Espada y Vestido – Capitulo 4 (3): Parfait de chocolate

Traducido por Shaey

Editado por Shiro


Sus gritos me dejaron sin palabras. Me mordí los labios y pensé por un momento. Tenía razón. Si todavía me encontrara en el pasado, ambos seríamos capitanes, por lo que tendríamos muchas conexiones y respaldo, y seríamos poseedores de habilidades notables, pero yo era más atractiva, así que sería mi victoria. Pero, todo lo que tengo ahora es mi buena apariencia, y en otros aspectos estoy muy por debajo en comparación a él. A pesar de ser la hija mayor de la familia de un conde, mis conexiones con casas de gran poder son inexistentes. Al menos, mi cara puede considerarse como hermosa, pero no se puede decir que sea la más hermosa. No importa cuán conflictuada esté ahora mismo… no hay duda de que el capitán Jullius es quien ha sufrido una pérdida. ¡Esto es realmente injusto! ¡¡Arghh, maldita sea!!

¡Si fuera en el pasado, mucha gente diría que yo fui la que sufrió pérdidas!

Ahora sólo tengo a Sofía a mi lado. Oh, claro, ¡Sofía dijo que yo era la que estaba en una posición desventajosa!

—A decir verdad, el capitán Julius tampoco sería un buen marido.

Ella dijo antes que el capitán Jullius era una persona extraña.

Al escuchar mis palabras, los ojos rojos de Clauen me miraron con frialdad.

—¿Qué quieres decir? ¡No hay nada malo con el capitán!

—Ermm… eso…

¿Qué más mencionó Sofía sobre él?

—Primero, hay muchos malos rumores sobre él.

—¡Esos son rumores sin fundamento! ¡Son completamente absurdos!

—Y… ¡oh, claro! ¡También me dio una comida que ya había probado! ¡Eso es realmente presuntuoso!

Perdóneme, capitán Jullius. Pero la mitad de las razones por las que esto está sucediendo es a causa de su propio subordinado.

Clauen se sorprendió cuando le dije que me había dado comida que ya había probado.

—El capitán debe haberlo hecho con buenas intenciones…

—¡Eso sigue siendo una falta de respeto! Aparte de eso, el capitán Jullius también le dio una espada larga a una dama. ¡Mi criada incluso se preguntó si el capitán era un hombre inculto!

De hecho, yo misma elegí esa espada. Capitán Jullius, una vez más, por favor, perdóneme. En el futuro, robaría cualquier decoración valiosa dentro de la mansión y la vendería, sólo para luego usar el dinero para invitarle comidas sabrosas. Después de enumerar algunos de sus comportamientos irrespetuosos, Clauen se veía abatido.

—Puedes usar una espada larga, ¿no? En ese momento parecías ser hábil con el manejo de la espada cuando usabas Calitus.

—Sé cómo usar una espada, pero, aun así, regalarla a una dama no es algo apropiado.

Sofía me lo dijo.

A Clauen sólo le quedó dejar salir un largo aliento con una mano en la frente.

—Por todas las cosas que hizo en el pasado… me disculpo en su nombre.

—Está bien. Realmente no me importa.

Oh, Dios, realmente me siento culpable. Capitán Jullius, me disculpo sinceramente con usted. Nunca consideré impropias las cosas que ha hecho por mí. ¡Sé que es una muy buena persona! Todo esto sucedió porque ese mocoso de Clauen actuó como una mamá gallina. Debí haberle dado una paliza en ese momento.

Mientras me sentía mal por haber agraviado al capitán Jullius, el joven tenía una expresión sombría en su rostro.

—En cualquier caso, tu comportamiento de ahora fue mucho más grosero que cualquier cosa que el capitán Jullius haya podido hacer.

—Lo hice porque estoy preocupado por el capitán…

—¿Alguna vez el capitán Jullius te pidió que te preocuparas por este asunto? ¡Ah, olvídalo! ¡Se lo preguntaré directamente! ¡Capitán!

