Dama Caballero – Capítulo 99: Esta noche lo haremos

Traducido por Kiara

Editado por Gia


Elena pasó varios días reflexionando sobre qué hacer.

Había recibido una clara confesión de parte de Carlisle, pero ella no le había dado lo mismo a cambio. Puede que él ya tuviera alguna idea del sentir de Elena, pero había una gran diferencia entre las palabras sinceras de él y las ambiguas de ella. Ahora, sin importar lo vergonzoso que pudiera ser decirle sobre sus sentimientos, ella no quería permanecer en ese estado mal definido. Elena quería darle una confesión igual de sincera.

—¿Dónde podría ser el lugar adecuado?

Quería ir a algún lugar con un poco más de ambiente para impresionar a Carlisle. Se preguntó qué expresión haría después de que ella le confesara que también lo quería.

Desde que regresó al pasado, Elena solo se había centrado en derrotar a Paveluc, sin pensar mucho en lo que haría después. Claro, hasta ahora. Una vez que Carlisle se convirtiera en emperador y se eliminaran las amenazas, se imaginaba viviendo una vida feliz a su lado. Al principio, había visto su relación como un tema contractual, pero luego se convirtió en algo más, y cuando finalmente se dio cuenta de los sentimientos de su corazón, prometió quedarse con Carlisle hasta que ya no la necesitara. Ahora que sabía que sus deseos estaban alineados, no había necesidad de más divergencias.

¿Está bien sentir esto?

Aún no había arreglado nada. La emperatriz Ofelia y Paveluc todavía estaban vivos y tenían la vista puesta en el trono. Sin embargo, Elena no quería posponer más el ser honesta con Carlisle.

Te amo de la misma manera, así pensaba responderle.

Después de un momento de vacilación, Elena se armó de valor y decidió hablar:

—Caril…

Carlisle, quien había estado comiendo en silencio frente a Elena, levantó la cabeza para mirarla.

No hace mucho, Elena no comprendía qué significaba aquella llama que visualizaba en esos fríos ojos azules. Sin embargo, ahora lo sabía. El calor apasionado que se guardaba en estos estaba reservado solo para ella, un recordatorio de que su corazón era suyo.

—¿Tienes tiempo esta noche?

—¿Por qué? —preguntó él con curiosidad.

—Me preguntaste antes si quería salir y tomar un poco de aire puro. Ha pasado mucho tiempo… Me gustaría hacerlo.

—Muy bien. ¿Hay algún sitio en particular al que quisieras ir o algo que prefieras hacer?

—No, pero arreglaré el horario para que no tengas que preocuparte por eso.

Las palabras de Elena tomaron a Carlisle por sorpresa.

—¿Lo harás tú misma, esposa mía? —preguntó levemente sorprendido.

—Sí, si es que me lo permites, claro.

—No puedo objetar a nada de lo que quieras.

Carlisle le ofreció una sonrisa amable. En el pasado, Elena pensaba que él solía regalar esas sonrisas a otras mujeres, y se regañaba a sí misma por albergar fantasías innecesarias, pero en realidad solo sonreía de esa manera para ella.

El corazón de Elena comenzó a latir con fuerza de nuevo. Hoy en día, el solo mirar a Carlisle provocaba que su corazón se alterara, como si tuviera algún tipo de enfermedad. Estaba avergonzada de no poder expresar esos sentimientos incontrolables, por lo que bajó la mirada rápidamente, esperando que Carlisle no notara el calor en su rostro. Cortó la comida de forma metódica y se la llevó a la boca.

—¿Tienes algo planeado? —preguntó Carlisle luego de estudiarla en silencio por un momento.

—¿Qué?

—No quisiera retirarme, ya que te ves hermosa cuando comes.

Elena se atragantó con la comida. Últimamente, Carlisle se portaba cada vez más seductor, y ella no sabía cómo reaccionar ahora que tenía en claro que él no estaba actuando. En el pasado, sus palabras las dejaba de lado, pero ahora se había vuelto hiperconsciente de todos los que los rodeaban. No estaba acostumbrada a recibir tanto cariño.

