Dama Caballero – Capítulo 86: ¿Te gustaría beber algo?

Traducido por Kiara

Editado por Gia


Asabe fue arrastrada bruscamente a la fiesta por los guardias del palacio para luego ser arrojada boca abajo al suelo.

—¿Por qué me ha llamado aquí, emperatriz…?

—Dime la verdad. ¿Reemplazaste la planta Vanera para abrir una brecha entre la princesa heredera y yo? Si eres honesta, te perdonaré la vida —habló Ophelia mientras miraba fríamente a Asabe.

—¿Q-Qué? ¿De qué está hablando?

Sus ojos estaban llenos de miedo, como si supiera que algo andaba mal. Uno de los guardias, bajo las órdenes de la emperatriz, trajo una planta en maceta.

—Encontré esta planta en la habitación de la sirvienta Asabe, Su Majestad.

Elena, quien había estado observando la situación hasta ese momento, se quedó sin habla. Cualquiera que fuera la trampa que hubiera preparado para Ophelia, la emperatriz encontró una manera de escapar de esta. No podía ser una simple coincidencia.

Había planeado todo.

Todo eso solo tenía sentido si la emperatriz se hubiera preparado con anticipación.

¿Pero por qué?¿Quería probar cómo reaccionaría cuando recibiera el regalo?

Los ojos rojos de Elena temblaron de incredulidad. Si es así, Ophelia estaba un paso por delante de ella y la estaba evaluando. Sería peligroso si esa suposición fuera cierta. Elena no podría parecer inofensiva si mostraba sus garras demasiado pronto.

—Observa con cuidado. ¿Esta es la planta que quería regalar a la princesa heredera? —preguntó la emperatriz al erudito que llamó antes.

El hombre inspeccionó rápidamente las flores y asintió.

—Sí, Su Majestad. Esta es la planta Vanera que le envié. Escogí el diseño de la maceta yo mismo, por lo que la reconozco —afirmó el sibeniano.

Ophelia apartó la silla con malestar. En un instante, un silencio sepulcral se apoderó de la habitación.

—¿Cómo te atreves a cambiar la planta? Dime, ¿quién te pidió hacerlo?

Asabe miró hacia arriba, mostrando un rostro pálido y tembloroso.

—¿Q-Qué quiere decir? Su Majestad, solo soy culpable de seguir sus órdenes. Solo hice lo que me dijeron…

—Veo que no puedes arrepentirte de tus errores. ¿Estás tratando de incriminarme, a pesar de que la evidencia muestra lo contrario? —Ophelia hablaba con Asabe, pero Elena sintió que las palabras estaban destinadas a ella—. No quiero volver a ver tu cara. Sáquenla y ejecútenla.

Los ojos de Asabe se agrandaron.

—¡P-Por favor, sálveme, Su Majestad! ¡Me equivoqué! ¡Realmente hice solo lo que me ordenaste! —Asabe suplicó en voz alta su inocencia, mientras los guardias se la llevaban a rastras, pero era inútil. Finalmente, sus gritos se desvanecieron, pero permanecieron en las mentes de los que estaban en el pasillo.

Elena apretó el puño. Nunca soñó que la planta Vanera se encontraría en la habitación de Asabe. Si no fuera el caso, Elena habría intervenido, pero no pudo anticiparse a esa situación. Un paso en falso podría llevar a que ella sea la incomprendida en ese drama. Asabe todavía era una doncella del palacio del príncipe heredero, y Elena la había mantenido a su lado recientemente.

Qué espantoso…

Ophelia había ordenado rápidamente una ejecución sin siquiera pestañear. Como Elena esperaba, Asabe había confirmado que era una espía plantada por la emperatriz. Era increíble cómo esta desechaba tan fácilmente una vida humana.

¿La emperatriz encontró a Asabe menos valiosa cuando supo que sospechaba de que era una espía?

Sería lógico que Ophelia quitara a la criada del camino antes de que Elena pudiera obtener alguna información de ella.

Elena miró con ojos nuevos a la mujer que estaba sentada orgullosamente a su lado. Se dio cuenta de por qué la emperatriz era considerada uno de los dos pilares que sustentaban el Imperio Ruford, y que era mucho más competente y peligrosa que el segundo príncipe Redfield.

Al notar la tensión en los rostros de los embajadores, Ophelia sonrió con calma.

—Oh, Dios, el estado de ánimo de la fiesta se ha arruinado. Olvídense de lo que pasó y diviértanse. Tú, él de ahí, ¿por qué no hay música?

