Bajo el roble – Capítulo 11: Su adoración por ella

Traducido por Kiara Adsgar

Editado por Yusuke


—Hermosa —susurró Riftan asombrado al ver su rostros sonrojado y sin aliento. Eso solo cambió su impresión de ella más allá de lo que recordaba. Sus ojos afilados se agudizaron, su cuerpo se arqueo de la forma más bella, y sus firmes labios se aflojaron suavemente haciéndola parecer una niña inocente.

Él se dedicó a disfrutar de sus labios bien formados, y rasgueó sus dedos delicadamente sobre su cuerpo como un juglar que tocaba la flauta. Los sonidos húmedos que hicieron eco en la habitación hicieron que Max se sonrojara hasta las orejas. Y una sensación extraña comenzó a hervir a fuego lento en su interior, haciendo que sus dedos se curvaran. Inconscientemente tratando de evadir sus manos, comenzó a ejercer presión.

—¡Ah!

Sentía como si destellos de chispas fluyeran  desde la parte inferior de los dedos de sus pies volando hacia la parte superior de su cabeza dentro de ella. Max se aferró desesperadamente a su hombro mientras su grueso pecho se sacudía.

—Te sientes bien cuando toco este lugar, ¿no?

—Oh no. Yo no…

De repente la golpeó el pánico. Su voz era tan extraña que no podía pensar en ella como propia. Su corazón latía furiosamente y se sacudió con una sensación desconocida e intensa de sus extremidades debilitadas, Max enterró sus labios en su hombro, tragando desesperadamente un gemido penetrante. Mientras el hombre la atormentaba persistentemente, el calor hirvió dentro de su cuerpo y se hinchó más allá de su control. Max jadeó y se arqueó debajo de él, sintió que su estómago se derretía.

—D-Détente… ¡oh!

—Todo está bien. Solo sigue sintiéndolo.

Continuó torturandola sin dudarlo. 

¿Sentir que? ¿Qué estás haciendo? 

Los labios de Max temblaron de confusión. Pero sus manos solo se movían cada vez más rápido. Pronto, algo burbujeo desde abajo y explotó violentamente. Los pulsos de descarga eléctrica la hicieron soltar un grito como para poner los pelos de punta. Mientras ella intentaba escapar, él abrazó su cuerpo que aún temblaba.

Max tembló impotente y frotó su frente húmeda contra su cuello. Su cuerpo se retorció más allá de su conciencia y sus piernas temblaron. Podía sentir los latidos de su corazón y escucharlo. Riftan solo respiró violentamente.

—Maldición, solo pensé en esto. Te toco y pierdes el control ante mí… Solo quería pensar en esto en ese lugar infernal.

Él frunció los labios y comenzó a estimular nuevamente donde ella todavía temblaba en las nubes. Ella sollozó y sacudió la cabeza salvajemente. Pero no pudo escapar de eso.

Él trazó los lóbulos de sus orejas y empujó su dedo hacia su lugar húmedo y resbaladizo, los delicados músculos se contrajeron por la extraña intrusión. Un gemido bajo salió instantáneamente de los labios que deambulaban por sus orejas.

—¿Sabes lo suave que es aquí? ¿Qué tan cálido es?

Su voz se convirtió gradualmente en un murmullo, con los dedos arrastrándose, agonizantemente lento, empujó de nuevo profundamente, llenándola hasta el borde. Aunque se seguía sintiendo extraño y un poco incomoda, no le dolía tanto como recordaba.

¿Recordaba lo que sucedió ese día porque lo exageró demasiado en su mente? Nunca había experimentado una mezcla de sensaciones suaves, calientes e intensas al mismo tiempo. Mientras pensaba, con la cabeza nublada, Riftan rodó suavemente la carne húmeda con el pulgar. Pasó los dedos por las profundidades de ella y trazó los labios por su nuca.

Max luchó para acostumbrarse a la peculiar sensación de éxtasis, como si hubiera caído en otro mundo. Había estado tan asustada e incómoda cuando le permitió tocarla. Ahora todo parecía irreal.

Sin embargo, ¿por qué no puede sentirse mal por eso?

—Solo relájate un poco más…

—Oh, me duele…

—Escucha. No dolerá cuando entre si lo haces.

¿Cuándo entre? 

