El Sentido Común de la Hija del Duque – Capítulo 214: Madre

Traducido por Shisai

Editado por Meli


—Guerra… Madre, ¿estás segura de esto?

La mirada consternada de Iris hacía que mi corazón se sintiera intranquilo.

Lo cual me hizo recordar cómo llegué a esta situación.

♦ ♦ ♦

—He-Hey… es su turno de nuevo.

—Esa mujer, ¿cuánto tiempo planea pelear?

Había mucho ruido.

Pensé en voz alta:

—¿Estaba Iris actualmente en su propio campo de batalla?, ¿qué estaba haciendo ella ahora?

Las reuniones de Ellia, el marqués y sus aliados no eran tan importantes. Y, sin embargo, había sido lo suficientemente desalmada como para enviarla de todos modos. Sentí náuseas.

—Uf… —Suspiré para calmarme y enviar energía a cada rincón de mi cuerpo.

Entonces, hubo silencio.

¿Dónde se había ido todo el ruido de hace un momento…?, pensé.

El ambiente se tensó y sentí todas las miradas sobre mí. Pero no me importó, mis sentidos estaban atentos en la pelea.

En este estado, siento que puedo hacer lo que sea. Esta sensación es la mejor de todas.

Los hombres frente a mí estaban confundidos. Dudaban antes de atacar.

Mi preocupación por Iris me había hecho sentir enferma, no podía pensar en nada más. En consecuencia, mi esposo sugirió que saliera a entrenar para relajarme. Así que vine a practicar en los terrenos del marqués Anderson, en la villa que tenía cerca de la capital real.

De hecho, aunque solo era entrenamiento, poder pelear me ayudó a calmarme.

Sostener la espada de entrenamiento durante tanto tiempo hizo que pareciera real.

Me conocía bien, e hizo que me enamorara de él de nuevo.

—¡Comiencen! —gritó el árbitro. Mi atención regresó a la pelea.

Cuanto más me enfocaba, más sentía como si me hundiera en las profundidades del mar… Como si estuviera en un mundo separado de la realidad.

Entre más profundo iba, más tranquilo se volvía el mundo.

Mis sentidos se aguzaron. Fui totalmente consciente de mis músculos, sus movimientos, velocidad y límites. Todo estaba bajo mi control.

Sabía de dónde vendrían los ataques, qué tan rápido podría reaccionar y qué movimiento usar contra ellos.

Podía ver el tiempo y leer el futuro. Y prepararme para ello.

¡Ah! Se sintió tan bien, pensé para mis adentros.

Antes de darme cuenta, todos los que me habían enfrentado ahora estaban en el suelo.

Aunque no fue suficiente para satisfacerme. Seguía sintiendo una molestia en mi pecho.

—Oye, la forma en que se movía… ¿Viste eso?

—Maldición… ¿Quién es esa?

Escuché un sinfín de murmullos. Los ignoré y me alejé mientras me regodeaba en mi victoria.

—Había algo espeluznante en eso.

Levanté la vista cuando escuché una voz familiar. Era Shure, uno de los mejores soldados del marqués Anderson.

Había vigilado mis entrenamientos desde que era muy joven. Y era una de las pocas personas que sabía que yo era la hija del marqués Anderson y también la esposa del duque de Armelia.

—Kreuz dice que has «comenzado a regresar».

—Sólo practico para evitar que mi cuerpo se deteriore.

Realmente me esforzaba, sin embargo, no era tan exigente como cuando era joven.

—Sería vergonzoso que dijeran que me he relajado en exceso.

—No, no, no… Uh, bueno… dijo que pasaste de ser un monstruo a tener una fuerza monstruosa. Nadie se atrevería a decir que te lo tomas a la ligera.

Ante las honestas palabras de Shure, mi pánico se disipó y no pude evitar reír.

—¿Un monstruo? No me importaría serlo si con eso puedo proteger lo que es importante para mí.

—¿Te refieres al duque? —preguntó en voz baja, sorprendiéndome, pero asentí con franqueza.

El ataque era un secreto, sin embargo, como mi padre estaba al tanto no era extraño que su guardia lo supiera.

