Riku – Capítulo 49: Consejo de guerra en el colorido ocaso

Traducido por Gorrión

Editado por Nelea

Corregido por Sharon


Después de subir las escaleras, Riku llegó al puesto de observación del Templo.

El mar que rodeaba la isla se teñía de naranja con la puesta de Sol. Los Demonios allí presentes le solicitaron bajar por un momento, así que Riku se apoyó en el borde del mirador.

El pelo rojo, del mismo color que la puesta del Sol, se movía con la brisa marina. Mientras lo agarraba, Riku miró al mar molesta. Para empezar no tenía buenos recuerdos del mar, y sentía que cuanto más tiempo tiempo pasaba en esta misión, más lo odiaba.

—Por fin te encontré, Ojou-chan.

Aumentando su irritación, una voz la llamó por detrás. Vrusto había subido al mirador con una lente en su mano. A pesar de al situación en la que estaban, su sonrisa no desaparecía de su rostro. Riku frunció el ceño.

—¿Qué pasa?

—Estúpida, es obvio. Podemos pensar en algo para lidiar con esos tipos.

Vrusto miraba con el monóculo en dirección del mar. De cualquier manera era posible ver la figura de ciertos compañeros irritantes alrededor de la isla.

Actualmente, la Isla Sherr estaba rodeada por todos lados por diez buques de guerra.

Hoy, al amanecer, se dieron cuenta que se aproximaban buques de guerra.

… Volviendo atrás unos días, después de que se suprimieran a los Espiritistas supervivientes, inmediatamente comenzaron a buscar a la «Corona». Sin embargo, buscarla en una sala repleta de tesoros tomaba demasiado tiempo.

La Sala del Tesoro estaba tan repleta de objetos que los Espiritistas del Templo no podían considerarse como quienes se quejaban de no poder tener lujos. Incluso después de que pasaran tres días y tres noches no habían terminado de buscar todas las coronas que habían ocultas.

Riku empezó a sentirse agotada con sólo mirar a esa montaña de oro que era la causa de su misión… En ese mismo momento, el informe de que Fert había caído y que las fuerzas militares de los Espiritistas se dirigían hacia ellos, llegaron a sus oídos.

—En serio, ¿qué vamos a hacer ahora…?

—Sobre eso, ¿no está bien ir atacarlos? Tenemos los buques de guerra que tenían los Espiritistas de la isla.

—Eso es lo que yo llamaría un mal plan.

Riku rechazó la idea de Vrusto. Y entonces, dio una mirada de soslayo a los barcos anclados en la orilla de la isla.

—Llegaron al mismo tiempo que la información sobre la caída de Fert llegó a nosotros. En otras palabras, pusieron rumbo a la Isla Sherr después de capturar Fert.

—Entonces, ¿no deberíamos acabar con ellos ahora que están agotados?

—Es imposible que podamos atacar a gente que está lista y entrenada para combate marítimo.

Riku solía leer algunos libros de estrategia de guerras, así que tenía un conocimiento moderado sobre batallas navales. Sin embargo, no tenía experiencia.

Por supuesto, no podía usar esa excusa para huir de una batalla naval. No hacer algo debido a la falta de experiencia era lo mismo que no hacer una pregunta de matemáticas simplemente porque aún no habían estudiado los métodos para hacerlo en clase.

En este momento, el problema era otra cosa.

—Pero ¿por qué? ¿Por qué han venido aquí ahora mismo?

—Eso es… Debido a que los habíamos invadido… Es extraño a ciencia cierta.

Cuando fue preguntado por Riku, Vrusto se cruzó de brazos con expresión problemática.

—Realizaron demasiado rápido los preparativos después de capturar Fert… ¿Eso no quiere decir que planeaban venir a la Isla Sherr luego de atacar Fert?

—Es una posibilidad.

Si por casualidad esta suposición era correcta, entonces, la posibilidad de que el informe del descubrimiento de la ubicación de la «Corona del Rey Demonio» fuera información falsa era extremadamente alta. No importa la forma en que lo buscaran, solo encontraban objetos parecidos.

