Traducido por Sharon
Editado por Nemoné
Dormí durante todo el día. Cuando por fin me desperté, mi cuerpo se sentía pesado, y mis brazos estaban envueltos en vendajes por las quemaduras.
Por alguna razón, las puntas de mis dedos estaban recortadas, y mis dedos también tenían heridas. Si no me hubieran dado pastillas para el dolor, habría estado en lágrimas.
Por suerte, este mundo tenía cremas de rápida actuación y alta efectividad. Gracias a ello, las heridas se habían cerrado mientras dormía. Al parecer, mis quemaduras curarían en tan solo unos días.
¡Las maravillas de la medicina no-tan-moderna!
—¿Cómo te casarás ahora? —se lamentó la sirvienta que estaba cuidándome.
Más tarde, Maya me dijo que la herida era mi medalla de honor por salvar al príncipe. Realmente me hizo darme cuenta lo diferente que pueden ser las reacciones de la gente. El maestro Horace me regañó por haberme presionado demasiado. Aun así, no me arrepiento de haber dado todo por salvar a Reggie. Es probable que supiera lo que estaba pensando, porque él suspiró.
—Lo que le sucedió a tus uñas y dedos es la consecuencia de usar demasiado tu magia.
—¿Qué?
—En otras palabras, la desintegración de tu cuerpo se detuvo un milímetro después de cortar tus dedos.
Si está hablando de “desintegración”, entonces estuve a punto de volverme arena.
—Mira, sé que estabas enganchada con ese príncipe tuyo. Pero será mejor que tengas esto en mente: la próxima vez que hagas algo como eso, no te costará tan barato. Será mejor que te prepares para despedirte de ese brazo. No dejes a quien sea que salves con una conciencia culpable, niña.
—Muy bien.
Me tomé esas palabras en serio.
El pensamiento no se me había ocurrido cuando estaba concentrada salvando a Reggie, pero si hubiera perdido el control de mi magia y mi cuerpo se hubiera destruido como resultado, Reggie se hubiera culpado por ello.
—Hablando de eso, ¿cómo está Reggie?
—Está vivo… Por ahora, por lo menos. Pero fue golpeado por los efectos de una piedra de contrato, sin tener aptitud para la magia. Usó toda su fuerza para mantenerse con vida. Sigue inconsciente.
Si hubiera tenido la aptitud, Reggie no habría sufrido tanto. Claro, eso hubiera llevado a un desastre diferente.
Él definitivamente habría elegido convertirse en hechicero. Después de eso, habría usado todos los trucos bajo su manga para encerrarme en Évrard, hasta que la guerra termine. Es lo mismo que deseo que él haga, así que es fácil imaginarlo responder así.
Reggie no despertó hasta dos días más tarde.
Me llamó a su cuarto cuando el doctor terminó su revisión. El lord y lady Évrard, además de la guardia real, querían que lo examinara desde una perspectiva mágica.
Felix estaba de pie fuera del cuarto. Me abrió la puerta, y dentro, vi a Groul al lado de la cama. Lucía agotado; quizás cuidar de Reggie lo había dejado sin energía.
—Debería estar bien, según el doctor. Tengo un consejo que darte antes.
Era inusual que Groul hiciera tiempo para hablarme. ¿Estaba enojado porque Reggie resultó herido?
—Ignora cualquier tontería que Su Alteza pudiera decir.
—¿Qué?
—Su Alteza estuvo bien al protegerte. Dejando de lado los asuntos militares, saltar en defensa de una dama es la manera de actuar correcta. Nadie podría haber imaginado el fenómeno particular que le siguió. Aun así, estamos agradecidos de que hayas ido hasta tal punto para salvar a Su Alteza, lady Kiara.
Y después de decir sus pensamientos, Groul dejó el cuarto. Una vez escuché el ruido de la puerta cerrarse a su espalda, significando que estaba a solas con Reggie, dejé que mi cabeza se inclinara con curiosidad.
¿Tonterías?, pensé, frunciendo el ceño.
