—Sabes, siempre pensé que era extraño —dijo la mujer con una sonrisa despreocupada.
Era un cierto día de otoño, tan claro como para ver directo hacia el cielo.
—¿Por qué todo el mundo tiene tanto miedo de los saboteadores? Seguí leyendo “La Princesa del Ataúd – Volumen 3 – Capítulo 3: La niebla de la imaginación (1)”
Lademio era una ciudad rural sin rasgos definitorios particulares.
Durante la guerra había tenido varios pueblos dotados de fortalezas, como Del Solant, el pueblo donde Tohru y Akari habían vivido como refugiados durante un breve periodo de tiempo. Esta ciudad era muy parecida a aquella; las dos ciudades eran incluso iguales en escala. Sin embargo, si uno se viera forzado a encontrar una diferencia entre las dos, sería que esta ciudad no tenía cuarteles. Seguí leyendo “La Princesa del Ataúd – Volumen 3 – Capítulo 2: El valle sin retorno (3)”
Parecía casi una herida reabierta después de cicatrizar. Una profunda fisura que recorría la tierra… y una espesa niebla blanca que manaba de ella.
Algunos lo habrían calificado de espectáculo. Una visión tan grandiosa despertaba emociones en los corazones de sus observadores, y más aún cuando se miraba desde arriba. Era el tipo de escena que le hacía a uno darse cuenta de lo diminuta que era la raza humana, al tiempo que ampliaba su visión del mundo en el proceso. Seguí leyendo “La Princesa del Ataúd – Volumen 3 – Capítulo 2: El valle sin retorno (2)”
Lademio era una ciudad rural sin rasgos definitorios particulares.
Durante la guerra había tenido varios pueblos dotados de fortalezas, como Del Solant, el pueblo donde Tohru y Akari habían vivido como refugiados durante un breve periodo de tiempo. Esta ciudad era muy parecida a aquella; las dos ciudades eran incluso iguales en escala. Sin embargo, si uno se viera forzado a encontrar una diferencia entre las dos, sería que esta ciudad no tenía cuarteles. Seguí leyendo “La Princesa del Ataúd – Volumen 3 – Capítulo 2: El valle sin retorno (1)”
El estrecho espacio estaba rodeado por tres lados de una película fina como el papel.
Alberic Gillette estaba sentado en un pequeño asiento que habían colocado en ese espacio.Era un joven apuesto, de pelo rubio y ojos azules. Sus ojos fríos y relajantes y su nariz prominente daban una impresión elegante y refinada. Pero no era solo su rostro: tenía la boca apretada y firme y la columna erguida, todo ello formaba la imagen de “un joven noble, bueno y honesto”. Seguí leyendo “La Princesa del Ataúd – Volumen 3 – Capítulo 1 (3)”
El periodo bélico había sido largo y arduo.
Tras abarcar más de 300 años, era lógico que hubiera afectado al sentido de los valores de todos.
Se hizo natural que la gente viviera toda su vida en medio de la guerra. Y, por supuesto, todos los puestos de la vida cotidiana se habían construido en torno a la guerra. Seguí leyendo “La Princesa del Ataúd – Volumen 3 – Capítulo 1 (2)”
Era un paisaje que podría describirse como “infernal”.
No se veía ni una sola brizna de hierba por la zona. El suelo estaba formado solo por rocas y arena, era áspero y desigual. Dar un paso atrás no cambiaba nada: el suelo se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Miraras donde miraras, el paisaje estaba un poco oculto por el humo blanco que se elevaba desde varios lugares, y en el aire flotaba un olor espeso y extraño. En otras palabras, tanto los ojos como los oídos estaban desorientados. Seguí leyendo “La Princesa del Ataúd – Volumen 3 – Capítulo 1 (1)”
Se escuchó un ruido ensordecedor que descendía de los cielos. Despiadado, envolvente e imparcial.
Por supuesto, el ruido era algo cotidiano en el campo de batalla: los bramidos y abucheos eran habituales, al igual que los sonidos de las explosiones y del acero chocando contra el acero. Tampoco faltaban los ecos de la muerte pisando los talones de los soldados. De hecho, en el campo de batalla algunos dijeron que estos elementos se unían casi como una sinfonía para ellos. Algunos incluso experimentaron una subida de moral. Seguí leyendo “La Princesa del Ataúd – Volumen 3 – Prólogo: La primera traición”
Hola, soy la autora de la novela ligera Sakaki.