—Una estrategia preparada para atraer Demonios y aplastarlos con números, ¿verdad? Supongo que tenían la intención de atacar después de agotarlos en la batalla contra el templo… Pero, ¿podría ser que, según sus cálculos, la gente del Templo perdió la batalla demasiado rápido? En cuanto a los buques que adquirimos, todavía están todos, y están en buen estado. No lucharon contra nadie después de todo.

—… Entonces, ¿no sería mejor atacarlos ahora?

—Pero los barcos que estaríamos utilizando son barcos Espiritistas, ¿sabes?

Riku y sus subordinados no conocen en detalle los buques utilizados por los Espiritistas, pero no era así para el enemigo. Estaban familiarizados con ellos; tenían pleno conocimiento de sus ventajas y desventajas. Sin tener demasiado conocimiento del manejo de las naves, no sería adecuado ir a enfrentarlos con ellas.

Al final, que hubiera adquirido los buques mercantes para evitar las batallas navales fue contraproducente. Riku reflexionó sobre ello.

—… El problema es: ¿por qué no atacan?

A pesar de que había pasado un día, no había señales de que intentaran desembarcar en la isla. Por supuesto, los vigilaban por si lanzaban un ataque nocturno, pero no vieron señal de que se prepararan para hacerlo. Lo único que hicieron fue rodearlos, como si quisieran mantenerlos allí.

—No parece que estén confundidos porque haya ocurrido algo inesperado, ¿querrán hacer un asedio?

—No puedo pensar en ninguna ventaja para ellos si acaban haciendo una guerra de asedio. No tengo idea de lo que están pensando.

Es por eso que estaban preocupados, sin ser capaz de pensar en algún plan. Riku tenía la esperanza de que al escuchar la información desde un lugar alto podría pensar en algo, pero no había sacado nada útil al hacerlo. Lo único que logró fue confirmar la realidad; ellos seguían anclados a distancia, sin acercarse o distanciarse.

—Pero ya sabes, si no libramos una batalla naval, ¿qué vamos a hacer? ¿O estás pensando en dejar que desembarquen aquí a propósito?

—En el peor de los casos, sería así. No podemos ir a librar una batalla naval, por lo que todo lo que podemos hacer es eso… O escapar a Perikka de alguna manera.

Por supuesto, deslizarse a través de ellos en buques mercantes que no tienen instalado ningún tipo de armas sería casi imposible. Si utilizaran uno o dos de los barcos como los cebos, entonces tal vez sería posible escapar.

Sin embargo, en un principio, las personas que se sacrificarían serían soldados del Ejército del Rey Demonio. Si la conocieran como alguien que abandona a sus tropas para escapar, la reputación de Leivein caería en desgracia. Por lo tanto, no había manera en que usara la vida de sus soldados de esa forma.

Si pudiera recibir refuerzos, las mareas de la batalla se tornarían a su favor. Ya que el puerto de Perikka todavía no había sido capturado por los Espiritistas, Riku todavía tenía esperanzas de que los refuerzos llegaran. Pero no importa cómo, no podía imaginar a Charlotte enviándole refuerzos.

Imaginándola decir algo como: “¡Si sólo es esto, puedes hacerlo por tu cuenta!” con una postura descarada, Riku dejó escapar un suspiro.

—…Por ahora, vamos a enviar un informe a las fuerzas principales del Ejército.

Ya que estaban en una isla en el medio del mar, no podía usar a Roppu. Sin ninguna otra opción, confió en un tipo especial de Demonio que podía permanecer oculto en el mar durante largos períodos de tiempo. Parecía una morsa; un animal que vive en el mar del norte y del que hace mucho tiempo su hermano pequeño había hablado una vez jactanciosamente. Mientras sostenía el documento en sus grandes aletas, el Demonio se adentró al mar a través de los canales de drenaje.