—Me he acostumbrado demasiado a la paz, pero nunca se sabe cuándo se verá amenazada.

—No tiene sentido preocuparse por lo que podría suceder. Eres competente y obtienes resultados. Bueno, creo que fue un gran error derrotar a todas esas personas.

—Sí, lo siento por eso. Estaba tan enojada… y…

Sus palabras me hirieron. Estaba realmente arrepentida.

—¡Si se tratara de alguien más, lo habría alabado! Pero era normal que pudieras hacer eso. Mataste a los atacantes en un instante. Estoy seguro de que habrían hablado si hubieras dejado uno o dos. No hay forma de que no te temieran después de verte pelear.

—Eso es verdad.

—No tienes por qué deprimirte. Simplemente significa que eres fuerte. Todavía me dan escalofríos sólo de pensarlo. Recordando la forma en que peleaste —dijo con una sonrisa.

Probablemente tenía la misma expresión en este momento.

Shure había peleado bajo mis órdenes en el campo de batalla. Conocía bien mi verdadera forma de combate.

Sí.

Necesito recuperar esas emociones. No debo olvidar lo que sentí en ese entonces, me dije.

Pero en todo caso, me sentí fortalecida por su aliento.

—Señor Shure, ahora que los combates con el ejército han terminado, me gustaría pelear con los hombres del marqués Anderson a continuación, si eso está bien.

—¿Eh? ¡Oh, espera un momento! Melli… quiero decir, Mel. Has estado luchando todo el día, ¿no? ¿Por qué no descansas un poco?

Por alguna razón, Shure de repente parecía agitado.

Los ya distantes soldados del marqués Anderson se alejaron aún más después de escucharlo, ¿lo imaginé?.

—Esto es bastante natural para mí.

No esperaba que él reaccionara así.

Después de todo, él sabía cuánto solía entrenar.

No sólo no era fuera de lo común esta cantidad, sino que probablemente entrené aún más en ese entonces.

—Sí, eso es verdad… —Shure miró a su alrededor con nerviosismo. Los hombres del marqués Anderson retrocedieron más.

Entonces, no era mi imaginación después de todo.

Bueno, ¿qué puedo hacer al respecto?

—Oh, Mel. Estabas entrenando aquí después de todo.

Papá apareció.

Esto no era extraño, al final, estaba entrenando en su casa. Cuando llegué no lo vi porque había salido por unos negocios.

—Sí. Estoy aprovechando la amable hospitalidad del general… Aquí hay muchos soldados fuertes que entrenaron bajo su mando.

Traté de hablar como lo haría una mujer común. Como «Mel», y no lady Mellis.

—Ya veo. Me gustaría hablar contigo. ¿Vendrías conmigo?

—Muy bien. Por favor, discúlpeme entonces.

Una vez que estuve en la habitación de mi padre, me quité la máscara de «Mel».

—¿No deberías volver a la mansión hoy?

—Incluso si estoy allí, no puedo quedarme quieta fácilmente ya que estoy muy preocupada por Iris. Por eso Louis sugirió que saliera a entrenar para tranquilizar un poco mi mente.

Uf… suspiré de alivio en mi interior sin saberlo.

—¿Y cómo está Louis?

—Se ha recuperado bastante en comparación a como se encontraba antes. Por un momento estuvimos muy preocupados.

—Bueno, siempre y cuando las cosas estén mejor ahora.

—Sí, tienes razón. —Me reí ante el comentario de mi padre.

—Y tengo un informe para ti. El segundo príncipe Edward, y los de la casa del marqués Maelia han sido detenidos.

—Así que el príncipe Alfred finalmente ha ganado.

Estaba tan aliviada que toda la tensión parecía abandonar mi cuerpo.

Supongo que mi mente realmente estaba tensa.

De hecho, estaba empezando a sentirme mareada y me senté en una silla.

—Hmm. Él pondrá de inmediato su energía para ahora estabilizar el país. Los asuntos relacionados con cada uno de los territorios deberán decidirse más tarde, pero ya hay personal capacitado trabajando en el palacio en asuntos estatales. Realmente no conozco los detalles pero según Louis, Su Alteza ya estaba resolviendo el tema.

