Espada y Vestido – Capítulo 4 (4): Parfait de chocolate

Traducido por Rencov

Editado por Yusuke


Independientemente de los antecedentes de uno, aquellos que hicieran un contrato con los demonios serían desterrados sin excepción. Pues la mayoría de los contratos, a excepción de algunos, se hacían cuando ambas partes llegaban a un acuerdo entre sí. Y era debido a esto que antes de poder reunirme con el Sumo Sacerdote tenía que tener cuidado cada vez que hablase para evitar hacer un desliz de lengua.

—¿Sabe la iglesia sobre este hecho?

—El Sumo Sacerdote lo sabe. Los demonios que me tomaron como sacrificio están muertos, es por eso que llegaron a aceptarme.

—Entonces es así.

Si él había matado al demonio culpable, entonces no era extraño que la iglesia lo aceptase. Suspiré por segunda vez y luego extendí mi mano hacia la cabeza del capitán Jullius. Para eso tuve que ponerme de puntillas para poder acariciar su cabello aún húmedo.

—Capitán Jullius ha hecho un buen trabajo. Hizo todo lo posible para sobrevivir.

La miseria del capitán también fue el resultado de la negligencia de los Caballeros Sagrados. A pesar de que en ese tiempo aún no había nacido y por ende no formaba parte del escuadrón de la iglesia, eso no quería decir que no me hacía sentir culpable. Mientras que, al mismo tiempo, me hacía sentir orgullosa de él pese a que no tenía derecho de sentirme así. Él había podido regresar a salvo a aquí y eso era verdaderamente impresionante. Si tan solo estuviera en mi cuerpo original, le habría dado un cálido abrazo y unas palmadas en la espalda. Lástima que no podía hacerlo ahora.

♦ ♦ ♦

En el momento en que me estaba despertando me di cuenta que la habitación estaba bastante oscura, solo la iluminaba un pequeño rayo de luz que provenía desde afuera y a juzgar por lo brillante que era ésta en esta época del año, supuse que todavía eran como las cinco de la mañana. La verdad antes tenía planeado volver a casa a la hora de la cena después de que tomara una siesta recuperadora, pero pasó un día, así como así.

Volví la cabeza hacia el otro lado y vi la cara dormida de un hombre con cabello negro azabache, dormía apacible sin mostrar alguna preocupación por lo que sucedía en el mundo exterior. Ciertamente lucía muy cansado.

Lo miré en ese tranquilo silencio.

Parecía un niño inocente cuando dormía.

Si bien no era mi rival en términos de belleza, aún podría considerarse como apuesto. Para ser honesta, mi rostro era incomparable, pero el suyo aún estaba arriba del promedio de los demás.

Mmm, debería estar bien, aunque yo tampoco estoy tan segura.

Después de mirar por un buen rato, extendí mi mano para jugar con su cabello. El sonido que se emitió cuando mis dedos atravesaron su cabello ya seco y la sensación cálida en mis dedos al tocar su cuero cabelludo, me hicieron sentir feliz.

¿Qué tal si duermo un poco más, antes de levantarme de verdad?

Al parecer el capitán Jullius no despertará en un corto tiempo.

Después de pensar en lo que debía hacer, decidí dormir nuevamente mientras mi mano seguía en la cabeza del capitán.

Ya había dormido lo suficiente, pero después de haber dormido por segunda vez, la luz del sol de la mañana comenzó a iluminar la habitación. Alrededor del tiempo en que el sol había salido por completo, alguien llamó a la puerta.

—¡Adelante!

Cuando le respondí a la persona que llamaba a la puerta, el capitán pronto abrió los ojos. Enderezó la parte superior de su cuerpo mientras su cara no parecía la de alguien que acabara de despertarse. Al mismo tiempo, la puerta se abrió y la persona que entró no era otra que Clauen. Me miró a mí, que todavía estaba acostada, y luego a mi acompañante, que estaba sentado en la cama. Después de eso solo suspiró.

—Quiero preguntarles si quieren desayunar ahora.

—Oh, tengo hambre.

