Dama a Reina – Prólogo: Lamento no haber sido la reina

Traducido por Kiara

Editado por Yusuke


Es el día de la ejecución de Petronilla.

Desde muy temprano en la mañana, miles de personas se congregaron en la ciudad capital de Kadye. Si bien los días en el Palacio Imperial solían ser serenos, la afluencia de personas y el humor sombrío era un presagio de los eventos por venir.

El sitio de ejecución estaba ubicado en la Plaza Gervianen, cerca del palacio. Las multitudes se apresuraron a ver, y en el centro de la plaza había un andamio con una guillotina encima, su hoja de acero brillaba perversamente para sus víctimas.

Patrizia estaba arrodillada, atada con cuerdas y esperando a recibir su castigo. Miró hacia el suelo debajo de ella, luego, en algún momento, miró a sus padres, que también estaban arrodillados. Las lágrimas amenazaban con salir de los ojos de Patrizia por las injusticias contra su familia y su miserable persona, pero sabía mejor que nadie que no valía la pena.

—Rizi.

Giró la cabeza hacia la suave voz que la llamaba. Las restricciones lo hicieron difícil, pero se las arregló para mirar a los ojos de su padre.

—Lo siento —dijo sombríamente.

—¿Por qué, padre?

Patrizia quería saber. ¿Por qué su padre se disculpó con ella? No había razón para que lo hiciera en esta situación. Todos eran víctimas, mientras que el verdadero culpable, salia airoso de la situación. Ella no echaría la culpa tan fácilmente contra él. Sin embargo, morderse el labio no detuvo la injusticia contra ellos, ni la alivió de ningún resentimiento.

—No tienes que disculparte —dijo Patrizia con la voz más aguda que pudo. Ella lo decía en serio. Nadie aquí frente a la guillotina tenía que disculparse, eran víctimas—. O simplemente me arrepentiré.

Ella no podía ocultar el dolor en sus ojos. Si solo pudiera volver al día en que todo comenzó, entonces esta tragedia nunca habría sucedido. Las lágrimas ardientes que Patrizia luchó tanto para contener finalmente se derramaron sobre sus ojos.

Mientras tanto, el murmullo de la multitud creció. Alguien había llegado.

—¡Todos saluden a Su Majestad el emperador!

Un sirviente anunció en voz alta la llegada del emperador. Tampoco estaba solo, una mujer caminaba imperiosamente a su lado. Esa mujer era la marquesa Phelps, la amante favorita del emperador, y una presencia constante a su lado. El rostro de Patrizia se retorció de ira al ver el rostro de esa maldita mujer, pero pronto lo alisó de nuevo a su expresión original.

El emperador y la marquesa Phelps tomaron asiento. El emperador llevaba una expresión de aburrimiento, como si los eventos que estaban por suceder no tuvieran importancia. Patrizia sintió una repentina oleada de ira ante su aparente indiferencia, pero no había nada que pudiera hacer al respecto. Nada en absoluto.

—Traigan a la reina —dijo el emperador con una voz sin emociones. Tan pronto como su voz se apagó, alguien más fue llevado lentamente al andamio. Era una mujer joven con un vestido blanco andrajoso, escoltada a cada lado por dos soldados.

Era la hermana gemela mayor de Patrizia, Petronilla. Su rostro estaba mucho más golpeado y magullado que cuando Patrizia la había visto por última vez.

—Nilla… —Patrizia llamó en voz baja a su hermana por su apodo. Sin embargo, la palabra fue ahogada por la voz del verdugo, así como por los lamentos impotentes de sus padres detrás de ella.

—Petronilla Laura Le Grochester —comenzó el verdugo—. Ha actuado en contra de su posición como reina. Ella ha cometido numerosos actos inmorales, dañó a la mujer que llevaba un hijo real e intentó matar al emperador, incluso a Lucio Karrick George de Mavinous.

La voz sonó misteriosamente en el aire, cuando estaba a punto de anunciar su destino.

—En nombre del emperador, todos los miembros de la familia Grochester deben morir por decapitación.

El único final para ellos fue la tragedia. Patrizia cerró los ojos en derrota.

Se acabó, todo se acabó.

—Comienza con la ejecución de la reina.

Patrizia levantó los ojos para ver a su hermana por última vez. Petronilla caminaba como si la arrastraran a un matadero. En su rostro había escrito resignación y desaliento, así como angustia.

Su estúpida hermana todavía estaba enamorada del emperador. Estúpida hermana de buen carácter. Patrizia no podía creer que Petronilla todavía le dedicara una mirada al hombre antes de morir.

Las lágrimas cayeron libremente de los ojos de Patrizia. Ah hermana, mi hermana. Patrizia observó con los ojos bien abiertos el momento de la muerte de Petronilla, sin querer mirar hacia otro lado.

—¡Kkyaaag!

La hoja de guillotina cayó, cortando el cuello de Petronilla, y gritos resonaban de la multitud que miraba al margen. Patrizia se mordió el labio hasta el punto de sangrar.

Todo había terminado. Su hermana estaba muerta. Ahora ella y sus padres enfrentarían el mismo destino que su hermana.

—Traed al resto de la familia.

La esposa, que estaba enamorada de su esposo, había muerto. Durante tres años, la reina había estado ligada en amor y ley a su esposo, y ahora su cabeza yacía separada de su cuerpo.

Patrizia se aferró a su corazón mientras la pena corría por su pecho. Ella no podía respirar.

—Decapiten a cada uno.

Finalmente, soltó una risa sin alegría al escuchar la terrible orden. No había razón para no reír o llorar cuando todo había terminado. Si uno no estuviera loco en esta situación, sería anormal.

Patrizia sonrió más ampliamente que nadie en el mundo cuando su cabeza fue colocada debajo de la guillotina. Sin embargo, cuando miró al emperador, su ex cuñado, tuvo un momento de arrepentimiento.

Ojalá hubiera sido reina.

No hubiera sido una amante asesina, ni lo suficientemente cariñosa como para que el emperador actuara precipitadamente ante su ascendiente al trono. Si hubiera sido reina, todos habrían sido felices y nunca habrían sido condenados a muerte. Quizás su hijo más tarde se convertiría en emperador un día y se vengaría de la marquesa Phelps.

—Me arrepiento de no haber sido la reina.

Fue un error enviar a su hermana mayor al palacio. La primera vez que Petronilla había visto al emperador, se había enamorado a primera vista. Sin embargo, ya era demasiado tarde para arrepentirse. Ya había sucedido, y lo único que quedaba era que el frío acero cortara el cuello de Patrizia. Junto al resto de su amada familia.

Cuando la pesada hoja de guillotina cayó, Patrizia tuvo un último pensamiento.

Si tan solo pudiera regresar… entonces nunca dejaría que mi hermana se convirtiera en reina.

Al final, el cuello de Patrizia fue cortado. Como antes, gritos y jadeos resonaban en la multitud que miraba.

Con sus lágrimas finales en sus ojos, Patrizia, de 22 años, finalmente murió.


Kiara
¡Hola! aquí estoy de vuelta con una super novela nueva Dama a Reina como muchos saben me encantan las protagonistas fuertes, así que en cuanto leí el manhwa supe que esta chica es justamente de mi tipo, y que si estaba en mis posibilidades debía traducir la novela. Espero también puedan disfrutar de esta hermosa novela tanto como yo, nos vemos en el próximo capítulo. Recuerden pasar por nuestro Discord, si quieren hablar conmigo sobre esta u otras novelas que trabajo

19 respuestas a “Dama a Reina – Prólogo: Lamento no haber sido la reina”

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