—De ahora en adelante, tienes prohibido decir que soy hermosa —expresó Elena con sus mejillas sonrojadas.

—¿Por qué?

Carlisle miró a Elena confundido.

—Si sigues diciendo eso… no creo que mi corazón pueda soportarlo. —Se mordió el labio y tragó el nudo que se le había formado en la garganta. Luego continuó con una voz cortante—: Así que, por favor, detente.

Carlisle sonrió al ver el rostro enrojecido de Elena.

—Mi esposa es la mujer más hermosa del continente —intensificó él aún más. Fijó su penetrante mirada y continuó en voz baja—: Espero con ansias la cita de esta noche.

Siempre tuvo una vena traviesa, pero ahora Elena se sentía atraída hacia esta, como una polilla hacia la luz. Lo que era aún peor.

♦ ♦ ♦

Después de compartir la comida con Carlisle, Elena se mantuvo ocupada con los preparativos. Él le había dicho que estaba libre esa noche, pero ella entendía mejor que nadie que encontrar tiempo libre en el exigente horario del príncipe heredero era inusual. No tendría otra oportunidad como la de ahora, por lo que estaba decidida a confesar sus sentimientos esta noche.

Elena solicitó nuevamente los servicios de Isaac, quien llegó al palacio con una caja, la cual contenía un anillo.

—Por favor, contémplelo. Este es un anillo hecho con el rubí más fino, tal como lo ordenó, Su Alteza.

Ella asintió mientras inspeccionaba el anillo. Como era una joya para un hombre, su diseño enfatizaba la simplicidad más que el glamour. No había otras gemas además de la brillante joya roja engastada en el centro, pero el anillo en sí estaba hecho de platino y era de una factura excepcional.

—Es exactamente lo que quería. Es perfecto.

Quería darle a Carlisle un regalo tan sincero como cuando él le había obsequiado el anillo de cuentas azules. Tenía manos masculinas, pero aun así eran grandes y bonitas. Quería ver un anillo en uno de esos elegantes dedos, para así marcarlo como suyo.

Nunca soñé que le daría este tipo de regalos, ni siquiera ahora que ya estamos casados…

Los matrimonios imperiales no implicaban el intercambio de anillos como lo hacían los matrimonios comunes. En el estilo de vida imperial, innumerables joyas iban y venían, y un solo objeto se consideraba insuficiente como expresión de amor. Se esperaba que las mujeres usaran diferentes joyas en cada reunión social, y cuantas más joyas tenía una dama, más alto era su estatus.

Por supuesto, habían otras formas de dar muestras de amor, pero como Carlisle y Elena tenían un contrato, no tenían la necesidad de hacerlo. Ya demostraban su amor públicamente, y no había razón para dar un regalo sin que nadie supiera. Sin embargo, ahora era diferente, debido a que su relación había evolucionado mucho más allá de lo superficial.

Isaac miró con curiosidad la cálida expresión de Elena mientras le daba la vuelta al anillo en sus manos.

—Me complace que le guste, pero, ¿puedo preguntar por qué solicitó nuestros servicios en lugar de ordenarlo directamente a través de la casa imperial?

—Es una sorpresa. Si lo ordenaba a través de la casa imperial, era probable que el destinatario se hubiera enterado —explicó Elena tranquilamente, debido a que no había razón para ocultarlo.

—Ah… ¿es un regalo para el príncipe heredero?

—Sí, es para mi esposo.

Elena hizo una pausa después de responder a la pregunta.

Esposo…

La palabra llenó de calidez su corazón.

—Gracias, Isaac.

—De nada. Avíseme cuando me necesite nuevamente. —Como ya había cumplido con su deber, se levantó de su asiento e hizo una reverencia. Sin embargo, repentinamente se detuvo y observó a Elena—. Ah, Su Alteza. —Elena lo miró y notó que Isaac tenía una expresión peculiar en su rostro—. Dijo que averiguaría más tarde de qué se trataba la carta enviada a lady Jenner.

—Sí, eso dije.

