Bajo el roble – Capítulo 28: Quiero devorarte hasta la mañana

Traducido por Kiara Adsgar

Editado por Yusuke


—Vamos, despierta, no hemos terminado —murmuró Riftan a su lado.

Al mismo tiempo comenzó a acariciar sus caderas con los pulgares y a inclinarse sobre ella, succionando ligeramente sus labios inferiores. Los ojos de Max se abrieron, su mente todavía estaba nublada mientras lo miraba.

La movió a una posición más cómoda, su espalda contra la cama mientras se cernía sobre ella. Se sentó frente a ella, levantando su camisa, tirándola sobre su cabeza y la dejó en el suelo. Sus cuerpos se apretaron uno contra el otro, haciéndola temblar de placer, lo que pareció complacerlo un poco más.

Él agarró su tobillo suavemente, levantando su pierna hasta que la apoyó contra su hombro, sus manos descansaron sobre su cintura antes de empezar a mover sus caderas. Max dejó escapar un gemido de placer, el sudor brillaba contra sus pieles desnudas.

La vista de los dos juntos fue increíblemente erótica. Su respiración se volvió irregular al pensar en que estaría imaginando las personas del castillo que pensarían de lo que estaban haciendo. Ella recuerda que había asistido a una actividad religiosa donde un sacerdote, predicó sobre la conducta adecuada de una esposa virtuosa. ¿Estaba ella a la altura? Sin embargo, todos los pensamientos se desvanecieron de su mente en el momento en que Riftan sacudió sus caderas contra ella, su mente se convirtió en gelatina cuando el placer comenzó a acumularse una vez más desde lo más profundo.

—Uh… uhh…

—Míranos —gimió Riftan mientras se balanceaba más rápido y más fuerte. Su mano agarró la pierna sobre su hombro, mientras que la otra extendió la mano para agarrarle la barbilla y obligarla a mirar sus regiones unidas.

Su aliento se estremeció al verlo. Era tan extraño y tan aterrador, pero intoxicante al mismo tiempo. Empujó hasta que se hundió hasta el fondo dentro de ella. Su estómago se abultaba con cada empuje, hacia arriba y hacia abajo mientras su miembro presionaba sus paredes internas. Podía sentir el calor acumulándose una vez más…

Ella comenzó a retorcerse debajo de él, tratando de encontrar un lugar donde aferrarse.

—¡Uh, Ugh…! —jadeó y cerró los ojos con fuerza, cuando apretó la barbilla.

—No, no cierres los ojos y mira. Estoy dentro de ti… yo… ughh… —Riftan gimió, el placer anuló sus sentidos por un momento mientras su ritmo comenzó a sentirse irregular.

Presionó más fuerte con cada segundo que pasaba, enviándola cada vez más cerca de su límite en cuanto presionaba su interior. Ella gimió sin sentido en sus manos. Las venas de Riftan sobresalían de su cuello mientras seguía empujando.

Max quería alejarlo, hacer que se detuviera, pero al mismo tiempo, quería sentir más de él llegando aún más lejos, más profundo. Riftan apretó los dientes cuando sintió que miembro se endurecía aún más contra sus músculos sensibles.

Max sintió todo el tiempo en que se abría paso, frotando el interior, causando una dulce fricción para alimentar el éxtasis que estaba sintiendo. Ella lo estaba apretando con cada empuje. Y Riftan se movió como si quisiera abrirla aún más con cada empuje, asegurarse de que ella estuviera moldeada perfectamente para él, y solo para él.

Max soltó un sollozo y se cubrió la cara con las manos cuando comenzó a sentir que su clímax estaba cerca…

Muy, muy cerca.

Lo último que vio fue una luz blanca cegadora, y la sensación más dulce la inundó antes de desmayarse.

Su rudo amor continuó durante toda la noche.

♦ ♦ ♦

Cuando se despertó, lo primero que notó fue el ligero golpeteo de la lluvia contra los cristales de las ventanas. Los ojos de Max se abrieron, parpadeando, y miró el agua caer en cascada, nublando su vista del exterior. El aire frío golpeó su piel, haciéndola temblar, y tiró de las mantas con fuerza alrededor de su cuerpo, hasta cubrir su nariz, acurrucándose en su comodidad. Solo hasta entonces, se dio cuenta de que algo más, aparte de la manta, la envolvía.