Me senté rápidamente. Dio la casualidad que también sentí hambre en este momento. El capitán Jullius igualmente asintió con la cabeza. Después de que Clauen vio nuestra respuesta, volvió a suspirar por segunda vez. ¿Le pasó algo malo anoche? ¿Por qué parecía que estaba a punto de llorar?

—Prepararé el desayuno enseguida. Y, por cierto, hay un mensaje del cuartel general del escuadrón de Tareas Especiales. El asistente Ortzen me pidió que les transmitiera el mensaje. Deben volver al cuartel general después de que despierten, ambos.

Espera… ¿yo también?

Incluso si no quería ir, tampoco podía rechazar, ¿verdad? Después de que Clauen salió del cuarto, nos miramos fijamente mientras estábamos sentados en la cama. Mmm, entonces…

—¿Has dormido bien, capitán Jullius?

Tenía que saludarlo diciendo eso. Pero, antes, por lo general, eran los demás quienes me hacía esta pregunta, todo lo contrario de la situación actual. Era extraño cuando tenía que decirlo primero. Después de convertirme en el capitán del escuadrón de Caballeros Sagrados, rara vez conocí a alguien con una posición más alta que la mía hasta esta mañana.

El capitán también parecía incómodo cuando respondió:

—Dormí bien. ¿Y usted, señorita?

—También dormí bien. Además, esta cama es muy cómoda.

La habitación de huéspedes de aquí era muchas veces mejor que mi propio cuarto en la residencia del conde. Bueno, apuesto a que era solo mi habitación la única que estaba en mal estado dentro de esa residencia. A diferencia de los aposentos del conde y la condesa debían ser muy extravagantes.

—Siento que no he dormido tan bien en mucho tiempo —respondió.

—Mmm. Eso es lo que yo también siento.

Él durmió bien, así como yo. Unos momentos después, Clauen vino y trajo una bandeja llena de alimentos para el desayuno. No vino solo, había algunos sirvientes siguiéndole detrás. Pronto, la mesa dentro del cuarto se cubrió con muchos diferentes platillos.

—Disfruten la comida. Más tarde tenemos que regresar al cuartel general tan rápido como sea posible. Prepararé ropa limpia para que ustedes dos se cambien.

—¿También preparas ropa para mí?

Clauen frunció el ceño al escuchar mi pregunta.

—¿Señorita, cree que dejaré que la prometida del capitán se quede sin atender?

Oh… al parecer siempre podría conseguir un vestido nuevo cada vez que viniera al escuadrón de Tareas Especiales. Pese a que ese mocoso tonto a menudo tenía cambios de humor extremos, nos preparó comidas deliciosas y me regaló un vestido bonito. Además, me dio una silla de montar para mujeres. Necesitaba llevármela en secreto cuando regresara más tarde.

♦ ♦ ♦

—¡Asistente Ortzen!

Tan pronto como llegamos al cuartel general del escuadrón de Tareas Especiales, ese mocoso tonto seguía gritando a su antojo. ¿Por qué siempre gritaba sin parar desde ayer? El asistente Ortzen que estaba hojeando los documentos en sus manos, ignoró los gritos de Clauen y nos miró.

—¿Ha regresado, capitán? Bienvenida de nuevo, señorita Epheria.

—¡Sir! ¡Escuche lo que quiero decir, no me ignore!

Una vez más, ese mocoso Clauen habló en voz alta y finalmente la mirada del ayudante Ortzen se posó en él.

—¿Qué es?

—El capitán y esa mujer… ¡han hecho un gran problema!

El capitán Jullius y yo inclinamos la cabeza, mirándonos confundidos. ¿Qué hicimos? A pesar de la duda, creo que estaba mucho más tranquila que antes. Quizás era un problema que estaba relacionado con la irrupción del capitán en la residencia del conde, pero lo hizo él por su cuenta. ¡No era mi culpa! El asistente Ortzen miró indiferente a Clauen y luego asomó la cabeza para mirarme.

—Por favor, perdone el comportamiento grosero de Clauen.