—O hacer un ataque suicida y tener una muerte honorable o esperar refuerzos —murmuró de forma irresponsable mientras succionaba los mocos que le caían de la nariz.

—Oh, no tengo la intención de morir, ¿sabes?… Para mi morir como un perro en una Isla Espiritista me da nauseas —murmuró Riku como si estuviera hablando sola. Tenía que pensar en un plan de alguna manera. Miró los buques de guerra una vez más.

En ese instante, la profecía de Shibira se le vino a la mente. Pero para alejar esos pensamientos, sacudió la cabeza.

—No hay manera de que me muera en un lugar como este.

El Sol se hundía en el mar. En unos momentos, la Luna se alzaría y lo reemplazaría. Poco a poco, el astro comenzó a ser cubierto y se produjo un eclipse.

Ellos no tendrían problemas con la iluminación, pero sería más difícil prever un ataque nocturno por culpa de esto. Estar en guardia de noche día tras día acumulaba estrés. Hasta entonces, Riku quería hacer todo lo posible para que esto llegara a su fin tan pronto como pudieran.

Oliendo el aroma del mar al que no podía acostumbrarse, Riku no dejó de pensar.

♦ ♦ ♦

Mientras tanto, un consejo de guerra tenía lugar en el Castillo del Rey Demonio.

La ciudad impenetrable de Fert fue capturada y el bravo general, Edgar Zerrik que podría destruir lo que se le cruzara por delante, había muerto en la batalla. Y lo que se informó como un extra justo después de eso fue que la Isla Sherr ha sido rodeada de buques de guerra.

—Actualmente en la Isla Sherr están las tropas de Riku Barusak de mi Tercer Ejército.

Rudogar Gortoberuk, quien sólo conservaba un brazo, inició la discusión en la reunión. Con su mano restante, golpeó fuertemente la mesa como si protestara. Debido a que había golpeado demasiado duro, el té en su taza se derramó un poco. Sin embargo, no había nadie que se preocupaba por eso. Todos los líderes miraban a Gortoberuk.

—Pido refuerzos por todos los medios.

Sin embargo, a causa de las palabras de Gortoberuk, todo el mundo hacía expresiones problemáticas sin decir nada de lo que pudieran arrepentirse después. Gortoberuk señaló a una persona entre ellos… Un oficial de campo que tenía brazos de tigre.

—Oye, cabrón… ¿Qué es esa cara de desagrado? ¡Si tienes algún problema, apúrate y dilo!

—Debo decir que… me gustaría pedir los refuerzos también —dijo Keity Fostar, quien también había sido convocada, en un tono preocupado mientras se levantaba de su asiento. —Sin embargo, con los problemas que tenemos actualmente, es imposible. Nuestra flota no es tan grande como para que podamos enviar ayuda a una pequeña isla rodeada por diez buques de guerra Espiritistas. Sobre todo ahora que el puerto de Fert ha sido tomado. Sólo tenemos el puerto de Perikka, donde ya estamos preparando las defensas. Es imposible enviar tropas.

Apretando su mano, Keity mostraba una expresión de frustración. En realidad quería ir a salvar a Riku, quien había luchado junto a ella, pero no había forma en que pudiera dejarse por las emociones. Esas decisiones sólo causarían daño. Endureciendo su corazón, se opuso a Gortoberuk.

—Guh… Sin embargo, ¿han olvidado los logros de Riku Barusak? ¿Quién recuperó Myuuz? ¿Quién protegió a Su Alteza, Charlotte-sama, y ​​logró una gran victoria en Karkata? ¡La Teniente Comandante Riku Barusak! ¡¿Está bien dejar morir a una excelente soldado de primera clase?!

—Tenemos más soldados ejemplares.

—Sí, eso es correcto. En lugar de un ser humano ascendiendo posiciones, ¿no hay Demonios excepcionales de buenos linajes? No hay que preocuparse por un solo soldado.

