Ya no te amo – Capítulo 37

Traducido por Melin Ithil

Editado por Sakuya


—¡¿No es la señorita mayor?! —Rudiger, que se había estado quejando desde atrás, lanzó un grito.

Su señor no lo negó.

Se escuchó un golpe, algo que caía. Quiso inventar una excusa, abrió la boca como un gorrión, sin embargo, no hubo tiempo para que se excusara.

Fue debido a que la aguda mirada de Arendt había descubierto que ella lucía un poco diferente de lo habitual, las comisuras de sus ojos y la punta de su nariz estaban rojas, además, cojeaba. Sin tiempo para hablar con su caballero, avanzó hacia ella. Ya estaba convencido de quién era, así que no dudó en aproximarse, mientras se movía, seguía intentando borrar aquellas ideas que habían rondado en su mente, gracias a eso, su sonrisa se volvió dura, la ternura era un lujo para quienes perdían el tiempo, así que se quitó esa molesta dulzura.

Cuando se acercó, ella notó que una sombra la cubría, levantó la cabeza.

—¿Joachim? —Parecía que se sentía avergonzada y sorprendida, más, al no tener respuesta—. Es una coincidencia encontrarnos.

Al escucharla, lo que se había estado preguntando alrededor de medio día volvió a su mente, haciendo que permaneciera en silencio. Pudo observar su rostro, ese suave cabello estaba cubriendo su mejilla, la punta de su nariz parecía pequeña y sus ojos estaban rojos.

—Parece que tú y yo siempre necesitamos un paraguas. —Se había mantenido en silencio durante mucho tiempo que básicamente habló incómodo como si tuviera algo atorado en la garganta.

Aún era pronto para el verano, levantó la mano y tocó los ojos de Niveia, podía ver el área de los ojos irritados encogiéndose como una mimosa. En el viento, las frases que creía haber borrado de su mente seguían marcando puntos, cerró los ojos con el ceño fruncido, luego de un tiempo, volvió a mirarla. Mientras tanto, borraba una oración y la reescribía.

Tal vez... —Si llueve solo para ti, quiero compartirlo—. Te deseo. —No solo estar de tu lado—. Yo… tú… —Sonrió como si no pudiera hablar.

♦ ♦ ♦

De repente sintió curiosidad, ¿cómo podía ser tan dulce?

Cómo adivinó Arendt, ella tenía motivos para llorar. Tan pronto como dejó la casa del marqués, después de no haber podido sacar nada y se subió al carro, rompió a llorar. La razón fue sorprendentemente simple, todo debido a que se torció el tobillo al tambalearse mientras viajaba en el carruaje. El dolor y los sentimientos de frustración regresaron un paso después, entonces, se rompió todo, la vergüenza de las emociones que hoy apenas estaban bloqueadas y la profunda desesperación contenida en ellas. No importa cuán noble se volviera, no importaba que nadie pudiera ignorarla, la vieja malicia hacia ella permanecía sin cambios. El desprecio continuaba, el polvoriento desprecio seguía ahí.

Había pensado que le haría sentir mejor si las posiciones de los fuertes y los débiles cambiaban, pero fue bastante sorprendente que nada cambió. Era incómodo, como si no hubiera lugar para hablar sobre la congestión interior. Apenas sacó un pie y todo explotó, gritó, apoyándose en la ventanilla del coche. Trató de sólo soltar una lágrima o dos, pero al final, estaba llorando.

Ella quería cuestionarse, no, quería gritar, ¿a quién diablos debería castigar? Su problema era que había demasiados perpetradores. Su madre, su padre, Vetrlang XV, los nobles y aristócratas que la destruyeron viviendo y respirando sobre ella. Si culpaba a su padre, tenía que culpar a su madre, si culpaba a su madre, tenía que culpar al entorno que la llevó a ese lugar y si culpas al entorno, entonces debía culpar a Vetrlang que creó ese entorno, lo odiaba porque sintió que los pecados de todos los demás se volvieron tan ligeros. Quería matar a todos, no, quería dejarlos a todos lisiados. Ni siquiera eso, solo los quería arrepintiéndose sinceramente.

Sólo, tan sólo… Si realmente quisieran decir “lo siento” por mí…

¿Sería eso suficiente?

…Yo no lo sé.