—No dejes que Groul te moleste —dijo Reggie desde donde estaba acostado en la cama.
Lucía un poco descuidado, pero seguía tan apuesto como siempre. Probablemente esté agotado. No intentó sentarse, y en su lugar, me miró y me dio su sonrisa de siempre.
—No te preocupes por eso. ¿Cómo te sientes, Kiara?
—Estoy bien. ¿Qué hay de ti?
—Hmm. Creo que estoy bien.
Primero, decidí confirmar su condición.
Tomé su mano izquierda, que estaba encima de las sábanas, y confirmé rápidamente que no había irregularidades con el maná en su cuerpo.
Síp, todo parece estar bien.
—Sí, eso parece. Qué alivio.
Intenté soltarlo, pero Reggie agarró mi mano y la dejó donde estaba.
—Escuché que atravesaste una situación peligrosa para mantenerme con vida. Si algo como esto sucede de nuevo, no quiero que me salves.
Reggie miró por un largo tiempo a mi mano derecha, la cual estaba sosteniendo. Mis dedos seguían cubiertos con vendajes. Las heridas se habían curado, pero Maya los envolvió, diciendo que debía mantenerlos así para recuperarme por completo.
Él ya sabía cómo había conseguido esas heridas.
—Sabes que no puedo hacer eso. Te debo mucho, y además, eres el emblema de todos.
—Me preocupa más mantenerte fuera de peligro.
Reggie levantó uno de mis dedos vendados y le dio un apretón firme, lo que me hice cosquillas. Intenté hacer que me soltara inconscientemente.
—Hey, Reggie…
Sin embargo, él no me soltó.
Por alguna razón, no quería soltar esa mano cálida por la fiebre suya tampoco.
—Tienes que entender. No quieres ver a nadie herido, ¿verdad? Bueno, yo tampoco quiero una vida a costa de la tuya. Dime, ¿qué hay de malo en no querer perderte?
—Por supuesto que no. Pero es lo mismo para mí. No quiero perderte.
Sabía que nos sentíamos de la misma manera, y que ninguno quería rendirse. Por eso Reggie decidió jugar sucio.
—¿Puedes prometerme que pondrás tu vida primero?
Sus palabras, su expresión sombría, la manera en que llevó mi mano a su mejilla… Todo me atravesó profundamente.
Pero esta vez no podía dejarle manipularme.
—No, no puedo. No te dejaré engañarme para que haga lo que tu quieras.
—No intento engañarte, Kiara.
—De todas formas, la respuesta es no. No creo que pueda mantenernos a salvo de todo, pero por lo menos déjame protegerte el resto de la guerra. Al final, quiero vernos sonriendo juntos cuando todo termine.
Reggie soltó un profundo suspiro ante mi respuesta.
—Te das cuenta que no es necesario que yo específicamente sea el emblema, ¿no?
—No creo que Alan pueda ser tan efectivo en conseguir que los nobles se controlen.
Alan podría tener un reclamo al trono, pero no era nada más que el hijo de un marqués. Dudaba que los nobles estuvieran tan dispuestos a responder a su llamado.
En el RPG, donde Alan era el protagonista, una buena cantidad de tiempo pasaba entre el ataque de Llewyne y su partida del castillo Évrard. El tiempo que le tomó ganar a las personas era una de las razones de ello.
—Ese no es ningún problema. Ya tenemos el apoyo garantizado de Limerick y Reinstar. No cambiarán de opinión ahora. Las otras provincias que declararon sus intenciones de apoyarnos no irán contra su promesa tampoco. Nadie se arrepentirá al costo de dejar que Llewyne tome el control del país. Además —continuó Reggie—, ni siquiera soy parte de la historia que conoces, ¿verdad?
—¿Qué?
Dijo “historia”. No le había contado a Reggie sobre el RPG. Todo lo que dije es que había soñado sobre su muerte y la de Lord Évrard. Pero…
—Wentworth me contó. Tienes recuerdos de una persona diferente de antes de tu nacimiento. No tuviste ninguna premonición en un sueño; conoces un futuro que sigue una trama determinada. En ese futuro, yo muero y Alan es quien lidera la pelea contra Llewyne. Farzia estará bien sin mí, ¿verdad?