—Oh, está bien. Ya sabía que él es un poco raro.

Si su naturaleza fuera tal como parece, ¿qué se podría hacer? Como la persona normal y sensata que soy, me vi obligada a ser magnánima.

Mis palabras hicieron que Clauen se enfurruñara. Me miró y luego siguió molestando a Ortzen con sus quejas:

—Ayer, detuve a estos dos cuando estaban a punto de entrar juntos a un hotel para así evitar crear chismes innecesarios, pero… ¡al final todo fue en vano! ¡Encima, durmieron juntos en la misma cama cuando vinieron a mi casa!

¿Qué boberías estaba diciendo? ¡Fue él quien retiró una de las dos cuartos que inicialmente me había dado y tras eso nos metió en una habitación juntos! No solo era tacaño, sino que ahora quería calumniarnos. Decidí no permanecer más en silencio y dejar que hiciera lo que quisiera, pero el asistente del capitán estaba un paso por delante de mí. Chasqueó la lengua y dijo:

—¿Lo has investigado a fondo?

Clauen pensó por un momento antes de responder:

—¡Ya le pregunté al capitán si alguna vez ha abrazado a esa mujer!

—No deberías preguntarle de esa manera.

El asistente Ortzen nos miró y preguntó:

—¿Ustedes tuvieron sexo?

—No.

—No.

Respondimos al mismo tiempo. Sin mencionar el matrimonio, incluso aún no hemos tenido nuestro compromiso. ¿Qué clase de tontería fue esa? Además, este compromiso era falso para empezar, ¿por qué tendríamos que ir tan lejos como para tener relaciones sexuales?

El asistente Ortzen miró inexpresivamente a Clauen como si estuviera diciendo: “¿Escuchaste eso?”

Clauen se estiró el cabello.

—Capitán… esa cuestión… ¿no deberías entender lo que significa?

—Deberías esperar lo que se podría esperar.

No entendí el intercambio entre Clauen y Ortzen. Estiré el brazo del capitán Jullius que estaba a mi lado y le susurré:

—¿Qué están haciendo ahora? ¿Por qué preguntaron si ya hemos tenido sexo?

—No lo sé.

Resultaba que el capitán Jullius tampoco sabía qué les pasaba. Eso me tranquilizó el corazón.

Clauen, que estaba parloteando sobre algo de lo que no tenía idea, me lanzó una mirada reprochadora.

—Si bien el capitán es lento, señorita Epheria, usted pretendió no entender nada cuando bien lo sabía, ¡¿verdad?!

¿Qué quiere decir?

Ortzen le dio unas palmadas en el hombro a Clauen, quien sentía que no le preocupaba nada.

—Creo que tampoco podemos esperar mucho de la señorita Epheria sobre ese asunto.

—¿Qué? ¡¿Eso siquiera tiene sentido?! ¡Aun así, me niego a reconocer este matrimonio!

Clauen gritó su objeción mientras saltaba locamente en su lugar. Entretanto, el capitán Jullius y yo sólo podíamos mirar en silencio su locura. Honestamente, ¿qué le pasaba? ¿No se suponía que estaba enterado que este compromiso era falso?

—¡Una mujer astuta es muchas veces mejor! ¡Si se convierten en pareja podrían arruinarlo completamente!

Me estaba insultando, ¿no? Fruncí el ceño mientras estiraba sigilosamente el brazo hacia Calitus que colgaba de la cintura del capitán Jullius. Él miró hacia abajo y me vio, pero no trató de impedir lo que estaba a punto de hacer. Eso significaba que podría inculcarle un poco de sensatez a ese mocoso tonto, ¿verdad?

En el momento en que mi mano llegó a Calitus la desenvainé.

—En realidad ese tipo de mu…

Ese mocoso tonto rápidamente cerró la boca tan pronto como escuchó el sonido de la espada desenvainada. Miró a Calitus dentro de mi mano con sus ojos sorprendidos de conejo.

—¿¡P-Por qué esa mujer empuña esa espada…!?