—¡Señorita Epheria! ¡Espere!

Un líder debe responsabilizarse por los errores de sus subordinados. Aparté las manos a ese mocoso cuando iba saliendo de la habitación. Abrí la puerta de una patada y me fui rápidamente a la habitación de al lado.

—¡Capitán Jullius! ¡Su subordinado me está acosando!

—¡Capitán! ¡Eso no es cierto!

¿Qué ha dicho? ¡¿Así que este imbécil no admitirá su culpa?! Le di una patada con los talones y luego miré dentro de la habitación. Lo había imaginado, el capitán Jullius no estaba aquí. ¿Todavía se estaba bañando? ¿Dónde está bañándose…?

—¡Tú, mujer! ¡¿Dónde crees que vas a ir?!

Este maldito mocoso me impidió salir de la habitación con todas sus fuerzas, bloqueando completamente la puerta. Será difícil salir de la habitación, su habilidad tampoco debía ser subestimada. Puse las dos manos en la cintura y levanté la barbilla cuando estaba hablando con él.

—¿Dónde más podría ser aparte de al baño?

—El capitán sigue bañándose ahora mismo.

—Yo también lo sé.

—¿Comprendes lo que significa? ¡No lleva nada ahora mismo!

—Ya estoy acostumbrada a verlo. No hay necesidad de sorprenderse tanto.

¡De todas formas solía ver hombres desnudos en el pasado! Uhm, pero sólo vi la parte inferior del hombre una vez y eso fue en una casa de baños. En ese momento, el hombre gritó y escapó dentro de la casa de baños completamente desnudo. Además, cuando alguien se empapaba dentro de la bañera, ¿no estaba la mitad de su cuerpo dentro del agua? Entonces, no había ningún problema, ¿verdad? La boca del mocoso se abrió mucho después de escuchar mis palabras. Al siguiente momento, tartamudeaba mientras intentaba decirme algo. Era como si mi confesión lo hubiese dejado atónito.

—A-Actualmente, cuándo… ¿Eh? No. El capitán no es ese tipo de persona… ¿no se conocieron ambos ayer…? J-Justo ahora estabas mintiendo, ¡¿verdad?!

—No.

Realmente he visto muchos hombres desnudos en el pasado. Especialmente bajo el sol abrasador durante el verano, casi la mitad del Escuadrón de Caballeros Santos no se ponía camisa. Sólo porque no quería verlo, no significaba que pudiera evitarlo. Después de escuchar mi honesta respuesta, Clauen se cubrió la cara con las dos manos y actuó como un actor en un trágico drama.

—¿Cómo pudo pasar esto…?

¿Qué le pasa a este mocoso? Sabía con seguridad que era inaceptable que un hombre viera a una mujer desnuda. Pero no debería ser así cuando es al revés, ¿verdad? Mi asistente nunca mencionó nada de eso. De repente, Clauen me miró con furia, ojos inyectados de sangre, y gritó:

—¡Después de todo lo dicho y hecho, la señorita debe hacerse responsable del capitán!

—¿Ah? ¿Hacerme responsable de qué?

—La señorita ha «devorado» ya a nuestro inocente capitán, ¡por supuesto que debe hacerse responsable de él!

No entendía lo que decía. ¿Cuándo me he comido al capitán Julius? Hmm, hasta ahora sólo me había dado algo de comida, pero nunca lo he «devorado». Además, es ilegal consumir carne humana. ¿Por qué este mocoso me acusó de haberme «devorado» al capitán Jullius? ¿Se había vuelto loco?

—Le agradecería me lo explicara en detalle.

—Este… Capitán Jullius.

—¿Qué?

El capitán Jullius apareció justo detrás de Clauen, su rostro molesto indicaba que quería que lo dejara pasar para poder finalmente dormir.

El mocoso se sorprendió y movió su cuerpo a un lado.

—¡Este bastardo me ha estado acosando mientras decía todo tipo de tonterías! —exclamé al capitán con voz agraviada.