No hay nada que pueda decir, porque tiene razón.
Pero aquí y ahora, está vivo. ¿Por qué diría algo como eso?
Quería discutir, pero estaba demasiado abrumada. Después de abrir y cerrar la boca varias veces, por fin me las arreglé para sonar como un niño asustado de un adulto.
—¿Estás enojado?
—No. Lo contrario, en realidad. Estoy un poco aliviado. Es como si alguien me hubiera dicho que puedo dejar de correr.
Su expresión tranquila no cambió. Pero algo sobre esa expresión calmada me puso nerviosa. Lucía como si se hubiera rendido en avanzar, y tuve miedo en responder.
—Desde que era joven, la muerte siempre ha estado cerca. —Sin preocuparse por mí, Reggie siguió hablando—. Al principio, sentí la necesidad instintiva de sobrevivir. Por eso, aunque fuera puro espectáculo, pretendí amar a mi padre incluso después de que abandonara a mi madre. Actué como un niño tonto sin interés en ltrono. Pasé a través de cada peligro, pretendiendo que nada me daba miedo. En el momento en que, en lo profundo, me cansé de todo y estaba a punto de rendirme… fue cuando te conocí.
—Quieres decir… ¿Cuando fuiste a buscar a Alan del internado?
Reggie se había disfrazado como un sirviente y se había unido al grupo enviado a buscar a Alan.
—Mi melancolía era aparente, estoy seguro. La marquesa me permitió viajar con el grupo, esperando aliviar mi espíritu. Es probable que no supiera que solo le seguí el juego para inspeccionar los caminos… para poder escapar.
—¿Querías huir? ¡Pero un príncipe nunca podría haberlo logrado!
Tenía práctica viviendo como una sirvienta, pero incluso yo sabía que se me habría hecho difícil lograrlo por mi cuenta. Por eso elegí trabajar para la familia de Alan. Reggie vivió una vida aún más protegida que la mía. No hay manera en que lo hubiera logrado.
—No había pensado cómo viviría. Después de todo, si dejara el palacio real por mi cuenta, alguien vendría a matarme algún día.
—¿Suicidio, entonces? —susurré. Reggie me dio una risa suave.
—No me importaba, siempre y cuando pudiera terminar mis pruebas. Por eso, cuando me di cuenta que estabas escondida en el carruaje, sentí que estabas haciendo lo que yo quería hacer en mi lugar.
Por eso Reggie había sido tan amable conmigo desde el principio.
En ese entonces, cuando Alan y Caín me miraban con sospecha poco oculta, Reggie me había aceptado de inmediato. Al parecer, fue porque se veía en mi lugar.
—A diferencia de mí, no tenías poder, ni opciones disponibles. Pero incluso cuando supiste que fuiste drogada, no lloraste como lo haría una chica normal. Seguiste avanzando para poder sobrevivir. Cuando te conocí, me di cuenta de lo cansado que estaba de luchar para vivir.
Por eso Reggie decidió salvarme. Porque si él observaba a alguien más ser salvado, de esa forma podría volver a desear ser rescatado.
—Y ahora no me dejas protegerte. Paso mucho tiempo debatiendo qué debería hacer. ¿Debería encerrarte? Pensé en muchas maneras de cortar tus alas. Algunas veces incluso pensé en formas de usarlas.
Era algo aterrador de escuchar, pero no era la primera vez que me decía esto.
Así que era de verdad que quería encerrarme. Pensé que era una broma.
—Pero no lo hiciste.
Incluso cuando me convertí en una hechicera y decidí pelear en la guerra, Reggie no me encerró. Se opuso a mi deseo de pelear, pero no me encerró en el castillo. Me dejó hacer lo que quería.