¿No era eso una contradicción en sí misma, intentar planchar el interior arrugado con otro arrugado? Trató de recuperar la compostura mientras se acercaba el castillo imperial, no había nada más que pudiera hacer aparte de eso. En primer lugar estaba pensando en deshacerse de todos sus lamentos en Thierry. Vinfriet mejoraría a toda velocidad lo sofocante, porque es un lugar que carece de ese vínculo desagradable. Era gracioso decir que estaría más cómoda en ese lugar, donde no había estado nunca, que el lugar en el que había vivido durante veinte años. La relajó pensar en vivir en Vinfriet, era como sacudir un sonajero a un niño que llora.

Como no siempre podré usar un idioma oficial, primero debería aprender el idioma Daviteu.

Sus maestros siempre habían sido los libros, y debido a que el estudio de Wistash siempre estuvo abierto y tenía una amplia gama de libros, fue una gran suerte. Sin embargo, era algo que no se podía aprender en libros, como era un idioma extranjero, había que estudiar pronunciación. No obstante, ella aprendió a leer y escribir el idioma noble de Vinfriet, pero nunca pudo practicarlo.

Es ahí donde podré pertenecer.

Pensar en ello la hizo sentir mejor. El amor no le importaba ahora, sería una emperatriz sabia y reconocida, entonces con el tiempo, esa frustración que sentía desaparecería. Pensó eso y se bajó del vagón. Estaba pensando en llorar esta noche en alguna de las salas VIP, por supuesto, sería incómodo sin una manta, pero al menos nadie interferiría. Ahora que tenía el apellido de Vetrlang XV podría obtener una buena sala de descanso.

En su plan, Arendt no estaba incluido. Por supuesto que recordaba que se estaba hospedando en el palacio imperial por un tiempo. Si la visitaba, definitivamente le daría una habitación, frustrando sus planes de pasar la noche en la sala de descanso. Sería una desgracia, ella podría encontrarse impotente, pero no era desvergonzada. Ahora ellos son una alianza permanente formada bajo el nombre del matrimonio, pero no puede esperar que él acepte generosamente la repentina visita de alguien que recién conoce a esas horas de la noche.

Por eso se sorprendió al verlo, además del hecho de que tenía una expresión muy rígida a diferencia de lo habitual. ¿Estaba enojado? Aunque parecía tener pensamientos abrumadores, se mostró ante ella tan amistoso como de costumbre. No le dijo nada por estar llorando, sino que se quedaría con ella. ¿Cómo es que era posible? ¿Cómo era posible que una persona que recién conocía fuera la más afectuosa con ella? ¿Era eso normal?

El corazón le dolía por alguna razón. Decir que le daría la bienvenida a la lluvia juntos, le provocaba querer traerlo y mostrarle lo frío y duro que era su mundo, quería expresarle su tristeza, contarle que la despreciaban tanto.

Pero, ¿cómo podía ser eso?

Él, que ofrecía reunirse con ella bajo la lluvia, sin tener nada que ver con ese barro. Tocó sus labios, tomándole algún tiempo poner la resolución en su lengua.

—… Te pedí que estuvieras de mi lado, pero eso solo es necesario en lugares públicos, estoy bien.

Aquella frase desgarró a la otra persona parada en el charco, dejando en él una sensación de conflicto, como si estuviera de pie en un acantilado, en un estado de shock, sentía que caía en el vacío. No dolía como si le golpearan la cabeza, no, estaba confundido.

No… no… no…

—¿No puedo ser tu consuelo?

Antes de darse cuenta de que sus pies continuaban pegados al suelo, habló como si se estuviera sosteniendo de una cuerda. Según sus palabras, para ella solo era su amante por apariencia, aliados en la superficie. Sin embargo, era codicioso, quería estar con ella incluso en la parte más solitaria. Conflicto entre razón y deseo, pero, mirar esos párpados hinchados bajo los ojos color amatista que lo miraban, claramente rompió su razón.

—Independientemente de lo público o lo privado, me incomoda que llores. ¿No sería posible entonces?

—Su Majestad es una persona amable. —Al contrario, ella permaneció extremadamente racional. Siempre había sido así, siempre que no se involucrara con Valor—. No sé por qué tratas de consolar a alguien que está llorando.

—Yo…—Si digo que amo a su majestad. —Hizo una pausa por un momento. No, contuvo la respiración—. Seré desechada de nuevo, ¿no es así? —Sabía que esas palabras le lastimarían—. Me gusta cómo es su majestad, por eso trataré de no perder mi valor, ser de utilidad. —Para que no me abandones por ningún motivo. Seré la más valiosa carta en tu mano.

5 respuestas a “Ya no te amo – Capítulo 37”

  1. Me gustaría que se usara el nombre que vi porque le da todo el sentido al significado de su nombre, Nevaeh.
    Gracias x su trabajo, me encanta ❤️

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