Miyako le había preparado, un mono color camello y una camisa a cuadros. Su lustroso pelo negro estaba atado en una cola de caballo.

¡¡Es demasiado linda!!

—¡Increíble ese traje te queda realmente genial! —dijo Miyako abrazándola de inmediato.

—Espera, realmente preferiría que no me abrazaras tan fuerte. ¡Cuidado con el barro!

—¡Está bien, no es un vestido!

—Espera, ¡¿no se supone que tienes los músculos doloridos?! Y aquí estoy ayudándote.

—¡Se me quitó tan pronto como te vi! Gracias por ayudarme. Me alegro mucho de que estés aquí.

 —Bu… Bueno, yo… —Fuuka se detuvo y apartó la mirada—. Es sólo que viéndote hacer el deshierbe tan torpemente, parecía que te estabas divirtiendo, ¡eso es todo! Ahora bien, terminemos esto rápidamente —murmuró sonrojada.

—Bien.

Para cuando el sol estaba justo encima de ellos señalando el mediodía, más o menos habían terminado de desherbar el pequeño campo.

—Muy bien, es mediodía. El mercader viajero llegará en cualquier momento.

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