Dama Caballero – Capítulo 58: A veces pensaba en ese recuerdo

Traducido por Kiara

Editado por Nemoné


El matrimonio de Carlisle y Elena se anunció rápidamente. Sullivan estaba ansioso porque su hijo se casara lo antes posible, y el conde Alphord, el padre de Elena, no tenía ninguna queja porque ya había tomado su decisión. No hubo movimiento desde el palacio de la Emperatriz, por lo que los preparativos de la boda de la pareja se desarrollaron sin problemas.

Elena estaba decidida a celebrar la boda lo antes posible, pero había que lidiar con una montaña de papeleo. Después del anuncio oficial, Mirabelle fue la primera persona en venir a felicitarla.

— ¡Hermana! ¡Felicidades!

El corazón de Elena se conmovió al ver a su hermana.

—Gracias, Mirabelle.

—Sospechaba que podrías casarte, pero no esperaba que fuera tan pronto.

—Supongo que tenía un poco de prisa porque estoy en esa edad.

—Sí, ahora que lo pienso, el Príncipe Heredero también se está casando tardíamente.

Elena sintió una punzada en el pecho ante el inesperado comentario. En casa y en el extranjero, muchas familias nobles se habían negado a unir a sus hijas con Carlisle debido a la siniestra profecía. Mirabelle no sabía nada al respecto y naturalmente sospechaba cuál era la razón. Elena intentó torpemente explicarlo.

—Bueno, eso es porque…

— ¡Ustedes dos deben estar destinados!

— ¿Qué? —preguntó Elena.

—No se casó porque aún no te había conocido. ¡Tu amor está literalmente destinado!

Mirabelle aplaudió, embriagada por su fantasía, y Elena exhaló un suspiro de alivio.

No era amor verdadero, pero ella y Carlisle tenían una conexión. Lo había conocido de niña sin darse cuenta, y él era la mejor carta que Elena podría elegir. Era la pareja perfecta. Si realmente hubiera un hilo del destino conectado a su dedo, ciertamente sería con Carlisle.

Sin embargo, ella no sabía si era un hilo de amor.

— ¿Hablaste de matrimonio cuando fuiste a ver al Emperador?

—Sí. Hablamos durante la cena, pero creo que la mayoría de los arreglos se resolverán después de que padre se encuentre con él. Aunque no sabía que el anuncio de la boda iba a suceder hoy.

Si bien el contenido exacto de la conversación de Sullivan y el conde Alphord sería desconocido para ella, estaba segura de que tenían mucho que discutir sobre el matrimonio con la Familia Imperial.

Luego estaba la cuestión del dote. En el matrimonio entre la nobleza, se esperaba que la familia de la novia le diera al novio una cierta fortuna. Cuanto más rica era la familia, más herencia recibían de sus familiares, lo que les permitía traer dinero, metales preciosos, tierras y esclavos. El novio generalmente buscaba una mujer que pudiera aumentar su riqueza, y la novia también buscaba una familia que pudiera igualar la cantidad que ella pagaba. Esto condujo a muchos matrimonios políticos en la sociedad noble. Como resultado, la realidad era que se requería una gran dote para que una mujer se casara con un hombre de alto estatus, excepto en casos inusuales.

Carlisle era el Príncipe Heredero, y Elena tenía dolor de cabeza en cuanto a la dote a pagar a la Familia Imperial. Mirabelle también era muy consciente de la noble cultura del matrimonio y también estaba preocupada por su hermana.

—Debes estar ocupada teniendo que preparar todo. ¿Qué debo hacer primero? ¿Hay algo en lo que pueda ayudar?

—Ni siquiera sé por dónde empezar… Tal vez deberíamos contratar a más personas para trabajar en la mansión por ahora.

— ¿Trabajar?

—Estoy seguro de que estaremos muy ocupados una vez que los preparativos de la boda comiencen en serio, y no tendremos suficientes personas para trabajar en la mansión Blaise —explicó a Mirabelle.

Tomará más tiempo y dinero traer a los sirvientes del sur. Sería mejor contratar trabajadores a corto plazo.

— Bueno, ¿por qué no te dejo eso a ti y al mayordomo? —le preguntó Elena.

— ¡Por supuesto! ¡Eso es bastante fácil! —Mirabelle asintió con entusiasmo.

Después de que regresaron del palacio, Mirabelle se vio sombría durante unos días, pero ahora Elena se sintió aliviada ya que su hermana parecía haber recuperado su estado de ánimo habitual.

—Entonces dile al mayordomo que ponga un anuncio de trabajo para la mansión.

—Entiendo. No te preocupes, entrevistaré personalmente a los candidatos y contrataré personas que harán un buen trabajo.

—Está bien, confío en ti. Gracias —expresó Elena.

