Dama a Reina – Capítulo 70: Lamento volver

Traducido por Kiara Adsgar

Editado por Yusuke

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—Es Su Majestad, el emperador —dijo Petronilla.

—No hay necesidad de saludarlo. Está muy lejos.

Aunque Patrizia dijo esto, Petronilla todavía inclinó la cabeza ante la posibilidad de que no hacerlo le causaría a su hermanita mala voluntad o pena. Patrizia no estaba contenta por la forma en que actuaba su hermana mayor, pero no la detuvo. En cambio, ella simplemente observó al emperador con una expresión de disgusto.

El corazón de Petronilla dolió al ver a Patrizia así. Esperó al lado de su hermana tentativamente, pero Patrizia simplemente comenzó a caminar de nuevo. Cuando Petronilla vio cómo el Emperador miraba a su hermana menor, se sintió incómoda.

—¿Por qué te mira con esos ojos? —preguntó Petronilla.

—¿Hm?

—Me refiero al emperador —dijo Petronilla en un tono bajo—. Es el responsable de todo esto ¿cierto?

—Sí, un maldito descarado e insolente.

Patrizia siguió alejándose, como si no hubiera dicho palabras tan groseras. Ella ya no tenía ningún otro sentimiento particular hacia Lucio. En todo caso, estaba aún más relajada y cómoda que cuando entró por primera vez al palacio.

En otras palabras, ya no pensaba que necesitaba sentir nada hacia él después de ser lastimada tantas veces.

Si Petronilla estaba siendo honesta, encontraba lamentable que Patrizia tuviera que llegar a esa conclusión, pero también era algo con lo que Petronilla no tenía derecho a interferir. Petronilla simplemente siguió a su hermana, sin decir una palabra.

♦ ♦ ♦

Sin embargo, la comodidad y la relajación de Patrizia no duraron mucho. La reina siempre tenía muchas tareas que completar. Por primera vez en mucho tiempo, Patrizia frunció el ceño genuinamente.

—Una fiesta de cumpleaños.

—Me disculpo —dijo Mirya.

—No, eso no es algo por lo que debas disculparte.

Patrizia suspiró. Se acercaba el cumpleaños del emperador, por lo que, naturalmente, se esperaba que la reina Patrizia se preparara para ello. A decir verdad, Patrizia preferiría entregarle el trabajo a Rosemond, pero como ella y todos los demás a su alrededor sabían, eso habría sido imposible. Ella asintió con la cabeza en reconocimiento.

—Le pido que haga la mayoría de la planificación para este evento. Solo lo aprobaré al final, así que muéstrame los planes finales cuando hayas terminado.

—Pero Su Majestad, eso sería sobrepasar…

—También necesito descansar, Mirya. Además…

Patrizia esbozó una pequeña sonrisa antes de continuar.

—Si ni siquiera puedo confiar en ti, ¿en quién puedo confiar en este vasto palacio?

—Podrías confiar en mí, Patrizia —dijo otra voz.

Completamente ajena al estado de ánimo en la habitación, Raphaella se introdujo en la conversación. Patrizia se echó a reír.

—Ajajaja, es cierto. Lo siento, Ella. ¿Herí tus sentimientos?

—Por supuesto que solo estoy bromeando. Ah, pero hay algo que debes hacer tú misma.

—¿De qué se trata? —preguntó Patrizia.

—No es nada grande. Son las flores.

—¿Flores?

—Tienes que elegir las flores para la fiesta, ya que tiene mucha importancia. Sería difícil que uno de tus subordinados lo haga.

—Las flores para el cumpleaños. Ah, es cierto —murmuró Patrizia, habiéndose olvidado de eso. En el imperio Mavinous, era tradición que una persona en su cumpleaños recibiera flores de sus padres si no estaban casadas, o de su cónyuge si estaban casadas. El ramo para una persona soltera simbolizaría el amor familiar, mientras que el ramo para una persona casada simbolizaría el amor eterno que se prometieron el día de su boda.

Si fuera por Patrizia, ella elegiría flores que simbolicen malos presagios y maldiciones, pero desafortunadamente, a diferencia de ella, las flores eran demasiado bonitas y puras para manchar con esas intenciones corruptas. Patrizia contempló la situación.