Parece estar loco, por lo que necesito que el capitán Jullius, como su superior, lo dirija.

—¡No lo hice!

El mocoso lo negó inmediatamente. ¿Qué es lo que dijo? ¿Que no lo hizo? ¡Estuviste diciendo todas esas tonterías cuando yo no había hecho nada, fastidiándome siempre! El capitán Jullius entró en la habitación y de un lado a otro, nos miró a mí y a Clauen.

—¿Acosado? ¿Qué quieres decir?

—Acabo de tener una pequeña charla con la señorita Epheria.

—¡Este bastardo me acusó de haberlo devorado!

Clauen saltó donde estaba parado mientras gritaba:

—¡Señorita Epheriaaa!

¿Eres un conejo? ¿Por qué saltaste así? Sus ojos también eran similares a los de un conejo.

El capitán Jullius meditó un rato después de escuchar mis palabras, y luego inclinó su cabeza, luciendo confundido.

—Hasta donde recuerdo, aún no me han devorado.

¿Ves? Yo tampoco recuerdo que haya pasado algo así.

Por alguna razón, la cara de Clauen se enrojeció después de oír hablar al capitán Jullius.

—Ugh, quiero decir… eso… —tartamudeó—. No me refiero al significado literal de «devorar», lo que quiero decir es… «abrazar». Ermm, ¿lo entiende ahora, capitán?

—Recuerdo haberla abrazado.

El capitán Jullius y yo asentimos al mismo tiempo. Me abrazó cuando me llevó a la armería. Pero, ¿cómo podría este mocoso saberlo? ¿Nos espiaba en secreto?

—¿Hice algo malo?

—No es que sea algo malo, pero… ¡Al menos, ambos, deberían dejar pasar un par de meses conociéndose antes de hacerlo! Además, su compromiso sigue en discusión, no ha sido concretado todavía.

—¿Es así? —El capitán Jullius me miró fijamente y luego se inclinó un poco.

—Parece que ofendí a la señorita en ese momento. Lo siento.

—Está bien. Yo también quería de todas formas.

En ese momento, me dolían los pies por los tacones altos. Además, me di cuenta de que es bastante cómodo que me lleve.

Clauen nos miró fijamente con rostro inexpresivo, disculpándonos y perdonándonos el uno al otro, como si su alma hubiera abandonado su cuerpo debido a algún motivo impactante. Hemos admitido nuestras malas acciones, así que, ¿con qué más no estaba satisfecho? Este mocoso era realmente extraño.

—Hah, en serio… parece que los he interrumpido de ida al hotel.

—¿Eh?

—Me voy a despedir ahora. Los dos pueden usar una habitación a su gusto.

No sé qué le hizo sentirse tan insatisfecho que salió de la habitación después de haber abierto la puerta de una patada con rabia.

—¿Qué le pasa?

—Yo tampoco lo sé.

El capitán Jullius se detuvo un momento antes de continuar hablando.

—Bueno, a veces es bastante raro.

—Oh, ya veo.

Resulta que era un loco desde el principio. Ahora lo entiendo.

—Parece que sólo nos han dado esta habitación.

¿Sólo porque estaba de mal humor redujo la habitación que nos dio a una sola habitación? ¡Qué tacaño!

Después de escuchar mis palabras, el capitán Jullius miró la cama.

—No se preocupe. No se acalambrará.

La cama en el medio de la habitación era muy grande, y aunque tres personas durmieran juntas en ella, no se quedaría pequeña.

—No podía solicitarle un camisón para cambiarme cuando sólo nos dejó usar esta habitación, ¿verdad?

Chasqueé mi lengua, mi vestido estará arrugado para cuando vuelva a casa mañana si durmiera sin cambiármelo. Aunque creo que podría desvertirme y dormir con la prenda interior. Al fin y al cabo, ésta no era tan diferente de un camisón de todos modos. ¡Ese mocoso tonto era un tacaño! Nos había arrastrado desde el hotel hasta su casa, ¡eso significa que debería habernos servido bien como a sus huéspedes!

