Harem Imperial – Capítulo 46: La fría flecha por detrás (1)

Traducido por Sharon

Editado por Tanuki


Choushi [1] acababa de pasar, y era tarde en la noche. A pesar de ser verano, no se sentía cálido, y era el clima perfecto para una buena noche de sueño. El emperador no fue esta vez, así que sólo había una lámpara roja en todo el Salón Qing Feng.

Las sirvientas en vigilia estaban durmiendo, y el patio estaba tan tranquilo que sólo podía escucharse el sonido de las hojas ondeando con la brisa.

En la oscuridad, una figura delgada abrió la puerta lentamente y caminó hacia una puerta lateral. Cuando salió, otra figura le siguió. En ese momento, sólo había una linterna encendida.

Fu Ling observó a la figura corriendo ligeramente, y frunció el ceño. El día después de que trajeron la tela de seda, la Señora le hizo monitorear cualquier actividad sospechosa en el Salón Qing Feng. Lan y algunas sirvientas hicieron algunas preguntas curiosas, pero sólo Xia Yin se mantuvo lejos y no se atrevió a mirarla para nada. La había vigilado por unos días, y esta noche, finalmente hizo su movimiento.

Xia Yin estaba siendo muy cuidadosa, y mientras corría, observaba sus alrededores. Fu Ling temía que fuera a descubrirla, y no se atrevió a seguirla de cerca. Después de un tiempo, comprendió la dirección en la que se estaba dirigiendo.

¿Está yendo al Palacio Ling Yun?

La sospecha de Fu Ling era correcta, ya que Xia Yin se detuvo en una puerta trasera del palacio, donde tocó dos veces antes de que esta se abriera. Ella entró de inmediato, y la puerta se cerró de nuevo. Como estaba muy lejos, Fu Ling no pudo ver con claridad quién abrió, así que quería acercarse para que, cuando Xia Yin se fuera, pudiera ver con quién se encontró, pero entonces una voz masculina sonó detrás suyo.

—¿Quién es?

La repentina voz fiera asustó a Fu Ling, haciéndola saltar. Antes de que pudiera responder, una espada bloqueó su camino. Aunque no estaba fuera de su vaina, el intento asesino de la persona asustó a Fu Ling al punto en que no pudo mover ni un músculo.

—¿Quién eres? ¿De qué palacio vienes? —sonó nuevamente la voz, y Fu Ling alzó la mirada para ver al propietario de la espada. Era un hombre vestido con el uniforme de los guardias, y una figura alta que se cernía sobre ella. Sus ojos negros la observaban, sin dejarse vencer por la oscuridad de la noche.

Esta persona… Luce familiar, ¿pero dónde lo vi? Fu Ling no podía recordarlo.

El hombre estaba impaciente, así que se inclinó a observar la placa de palacio colgando en la cintura de Fu Ling. Ella sintió un dolor agudo cuando él la quitó para verla.

Ming Ze observó la delicada placa jade en sus manos, que era para las oficiales femeninas. Después de observar con cuidado a las palabras escritas, vio que indicaban a la mujer como perteneciente al Salón Qing Feng; en letras negras, estaba grabado “Quinto rango, Fu Ling”.

¿Salón Qing Feng? ¿Es la oficial femenina a su lado?

Ming Ze observó una vez más a la mujer frente a él, con una apariencia limpia, y ojos tranquilos; a pesar de estar enfrentándose a su espada, su rostro cambió ligeramente y no perdió su elegancia.

—Ya es muy tarde, ¿qué estás haciendo aquí? —le preguntó con frialdad, recuperando su arma. Fu Ling respiró profundo en secreto para calmarse antes de responder.

—Estaba caminando por ahí porque hace demasiado calor para dormir.

¿Demasiado calor?

No era una buena excusa, pero lo dejó sin palabras. Una sirvienta o eunuco normal no podría caminar por el palacio a estas horas sin la instrucción de su Señora. Pero la posición de Fu Ling era mayor a la suya, quinto rango tercera clase, así que mientras que él no podría pasear para “enfriarse”, no era lo mismo para ella. Con ese pensamiento de autodesprecio, le devolvió la placa de jade.

—Es tarde, regresa.

Con sus ojos observando la puerta cerrada, Fu Ling estaba preocupada que Xia Yin fuera a salir y la encontrara, lo que definitivamente levantaría sospechas. Tomando la placa de Ming Ze, se alejó rápidamente.

Ella caminó delante con Ming Ze siguiéndola. Era más alto y grande en tamaño, pero sus pisadas eran muy ligeras. Si no fuera por las largas sombras que la luna creaba, Fu Ling no habría pensado que había alguien detrás suyo.