Mirabelle sonrió en respuesta, y entonces algo vino a su mente.

—Entiendo que si bien todo lo demás es importante, ¿qué pasa con el vestido de novia?

—Cierto… —reflexionó Elena.

Aunque la boda no era exactamente el gran evento del siglo, es el día en que se convertiría en la esposa del Príncipe Heredero Carlisle. Ella no debía verse en mal estado a los ojos de los demás. Además, el matrimonio podría verse como una forma de resolver la profecía, pero Elena nunca tuvo la intención de ser una princesa bajo el control de la corona. No era lo que ella quería, por lo que era importante mostrar la mayor armonía posible con Carlisle. Una vez que ingresara formalmente al palacio, se aseguraría de usar su poder.

Mirabelle pensó para sí misma por un momento, antes de que hablar.

— ¿Te acuerdas de los sastres de aquella vez? Comencemos con Madame Mitchell. Habrá mucha competencia para crear tu vestido de novia, así que consultemos esto juntas y decidamos.

—Dejaré que dependa totalmente de ti elegir mi vestido de novia.

— ¿Qué? Ni siquiera soy un experta… solo estoy haciendo todo lo posible para ayudarte.

Mientras que Mirabelle parecía vacilante, sus ojos estaban llenos de espíritu de lucha. Verla fue tan adorable que Elena no pudo evitar sonreír. Ella confiaba en el juicio de Mirabelle más que nadie.

Y así continuaron los bulliciosos preparativos de la boda.

Elena se encontraba inundada de trabajo, no solo por los preparativos de la boda, sino también por finalizar la mayoría de todos lo asuntos en la Casa Blaise. Una vez que Elena se casara, la administración de la casa recaería en manos de Mirabelle.

Aunque Elena comenzó a preparar el avance, se puso muy nerviosa una vez que se fijó una fecha para la boda. Quería resolver cada problema grande para que Mirabelle pudiera hacerse cargo más adelante, por lo que Elena se vio obligada a trabajar demasiado. Como siempre, estaba en un escritorio aprobando algunos documentos cuando…

Hubo un leve sonido proveniente de la ventana. Cuando Elena se volvió, vio una cara que no esperaba.

Era Kuhn. Entró en la habitación con su habitual expresión seca. Ella nunca habría adivinado que estaba herido por su apariencia actual. Sus movimientos parecían un poco ásperos, como si aún no se hubiera recuperado por completo, pero se veía lo suficientemente saludable.

Casi le preguntó si estaba bien, pero recordó que no debía saber que estaba herido. Elena lo miró inocentemente.

—No he atado un pañuelo. ¿Qué pasa?

—El general me pidió que le dijera que el lugar de la boda ha sido decidido.

—Podría haber enviado un mensaje a través de medios oficiales…

La pregunta de por qué Kuhn vino aquí a pesar de su lesión permaneció en su boca, pero a pesar de que ella no preguntó, respondió con naturalidad.

—No lo sé. Simplemente me dijo que te avisara lo antes posible.

Quizás Carlisle envió deliberadamente a Kuhn para mostrarle que estaba bien. Sin embargo, sintió que Kuhn podría haber descansado un poco más y que no había razón para que regresara tan pronto. Desafortunadamente, Elena no podía decirle eso.

—Entiendo. ¿Dónde se celebrará la boda?

—Se llevará a cabo en la Plaza Bellouet, la plaza más grande de la capital.

—Supongo que será una boda pública si no se celebra en el palacio.

—Sí. Es la voluntad del emperador.

Incluso si la boda del Príncipe Heredero se llevara a cabo dentro del Palacio Imperial, todavía habría una reunión masiva de nobles y delegados de reinos cercanos para celebrar la ocasión. Sin embargo, una boda abierta atraería multitudes aún más grandes.

Al Emperador le gustan las grandes celebraciones. Más invitados significaban una carga mayor en la planificación de la boda, pero le era imposible rechazarlo. Tradicionalmente, es la familia del novio la que decidía el lugar de la boda.

—Ya veo. Lo tendré en cuenta.

Tenía otro dolor de cabeza al decidir cómo decorar el lugar, pero ese asunto podría considerarse más adelante.

Elena presionó sus dedos contra su sien por costumbre, luego miró a Kuhn y volvió a hablar.

— ¿Dijo algo más? Cuando estaba en el palacio del Príncipe Heredero, le pregunté acerca de algo.

— ¿Qué quieres decir?

—Escuché que algunos hombres irrumpieron en la habitación de mi hermana cuando nos quedamos en el palacio.

Los hombros de Kuhn se encogieron cuando escuchó las palabras de Elena. Elena notó este comportamiento inusual, pero fue tan rápido que podría haberlo juzgado mal.