Riftan se movió en su sueño, su brazo envolvió su estómago, antes de acercarla. Él tiró hasta que ella se sonrojó contra él, su espalda desnuda toco su pecho desnudo.

Max sintió que sus mejillas comenzaban a sonrojarse por el contacto tan íntimo, y se avergonzó un poco más cuando la mano que estaba en su cintura, comenzó a arrastrarse hacia arriba, ahuecando uno de sus senos. Su pierna, que estaba enredada entre las de ella, también comenzó a mecerse, frotándose contra su punto dulce.

Pensando que se estaba despertando, Max se giró para mirarlo, pero lo vio aún profundamente dormido, ya que las atenciones continuaron de una manera perezosa, ronquidos suaves provenientes de él mientras estaba enterrado en su almohada.

Se ve tan inocente mientras duerme, pensó Max.

—¿Inocente…? —Ella parpadeó ante el pensamiento inesperado que cruzó por su mente. Nunca había pensado que alguna vez podría asociar una palabra así con el hombre a su lado.

Él era la definición opuesta de todo lo inocente.

Aún así, se encontró hipnotizada mientras miraba su expresión pacífica. Siempre era tan severo, sus cejas siempre fruncidas, la cara arrugada en un pensamiento serio cuando estaba despierto. Pero ahora mientras dormía, nada más que una leve arruga de su nariz estaba presente. Realmente parecía un joven todavía fresco en sus veintes.

Ella liberó una de sus manos sobre el agarre de la manta, y casualmente pasó su palma sobre la franja de su cabello. Riftan se movió, murmuró algo indescifrable, lo que la hizo congelarse, pensando que él se despertaría.

Esperó unos momentos más, y luego nada más.

—Uf… —susurró ella.

De repente, la golpeó el deseo de tocar la suave piel de su rostro. Sus dedos temblaron, cerniéndose cerca de su rostro, cuando ella contuvo el impulso. Su corazón comenzaba a latir rápido ante su continua proximidad. Un poco más, y ella podría hacer algo vergonzoso.

—Ri, Riftan… detente ahora, tenemos que despertarnos… —tartamudeó, tratando de despertarlo.

Ella miró por la ventana. La lluvia seguía cayendo, lo que hacía imposible ver los cielos despejados, pero se dio cuenta de que habían estado aquí por mucho tiempo.

Con mucho cuidado, para no despertarlo, ella se apartó de su agarre y salió de la cama. Riftan murmuró algo indescifrable una vez más, aún atrapado en el sueño, cuando ella se liberó de su abrazo. Tuvo que contener un gemido cuando se frotó contra él.

Toda la habitación estaba llena del aroma a almizcle y sexo. Las sábanas estaban sucias, sus ropas esparcidas por todo el piso y todo eso no ayudaba al creciente calor en su estómago.

Respiró débilmente, sus piernas temblaron cuando intento levantarse, se volvió a dejar caer sobre la cama. Estaba demasiado dolorida para moverse. Cada parte de ella estaba hormigueando por la sesión de anoche. Se mordió el labio inferior, recordando la forma en que se tocaron, cada sensación.

Fue solo después de unos segundo, que finalmente se dio cuenta de que el bulto detrás de ella había desaparecido. Lo que solo significaba una sola cosa.

Riftan estaba despierto.

—¡Ri, Riftan…! —exclamó, pero chilló cuando fue empujada hacia atrás para recostarla sobre su pecho.

Sintió sus grandes manos callosas entrar en contacto con sus nalgas, amasándolas, haciéndola retorcerse. Las manos apretaron y tiraron, abriendo su trasero, dando paso a su otra entrada. Su cara estaba presionada sobre las almohadas, su trasero permanecía levantado en el aire, sintiendo la sensación de sus dedos empujando, frotando contra su pequeño agujero. Sus nudillos se apretaron en puños mientras él la preparaba. Extendiéndola hasta que fue suficiente para que él pudiera entrar un dedo dentro de ella.

