♦ ♦ ♦
—¿Qué acaba de decir, señor Rass? Dígamelo una vez más.
—El joven Allendis dejó la delegación diciendo que volvería después de ver más del mundo, señorita Aristia.
—¿Cuándo volverá?
Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Capítulo 15: La villa real de verano (4)”
♦ ♦ ♦
Olas de calor florecieron bajo la abrasadora luz del sol, y el calor humeante me hizo sudar incluso mientras estaba de pie.
El techo blanco puro brillaba de forma cegadora bajo la luz del sol, casi hasta el punto de dar miedo. Mi chaqueta negra había absorbido tanto calor que me quemaba un dedo si la tocaba.
Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Capítulo 15: La villa real de verano (3)”
—Soy yo, Katarina Claes. ¿Puedo pasar?
—Adelante —dijo alguien desde el interior. Al entrar en la habitación, descubrí que, tal y como esperaba, la voz pertenecía a Raphael, el cual estaba sentado en un escritorio mientras trabajaba. A medida que Lahna dejaba a un lado sus obligaciones como jefa de departamento y se dedicaba a profundizar en su propia investigación mágica, era en realidad su segundo al mando, Raphael, quien mantenía el departamento en funcionamiento. Como resultado, su carga de trabajo no era ninguna broma.
Seguí leyendo “Katarina – Volumen 12 – Capítulo 2: La vida cotidiana en el Ministerio de Magia (3)”
♦ ♦ ♦
—Nos han rodeado —comenté, al oír el sonido de los caballeros gimiendo aquí y allá.
Siguiendo la sugerencia del señor Giss, invadimos por un camino estrecho y llegamos sin problemas a un lugar donde podíamos ver el palacio Della. Sin embargo, parecía que esto también formaba parte del plan del enemigo. Viendo cómo nos habían bloqueado rápidamente por delante y por detrás, estaba segura de ello.
Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Capítulo 15: La villa real de verano (2)”
Una chica de cabello negro apareció de repente en el palacio.
¿Es ella? ¿Ha llegado Jieun, la verdadera Dama de la Profecía?
¿No se suponía que sería dentro de un año? Mis pensamientos se volvieron confusos y mi visión palideció.
En aquel mundo tan blanco y puro como la nieve, donde no podía ver ni oír nada, gemí en voz baja.
Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Capítulo 15: La villa real de verano (1)”
—Señorita, ¿qué sucedió ayer? Se fue con el príncipe heredero, pero volvió con el joven Allendis.
—Ah, es una larga historia.
Mientras me sentaba sonriendo torpemente frente al espejo, Lina trajo mi uniforme del vestidor.
Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Capítulo 12: El problema con la sociedad… (1)”
♦ ♦ ♦
—¿Deberíamos bailar, señorita? —preguntó Carsein, despertándose del largo e incómodo silencio. Me sorprendieron sus inesperadas palabras. Él se encogió de hombros y, mientras me miraba, añadió con calma—: Ya que Su Alteza ha hecho una petición, ¿no es descortés si no le dejo divertirse? ¿Qué le parece, señorita? ¿Bailaría usted conmigo?
Dudé por un momento. ¿Podría aceptar su invitación ahora? Si se extendían rumores extraños por esto, ¿qué haría?
Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Capítulo 11: Entre la amistad y el amor (5)”
♦ ♦ ♦
Como habíamos llegado mucho tiempo después de que empezara la fiesta, la casa estaba bastante tranquila. Tal vez había escuchado las noticias, ya que el señor Rass estaba de pie en la entrada haciendo una reverencia en señal de saludo.
—Su Alteza, es un honor para nuestra familia que visite este humilde lugar.
—Ha pasado mucho tiempo, señor Rass. ¿Ha estado bien?
Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Capítulo 11: Entre la amistad y el amor (4)”
♦ ♦ ♦
De alguna manera, me sentía triste desde que me desperté por la mañana.
En un día así, sería mejor para mí estar en un lugar bullicioso que estar sola en casa, así que seguí a mi padre al trabajo en el palacio.
Sin embargo, hoy no había mucha gente en el campo de entrenamiento, y la oficina del comandante del Primer Escuadrón de Caballeros estaba vacía. Supongo que como era el día de la fiesta de Carsein, incluso el duque estaría hoy en casa.
Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Capítulo 11: Entre la amistad y el amor (3)”
Violette mantuvo la cabeza gacha hasta que sonó el timbre de clase, pero Rosette no se entrometió. Solo preguntaba si Violette estaba bien, sin esperar de Violette más respuesta que un “lo siento” o tal vez un “estoy bien”. Entonces Rosette la tranquilizaba a su vez con una cálida sonrisa. Al parecer, la chica conocía bien la línea que separa la amabilidad de la imposición. Forzar más allá de las barreras podía resultar eficaz para ciertas personas en crisis, pero viendo que Violette no podía verbalizar sus propias necesidades, agradeció la contención de Rosette.
Seguí leyendo “¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 84: La persona ideal”
♦ ♦ ♦
—Señor Lieg, ¿podría hablar con usted un momento?
—¿Perdón? Oh. ¡Por supuesto, señorita!
—Señorita, ¿por qué solo favorece al señor Lieg? ¡Esto es discriminación!
Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Capítulo 11: Entre la amistad y el amor (2)”
Cuando las dos agotaron un tema, pasaron sin problemas a otro. Pasó bastante tiempo antes de que Violette se diera cuenta de que este ciclo repetido se conocía como “charlar”. Había supuesto que esta chica era su polo opuesto, pero Rosette había callado mientras soportaba penurias como Violette. Cuanto más hablaban, más similitudes sentía Violette entre su yo interior. ¿Quién habría imaginado semejante evolución entre dos chicas que habían asumido que no tenían nada en común? Sin embargo, una vez que Violette lo pensó, tenía bastante sentido.
Seguí leyendo “¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 83: Una pizca de picante”
Primer día del año 962, el año en que cumplí catorce años.
El Imperio aún se estaba recuperando de la gran hambruna de hace dos años. Como gesto de respeto, el emperador había decretado que la celebración del Año Nuevo se cancelara como la del año anterior.
Sin embargo, a pesar de su suspensión, el palacio central estaba repleto de nobles que habían venido a ofrecer sus felicitaciones para Año Nuevo. Además de las tres casas ducales y los ocho marqueses, se encontraban más de la mitad de las familias de condes esperando su turno para presentar sus respetos al emperador.
Seguí leyendo “Emperatriz Abandonada – Capítulo 11: Entre la amistad y el amor (1)”
A pesar de que ya se había apagado la luz y de que nadie, salvo los que estaban de patrulla nocturna, estaba despierto, todos los escuadrones supervivientes estaban conectados al para-RAID.
La implicación hizo que Lena se mordiera el labio inferior rosado.
Siempre habían estado preparados para esto.
Seguí leyendo “Ochenta y Seis – Volumen 3 – Interludio: Tomen sus armas”
Una súbita calma podría llegar en cualquier momento: en medio de una guerra, en la pausa entre ataques violentos, incluso durante un breve respiro del dolor. Violette sufría hasta el punto de padecer insomnio, pero agradecía cualquier respiro que le permitiera recuperar el aliento. Esta era una de esas oportunidades.
—Es usted la princesa de Lithos, ¿verdad, señorita Rosette? No es de extrañar que tenga un cabello y unos ojos púrpuras tan hermosos.
Seguí leyendo “¡Juro que no volveré a acosarte! – Capítulo 82: Cansada de las emociones”