Dama Caballero – Capítulo 93: No llegues tarde

Traducido por Dea

Editado por Gia


Elena aceptó los sobres que Mary le entregó, abrió la primera carta y empezó a leer con atención.

«Hola, Mary. Ha pasado un tiempo. Sé que comunicarme contigo tan repentinamente puede parecer una falta de vergüenza, pero eres la única a la que puedo recurrir. Espero que me leas por los viejos tiempos.»

La carta de Tilda empezó con la historia de cómo Sophie la engañó para que traicionara a su anterior casa, e información detallada sobre su trabajo como sirvienta. Los ojos de Elena recorrieron la página mientras seguía leyendo.

«Helen tiene un horrible temperamento y le ha cortado la lengua a Sophie. Por favor, dile a lady Elena que necesito su ayuda. Escuché en secreto un plan que Helen piensa ejecutar el día de la fiesta.»

La carta incluía el plan que Tilda escuchó por casualidad y una súplica para que Elena la sacara de la casa Selby.

Después de que terminara de leer la primera carta, Elena miró a Mary. La amable doncella era alguien de quien se podían aprovechar fácilmente, debido a su afable personalidad. Elena se sorprendió de que Mary no se convenciera por las palabras de Tilda y, que en su lugar, le hubiera entregado las cartas a ella.

—¿No me hablaste de esta primera carta porque pensaste que podría tratarse de un truco?

—Sí, mi señora. Tenía miedo de que Sophie me hubiera filtrado información falsa, dado que le envió una carta parecida a esta a Tilda.

Mary no estaba equivocada, incluso si le hubiera traído la primera carta de inmediato a Elena, igual hubiera sospechado. Sin embargo, ahora que Mary trajo la segunda, probablemente significaba que tenía un contenido más convincente. Elena abrió el siguiente sobre y comenzó a leer.

«Mary, todavía no he oído de ti, así que te estoy enviando otra carta. Sophie fue expulsada de la mansión Selby y se la llevaron a otro lado. Ahora no puedo dormir porque no sé qué va a ocurrir. Escribiré más de lo que he estado escuchando en caso de que no me crean.»

Si en la primera carta comentaba brevemente el plan de Helen para la fiesta, en la segunda era mucho más detallada al respecto. También era consistente respecto a lo que Margaret le había dicho a Elena recientemente.

En resumen, Helen planeaba conseguir un afrodisíaco con la ayuda de Sarah. La segunda carta especificaba sobre cómo se las arreglaron para hacerlo. El plan era tan descarado que parecía ridículo, pero si funcionaba, Helen conseguiría los resultados que deseaba.

Elena consideró que dichas cartas no eran una trampa. El contexto encajaba, y no había ninguna razón por la que Helen se beneficiara al informarle sobre ello. Aún así, no podía llegar a una conclusión sola.

—Voy a tener que investigar yo misma para ver si lo que dice es verdad.

—Sí, también creo que usted debería hacerlo.

—Debe haber sido difícil ignorar la carta que Tilda te envió.

—No. Es cierto que la situación de Tilda es lamentable, pero… yo no puedo traicionarla, mi señora.

Elena sonrió ante la respuesta leal de Mary.

—Gracias.

Elena mantenía a Mary con ella porque sabía que tenía un buen corazón, pero siempre le preocupaba que fuera débil y que otros pudieran influenciarla con facilidad. La mucama había madurado un poco sin que se diera cuenta. Para Elena, Mary ahora lucía como una versión joven de su nana.

—Vine al palacio imperial como su sirvienta y es mi deber prestarle mi fuerza.

—Si resulta cierto lo que dice esta carta, sacaré a Tilda de la casa Selby.

—¿D-De verdad?

Era obvio que Mary sentía pena por Tilda. Elena le ofreció una leve sonrisa.

—Por supuesto. ¿Cuándo me has visto mentir?

—No, usted no mentiría, Su Alteza. ¡Muchas gracias!

—Luego puedes decirle a Tilda que todo fue gracias a ti, Mary.

—Sí, Tilda estará muy agradecida cuando escuche esto.

—Hasta que no haya confirmado que el contenido de las cartas es real, no puedes decirle a nadie sobre esto, ¿entendido?

—¡Sí, Su Alteza! —respondió Mary con entusiasmo.

Elena se puso a planificar de inmediato. No hacía mucho que había pactado un acuerdo con Log para unir fuerzas, y esta sería la oportunidad perfecta para probar el poder de su líder Astar. Por lo general, Elena se comunicaba de forma periódica con ellos, pero sabía qué hacer cuando necesitara ayuda de inmediato.

Elena se volvió hacia la sirvienta.

—Mary, necesito que hagas algo.

—Cualquier cosa, Su Alteza.

—Ve al mercado y busca la tienda Nei. Quiero que encuentres a un hombre llamado Isaac y lo traigas al palacio imperial.

—¿Un hombre llamado Isaac?

—Sí. Si le dices que yo te envié, lo sabrá. Infórmale que quiero flores de primavera.

—Ya veo.

Mary asintió. Era una orden extraña, pero no dudaba de Elena. Por el contrario, que le enconmendara esa tarea significaba que su señora confiaba en ella.

Con Astar de su lado, había un poder único disponible para Elena. Pensó que sería una ocasión ideal para ver sus habilidades y decidir cómo usarlas en el futuro. Volvió a mirar la carta de Tilda.

Si lady Selby consiguió un afrodisíaco, no puedo dejar que lo utilice.