Gorrión
Ojalá les corten la cabeza por insolentes

Los oficiales generales y de campo que habían estado en silencio hasta ahora comenzaron a oponerse a Gortoberuk. Su situación claramente era mala. Incluso en condiciones normales sería imposible para él, que había perdido su reputación, darle vuelta a la situación actual.

—…Charlotte-sama, debe enviar un mensajero ordenándoles que maten a tantos enemigos con sus últimos esfuerzos como les sea posible. ¿Le parece bien?

Keity pidió la opinión de Charlotte sobre la situación, quien se mantuvo en silencio hasta ahora. Y luego, en el instante en que sus labios delgados estaban a punto de abrirse, alguien levantó la voz y la interrumpió.

—No, hay que enviar refuerzos.

Fue una declaración contraria a todo lo dicho hasta el momento.

Gortoberuk, con los ojos llenos de esperanza, y todos los demás, con los ojos llenos de crítica, miraron al dueño de la voz.

—Teniente General Adlar, entonces… ¿Significa que tiene algún tipo de plan? —preguntó Keity nerviosa en representación de todos.

Sin tener nada que temer, ni mostrar señal de estar molesto, el Teniente General Leivein Adlar mantuvo su expresión tranquila. Con calma, se puso de pie y señaló el mapa extendido en la mesa.

—Podemos enviar los barcos estacionados en Perikka como refuerzos.

—Sin embargo, los dos o tres barcos que podríamos desplegar en el mejor de los casos no serían suficiente contra diez.

—Es imposible que su cerco sea perfecto. No, debe haber un hueco en alguna parte… Además, estamos en una situación donde debemos enviar refuerzos aunque arriesguemos la dignidad del Ejército del Rey Demonio.

Las palabras de Leivein hicieron que la sala de reuniones quedara en silencio. En ese momento, un Demonio decía que deberían ir a ayudar a un ser humano a toda costa e incluso a costa de su dignidad. Sin embargo, el brillo azul de sus ojos, instó a los demás a mantener la boca cerrada. En completo silencio, Leivein finalmente abrió la boca una vez más.

—El Teniente Comandante Riku Barusak no fue allí para luchar. Ella fue para buscar la «Corona del Rey Demonio». Es necesario que recuperemos ese objeto, el cual tal vez podría afectar nuestra situación actual en gran medida.

Todo el mundo tenía interés en el paradero de la «Corona del Rey Demonio». Ahora que tenían una oportunidad perfecta para recuperar ese objeto preciado que había caído en manos de los Espiritistas, no había forma en que pudieran dejarlo escapar.

Leivein volvió a sentarse en su asiento en silencio y con los ojos cerrados. Los demás comenzaron a decir sus opiniones.

—D-De hecho… Si piensas que no es para salvar al ser humano ascendido sino para recuperar el tesoro, la «Corona del Rey Demonio»… ¿No te hace pensar que vale la pena enviar algunos barcos de guerra de Perikka?

—¡P-Pero! No contamos con soldados tan experimentados como para enfrentar diez barcos enemigos a la vez, ¿sabes?

—En un sentido realista, ¡es imposible!

—¡No, es algo que hay que hacer!

—Silencio.

La fría voz de Charlotte hizo eco a través de la sala de reuniones. Todo el mundo se sumió en silencio.

Nadie era tan tonto como para objetar contra ella.

Con un movimiento de cabeza, Charlotte miró uno por uno a todos los Demonios dentro de la Sala de Consejo. Sus ojos llenos de determinación mostraban que se acercaba el final de la discusión.

Todos esperaban sus palabras. Debido al peculiar silencio, el silencio de Gortoberuk tragando saliva resonó por la sala.

—Tras escuchar la opinión de todos… Bien. Ahora, diré cual es mi decisión. Los refuerzos a la isla Sherr…

Gorrión
¡Un buen momento para quedarse con la intriga! ¿A que sí?

Nelea
Ahggggg ¡¡Gorrión eres un malévolo!! Diablos me metí tanto en este capítulo y ya no hay más hasta la próxima semana… Bueno yo puedo leerlos antes (¡¡Sufraaan!! muahahaha)

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