De inmediato, la música de la ópera comenzó a fluir en la habitación. Elena miró a la emperatriz sin mencionar palabra alguna, y sintiendo la derrota en todos sus huesos.

Perdí esta vez…

No podía borrar la sensación de que estaba bailando en la palma de Ophelia.

♦ ♦ ♦

A pesar del incidente, la fiesta de Elena terminó con gran éxito. La sonrisa de Ophelia desapareció de su rostro tan pronto como estuvo en el palacio de la emperatriz.

—No esperaba que la princesa heredera llegara tan lejos —mencionó Ophelia.

—Sí. Subestimamos a la princesa heredera porque guardaba las flores en un lugar que solía frecuentar, pero resultó ser más inteligente de lo que pensaba. Sin embargo, no lo suficientemente inteligente para la emperatriz. Ha ganado la batalla, mi señora —habló Cassana detrás de ella.

A pesar del cumplido, Ophelia no respondió. Eso significaba que estaba de mal humor, y Cassana sabía, por experiencia, que no debía hablar en esa situación.

Ophelia se reclinó en su silla en contemplación, golpeando el apoyabrazos con las uñas. Luego, frunció el ceño, como si estuviera disgustada con el resultado de sus pensamientos.

—Esa perra de Asabe era realmente una estúpida.

¿A que se refiere?, se preguntó Cassana mirando a la emperatriz, pero Ophelia murmuró como si estuviera hablando consigo misma:

—¿Era una tonta que solo podía decir que le ordené hacerlo? Cuando las cosas terminaron de esta manera, debería haber dicho que fue la princesa heredera quien la obligó a hacerlo.

Cassana tragó con sequedad. De hecho, cualquier otra persona en esa situación habría sido declarada culpable. Sin embargo, Ophelia lo negó y todos creyeron en sus palabras.

—Sí. Fue una gran oportunidad para poner a la princesa en problemas, pero desafortunadamente se perdió —expresó Cassana mientras asentía.

Ophelia había enviado la planta Manera simplemente para probar a Elena, y preparó aquella evidencia únicamente para demostrar su inocencia, no para defenderse. La ejecución de Asabe era originalmente parte del plan de la emperatriz. Sin embargo, el intento de la princesa heredera fue más efectivo de lo esperado.

Si Asabe hubiera mencionado que fue la princesa heredera quien le pidió que cambiara las plantas, la situación se habría revertido significativamente. Y si Elena hubiera intentado detener la ejecución de la criada, Ophelia habría podido establecer una conexión entre las dos. Claro, no sería fácil falsificar la prueba de que Elena compró la planta Manera, pero al menos podría haber sembrado sospechas de que la princesa era una mujer sin escrúpulos. Sin embargo, la joven fue lo suficientemente inteligente como para no dejarse atrapar por esa red.

Ophelia hizo una mueca al pensarlo.

—No lo planeé lo suficiente… —expresó. Elena debía de creer que había perdido la fiesta, pero tampoco fluyó de la manera en que Ophelia pretendía. Hasta ahora, no había tratado seriamente con Elena, por lo que nunca esperó un plan tan bien ejecutado. Si Ophelia hubiera entrado sin ningún tipo de preparación, habría terminado mal para ella—. Mantuvo la planta Manera cerca para parecer vulnerable… Al final, podría tratarse de una oponente difícil.

Al mirar la expresión irritada de Ophelia, Cassana habló con cuidado:

—Esta fue solo una prueba ligera, ¿no? Tenemos que tener más cuidado al tratar con la princesa heredera.

—Ella no es la única.

—¿Oh? Quiere decir…

Los ojos de Ophelia se llenaron de una energía oscura.

—También está Carlisle. —El príncipe heredero ya era un oponente formidable por sí mismo, y sería aún más problemático con Elena a su lado. Si tan solo la princesa fuera simplemente una cara bonita o un amor frívolo—. El tigre puede crecer.

El rostro de Ophelia se arrugó al recordar el hermoso rostro de Elena en la fiesta.

♦ ♦ ♦

Zenard informó los detalles de la fiesta a Carlisle, quien permaneció en silencio, sentado en su estudio, mientras escuchaba y sonreía con pesar.

—Creí que resultaría siendo un éxito, dado que lo planificamos cuidadosamente, pero la emperatriz logró escapar de nuevo.

—Cuando escuché la noticia de que la doncella Asabe fue ejecutada, pensé que realmente era un plan de la emperatriz —expresó Zenard.

—Esa es la forma en que le gusta operar.

A pesar del cuidado puesto en el plan de Elena, Carlisle no se sorprendió por el resultado. Si Ophelia hubiera sido una oponente fácil, ya la habría derrotado.