—Al final, es uno quien debe determinar cómo quiere vivir su vida. Tú y yo somos iguales. Nuestras vidas fueron influenciadas por las decisiones de otros. Huiste porque querías hacer tus propias elecciones. No deseo robarte más de esa posibilidad. —Pero Reggie no había terminado—. Del mismo modo, si no quiero ser salvado, esa es mi elección. Deberías respetar eso, Kiara.
—Pero…
¿Ni siquiera se me permitía mantenerlo con vida?
Me convertí en una hechicera para poder salvar a Reggie y a lord Évrard. Es la única razón por la que decidí pelear, incluso cuando tengo miedo a matar personas. Quitarme ese propósito era igual a arrojarme a la oscuridad profunda donde no puedo ni siquiera ver mis propios pies.
—Te permití liderar el ejército asumiendo que era necesario. Pero si no importa de cualquier modo, entonces priorizar tu seguridad sobre la vida es más vital para la victoria de Évrard.
—¡¿A qué te refieres con que no eres necesario?! —Antes de que pudiera detenerme, me incliné hacia Reggie y golpeé con mis manos en la cama—. ¡Nadie quiere que mueras, Reggie! ¡¿Cómo puedes decir algo así?!
—Ah, así, sabía que tú y Alan dirían algo así. Pero necesitas enfrentarte a la realidad. Tu supervivencia salvará más vidas de nuestros hombres que la mía.
“¿Quieres morir y costar la vida de nuestros aliados?”.
Sentí que esa pregunta estaba implícita en sus palabras, y mi corazón se congeló. Reggie continuó torciendo el cuchillo más profundo.
—Si eso no es suficiente para que estés de acuerdo, no tengo más opción que usar mi autoridad como príncipe. Entiendo que, como una hechicera, te esforzarás en proteger a tus aliados. Hay una cierta cantidad que toleraré. Pero eres una herramienta valiosa para nuestros aliados. En el peor de los casos, haré que mis caballeros te prioricen por sobre todos los demás. Ya le dije a Wentworth que tienes precedencia, y él accedió a mis términos.
Nadie podía desafiar las órdenes del príncipe. No importa cuánto se esfuercen en protegerlo, si era posible que me volviera una casualidad, abandonarían a Reggie para defenderme.
¿No tenía permitido salvar a Reggie? ¿Solo porque era una hechicera? Pero si no me hubiera vuelto una hechicera, entonces no podría hacer nada. No habría podido proteger el castillo.
Bajé la cabeza, sin saber qué decir.
No importaba cuánto lo pensara, no podía pensar en una manera de ignorar la orden de Reggie. No tenía otra opción.
—Bien.
La palabra dejó un sabor amargo en mi boca.
♦ ♦ ♦
Me rechazó.
El pensamiento era evidente en su expresión, y a Reggie le dolía verlo. No quería ponerla triste. Si pudiera, quería verla siempre con una sonrisa inocente, caminando libre como un gatito.
A pesar de su rango como príncipe, esta era la única manera en que él, Reginald Dias Farzia, podía mantener a Kiara a salvo. De otra forma, ella continuaría arrojándose al peligro en nombre de su protección.
Cuando escuchó que su cuerpo había comenzado a descomponerse, Reggie determinó que no había otra forma de avanzar más que negarle por completo su deseo.
Sabía que la entristecería. Kiara se había encariñado con él más que con los demás. Pero de esta forma, por fin dejaría de agotarse para salvarlo.
Solo pensar eso le daba un alivio inmenso.
Sin embargo, ahora tenía otra preocupación.
Poco después de enfermarse, Kiara comenzó a comportarse de forma extraña. Reggie sabía que cada vez que él la molestaba, su rostro se volvía de un hermoso color rojo… pero era más que eso. Parecía inusualmente en guardia.
Por la forma en que reaccionaba, asumió que algo había sucedido.
Reggie había hecho que Groul le reportara cómo se encontraba Kiara cada vez que visitaba Évrard. Además del aprendiz de chef, solo había otro hombre con el que era cercana.