—Debido a que me has insultado, te desafío a un duelo. ¡Desenvaina tu espada ahora!

—¿¡Qué tipo de duelo es este contra una dama de la nobleza!?

—Hombres, mujeres, ancianos e incluso niños son iguales ante una espada.

Bueno, obviamente exageré, a pesar de que me había enfrentado a hombres y mujeres, nunca en ningún momento apunté a los niños.

No tenía intención de dar marcha atrás y mi acción le indicó que se callara y desenvainara su espada. Clauen se retiró lentamente detrás de Ortzen.

El ayudante suspiró y agitó algunos documentos en sus manos.

—Dejemos de hablar sobre este asunto. Ahora tenemos que hablar sobre los principales problemas de aquí. Recibí un aviso de queja de la residencia del conde con respecto a la conmoción de ayer.

Técnicamente hablando, era de esperar que presentaran una queja. Pero…

—Ya había concertado una cita con el capitán Jullius de antemano, pero el portero de la puerta de la residencia del conde y los guardias intentaron evitar que me viera. En verdad, ellos fueron los que se comportaron groseramente en primer lugar.

—Bueno. Voy a manejar este desastre basado en su declaración ahora, señorita. Pero, tal vez podría enfrentar algunos problemas en el proceso.

—A lo sumo obtendría más regaños durante el día. Pero por la noche… bueno… lo que tiene que pasar eventualmente pasará de todos modos.

Incluso sin este incidente, esas “visitas inesperadas” aún vendrían.

—¿No sería peligroso?

—No te preocupes. No habrá ningún peligro. ¿No está de acuerdo, capitán Jullius?

Justo después de que lo dije, sus pálidos ojos grises reflejaron mi rostro, luego asintió con la cabeza.

—La señorita Epheria definitivamente estará bien.

—¿Ves? ¡El capitán Jullius también dijo que estaré bien! Asistente Ortzen no tienes que preocuparte.

—Si el capitán lo ha dicho… entonces todo debería estar bien, ¿verdad?

El asistente Ortzen parecía un poco reacio, pero decidió no hacer más comentarios y puso los documentos sobre la mesa. Luego, tomó una tarjeta de invitación envuelta en un sobre de color dorado. En el momento en que vi esta, recordé algo que había olvidado hace un tiempo.

—¡Oh, sí! En cuatro días… —gruñí—. Ahora solo quedan dos días… habrá un banquete organizado dentro de la residencia del conde… pero no sé si también enviarán la invitación al capitán Jullius o no.

—Un banquete organizado dentro de la residencia del conde es ciertamente interesante, pero ese día tiene que asistir a otro banquete.

—¿Otro banquete?

—Sí.

El asistente Ortzen esbozó una leve sonrisa.

—Este banquete será donde el capitán del escuadrón de Tareas Especiales, Jullius Rizar, presente oficialmente a su prometida. Este banquete será organizado por la primera princesa imperial, la princesa Aranea.

La imagen de una mujer pelirroja apareció en mi mente.

Oh, ¿esa grosera princesa…? Dah, no somos muy compatibles.

—¿De verdad tengo que ir?

—Claro, señorita, tiene que ir.

Maldita sea… si ese banquete se celebrará el mismo día que el de la residencia del conde, ¡eso significaría que el tiempo que me quedaba para prepararme era menos de dos días! La idea de memorizar la parte de baile de la mujer y acostumbrarse a las buenas maneras [1] en el banquete en solo dos días, fue suficiente para hacer volar mi mente. No podría volver a dormir.

El asistente Ortzen agarró al capitán Jullius del hombro para que no pudiera escapar y, a cambio, le ordenó a Clauen que me llevara a casa. Todavía recordaba claramente ese par de ojos gris pálido que me miraron lastimosamente después de escuchar que Ortzen le dijo que ahora no tenía ninguna razón para escapar. Me sentía mal por él… bueno, pero mi situación no era mejor. Para ser honesta, todo esto sucedió por mi culpa. Lo siento mucho, capitán Jullius. Pero, esta era la forma más rápida y segura de encontrarme con el Sumo Sacerdote. Me sentí muy culpable dentro de mi corazón.