—Suponiendo que la situación haya ido como lo planeó, creo que puedo adivinar lo que escribió. —Elena se sorprendió de que Isaac todavía tuviera curiosidad al respecto. ¿Qué iba a decir? Había un brillo de interés en sus ojos, e Isaac se inclinó aún más ante ella—. Estoy impresionado. Personalmente, creo que tomó la mejor decisión que pudo ante esa situación.

La oportunidad de eliminar a un enemigo no siempre llegaba, pero Elena había optado por poner a Sarah de su lado, a pesar de que nunca habían estado en buenos términos. Con el juicio más sobrio, Elena hizo que la situación le fuera favorable. Era mucho más difícil aceptar a un enemigo como aliado que derrotarlo, e Isaac tuvo que admitir que Log tenía buenos instintos. Sentía mucha curiosidad sobre el próximo movimiento de Elena.

Actualmente, el Imperio Ruford está dividido en dos facciones, el emperador y la emperatriz. Excluyéndolos, el gran duque Lunen y el príncipe heredero Carlisle son quienes atraen la mayor atención. Sin embargo, de alguna manera… creo que mi corazón está con la princesa heredera, pensó Isaac.

Solo se habían visto en dos oportunidades; sin embargo, a pesar de eso, Isaac se sintió inexplicablemente atraído por el personaje de Elena. Tenía el tipo de liderazgo en el que uno confiaría y la seguiría hasta el final.

La princesa le mostró una sonrisa.

—Gracias por el cumplido. Por favor, ocúpate de mis futuras solicitudes.

—Sí, Su Alteza.

Isaac se inclinó profundamente una vez más. A criterio suyo, si el juicio de Elena seguía siendo tan perspicaz como hasta ahora, Astar podría obtener aún más ventaja de la esperada.

Por alguna razón, creyó en su corazonada.

♦ ♦ ♦

Cuando Carlisle y Elena salieron a pasear en la noche, un espía, plantado en el palacio, le dio inmediatamente la noticia al marqués Selby.

«El príncipe heredero y su esposa han salido».

—Esta noche mataremos al príncipe heredero.

El rostro del viejo mayordomo, quien había estado durante mucho tiempo al servicio del marqués Selby, se llenó de pavor después de escuchar aquellas palabras. Esa decisión podría traer la ruina a la familia.

—Mi señor, ¿está seguro de que quiere hacer esto?

—Ya he tomado una decisión.

La acusación de asesinato contra Helen era demasiado grave. Aunque solo ella fuera castigada, lo más probable era que afectara también al marqués. Además, los partidarios del príncipe heredero ya estaban mostrando signos de mantenerse alejados de la familia Selby.

En el posible caso de que el marqués Oswald lograra mantener viva a la familia y encontrara a un sucesor entre sus otros parientes, aún así no quería apoyar al príncipe heredero. Habían cruzado un puente que nunca podrían volver a usar, y el marqués terminó jurandole lealtad solo a la emperatriz. Su posición había sido neutral antes, pero ahora quería más que nadie que Redfield se convirtiera en emperador.

Se encontraba acorralado y no le quedaba más opción que aceptar la oferta de la emperatriz antes de que fuera demasiado tarde. Si mataba con éxito al príncipe heredero, la familia Selby ascendería a la cima, y Helen podría ser liberada de la prisión.

El mayordomo lo miró con ansiedad.

—Si sale mal, las consecuencias serán aún más graves, mi señor.

Sin embargo, el marqués permaneció seguro de su decisión.

—No saldrá mal. —Todavía estaba vivo y tenía una gran cantidad de soldados, los cuales se movían clandestinamente. Seleccionó solo a los mejores para formar una unidad secreta y contrató a asesinos adicionales con el dinero que le dio la emperatriz. Y así, docenas de hombres aguardaban la orden de cortarle el cuello a Carlisle. Había un brillo de locura en los ojos del marqués Oswald—. No puedo fallar.

El mayordomo seguía preocupado, pero no estaba en condiciones de oponerse a la decisión de su amo, por lo que no le quedaba más que hacer una profunda reverencia.

—Entiendo. Me prepararé para lo que necesite.

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