Max jadeó ante la sensación de estar completamente llena, no creía que pudiera sentirse más llena que la noche anterior.

Este lugar me hace sentir como si me estuviera derritiendo…

Su aliento le hizo cosquillas en la parte posterior de la oreja cuando Max enterró su rostro en las sábanas. Él la rodeó por las caderas, torció su cuerpo y luego la colocó de espaldas contra la cama. Sus manos descansaban sobre sus pechos, antes de comenzar a moverse en ella una vez más.

—Ah… —jadeó con cada empuje. La sensación fue notablemente diferente a la de anoche.

—Uf, eh…

Le rodeó el cuello con los brazos y le clavó las uñas en la espalda mientras se aferraba a él con cada gemido que soltaba. Una de sus manos soltó sus pecho, moviéndose hacia abajo para frotar contra su punto más sensible en sus región inferior.

Con la sensación actual que estaba sintiendo, junto con su incesante frotamiento, podía sentir que se acumulaba más rápido que antes. Estiró las piernas mientras él empujaba más profundamente dentro de ella, retorciéndola una vez más hasta que su rostro se apoyó contra las sábanas.

Se inclinó sobre ella, su pecho hizo contacto con su espalda, arrastrando besos desde sus omóplatos hasta la parte posterior de su cuello. Ella dejó escapar otro jadeo de placer cuando sintió la aguda sensación de él mordiéndole el cuello.

Aunque fue algo que ella experimentó varias veces anoche, la sensación de él pulsando dentro de sus paredes, haciéndose más grande era insoportable. Ella comenzó a temblar ante su incontenible orgasmo.

—Apenas es de mañana, y ya me estás volviendo loco —murmuró Riftan.

Él le dio un último beso en su espalda sudorosa y lentamente se retiró con un suspiro de satisfacción. Ella dejó escapar un sonido ahogado ante la sensación de abandono.

—Espera un segundo.

Riftan bosteza ruidosamente, se pasó una mano por el cabello despeinado y de repente saltó de la cama. Ella lo vio cruzar la habitación desnudo y se subió los pantalones con un movimiento rápido. Él, que la hacía sentir tan desquiciada tan temprano en la mañana, era tan despreocupado y tranquilo. Ella podría compararlo con un gato indiferente.

—Trae agua de baño y una muda de ropa —ordenó mientras abría la puerta para decirle algo a la criada.

Ella todavía estaba tambaleándose por las réplicas de su amor. Riftan se volvió y la vio todavía en la cama. Él la miró con sus ojos oscuros tapados, luego se sentó en la cama y le besó los omóplatos y la espalda, haciendo un ruido en toda la piel.

—Estoy, estoy cansada… —murmuró con miedo de que él pudiera volver a entrar en su cuerpo y el hombre frunció el ceño. Levantó la toalla sobre la mesita de noche y comenzó a limpiar su cuerpo que estaba mojado con fluidos corporales.

—¿Estás enferma? —le preguntó con preocupación mezclada en su tono.

—Un poco, estoy un poco… adolorida —tartamudeó en silencio resistiendo la vergüenza que sentía. Ella observó cómo sus cejas se fruncían aún más.

—Debo haber ido demasiado lejos —murmuró mientras se despeinaba el pelo.

Max solo se sonrojó en respuesta. Momentos después, las criadas entraron con una bañera que contenía agua caliente y una toalla. Ahuyentó a las criadas, diciendo que no necesitaba que los atendieran, antes de levantarla en sus brazos y cuidadosamente bajarla a la bañera.

Max gimió suavemente cuando sintió que sus músculos palpitantes se aflojaban en las cálidas aguas. Se quitó los pantalones y entró detrás de ella. El agua se agitó y chapoteó un poco, derramándose en el suelo.

La sintió tensarse mientras la empujaba a recostarse contra él y suspiró.

—Relájate —la regaño—. Sé cuándo parar.

