Yeho – Capítulo 12

Traducido por Sharon

Editado por Ayanami


Alguien anunció la entrada de la Señora. Desde que entró al Palacio del Cielo Purificado, nunca había salido. Todos los oficiales del gobierno y las Concubinas, con ojos agudos, miraron a la Señora que entró a la Ceremonia. Sólo terminaron conteniendo el aliento.

Esta mujer lucía demasiado frágil. Su cuerpo estaba cubierto con capas de telas coloridas, pero lucía muy delgada, como si fuera a romperse en cualquier momento. Su rostro, delgado y pálido, estaba tan limpio como el de un bebé. No lucía…en verdad era muy débil.

Su piel, ni siquiera mostraba señales de tener maquillaje, su mirada era tranquila y, sus labios parecidos a una flor, la hacían ver como una ilusión. Algunas personas pensaron que volaba, debido a que el viento movía la tela de su vestido y la hacía ver como alas transparentes.

Nadie respiraba con fuerza, ya que pensaban que podrían mandarla a volar. Civiles y oficiales quedaron impresionados por la existencia de este tipo de mujer, las Concubinas se asombraron de cómo la Señora, que cubrió su rostro por completo durante las nupcias, en este momento, lo mostraba con claridad.

Justo después de que ella tomara asiento, entró la Emperatriz. Vestía una peluca elegante, decorada con un binyeo dorado y un vestido de colores dorado, rojo, negro y violeta. Esos cuatro colores estaban permitidos sólo para la Emperatriz. Se puso de pie, al lado de la Señora, demostrando así, un gran contraste. La elegante y maravillosa Emperatriz era la mejor, pero algunas personas no podían quitar la mirada de la Señora, quien estaba de pie, en silencio, con su rostro inclinado, luciendo más humilde que muchas personas pero sin verse pobre.

Las demás Concubinas, decoradas con elegancia, sólo podían morderse los labios, mientras se sentían inferiores.

La Emperatriz se sentó y el Emperador entró. Tenía una corona y usaba ropas doradas, rojas, negras y violetas. También sostenía un cetro decorado con frutas de miqueliana, redondas y maduras, que representaba las semillas de la siembra.

El Emperador, caminó lentamente hasta el asiento de en medio y miró a la Señora antes que a la Emperatriz. Sin embargo, nadie se quejó de su acto grosero, ni siquiera la Emperatriz.

Así, el Festival de Cultivo comenzó…

En frente de la comida para la ceremonia, el Emperador leyó una larga oración y, sosteniendo el cetro, se inclinó ante los cielos. A sus lados, la Emperatriz y la Señora se arrodillaron y, cada vez que el Emperador se inclinaba, ellas ponían su frente en el suelo frío. Cuando era el momento de la libación, la Emperatriz, primero, le sirvió al Emperador, quien lo colocó hacia el Este y se inclinó de nuevo.

A continuación, la Señora le sirvió el licor y el Emperador lo colocó en el Oeste. Justo cuando estaba por inclinarse, algunas gotas de agua cayeron del cielo. Pronto, esas gotas se convirtieron en lluvia.

La precipitación que cae durante la temporada de siembra se considera sagrada, de modo que todos se inclinaron ante el cielo.

Sólo el Emperador y la Señora se mantuvieron quietos. Ella estaba observando al cielo que se cubría de nubes y el Emperador la observaba a ella. Las ropas de la Señora se mojaron por completo y su brazo, largo y delgado, se elevó para sentir la lluvia. De esta forma, daba la impresión de que estaba dándole la bienvenida a un invitado. La imagen era tan natural, que las personas pensaron que ella había traído la lluvia.

De esa forma, la temporada de siembra terminó.

♦ ♦ ♦

El Emperador, secó el rostro pálido y mojado de Yeho por sí mismo.

—Nadie sabía que llovería.

Su Señora, ni siquiera podía hablar de lo mucho que temblaba. Esto hizo que sintiera lástima por él.

—Tu cuerpo está frío por la lluvia. Soa, tráeme agua caliente, una toalla y ropas nuevas. Trae algunas gruesas.

—Sí, Su Majestad.

Soa desapareció rápidamente, mientras él le quitaba las ropas mojadas a Yeho.

—D-Déjalo…y-yo…lo haré…

El Emperador sonrió al escuchar su voz temblorosa.

—Si vas a hablar sobre mí reputación, detente. Probablemente, no puedes mover ni un dedo. Así que… ¿cómo vas a hacerlo?

Cubrió sus manos frías y delgadas con su mano derecha y le quitó, a Yeho, sus ropas con la otra. Mientras lo hacía, Soa llegó con el agua caliente y la toalla, las dejó y se fué rápidamente. El Emperador sonrió al ver a Soa, lavó el rostro, cuello y cuerpo de Yeho con la toalla.

—Déjame hacerlo. No se supone que hagas estas cosas. También estas mojado ¿No?