Sorprendida por las palabras, ella pronto se puso blanca cuando sus dedos lentos continuaron acariciandola. Ella apretó las piernas y respiró hondo en su hombro. Pero él solo susurró apasionadamente, todavía besando sus sienes, frente y párpados sin descansar.

—Te mostraré como… Solo relájate un poco.

Ella sacudió la cabeza confundida e inconscientemente agarró la parte posterior de su cabeza cuando él empujó sus dedos más profundamente. Ella dejó escapar un gemido bajo, sus párpados revoloteando.

—No puedo. No lo sé…

—Respira mucho, respira… relájate y déjalo ir.

Ella exhaló mucho tiempo cuando él le dijo que lo hiciera. Entonces sintió que su cuerpo finalmente se relajaba lentamente. Mantuvo sus suaves golpes dentro de ella, todo el tiempo presionando sus labios contra sus mejillas diciéndole que lo hacía bien.

—Aprieta lentamente esta vez, con todas tus fuerzas.

Presionó una parte de sus cálidas paredes y la frotó como si tratara de decirle dónde estaba. Sin querer, ella curvó su trasero y apretó sus dedos. Se rió de alegría otra vez.

—Me estoy volviendo loco. No. Lo estás haciendo muy bien. Intenta relajarte de nuevo… Sí, así.

Jadeó y se relajó, como le había enseñado, y cuando él entró y salió, ella lo apretó como si lo estuviera reteniendo.

—Volviéndome loco…

Nada de lo que él dijo le llegó a los oídos mientras continuaba con el extraño ejercicio que le enseñó. Con cada segundo, una sensación ardiente se elevó gradualmente desde el interior de su cuerpo. Llegó como una ola lenta, pero el choque fue violento. Las piernas de Max temblaron, arqueó la espalda y luego sintió que algo explotaba dentro de ella por segunda vez.

Max presionó su rostro contra su hombro y esperó a que la intensa sensación la abandonara. Sus caderas temblaron y algo cálido fluyo entre sus piernas.

—Shh, buen trabajo. Lo hiciste muy bien —murmuró él, como si estuviera calmando a un niño.

Sentía que estaba flotando sobre las sábanas, incapaz de eliminar la sensación de estar sobre las nubes. Rápidamente él se echó la ropa sobre la cabeza y se levantó de la cama. Estaba segura de que no era la primera vez que lo veía, pero en el momento en que vio su cuerpo brillar en la oscuridad con tanta nitidez, un estremecimiento inundó su pecho.

La belleza del hombre ante ella estremeció su corazón.

—Abrázame —le indico.

Rápidamente regresó a la cama y se postró sobre su cuerpo. Algo comenzó a rozar lentamente contra sus muslos y más cerca de sus pétalos. Ella le rodeó el cuello con los brazos, su cuerpo caliente y palpitante pesaba mucho sobre ella. Un sentimiento extraño prevalecía en su interior.

¿Es el acto de ahora y el de antes realmente el mismo? pensó. La cálida longitud que entraba en su interior todavía se sentía incómoda como la primera vez, pero no era tan dolorosa como recordaba.

—Solo un poco más… —murmuró, acariciando su espalda.

La luz parpadeante al lado de la cama proyectaba una sombra sobre su rostro, donde gotas de sudor en la frente del hombre fluían por sus mejillas como perlas hasta la punta de su barbilla. Las cuentas brillaban etéreamente sobre su piel suave y dorada. Inconscientemente extendió la mano y lo tocó, los ojos del hombre temblaron.

—¡Mierda!

Se hundió pesadamente en un movimiento fluido, el golpe audible de su cuerpo contra el de ella sorprendió a Max. Sin aliento por la presión repentina, ella se retorció y apretó a su alrededor.

Un doloroso gemido salio de su boca.

—Joder… no me alientes.

—Lo, lo siento… —Ella lo miró con ojos triste, al punto de desvanecerse.

Max se sintió como una masa de arcilla que se moldeaba solo para él, que se ajustaba a su forma mientras intentaba retorcerse. ¿Era incluso aceptable sentir a alguien tan cerca? Su respiración agitada, latidos pesados, el calor corporal de su piel húmeda… no podía decir si el calor era suyo o el de él.

Lo único que Max sintió en ese momento fue como si su cuerpo y el de él se estuvieran transformando en uno.