El hombre se sentó con sus largas piernas abiertas y abrazó suavemente sus hombros rígidos. Max estaba acurrucada y lo vio lavarse la cara y la cabeza. Después de lavarse el pelo, vertió agua fresca en la bañera y le lavó el pelo. Le daba vergüenza que la lavaran como a una niña, pero no podía rebelarse porque estaba exhausta.

—Es tan esponjoso como montón de nubes rojas —dijo él, girando su cabello que recordaba a una medusa roja que flotaba al atardecer. Max abrió mucho los ojos. Era sorprendente que él se refiriera a su cabello oscuro, rebelde y feo con un eufemismo ta contradictorio.

—Siempre se enreda… es impropio y… me molesta —dijo ella de repente, encontrando su alabanza demasiado desarticulada.

—Encuentro los rizos realmente adorables.

Ella abrió mucho los ojos. Este hombre tiene un gusto extraño.

—Mantenlo suelto cuando estés conmigo. Me gusta como se ve cuando cae sobre tus hombros. Incluyendo la forma en que toca tu piel.

La abrazó por la cintura y le frotó la nariz sobre el hombro. Max bajó su cuerpo hasta que el agua le llegó hasta la barbilla y se alisó el pelo. Calentaron sus cuerpos en el agua hasta que sus dedos de las manos y los pies se arrugaron, luego salieron de la bañera y se secaron. Riftan la sentó frente a la chimenea y se secó el cabello con una toalla. Ella también le limpió el pelo a cambio.

—Quédate en la cama y descansa por hoy. No podrás salir por la lluvia de todos modos —dijo, mientras se ponía unos pantalones y una túnica blanca que le trajo la criada sobre su cabeza. Max no tuvo el coraje de vestirse delante de él, por lo que asintió con la cabeza mientras estaba envuelta en la toalla.

La túnica blanca, bordada con hilo dorado alrededor del cuello, le quedaba muy bien. Parecía una pintura. Se puso sus largas botas sobre sus pantalones rígidos almidonados y los ató fuertemente con una correa de cuero.

—¿Vas, vas a salir fuera del castillo?

Mientras usaba su equipo de protección sobre la túnica y llevaba su espada y su túnica, Max lo miró con curiosidad. Riftan, que llevaba una espada en la cintura, sonrió levemente mientras la miraba.

—¿No quieres que me vaya?

Max solo se humedeció los labios ya que no sabía qué decir. Se puso la bata sobre los hombros y continuó hablando en un tono impertinente.

—He estado fuera por mucho tiempo, así que tengo mucho que hacer. Hoy voy a inspeccionar los terrenos todo el día. Si pasa algo, envía un guardia.

—Pero, pero está lloviendo mucho…

Miró la fuerte lluvia que golpeaba la ventana. Se encogió de hombros como si no fuera gran cosa.

—Una vez paseé por las montañas en medio de una tormenta. Caminar por los jardines no es nada para mí .

Luego se abrochó la capucha sobre los hombros y se dirigió hacia la puerta. Antes de irse, se volvió hacia ella.

—Volveré enseguida.

—Muy bien…

Él asintió con la cabeza antes de abrir la puerta y salir.


Kiara
jojojo casi tenemos un an*l por aquí ¿eh? Este Riftan es insaciable.

13 respuestas a “Bajo el roble – Capítulo 28: Quiero devorarte hasta la mañana”

  1. Estoy encantada con la historia y expectante por el momento en que él, Riftan, se entere del trato que le dieron su abusivo padre, su hermanastra y todos los que participaron de tanta negligencia contra ella desde que era pequeña. ¡Gracias!

  2. Jajajajajajajajaja que beeellooooo. Riftan ama sus rizos!!! Ya estabas en mi lista de husbandos de novelas pero por ese comentario entras en mi top 5, querido Riftan.
    Gracias por su trabajo! 🤭💗

  3. Riftan sabe como satisfacer a su esposa, nunca podrá quejarse de ello xD Tiene el mismo “problema” que Lucía *guiño guiño*
    Necesito un Riftan en mi vida.
    ¡Muchas gracias por el capítulo!

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