Seguía temblando un poco, pero ahora podía hablar apropiadamente. Sin embargo, el Emperador siguió ignorándolo y limpiando su cuerpo.

—Aun así, no siento frío debido a la energía que gané por mis entrenamientos de artes marciales. ¡Ah! Te dije que te quedaras quieto. Tu piel se siente helada. Después de esto ve dentro de las sábanas, mientras Soa busca las ropas calientes. De cualquier forma, esto es un problema. Es cálido para sembrar, pero todavía no puedes soportar este clima, ¿cómo vas a pasar el invierno?

—…Ya pasé un invierno aquí, Su Majestad. Fue muy duro, pero no fue tan malo.

—No importa. Si hubiera sabido que llovería, no te hubiera llevado allí. Te enfermarás si pasas frío. Tsk~

Alejó la toalla y envolvió la sábana alrededor de sus hombros, moviendo el cabello que se pegó a su rostro pálido.

—Es algo bueno que haya llovido. Significa que habrá una buena siembra en el año. El Emperador anterior nunca tuvo una. Cada tanto tenía buenas cosechas, pero nunca llovió durante el Festival —dijo Yeho, mientras desviaba su mirada hacia la ventana. La lluvia era mucho más débil que antes. Al parecer, se detendrá pronto.

—Todos dicen que tú trajiste la lluvia.

Después de escucharlo, hubo un corto periodo de silencio antes de que Yeho se girara hacia él. En sus tranquilos ojos, no se expresaba nada.

—Las personas dicen que la Princesa Sooyoung de un pequeño Reino, es el hada de un Dragón.

— ¿El hada…de un Dragón? —repitió lentamente, el Emperador rio.

— ¡Ah! Probablemente no lo sabes. Es una historia del Imperio del Norte. Escuché a los niños hablando de ella en las calles mientras patrullaba. Uno de los orbes del dragón tiene el poder de hacer que llueva. Un día, el Dragón perdió ese orbe, el cual perdió su control y se convirtió en gotas de lluvia, cayendo a la Tierra. El Dragón se sintió desesperado y se convirtió en un humano para buscar el orbe. Las gotas que conformaban el Orbe, cayeron sobre un árbol, un océano, un río y la pluma de un pájaro…de cualquier forma, él recolectó todas las gotas que cayeron por el mundo, finalmente, encontró la última, pero había un problema…la gota estaba en los lagrimales de una mujer que no podía llorar. Así que… ¿cómo podría obtenerla? El Dragón lo pensó varias veces y decidió darle todas las gotas que recolectó. La mujer ganó el poder del Orbe, así podía controlar la lluvia. De esa forma, se convirtió en el hada del Dragón que nos envía la lluvia.

El Emperador le mostró una sonrisa incómoda como si fuera un simple hombre.

—Es aburrido. Lo escuché de un chico, pero él la contó mejor que yo. La historia era más larga y mucho mejor…al parecer no puedo ser un cuentacuentos.

—Fue divertida, Su Majestad.

Yeho sonrió gentilmente, y añadió en broma:

—Aunque sigue sin tener sentido que sea el hada de un Dragón. Ni siquiera soy una mujer.

El Emperador estaba extremadamente feliz al ver, después de tanto tiempo, que Yeho reía. Cuando dejó de negarse, su sonrisa también desapareció. Cada vez que lo notaba, el dolor en su corazón se volvía insoportable.

Aun con ese dolor, no podía dejar que Yeho se fuera. Sentía que si lo hacía, terminaría enloqueciendo y cortando el cuello de Yeho sin notarlo, así que decidió ignorar el dolor.

Al estar feliz debido a la débil sonrisa de Yeho, se rio una vez más. Envolvió su rostro y lo besó con una sonrisa. Yeho aceptó sus labios pero, un momento después, dio un paso atrás para separarse.

—Está haciendo frío y sigues teniendo tus ropas mojadas. Te enfermarás. Dile al eunuco que traiga ropas nuevas.

Al escuchar su voz preocupada, la sonrisa del Emperador se profundizó. Esa parte de él no cambiaría.

—Deberías ayudarme. No es sencillo quitarse las ropas mojadas.

El Emperador, sonrió traviesamente y Yeho evitó sus ojos.

—Te ayudaré cuando le digas que te traiga ropas nuevas.

— ¿Para qué?

— ¡Su Majestad! —le reprendió ligeramente, pero el Emperador no perdió la sonrisa y se inclinó para besar su delgado hombro.

—No digas nada y ayúdame a quitarme las ropas.

Yeho se rindió y suspiró…

Ayanami
Querido~ sólo queda la dulce resignación jajaja ღゝ◡╹)ノ♡

Una respuesta en “Yeho – Capítulo 12”

  1. Emperador yo, yo, yo, yo te ayudo 😀😀😀😀 no? Q mal, ni siquiera puedo disfrutar un taco de ojo 😢
    Gracias por la droga 😆😆 😆

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