—Maldiciones… —murmuró Patrizia.

—¿Perdón?

—Claveles. sí, esas están bien —decidió.

—Oh, qué inesperado.

—¿Por qué?

—¿No es una flor que normalmente se regala de padres a hijos?

—Sí. —Patrizia pensó para sí misma por un momento—. Rojo, rosa y morado…

Todos los significados detrás del clavel eran bastante hermosos e impresionantes. “Te amo”. “Deseo tu buena salud”. “Te amo apasionadamente”. Sin embargo, Lucio, mi emperador. Las flores que personalmente deseo darte tienen el último significado.

—Y agrega algunos amarillas.

Te desprecio. Te desprecio tanto, a ti la persona que erradicó incluso los más pequeños rastros de esperanza y simpatía en mi corazón y los reemplazó con odio.

—Así es como me siento.

Con todo mi rencor y decepción, derramados en estos claveles amarillos que te doy. No eres un idiota, así que no hay forma de que no sepas lo que siento por ti, cuánto te detesto. No te sientas demasiado resentido por el hecho de que esta terrible mujer te regale flores de odio el día en que deberías recibir toda la buena fortuna, Lucio.

—Estoy seguro de que Su Majestad entenderá el mensaje.

Porque la persona que me hizo de esta manera eres tú.

♦ ♦ ♦

—Pensar que es una mujer que ni siquiera puede tener un hijo…

Alguien señaló con el dedo a Patrizia.

—¡Nuestra reina es una mujer infértil!

—¡El linaje Mavinous será cortado!

—¡Es una mujer que destruyó la semilla del imperio!

Las personas con caras sombrías se burlaban continuamente de ella. Patrizia miró a su alrededor con terror.

—No… no es mi culpa…

Sin embargo, no la dejaban defenderse.

—¡Qué quieres decir con que no es tu culpa! ¡Si tu hermana mayor se hubiera convertido en reina como se suponía que debía hacerlo, entonces el linaje real podría haber continuado!

—¿Te atreves a bloquear a los descendientes del trono? ¡¿Estás loca?!

—¡No no! —gritó ella.

—Es inútil, no importa cuántas veces lo niegues. ¿Eres una bruja atrevida que preferiría que una concubina dé a luz al príncipe heredero?

Teniendo en cuenta el hecho de que el emperador actual ni siquiera nació directamente de la pareja real, los argumentos de estas personas carecían de fundamento. Estas eran cosas que deberían haberle dicho a la depuesta reina Alisa. Desafortunadamente, Patrizia no estaba en un estado mental para racionalizar esto.

—¡No es verdad!

—¡Su Majestad!

En ese momento, alguien despertó a Patrizia. Mirya, cuyo rostro estaba oculto en las sombras de la noche, parecía pálida. Las mejillas de Patrizia se sintieron húmedas de lágrimas.

—Uuu…

—Su Majestad, ¿tuvo otra pesadilla?

—No no…

Patrizia sacudió la cabeza. Se limpió las lágrimas, luego saltó de la cama e inmediatamente salió corriendo del Palacio de la Reina. Sorprendida, Mirya gritó su nombre, pero fue en vano. Ella ya había comenzado a correr.

—¡Maldita sea, maldita sea, maldita sea! —Patrizia murmuró por lo bajo mientras corría y corría descalza. Se sentía terrible.

¡Vayanse a la mierda, a la mierda, a la mierda todos ustedes! El linaje real ya terminó con el emperador y la emperatriz anterior. Si vas a culpar a alguien, ¡culpa a Alisa, no a mí! Ella también era infértil!

—¡Ah!

El pie de Patrizia atrapó una piedra irregular y se cayó con un solo chillido. Una sensación cálida seguida de un dolor agudo se extendió por la mitad inferior de su cuerpo. Se apoyó en el suelo con la mano, sollozando.

—Aaaah…

Se sintió miserable. había caído en la desesperación. ¿Era posible que alguien sintiera tanta miseria? Patrizia podía sentir las lágrimas que detuvo antes fluyendo de nuevo. Le corrieron por las mejillas y le cayeron de la barbilla. Cuando se levantó, no pudo detener las lágrimas de ataque cuando comenzó a llorar.