—Me siento tan bien… —Riftan gimió cuando se deslizó, más profundo por sus paredes húmedas, las gotas de sudor sobre sus hombros goteando por su pecho y hacia su cuerpo.

Max levantó la vista con ojos temblorosos a su rostro aterrador y endurecido. A primera vista, vio las arrugas de sus cejas como si sintiera dolor y solo pudo pensar ¿realmente se siente bien?

—¿Te, te sientes bien? —Cuando la pregunta salió de sus labios, la boca del hombre se torció en una carcajada.

—¿Por qué crees que me estoy aferrando a una mujer que hace esto al punto de querer enloquecerme?

Él agarró su cadera, estirando sus piernas para un mejor acceso y avanzó con fuerza. Cuando la sensación de una masa de carne caliente, pulsante, se deslizó nuevamente dentro, ella emitió un sonido doloroso, con la boca abierta. Cada vez que su cuerpo se alejaba, ella respiraba, y cuando él volvía a empujar, trataba de mantener la calma.

Riftan murmuró con voz tensa, exhalando un breve suspiro.

—Debo estar completamente loco… no quería hacer esto. Solo iba a dejarte descansar. Pero tú en ropa interior… ¡oh!

Su duro estómago pesaba sobre ella, ya que sus cuerpos encontraron contacto íntimo entre los demás. Carne contra carne. Las uñas de Max habían encontrado su camino en la espalda para rascar su piel en un esfuerzo inconsciente por sofocar el placer interior.

—Juro que trate de soportar… lo hice… —Lo que él decía ya no pasaba por sus oídos.

Su cuerpo era el barco de sus sentimientos. Sus gestos eran como olas ásperas que se volvían más feroces, empujándola hacia los lados. Había llegado al punto en que era imposible para ella saber cuándo debería relajarse y renovar su fuerza. Su cuerpo se puso rígido con su incapacidad para mantenerse al día con sus movimientos. Él aceleró, llevándola al punto de no retorno, y dejó caer sin aliento las piernas de Max que temblaba debajo de él.

—Maxi… —ronroneó, sus ojos apenas se abrieron cuando ella lo miró.

Cuando sintió su mano grande apretar su mejilla, pensó, ¿por qué me llamas así? Su corazón dio un vuelco por la soledad en su rostro. Por un momento, se sintió como un confidente cercano. El hombre envolvió sus manos alrededor de su rostro y la besó frenéticamente mientras sus cuerpos se volvían uno solo. Ella sintió su enorme cuerpo temblar como un semental, endureciendose. Un hombre que no podía soportarlo más, todavía era persistente para obtener más.

Cuando llegó a su apogeo, su agarre en sus piernas se hizo más fuerte con sus voraces empujones, el delicioso calor repentinamente llenó su región inferior.

El hormigueo viajó por todo su cuerpo, una sensación que había experimentado por segunda vez pero que aún no le resultaba familiar. Ahogada en un aturdimiento de éxtasis, sus puños se debilitan involuntariamente, convirtiéndose en un abrazo en su espalda sudorosa cuando él se inclinó sobre ella con su aliento ronco. Podía sentir su corazón latir tan rápido como el de ella contra su piel.

—Joder… intenté no ser duro esta vez…

Jadeó y murmuró, pero ella apenas podía levantar los párpados para mirarlo. Los ojos negros brillaban como los de una bestia curiosa en la oscuridad mientras él dejaba un rastro de pequeños besos en sus hombros y cuello. Él se demoró dentro de ella, negado a separar sus cuerpos que se habían convertido en uno.


Kiara
Waaaao nos quemamos oh por Dios, pero no necesitamos un extintor, esto está que arde, la pasión de Riftan me conmueve, así que llamas de la pasión para todos

10 respuestas a “Bajo el roble – Capítulo 11: Su adoración por ella”

  1. OMG, Dios a veces me hostiga el típico cliché donde los protagonistas no resuelven sus malos entendidos, ¡bueno, es necesario! Para el desenlace de estos acontecimientos.

    Muchísimas gracias por todo 💜🌸💜

    Os adoro 💜🌸💜

    1. Casi muero cuando le dice Maxi!!!! Kyaaaaaa y luego ella pensó en el como su mas cercano confidente. Oseaaa los dos me matan ♡♡♡

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