Elena imaginó lo que ocurriría si el plan de Helen tuviera éxito y terminaba pasando una noche apasionada con Carlisle. Un destello asesino de color rojo brillo en sus ojos. Quizás algún día, dependiendo de sus necesidades, habría una segunda esposa, pero… todavía no…

Aún no…

♦ ♦ ♦

Al día siguiente, Mary encontró al hombre llamado Isaac en la tienda Nei, y lo llevó al palacio del príncipe heredero, lejos de cualquier mirada espía. Era el primer encuentro de Elena con Isaac, habiendo ambos escuchado acerca del otro a través de Log. El hombre de modales toscos entró con su habitual paso áspero, pero hizo una reverencia cortés cuando quedó frente a Elena.

—Salve a la princesa heredera. Gloria eterna al Imperio Ruford.

Elena asintió de manera leve hacia Mary.

—Buen trabajo, Mary.

—Sí. Por favor, tenga una conversación cómoda, Su Alteza.

Mary terminó de hablar y se apresuró a salir. No le habían dado ninguna orden de hacerlo, pero Elena sabía que ella cuidaría la entrada para mantener alejada a las personas de los alrededores. Es probable que Isaac también notara la actitud leal de la sirvienta, dado que sus ojos denotaban interés mientras la veía retirarse.

—Por favor, tome asiento —le dijo Elena mientras señalaba el asiento frente a ella.

—Sí, gracias.

Isaac se acomodó en la silla que Elena le ofreció. Su comportamiento había cambiado, y hasta ahora le agradaba su personalidad.

—Ya había escuchado sobre ti, pero este es nuestro primer encuentro.

—Sí. Mi nombre es Isaac Ford. Por favor, siéntase libre de llamarme Isaac.

—Lo haré, Isaac.

—Si no le molesta, ¿puedo preguntar para qué me ha llamado?

Desde que Elena se convirtió en la princesa heredera, más y más personas intentaban obtener su favor. Se impacientaba cuando ellos alargaban la conversación con cumplidos inútiles, pero Isaac iba directo al punto. Su buena impresión sobre él aumentó un poco más.

—Creo que sería mucho más rápido para ti si primero lees esta carta.

Ella le mostró la carta de Tilda, la cual Isaac aceptó. Después de leerla rápidamente, comentó:

—¿Quiere que investigue los medios que utilizó para comprar el afrodisíaco?

Elena parpadeó sorprendida. En muy poco tiempo, había descubierto con exactitud lo que ella quería. Isaac resultó ser mucho más capaz de lo que supuso.

—Sí. Si es verdad que ella consiguió un afrodisíaco, entonces necesito prueba de ello.

—Muy bien. Lo averiguaré y le haré saber de inmediato.

—¿Cuándo podrás hacerlo?

—Creo que puedo traerle los resultados exactos en tres días.

Elena estaba impresionada de que pudiera hacerlo en tan poco tiempo, por lo que lo miró con satisfacción.

—Parece que Astar tiene una red de inteligencia bastante rápida en el Imperio Ruford.

—Bueno, hemos estado apuntando al Imperio Ruford por mucho tiempo. Es difícil intervenir debido a la intensa lucha entre las facciones, pero una vez que empiezas a cavar, puedes conseguir mucho dinero.

Isaac imitó una moneda de oro al hacer un círculo con sus dedos. Era un poco rudo hacerlo frente a la princesa heredera, pero Elena no se ofendió en absoluto. De hecho, le agradó que fuera honesto acerca de sus motivaciones. Ella le devolvió la sonrisa.

—Si considero que tu trabajo es satisfactorio, me aseguraré de hacer que valga la pena tu tiempo.

—Oh, es bueno oírlo.

Isaac sonrió de manera amplia, mostrando sus dientes blancos. Tenían un propósito claro en su relación, y Elena no tendría que perder tiempo en divagaciones sin sentido.

—Entonces, veamos qué puede hacer Astar por mí.

—Bueno, estaré muy ocupado. Escribiré un informe y se lo enviaré.

—Muy bien. Mientras te encargas de eso, te pido una cosa más.

Al terminar de hablar, le entregó un sobre sencillo que había preparado con antelación. No tenía un sello real, e Isaac lo aceptó al instante con una mirada inquisitiva.

—¿Qué es esto?

—Es una carta para lady Jenner. Entrégasela en secreto.

Sarah Jenner.

Provenía del sur y era la amiga más íntima de Helen, así como su ayudante. Sarah también era parte del plan del afrodisíaco, y Elena podría atraparla y castigarla de igual manera. Sin embargo, tenía planes diferentes para ella.

—¿Esta carta? —Isaac dio vuelta al sobre con curiosidad. No era una tarea fácil entregarle una carta a un noble sin que nadie más lo supiera. Además, ya había leído la carta de Tilda y sabía que Sarah estaba involucrada en el plan. ¿Qué demonios tendría Elena que decirle a ella? La curiosidad lo superó—. ¿Puedo preguntar qué dice esta carta?

—No hay necesidad de decírtelo, pero lo descubrirás pronto.

Elena parecía querer mantener sus cartas en reserva. Isaac asintió con pesar, lamiendo sus labios. La segunda tarea no sería fácil, pero tampoco sería tan difícil como encontrar pistas acerca del afrodisíaco.

—También me haré responsable de esto.

Isaac se levantó de su asiento e hizo una reverencia.

—Tres días, no llegues tarde —le dijo Elena en voz baja como advertencia.

La cabeza de Isaac se alzó de forma brusca hacia el hermoso rostro de la mujer que tenía delante. Aunque fue él quien fijó el plazo, sabía que no cumplirlo traería graves consecuencias.

Debo apresurarme.

Isaac supo a primera vista que Elena era una mujer formidable.

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