—¿Patrizia?

En ese momento, alguien gritó su nombre. Aunque era un nombre encantador, nunca sintió tanto odio hacia su propio nombre como ahora.

—¿Estás bien? ¿Te lastimaste?

Lucio se inclinó junto a Patrizia e intentó ver mejor su estado. La sangre que manaba de su pie no se veía bien.

—¿Qué haces corriendo descalzo tan tarde? —la regañó.

—Yo… —En lugar de responder, Patrizia dijo algo más—. ¿Sabes cuánto te desprecio? Te detesto, Lucio. No hay forma de que pueda perdonar a alguien como tú, alguien que se atrevió a hacerme sentir simpatía por ti, a pesar de que me has engañado desde el principio.

Lamento volver en el tiempo. Debería haber muerto en aquel entonces. Debería haber muerto y poner fin a mi desafortunada relación contigo. Después de haber pensado eso para sí misma, el campo de visión de Patrizia se volvió negro cuando perdió el conocimiento.

Lucio sostenía a la inconsciente Patrizia en sus brazos.

—¿Reina? ¡Reina! Maldición.

Fue muy tarde. Ella ya se había desmayado. Clamos por ayuda y unos pocos soldados vestidos con armadura plateada aparecieron frente a él momentos después.

—Llama al doctor y lleva a la reina a su palacio —dijo con urgencia.

Pero justo después de dar esas órdenes, les dio una diferente.

—No, la llevaré al Palacio Central yo mismo.

♦ ♦ ♦

En realidad, no lamentaba haber vivido esta vida. Esta vida fue como un regalo para ella. Era una segunda oportunidad en la vida, una oportunidad para revertir el trágico final que enfrentaba. Una oportunidad como esta no era común.

Durante esta vida, pudo estar con su preciosa familia, a su hermana no perdio la cabeza en la guillotina y, si tenía cuidado, su familia podría seguir siendo próspera durante mucho tiempo. Aunque puede que tenga que sacrificar su propia felicidad, este resultado no era malo.

Además, la persona que era su cuñado en su vida anterior era ahora su esposo. Había llegado a conocer sus experiencias traumáticas pasadas y pudo aprender cómo había llegado a amar a la mujer que jugó un papel en la muerte de su hermana mayor. Sintió simpatía por ese hombre, e incluso se compadeció un poco de su amante. En ese momento, no se dio cuenta de lo tonta que había sido por pensar de esa manera.

El momento en que desapareció una pequeña cantidad de pena fue cuando se dio cuenta de que incluso antes de haber entrado en el palacio como reina, esas dos personas ya habían estado jugando con ella. Aunque Patrizia reveló sus verdaderos sentimientos a ese hombre, todo lo que recibió fue engaño y traición.

En cuanto lo supo, ella fue herida, no había forma de evitarlo. No había nadie que no sintiera está clase de shock, después de que su corazón, que reveló con cautela, fuera roto de esa manera.

Desde el principio, la usaron como a un objeto. Si esos dos no hubieran hecho lo que hicieron, entonces la reina habría sido otra persona y Patrizia podría haber estado feliz con otro hombre como marido. Y si fuera cierto que era infértil, entonces podría haber vivido el resto de su vida feliz con su familia.

Sin embargo, después de convertirse en reina, no le quedaba nada. Siempre sería ridiculizada y despreciada por no poder tener un hijo. Incluso podría seguir el mismo camino que la depuesta reina Alisa.

No era descabellado pensar eso, ya que Alisa también comenzó como una mujer joven e inocente. El palacio era un lugar excelente para transformar ese tipo de personas en seres malvados y corruptos. Patrizia prometió cortar sus manos si tal cosa terminara sucediéndole.

Y ahora, estaba completamente devastada, tal como estaba cuando vio morir a su hermana, tal como cuando ella misma murió.

Al final, nada ha cambiado. Todavía estaba atrapada en la agonía y la miseria interminable.

Es por eso que debería haber muerto en ese entonces, debería haber terminado todo en ese mismo momento. Solo puedo sentir amargura hacia el dios que me dio esta segunda oportunidad. Este no es un regalo sino un castigo.

Patrizia pensó estas cosas en su dolor.