Era Caín Wentworth, el guardia de Alan. Había estado al lado de Alan desde que era joven, nacido de una familia que sirvió a la Casa Évrard por generaciones.
Wentworth nunca había mostrado demasiadas emociones desde el inicio, pero después de la batalla con Llewyne, había dejado de sonreír por completo. Todos habían dicho que era inevitable. Después de todo, Wentworth tenía 13 años cuando perdió a toda su familia por la guerra.
En el pasado, Wentworth no había mostrado ni un poco de interés en Kiara. La diferencia de edad era un gran factor. Seguramente pensó que era una niña la primera vez que la vio.
Sin embargo, ahora parecía estar observándola todo el tiempo.
Eso mismo podía explicarse por las órdenes del marqués de protegerla. Reggie mismo había asumido lo mismo.
No obstante, después de que Reggie había escoltado a una Kiara convaleciente a su cuarto, Wentworth había tocado sus labios con él presente. Al mismo tiempo, se había girado a mirar a Reggie, quien no pudo evitar preguntarse si era su manera de pedir permiso.
Había esperado que algo así sucediera tarde o temprano.
Reggie podía reconocer a cualquier hombre que Kiara escogiera. Esa era su intención, por lo menos. Aún seguía orando para que ninguna persona sospechosa terminara ganando su afecto, y había realizado varias acciones para evitar que algo así sucediera.
En cierta forma, Kiara era la primera y única para Reggie.
Pero ahora, se había vuelto una hechicera. Era aún más peligroso permitirle acercarse… y Wentworth se había colocado en una posición donde podía protegerla de cerca. Era difícil para Reggie alejarlo cuando estaba al margen, sobre todo cuando debía ordenarle que mantenga un ojo en Kiara.
Lo que era más, en algún punto del camino, Kiara había comenzado a llamarlo por su primer nombre. Cada vez que escuchaba “sir Caín” en su voz gentil, sentía que el aliento quedaba atrapado en su garganta.
Alejando esos pensamientos de su mente, Reggie había hablado con Wentworth cuando salieron de su cuarto.
—Tomaré eso con que tienes algo que decirme. ¿O fue una simple broma? Si es así, no puedo decir que esté de acuerdo.
—Le aseguro que no fue nada por el estilo —le aseguró Wentworth con una mirada más inescrutable de lo que Reggie esperó.
—Ya veo. Estás siempre a su lado, así que no me sorprende que haya atraído tu interés —comentó Reggie, yendo directo al punto. Wentworth entrecerró los ojos.
—Sí, estoy interesado… en sus memorias en particular.
—¿A qué te refieres?
—Al parecer, antes de que naciera como la persona que es ahora, vivió una vida diferente. Me dijo que la invasión de Llewyne estaba grabada como una historia que leyó en su vida pasada. La señorita Kiara se refirió al fenómeno como “reencarnación”.
—¿Reencarnación?
Reggie había escuchado el término antes. Era la creencia de que, cuando el cuerpo perecía, el alma continuaba en otro ser, donde caminaba por otra vida. Wentworth continuó, explicando más del “futuro” que Kiara conocía.
En la historia, después de perder a Reggie y al marquesado, Alan, el verdadero sucesor del trono, tomaba el control del ejército y derrotaba a la reina y sus tropas Llewynianas.
Las piezas finalmente cayeron en su lugar. Kiara nunca se preocupaba demasiado por Alan, incluso cuando la invasión debería ponerlo en tanto peligro como todos los demás.
No era extraño que estuviera tan desesperada por salvar a Reggie.
—Cuando perdí a mi familia en la guerra —dijo Wentworth, después de contarle sobre sus memorias—, me pregunté si habría podido salvarlos, si hubiera sabido lo que sucedería. Ahora que conocí a alguien que es así, que está haciendo su mejor esfuerzo para alterar el futuro que vio… ¿Es tan sorpresivo que tenga fuertes sentimientos por ella?