Ya hemos terminado el segundo volumen.
Ahora que lo pienso, en el momento de escribir este epílogo habrá pasado un mes desde el gran desastre del terremoto del este de Japón (aunque sospecho que para cuando este libro salga al mundo habrán pasado unos dos meses). Seguí leyendo “La Princesa del Ataúd – Volumen 2 – Epílogo”
Traducido por Zico
Editado por Sakuya
Como de costumbre, salió al patio para encontrarse con la chica bañada bajo la luz de la luna. Su tranquilizante sonrisa teñida con un toque de timidez.
Bajo la lluvia. En el viento. Al mediodía. Por la noche.
El tiempo ya se había detenido para esta chica. Hace cinco años, ese día, su futuro estaba en espera permanente. Todo lo que quedaba de ella era, literalmente, una imagen.
Pero, aun así, la imagen que dejó atrás todavía se aferraba a los viejos tiempos. Seguí leyendo “La Princesa del Ataúd – Volumen 2 – Capítulo 4: La guerra limitada (2)”
Traducido por Zico
Editado por Sakuya
Esta atmósfera es demasiado pesada, pensó Tohru. Habiendo mirado su regazo por un rato, levantó la mirada.
Fue justo después de que anunciara sus verdaderas intenciones a Dominica en el comedor.
Después de tomar todos los artículos necesarios de la Svetrana estacionada en el frente, Tohru, Akari y Chaika habían regresado a su habitación. Dominica había dicho que tendrían que arrancarlo de su cadáver, así que no había dos maneras de hacerlo: tendrían que luchar contra un caballero dragón. Si eran frugales con sus métodos aquí, no había manera de que salieran victoriosos. Tendrían que poner su equipo en forma; por supuesto, era necesario hacer un balance de las habilidades de cada uno antes de elaborar un plan. Seguí leyendo “La Princesa del Ataúd – Volumen 2 – Capítulo 4: La guerra limitada (1)”
Traducido por Zico
Editado por Sakuya
La habitación que Dominica les había prestado estaba en el segundo piso interior.
—Pero en realidad, ¿qué pasa con esta mansión?
Su conversación en el patio había terminado, y Tohru estaba en proceso de inspeccionar la mansión una vez más. Seguí leyendo “La Princesa del Ataúd – Volumen 2 – Capítulo 3: La melancolía del caballero dragón (3)”
Traducido por Zico
Editado por Sakuya
Dentro de su vehículo modelo abril, los seis miembros de Gillette Corps estaban todos reunidos. Se dirigían a Ratison.
Oficialmente, el grupo se movió con Alberic Gillette al timón, y la organización Kleeman le había dado a Alberic rienda suelta para decidir dónde y cómo operaba. Es decir, Alberic era libre de decidir cómo manejar la mayoría de las órdenes que le daban los cuarteles generales. Se estableció de manera que sus compañeros de grupo fueran sus subordinados, sirviendo sólo como miembros adicionales donde los suyos no podían llegar.
Pero cuando se trataba de su unidad, Alberic detestaba jugar al dictador. Seguí leyendo “La Princesa del Ataúd – Volumen 2 – Capítulo 3: La melancolía del caballero dragón (2)”
Traducido por Zico
Editado por Sakuya
Por ahora, Tohru pensó que lo mejor era fingir una expresión y un tono de voz sorprendido.
— ¿Este lugar es…?
Actuar no era una de las especialidades de Tohru, pero al menos podía manejar esto. El grupo de Tohru era unos simples transeúntes acorralados por Feyra mientras intentaban escapar del bosque, y Dominica los había rescatado de una situación peligrosa, o al menos, eso es lo que Tohru quería que creyera. Seguí leyendo “La Princesa del Ataúd – Volumen 2 – Capítulo 3: La melancolía del caballero dragón (1)”
Traducido por Zico
Editado por Sakuya
Dominica Scoda.
Aparentemente ella era un caballero que había participado en la subyugación de la capital del Imperio, señalando el final de la guerra. Como compensación por esa batalla, había ganado el reconocimiento de los militares y el reino le había cedido varias parcelas de tierra, incluyendo Ratison.
Aunque su rango en la corte como caballero era uno de los más bajos, en términos de la extensión de tierra que poseía, estaba en contacto con barones y baronesas. Eso fue todo por los grandes elogios que recibió por esa batalla. Seguí leyendo “La Princesa del Ataúd – Volumen 2 -Capítulo 2: El Paladín retirado (3)”