—Le pedí que averiguara sobre los hombres del palacio de la Emperatriz que irrumpieron en la habitación de Mirabelle. ¿Hay alguna información al respecto?

— ¿Puedo preguntar por qué quieres saber?

Fue irrespetuoso preguntar acerca de las órdenes, pero Elena decidió que estaba dentro de los límites aceptables y respondió.

—No estaba allí para Mirabelle cuando entraron. Soy la hermana mayor, y no puedo dejarlo pasar. Les daré los castigos apropiados.

Kuhn vaciló inusualmente por un momento, luego continuó.

— ¿Escuchaste algo más de tu hermana ese día?

Era una pregunta que no esperaba. Ella respondió con una mirada curiosa en su rostro.

— ¿Qué quieres decir? —cuestionó Elena.

—Quiero decir que si me haces saber cómo era la situación, me será más fácil encontrarlos.

—Afortunadamente, nada demasiado serio. No creo que ella estuviera vestida adecuadamente cuando la vieron. Eso es todo

—Entiendo —Kuhn respondió con una expresión enigmática en su rostro.

Elena no tenía la intención de perdonar fácilmente a los culpables, y volvió a hablar.

—Aun así, es grosero entrometerse en la habitación de una dama. No quiero que esto vuelva a ocurrir, así que por favor investiga lo antes posible.

—Entendido. Lo investigaré enseguida y te informaré.

De alguna manera, Elena sintió que el tono de Kuhn era más agudo de lo habitual, pero asintió con la cabeza sin pensarlo demasiado.

Kuhn le hizo una reverencia a Elena, ya que ambos tenían trabajo que atender.

—Me iré.

—Sí. Buena salud para ti … y ten cuidado.

Las palabras de Elena lo hicieron sospechar un poco, pero también le dio poca importancia.

—Gracias.

Como de costumbre, Kuhn salió por la ventana. Ella lo vio desaparecer, luego volvió la cabeza hacia los papeles extendidos sobre su escritorio.

♦ ♦ ♦

Kuhn se arrastró en el techo de la mansión Blaise, cuidando de silenciar sus pasos como de costumbre. Normalmente se habría movido más rápido, pero sus heridas aún no se habían curado por completo.

Entonces, fue cuando unos cuantos caballeros de Blaise comenzaron a acercarse en su dirección.

—Oh no.

No sería lo suficientemente rápido como para abandonar el perímetro, y Kuhn se deslizó rápidamente por una ventana y entró en una habitación donde nadie sentiría su presencia. Los caballeros recorrieron la mansión, y mientras él esperara un poco más, avanzarían.

Mientras Kuhn esperaba, una voz inesperada habló desde una habitación cercana.

— ¿Es esta la primera persona en solicitar un puesto?

—Sí, señorita. Tiene experiencia trabajando con joyería.

Kuhn fue atraído hacia la dirección de la voz. Miró por una rendija abierta en la puerta y vio a Mirabelle hablando con el mayordomo, Michael. Kuhn recordó las palabras que Mirabelle le dijo en el palacio.

—Por favor… déjame verte una vez más. Cuando estés bien, ven a verme. Me llamo Mirabelle Blaise.

Era como si ella prometiera que esperaría por siempre por él. Tal vez por eso a veces pensaba en ese recuerdo mientras se recuperaba. Ahora la joven mantenía su estado de ánimo habitual, como si lo que sucedió antes hubiera sido un sueño.

Dijiste que me esperarías…

La expresión en el rostro de Mirabelle era como si ya lo hubiera olvidado. Pero eso estaba bien. No había planes para que él se presentara. En el futuro, ella no lo tomaría en cuenta y él solo podría observarla de lejos.

Kuhn observaba en secreto la cara sonriente de Mirabelle un poco más, y luego desapareció silenciosamente por donde había entrado. No había señal de que alguna vez estuvo allí, salvo por la brisa que se deslizó a través de la ventana abierta.

Sin darse cuenta de la presencia de Kuhn, Mirabelle y Michael continuaron entrevistando a los candidatos para la mansión.

— ¿Nos hemos visto antes? ¿Cómo era tu nombre?

La pregunta fue respondida por un hombre sonriente parado frente a los dos.

—Te conocí una vez en una joyería en el sur, milady.

Era un hombre que ya se había encontrado con Elena y Mirabelle. Primero rastreó el anillo de cuentas hasta Elena, y ahora tenía una nueva orden de Paveluc para vigilar.

2 respuestas a “Dama Caballero – Capítulo 58: A veces pensaba en ese recuerdo”

  1. Muchas gracias por el capítulo, pues la fecha y el lugar de la boda ya fue designado, Kuhn está en lo que cabe, bien y se nota que está duditativo de mostrarse frente a Mirabelle, al tiempo que Elena ya está tras los que molestaron a Mirabelle, kukuku.
    Saludos

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