Prometida peligrosa – Capítulo 86

—Pero las dos diosas parecen tener un gran amor especial por ti —dijo Helena.

Como no podía soportarlo más, Marianne cerró los ojos. Su visión se volvió borrosa. Al principio sintió como si todos los nervios de su cuerpo le quemaran como cortados por una daga afilada, y luego se relajó como si la cubrieran con una manta cálida. Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 86”

Prometida peligrosa – Capítulo 85

—Entre la infinidad de estrellas, solo unas pocas personas especiales pueden nacer en aquellas de los nueve dioses. Helena dice que recibir la bendición de Dios es diferente de nacer en la estrella de Dios. Aunque fui bendecida por la diosa Anthea, no nací en su estrella —continuó Hilde con voz alegre, pero cuanto más hablaba, más celestial se volvía su voz.

—Siempre me pregunté, ¿quién nació en la estrella de la diosa Anthea? ¿Qué tan amigable es la persona? Ya que nací para apoyar a la diosa en su bendición, ¿puedo hacerme amiga de esa persona si la conozco? Entonces… Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 85”

Prometida peligrosa – Capítulo 84

En ese momento, Eckart dejó escapar un suspiro sin notarlo. No solo eran coherentes sus palabras, sino que también se sorprendió al percatarse de que ella gradualmente lo estaba convenciendo. Incluso interpretó de manera distinta sus palabras irritantes. La mención de la palabra “esposa” le frustró más que la de “tirano”.

Como era su costumbre, Marianne sonrió con radiante inocencia. Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 84”

Prometida peligrosa – Capítulo 82

—¿Qué pasa con el gran duque?

—Cuando recibió el informe del equipo de búsqueda que acababa de hacerse cargo, inmediatamente regresó a la residencia. Dijo que volvería mañana.

—¿Dejó al vice chambelán en el templo?

—Sí. Por cierto, era muy terco. Tenía tres costillas lesionadas, pero seguía preguntando sobre las actualizaciones del equipo de búsqueda cada hora. Según me dijeron los sirvientes, no comió adecuadamente. Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 82”

Prometida peligrosa – Capítulo 81

Sus ojos inyectados en sangre parpadeaban como salvajes. Al maximizar todos los sentidos de su cuerpo, su visión era muy amplia, y todos los sonidos cercanos le taladraban los oídos.

Oyó a varios animales pequeños corriendo por la hierba y el sonido del viento agitando los árboles. Olió la humedad de las cascadas cercanas. En ese momento, sintió por instinto la sombra de un pájaro que volaba desde lejos.

—¿Poibe…? Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 81”

Prometida peligrosa – Capítulo 80

Si solo fuera levemente arañada por espinas de rosa, todos en su mansión estarían preocupados. Si pedía cualquier tipo de fruta, amontonaban una montaña en un almacén, y si ella recogía una que no estaba madura, todos, desde la mansión, desde una criada hasta el asistente principal, suplicaban un castigo. Si quería un vestido en particular, cruzarían el mar y la montaña para encontrar al mejor diseñador, pero incluso ese vestido a menudo se tiraba y acumulaba polvo en la esquina de su armario por su capricho. Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 80”

Prometida peligrosa – Capítulo 78

Eckart recordó vívidamente lo que sucedió anoche. No podía creer que no fuera un sueño. Recordó que se aferró a sus muñecas y que vio sus ojos húmedos, pero no podía creerlo.

¿Qué diablos hice anoche?

Apretó el labio inferior. Tenía la boca seca. Tenía tanto frío anoche, y ahora parecía que su cuerpo se estaba quemando. Cada vez que tragaba saliva seca, su úvula hinchada subía y bajaba. Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 78”

Prometida peligrosa – Capítulo 74

—¿Está muy mal? ¿Está muy lacerado? —preguntó con voz cansada.

Ella comenzó a llorar de inmediato por eso.

—¿Qué si está muy lacerado? ¿Cómo puede sonar tan despreocupado? Debería agradecer por no tener ojos en la parte posterior de su cabeza. Si lo mira directamente, dolerá cien veces más que ahora… Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 74”

Prometida peligrosa – Capítulo 72

Afortunadamente, podía caminar ya que no tenía heridas en las piernas, pero le tomó un tiempo levantarse del lugar donde estaba acostado de espaldas y sentarse. Sintió un dolor extremo cuando levantó una de sus rodillas, y cuando apenas se paró sobre sus dos piernas, solo quería desmayarse por el intenso dolor.

—¡Me sentiría más cómodo si perdiera la cabeza! Seguí leyendo “Prometida peligrosa – Capítulo 72”

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