Crié a un dragón negro – Capítulo 27: Confrontación

Traducido por Den

Editado por Hime


—Muerta… ¿Eleonora Asil está muerta? —murmuró Kyle para sí mismo. Luego miró fijamente a la mujer frente a él en busca de un atisbo de mentira.

Ambos se quedaron congelados en sus lugares. Los latidos del corazón de la bruja eran audibles en la silenciosa habitación.

—¿Cooperarás? —le preguntó él con tono monótono poco después.

Ella asintió, tragando saliva. Los ojos del hombre miraron alrededor de la habitación, quizás sintiendo la magia del dragón que todavía era evidente en la atmósfera.

Para ese momento, Park Noah ya no era Eleonora Asil, la bruja con quince condenas anteriores. Pero seguía siendo sospechosa del robo del huevo del dragón.

—Cooperaré. Prometo no rebelarme. Me has estado observando de cerca desde hace casi una semana, así que entiendes lo vaga que soy. Ya sabes que soy la clase de persona que prefiere ser atrapada a rebelarse —dijo ella con voz temblorosa, reuniendo todo su coraje—. Por lo que… esa arma… Señor, ¿podría soltar la pistola, por favor?

Hubo un momento de silencio. El investigador permaneció vigilante, sus ojos violetas la miraban con frialdad sin mostrar signos de ceder a su petición. Las súplicas de la mujer parecían no haber calmado sus sospechas. No obstante, después de un momento, bajó su revólver lentamente sin decir una palabra.

Solo entonces fue que Noah finalmente soltó un suspiro profundo, que había estado conteniéndolo sin darse cuenta. Sus nervios se relajaron un poco; estaba aliviada de que ya no hubiera un revólver apuntando a su cabeza. Pero la calma duró poco.

El hombre, sin pestañear, comenzó a acercarse a ella.

De forma instintiva, Noah dio un paso hacia atrás, y casi se golpeó la cabeza contra la pared. El niño quedando atrapado en medio.

Al ver al inspector con los pies separados y el dedo todavía en el gatillo, dejó de respirar por un momento.

¡¿Cuánto más vas a sostener eso…?!, maldijo en su cabeza.

Pero de repente Leonard le levantó el brazo, revelando la marca en su muñeca.

—¿Esta es la impronta del dragón?

—Sí… —balbuceó ella.

—Me dijiste que no tenías nada que ver con la desaparición del huevo del dragón. ¿Fue una mentira?

—No he mentido.

Detrás de ella, el niño estaba gruñendo débilmente, pero no podía mirarlo en ese instante. Estaba comenzando a sentir que le faltaba el aire, y su corazón, el cual había estado latiendo como un martillo desde antes, ahora rugía como un motor.

La cabeza le daba vueltas y las piernas le comenzaron a flaquear. Sintiendo un mal presentimiento, trató de razonar con Kyle lo más rápido posible.

—Poseí el cuerpo de Eleonora hace dos años y vine inmediatamente a este lugar. Nunca he estado en contacto con nadie que ella conociera antes de que yo ocupara su cuerpo… Uh… Tampoco lo robé…

—Espera —Kyle la interrumpió. Se había dado cuenta de que la respiración de la mujer se había vuelto irregular—. Tú… ¿Por qué estás respirando a…? —preguntó, frunciendo el ceño.

Al momento siguiente, se escuchó un ruido metálico en la sala.

El revólver cayó al suelo cuando el investigador atrapó apresuradamente el cuerpo de Noah, el cual colapsó. Se había desmayado.

Después de uno o dos minutos, volvió en sí. Se despertó con un par de ojos rojos y redondos que desbordaban preocupación frente a ella, y unas manos diminutas alrededor de sus hombros.

—Maestra, ¿estás bien?

Esta vez, ni siquiera pudo quejarse de que la llamara “maestra”. Apoyó suavemente la cabeza contra la pared y cerró los ojos.

Guau, las estrellas brillan intensamente. 

Kyle pasó el dorso de su mano por la frente de la mujer, luego hizo lo mismo pero en la mejilla y detrás de las orejas para comprobar su temperatura. Ella al instante abrió los ojos, sobresaltada por la fría sensación.

Se sorprendió al ver a un Kyle Leonard avergonzado y de cuclillas frente a ella.

—¿Puedes escuchar mi voz? —preguntó.

Ella asintió. Sentía que iba a vomitar si abría la boca para hablar. Él la miró consternado.

—Dijiste que hizo la impronta. ¿Por qué lo harías…?

¡Es porque me apuntaste con un arma, tonto! 

—¡Es porque intimidaste a Noah! —le gritó el infante al hombre. Al parecer la agitación de Noah había fluido directamente hacia el pequeño dragón.

Muell estaba agarrando la mano de su maestra, con los ojos llenos de lágrimas mientras miraba a Leonard. Noah hizo lo mismo y le dirigió una mirada resentida al investigador.

Un suspiro pesado escapó de los labios de Kyle. Se masajeó la sien. Su personalidad bruta había desaparecido. Había vuelto a ser el Kyle Leonard que Park Noah conocía.

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