Wentworth veía a Kiara como su ideal. “Si hubiera elegido diferente”, era algo que todos pensaban en algún punto de sus vidas. Kiara era la encarnación de ese deseo. Verla tener éxito en cambiar el futuro —y viendo todo el trabajo que ponía en hacerlo realidad—, debió impactarle mucho.
Reggie lo entendía. Es por eso que le había cuestionado.
—Entonces hay algo que me gustaría pedirte, Wentworth.
—¿Qué es?
—Kiara lamenta la muerte de todos, amigos y enemigos. Ella continuará enterrando soldados enemigos… Incluso si hemos sufrido grandes casualidades por su culpa, sin duda. ¿Podrás protegerla incluso cuando la ves llorar por el enemigo?
Precisamente porque era su ideal, Reggie quería saber qué haría Wentworth cuando ella terminara desviándose.
Asumiendo que los sentimientos de Wentworth fueran más allá del deber… Si no podía responder a esa pregunta con una afirmación, algún día dejaría el lado de Kiara. Verla extender una mano al enemigo podría ser demasiado para que él soporte.
Quizás porque se dio cuenta en qué pensaba Reggie, o porque encontró otro significado en sus palabras, Wentworth no respondió de inmediato. Después de un largo silencio, abrió la boca para pronunciar una pregunta sincera.
—Veo que no apruebas su conducta tampoco. Sin embargo, se lo permites. Si piensas en ella con tanto cariño, ¿por qué no la mantienes encerrada, Su Gracia?
—¿A qué te refieres?
—Hay incontables formas en que podrías evitar que pisara el campo de batalla. Si pudieras atarla, no terminaría herida. Si no estás dispuesto a hacer eso, entonces…
Reggie finalmente se dio cuenta que Wentworth había tocado a Kiara para inspirarlo a actuar. Sin embargo, él se rehusaba a interferir de la forma en que el soldado esperaba. Una parte de su interior incluso esperaba que ella pudiera abrirle su corazón a Caín. Quizás de esa manera podría aprender a contenerse al fin. Ese era el mejor escenario para Reggie.
—La mantuvo fuera del campo de batalla un rato porque no quería verla herida. Pero en lugar de usar su autoridad con decisión, al final, la dejó hacer lo que quería. ¿Qué es lo que quiere de ella con exactitud?
—Libertad —respondió Reggie.
Quería verla sin ataduras. Precisamente porque era algo que él nunca podría obtener, Reggie deseaba la libertad de Kiara. Por eso, sin importar cuánto intentara persuadirla para que no haga algo, estaba determinado a aceptar su decisión.
Kiara era una persona mucho más terca de lo que ella misma se daba cuenta. Wentworth quería que pensara de la misma forma en que él lo hacía, pero siempre y cuando ella creyera que era necesario, siempre se mantendría firme.
Incluso podía verlo a los ojos y decir: “He tomado mi decisión”.
Kiara había obtenido el poder de realizar sus deseos sin la ayuda de nadie. Se había vuelto en una fuerza imparable. Ahora mismo, no había nada que Reggie pudiera hacer para controlarla sin ponerla triste.
En lo profundo, quería atarla a sí mismo. Sin embargo, después del intento fallido de asesinato, se dio cuenta qeu era una mala idea.
Del mismo modo, Kiara había terminado dependiendo de Reggie. Él no podía permitirse volverse más especial para ella de lo que ya lo era, no si quería mantenerla a salvo. Por eso no podía seguir la idea de Wentworth de encerrarla.
Pronto, Wentworth aprendería por sí mismo que la única forma de protegerla era haciéndola llorar.
—Los dos nos encontramos en el mismo barco. Estoy determinado a hundirme, ¿qué es lo que harás tú, Wentworth?
Si cualquiera de los dos terminaba rompiéndola mientras decían que era para su protección, ella terminaría perdiendo todo lo que la hacía “Kiara”, dejando nada más que una sombra. Un ave sin sus alas no podía llamarse ave.
Si Wentworth estaba determinado a romper su voluntad, Reggie lo arrancaría de su lado.
Aunque eso no fuera lo que ella deseaba… lo haría para protegerla.