—¿Encontraste alguna evidencia de que la emperatriz ordenó el colapso del Puente de las Flores?

—Estamos trabajando duro con la familia Casey, quienes construyeron el puente, y es posible que tengamos noticias en un futuro cercano.

Carlisle todavía estaba insatisfecho.

—¿Cuáles son los componentes de la droga encontrados en la fiesta de Redfield? —preguntó Carlisle.

—Estamos investigando, lo mantendré informado. Sabemos que es una droga, pero es difícil descubrir los componentes del extraño polvo.

—¿Están lejos del campo de batalla, pero actúan como si estuvieran fuera de la guerra? Diles que se muevan rápido, antes de que los envíe de regreso al perímetro.

Aunque Carlisle no lo decía en serio, Zenard sabía que tampoco era del todo una mentira.

—Una vez que averigüemos todo, la emperatriz ya no podrá escapar tan fácilmente —indicó Zenard.

Carlisle no tomó aquellas palabras como consuelo y se rió amargamente.

—Necesito convertirme en emperador rápidamente.

—La prisa genera problemas, Su Alteza.

El dicho común era cierto para la situación de Carlisle.

—Deberías pensar más en mi posición.

—¿Hay algo malo?

Carlisle no respondió de inmediato, y Zenard pensó que estaba atento a su relación con Elena, pero en realidad no era así. El príncipe nunca le reveló a nadie que estaba en un matrimonio por contrato con Elena, y con su esposa cerca cada noche, nadie sabía cuánta tentación tenía que sufrir Carlisle.

—Bien. No es algo que pueda explicar con palabras y… —Carlisle recordó el rostro cada vez más frágil de Sullivan. No lo consideraba un buen padre, pero tampoco podía ignorar por completo su estado de salud—. Debo tomar el trono antes de que muera —continuó en un tono moderado.

A medida de que la salud de Sullivan se deterioraba día a día, Carlisle sabía que no le quedaba mucho tiempo con su padre. Antes de eso, quería conceder el deseo de Sullivan. Carlisle siempre estaba ansioso por demostrar que podía ser emperador, incluso con su sangre maldita.

Zenard estudió el rostro del príncipe, por lo que cuando habló, lo hizo con más cautela que antes:

—Le informaré sobre la situación lo antes posible.

Carlisle se levantó de su asiento con un leve movimiento de cabeza. Ya era bastante tarde y tenía que volver al dormitorio donde Elena estaba esperando.

Cuando estaba a punto de dejar su estudio, otro pensamiento le vino a la mente y se volvió hacia Zenard.

—Kuhn se ha puesto en contacto conmigo y me dice que tiene que irse de la mansión Blaise.

—Oh, sí —respondió Zenard.

Una mirada de disgusto cruzó por el rostro del sirviente ante la mención del nombre de Kuhn. Solo Carlisle sabía de la incómoda relación entre ambos.

—Encontraremos a la rata que se infiltró en la mansión Blaise, así que dile a Kuhn que puede permanecer más tiempo allí. Dado que prometió mantener a mi cuñada a salvo, debería quedarse hasta que por lo menos ella se vaya al sur.

—Sí, le informaré.

Aunque los dos subordinados eran enemigos acérrimos, no eran del tipo de hombres que dejaran que sus sentimientos personales interfirieran con el trabajo. Cuando Carlisle terminó de hablar, giró sobre sus talones y se fue.

El príncipe pareció desconcertado cuando el olor a vino aromático se esparció tan pronto como abrió la puerta del dormitorio. Nadie más que Elena podía entrar en esa habitación a tan altas horas de la noche, por lo que no entendía por qué aquel olor estaba ahí.

Carlisle vio a Elena sentada en la terraza, al aire libre, tomando una copa. Junto a ella habían varias botellas vacías.

—Pensé que odiaba el alcohol. —Ella rechazó la bebida en su primera noche juntos, y tampoco la había visto beber esa cantidad antes. Carlisle se acercó a la mesa con curiosidad, y Elena volvió la cabeza cuando escuchó sus pasos acercándose. Ya había bebido bastante y su cara estaba sonrojada—. ¿Qué estás haciendo sola?

—Estaba bebiendo… bebiendo sola. —Apenas podía hablar con claridad, demostrando que estaba más ebria de lo que pensaba.

—Deberías haberme llamado si necesitabas a alguien con quien beber.

—No es demasiado tarde. Ven aquí, conmigo… —Elena continuó, agitando el vaso en su mano—. ¿Quieres una bebida? —preguntó ella.

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