Tenía que tratarlo mejor.

Tenía que invitar al capitán Jullius a comer deliciosos manjares después de que me apoderara completamente de la riqueza del conde. Tras haber decidido eso por mi cuenta, Clauen, que caminaba a mi lado, comenzó a hablarme:

—Señorita Epheria.

—¿Eh?

—Ya he oído que el compromiso es falso, pero la verdad, creo que todo esto es mentira.

Después de haber reflexionado un poco, parecía que este mocoso había decidido hablarme de manera informal. Parecía que su edad y mi edad anterior estaban bastante cercas.

—Así es, el compromiso es falso.

—Aun así, será más ventajoso para ti, señorita Epheria, no cancelar este compromiso y continuar comprometida. —Con una mirada de desdén, Clauen continuó hablando: —Si la condesa fuera declarada culpable, te convertirías en un noble caído. Si bien, señorita, has dicho antes que tenías la intención de unirte a la iglesia… pero para ser honesto, ser la esposa del capitán es muchas veces mejor para una mujer que ser un clérigo, ¿no?

Me sorprendió escuchar lo que acababa de decir. ¿Qué? ¡¿No podía tomar el control de la familia del conde?! Pensándolo bien, lo que dijo era cierto. Incluso si soy inocente, pero el título y la riqueza de la familia Epheria serían confiscados porque este asunto estaba relacionado con la rebelión.

—Si por casualidad la familia del conde pudiera escapar del castigo, según tengo entendido, no hay nadie dentro de esa familia que te haya tratado bien. Es poco probable que encuentres un prometido mejor que nuestro capitán, señorita. Por el contrario, ellos probablemente se librarían de ti casándote con el subordinado de la condesa como el vizconde Schwart.

¡Ja! ¡Maldición! ¿Debería comenzar a guardar algunas cosas valiosas de la mansión ahora? Realmente no entendía los asuntos relacionados con los nobles… Creo que debería consultar con el asistente Ortzen. No esperaba mucho. Por lo menos quería conseguirme una casa. Mmm, ¿era la familia imperial la que tenía derecho a confiscar toda la propiedad? ¿No sería  mejor donarla a la iglesia?

—¿Señorita Epheria?

—¿Eh?

—¿Estas escuchando?

—¡Sí! Estoy escuchando.

Pensé que me volvería muy rica después de que se resolviera este asunto, pero estoy arruinada. ¿La Diosa deseaba que regresara a ser un clérigo? Me uní a la iglesia desde que era una niña pequeña y dediqué toda mi vida a la iglesia durante veinte años. Eso debería ser suficiente, ¿verdad? ¡La Diosa estaba siendo demasiada dura conmigo!

—No lo creo.

—Ya te dije que te que estoy escuchando, asistente.

—¡Ves! ¡No estás escuchando!

¡Dah! Sin querer respondí como de costumbre. Miré a Clauen con cara de culpa.

—Estaba pensando en otra cosa por un momento.

—¡Por favor escucha cuando alguien habla!

—Bueno, bueno. Escucharé.

Al escuchar mi respuesta me miró por un momento y volvió a hablar:

—¿Hasta qué parte has estado escuchando?

—Hasta que me convirtiera en un noble caído.

—En resumen, señorita Epheria te será más beneficioso permanecer comprometida con el capitán. Y, por lo tanto, estaba pensando que, aunque dijiste que el compromiso es falso, en realidad podrías tener una intención oculta.

Lo que dijo tenía sentido. Si no me unía de nuevo a la iglesia, ser la esposa del capitán era muchas veces mejor que ser un noble caído sin dinero. Además, también había un talentoso chef que podría hacer deliciosos postres en el cuartel general del escuadrón de Tareas Especiales. Woaa… ese era un buen plan, ¿no?


[1] Porte y modales de alguien.

Rencov
Y así sin darse cuenta Clauen le sugirió que le convenía que este compromiso fuera real, jajaja.

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