—Aparentemente, sí. Sin embargo, el príncipe Edward y el marqués Maelia fueron un gran obstáculo. Por lo que se vio forzado a trabajar tras bastidores, pero ahora que no tiene adversarios podrá actuar libremente y emplear su poder al máximo.

—Espero que demuestre su capacidad al resolver todo rápidamente y con el menor daño posible.

—Sobre ese país, ¿ha cambiado algo? —pregunté por curiosidad. Padre frunció el ceño.

—¿Le has preguntado a Louis al respecto?

—Sí. Sin embargo, no me lo dijo muy claramente. Por cierto, incluso Iris ya sabe la verdad.

—Iris… Es un pequeño problema cuando las personas son demasiado inteligentes.

—Sí. Le dije a Dida, Ryle y Tanya que protejan a esa niña más que nunca. Sospecho que ese país fue el que atacó y es probable que ella esté en peligro.

—¿Estás segura?

—Es mi intuición. Si bien simularon ser bandidos, estaban muy organizados y reconocí su técnica al luchar porque me he enfrentado a ellos antes. No puedo afirmar si fue ese país, el marqués Maelia o el príncipe Edward quien planeó el atentado pero, los oponentes a vencer eran el príncipe Alfred, mi esposo e incluso tú.

—Ya veo. Sí, creo que sería bueno recordarles a esos tres.

—Iré contigo —dije esto con una voz deliberadamente tranquila, pero los ojos de mi padre se abrieron de par en par.

¿Era realmente tan sorprendente…?, me pregunté.

Me inquietó su reacción.

Nos miramos el uno al otro por un tiempo, pero eventualmente, suspiró.

—Supongo que es lo mejor. Casi no hay nadie que pueda igualarte de todos modos y deberías poder moverte según lo requiera la situación durante la pelea… Pero, Melli, ¿puedo preguntarte una cosa?

—¿Qué sucede?

—¿Por qué no les enseñaste a Iris y a Berne a pelear?

Me reí de la pregunta.

—Una de las razones fue porque no lo deseaban… No perseverarían ni se harían fuertes en el verdadero sentido de la palabra.

Probablemente… habría sido muy estricta si hubiese supervisado su entrenamiento.

Esto se debía a mi fuerte voluntad, la cual me había puesto en el mismo ambiente hostil en el pasado.

En cuanto a lo duro que fue… Bueno, Shure, los soldados del marqués Anderson, los subordinados de Kreuz y mi padre lo habrían llamado «locura».

Y era natural usar esos mismos estándares cuando me pusiese en el rol de instructor.

—Y también se debió a mis propios deseos egoístas —dije mientras buscaba las palabras correctas. Era extraño que hablara acerca de mi pasado estos últimos días—. Tomé una espada para vengarme. Y cuando ese deseo no se hizo realidad, deseé que nadie más sintiera ese odio después de perder a alguien que intentaron proteger. Mis hijos tienen una existencia pacífica, no había necesidad  de que tomaran una espada. Además, no saben sobre mi odio, el deseo de quitarme la vida ni la sangre que derramé. Consideré más importante que aprendieran y crecieran como miembros de la familia del duque Armelia.

—En otras palabras, ¿no querías que lo hicieran?

—Je, je, je… Sí. Sin embargo, como acabo de decir… si realmente hubieran querido aprender a luchar, desde el fondo de sus corazones, entonces les habría enseñado.

—Ya veo.

—Bueno, al final… aunque sus manos no tocarán sangre directamente, todavía tendrán que soportar el mismo peso en sus propias posiciones, creo.

—Es verdad.

Padre se rió con ironía ante esto.

—Me iré ahora. Padre, gracias por contarme sobre la victoria del príncipe Alfred e Iris.

—Sí. Bueno… ten cuidado en tu camino de regreso.

—Lo haré.

Shisai
Punto de vista de la madre de Iris, recuerden que también trabajamos la novela sobre la madre de Iris aquí en el Reino de Kovel

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