Mientras intentaba no refunfuñar demasiado, me di la vuelta para enfrentarme al capitán Jullius. A diferencia de mí, él llevaba una cómoda camisa de dormir… ¿eh?

—Capitán Jullius.

Inmediatamente me acerqué a él y agarré la solapa delantera de su camisón, lo que expuso parte de su piel. En la superficie de su amplio y bien definido pecho, había multitud de cicatrices evidentes. Sabía que era algo normal para aquellos que a menudo se involucran en batallas que tuvieran algunas cicatrices en sus cuerpos, pero estas eran demasiadas. Además…

Por lo que sabía, el capitán Jullius fue acogido bajo el ala del emperador antes de cumplir los veinte años.

Nadie sabía con precisión su edad real, pero por los rumores que había oído antes, ahora debía tener unos veintitantos años. La familia imperial, al igual que los Caballeros Imperiales oficiales, siempre llevaban más de un sacerdote cuando iban a una conquista. Eso era para que no existieran cicatrices visibles y profundas como estas. Por no mencionar que incluso los caballeros en prácticas eran tratados inmediatamente cuando se lastimaban, así que apenas les quedaban cicatrices en sus cuerpos. Lo más probable era que las cicatrices del capitán Jullius…

Debía tenerlas desde cuando aún era un niño.

Supuse que eran de cuando estaba en la adolescencia temprana o incluso antes que eso. Después de llegar a esa conclusión, mi humor empeoró. Levanté la vista para enfrentar al hombre sin soltar su solapa.

—¿Qué bastardo te hizo esto?

—La mayoría de ellos han muerto.

—Significa que todavía hay algunos por ahí.

Esos locos bastardos que fueron unos perros rastreros al abusar de un niño pequeño, deberían haber sido castigados en nombre de la Diosa. La Diosa estaría más que dispuesta a castigarlos con una sonrisa. Y los que quedan aún con vida deben ser exterminados lo antes posible.

—¿Quiénes son?

Cuando le pregunté, pude ver vacilación en sus pálidos ojos grisáceos similares al color del cielo antes de la lluvia. Justo antes de que caiga la lluvia es mi momento favorito. Bueno, excepto cuando estaba en medio del campamento.

—No puedo decirlo.

—¿Por qué?

—Dijeron, que no debería hablar de mi pasado por descuido.

—Lo mantendré en secreto. —Al ver que seguía sin contestar, añadí—: Lo juro.

No importó lo mucho que intenté convencerlo, aun así, frunció los labios y no dijo nada. Aunque me preocupaba por él, nuestra relación no era lo suficientemente estrecha. Debí haberme rendido, pero por alguna razón despertó mi espíritu inquebrantable. Le solté la solapa y me acerqué a su mano derecha. Mi ayudante me había advertido antes que nunca debería hacer esto, pero no habrá problemas mientras nadie lo sepa.

—Lo juro en el nombre de la Diosa.

—¿La Diosa?

—Sí. Un clérigo perderá instantáneamente sus bendiciones en el momento en que rompa el juramento hecho con el nombre de la Diosa. En resumen, perdería mi poder sagrado si alguna vez violara el juramento. Para un clérigo devoto, perder su poder sagrado es mucho más doloroso que la muerte. Aunque todavía no me he convertido en un clérigo, intenté serlo, así que espero puedan confiar en mí.

Mi asistente en el Escuadrón de Caballeros Santos me había dicho muchas veces que no hiciera un juramento imprudente con el nombre de la Diosa. Es algo peligroso. Si el capitán Jullius tuviera un corazón perverso, podría obligarme a violar el juramento si me amenazara con un grupo de rehenes inocentes. Afortunadamente, no es alguien que haría cosas malvadas. Estoy seguro de que es una buena persona, aunque nos acabamos de conocer ayer.

El capitán Jullius parecía confundido después de escuchar mi explicación.

—No tienes que ir tan lejos…

—Está bien. ¡Sólo dame tu mano y confía en mí! Sólo tengo que guardar este secreto hasta que muera.

—Pero, podría perjudicarte…

—Está bien. De todas formas, trabajaremos juntos en el futuro. No es tan malo ganarse tu confianza haciendo esto. De ese modo, no habrá problemas que puedan surgir entre nosotros en aras a la desconfianza.

—No es que no confíe en usted, señorita Epheria. Al contrario, lo hago.

Le sostuve la mano y le abrí los dedos uno tras otro para extender su palma mientras decía:

—Todo está bien, entonces. También creo que el capitán Jullius es una persona de confianza.

En ese momento, vi otra vieja cicatriz en la palma de su mano.

No me gusta. ¿No podemos quitar estas cicatrices? ¿Debería pedirle al Sumo Sacerdote que me eche una mano?

Mientras pensaba en cómo pedirle al Sumo Sacerdote que me ayudara cuando tuviera la oportunidad en el futuro, dibujé un símbolo de la Diosa con poder sagrado en la palma del capitán Jullius.

—En el nombre de la Diosa, yo…

Ugh… no podría referirme a mí mismo como «Silla Epheria». Y no podía referirme a mí mismo como «Roel», el capitán de los Caballeros Santos. Sólo podía decírmelo a mí mismo dentro de mi corazón. No será ningún problema, sin embargo.

—Jura no decir nada a nadie sobre lo que oiré del capitán del Escuadrón de Tareas Especiales, Jullius Rizar, en este momento.

Una luz surgió del símbolo que dibujé en la palma de su mano, y luego, ésta se dispersó antes de desaparecer. Presioné mi propia palma con la suya mientras lo miraba de frente.

—Ahora, puede el capitán Jullius puede contarme más sobre ello, ¿verdad?

—De acuerdo…

—¿Qué bastardo lo hizo?

—El clan de los demonios.

Su inesperada respuesta me hizo abrir los ojos al instante. Si fue el clan de los demonios, ¿podría ser…?

—¿Fuiste ofrecido como sacrificio para los demonios?

Hacía mucho tiempo, la Diosa persiguió a los demonios hasta que fueron acorralados en las tierras del norte. Después de que éstas fueran separadas por el Desierto Negro, era extremadamente raro que humanos pudieran encontrarse con algún demonio. Excepto, si establecieron un contrato. Por lo tanto, casi todos los niños humanos relacionados con demonios eran sacrificios.

—Sí. Justo después de nacer.

Su respuesta estaba dentro de mi presunción. ¿Eso significaba que hubo personas que ofrecieron a un recién nacido a un demonio de nivel aproximadamente equivalente al de los reyes demonios? ¿No sólo su alma, sino también su cuerpo fue ofrecido como sacrificio? O tal vez, ¿sólo el segundo? Sin hacer ningún contrato, un cuerpo humano con vida podía ser ofrecido como sacrificio.

En ese caso, ¿podría ser que él… aunque suena imposible…

—¿Cruzó el Desierto Negro?

Asintió con la cabeza. ¡Oh, Dios mío! ¡¿Ya estaba más que sorprendida de que pudiera sobrevivir en las tierras llenas de demonios, pero también cruzó el Desierto Negro… Incluso con mi cuerpo original me sería difícil, ¡¿pero él fue capaz de hacerlo siendo tan joven y para más sin ningún poder sagrado?! ¡Maldita sea! Parece ser cierto que el capitán Julius era mucho más fuerte que yo.

Dejé escapar un suspiro… No podía imaginar lo dura que fue su vida desde que era un bebé hasta que pudo cruzar el Desierto Negro él solo. Cualquier persona normal habría muerto mucho antes de eso.

—¿Así que este asunto se mantuvo en secreto porque está relacionado con los demonios?

—Me dijeron que es por mi propio bien.

—¡Por supuesto! Tener un origen incierto es muchas veces mejor que dejar que otras personas sepan la verdad.

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