—¿Por qué me sigues? —le preguntó finalmente, después de ver la sombra seguirla por un tiempo.

—Este guardia está patrullando —replicó Ming Ze con frialdad. Fu Ling comenzó a enojarse, pero no podía hacer nada. Parecía que, hasta que no la viera ingresar al Salón Qing Feng, no descansaría.

Pensando en que quería deshacerse de él, sus pasos se volvieron más urgentes, cuando repentinamente tropezó.

—¡Ah! —gritó Fu Ling, pero antes de que su voz desapareciera, ya había alguien sosteniéndola en sus brazos. Después de tambalearse un poco, ella se las arregló para recuperar el equilibrio.

Parecía una persona muy tranquila, ¿cómo podría tropezarse cuando caminaba? A menos que fuera cierto que las Señoras mantenían a los sirvientes que se les parecieran. Pensando en esa noche lluviosa, con Qing Feng empapada y en un estado lamentable, Ming Ze no pudo evitar sonreír levemente.

Fu Ling quería agradecerle, pero cuando levantó la mirada, vio una pequeña sonrisa. A pesar de su tamaño, era muy real. Esa sonrisa rompió la frialdad y soledad en su rostro, haciéndole lucir mucho más amable.

¡¿Qué es lo gracioso?!, pensó Fu Ling.

Luchando con la mano de Ming Ze, aceleró el paso al punto en que casi corría, sin preocuparse por si la persona detrás suyo la seguía o no. Alcanzando las puertas del Salón Qing Feng, Fu Ling intentó abrirlas, pero se dio cuenta que estaban cerradas desde dentro.

¿Xia Yin había regresado? ¿O era un eunuco que encontró que estaba abierta en su patrulla y la cerró? Mientras Fu Ling se preguntaba al respecto, una sombra apareció detrás de ella. La sirvienta maldijo en silencio, ¡esa persona realmente no podía dejar de seguirla por todos lados como un fantasma!

Sin una mejor opción, Fu Ling sólo pudo golpear ligeramente la puerta.

—¿Quién es? —preguntó después de un tiempo la voz de una sirvienta.

—Soy yo, Fu Ling.

Las puertas se abrieron rápidamente, y la cabeza de la doncella apareció para verificar quién era, antes de abrir la puerta del todo.

—¿Hermana Fu Ling? Ya es muy tarde, ¿por qué estás afuera?

—Sólo ve adentro. —Fu Ling no le respondió, y empujó a la sirvienta adentro. Mientras atravesaba el marco, giró su cabeza para mirar atrás, pero no encontró a nadie allí. ¿Dónde estaba él?

Se detuvo para mirar los alrededores, y la sirvienta la imitó, curiosa, sólo para ver las sombras de los árboles creadas por la luz de la luna temblando ligeramente, y las linternas encendidas a lo lejos. No había nadie más en el camino.

—¿A qué está mirando, hermana Fu Ling?

—No es nada. —Recuperándose, Fu Ling cerró las puertas principales.

No le preguntó a la sirvienta si Xia Yin había regresado o no, y se fue directamente a su cuarto bajo la mirada confundida de la otra mujer. Una vez dentro, se inclinó contra la ventana, queriendo ver el regreso de Xia Yin.

Después de esperar una hora sin verla, Fu Ling bostezó y su placa cayó de sus mangas. Viendo el frío jade blanco, ese rostro frío apareció en su mente con esa ligera sonrisa.

¿Quién era? ¿Y por qué lucía tan familiar?

♦ ♦ ♦

Las begonias no eran tan delicadas como las peonías, y pudieron adaptarse al nuevo suelo rápidamente. Crecieron más verdes, volviendo la condensación de la mañana en rocío. Era una vista muy hermosa.

Abriendo una parte de la ventana, Qing Feng se sentó frente al espejo de bronce y, con una mano sosteniendo su mejilla, observó las begonias fuera con buen humor. Después de un largo tiempo, la usualmente servicial Fu Ling todavía no había peinado su cabello, así que se giró para mirarla a través del espejo. No pudo evitar notar que la sirvienta tenía una mirada contemplativa, y no notó que su Señora la estaba observando desde hace un tiempo.

—¿Por qué estás tan preocupada? —sonó una voz clara en el silencio, y Fu Ling volvió a la realidad, notando la sonrisa de Qing Feng en el espejo.

—Nada —dijo, sacudiendo su cabeza avergonzada. Qing Feng levantó una ceja ligeramente, indicando que no creía lo que acababa de decirle. Fu Ling evitó el contacto visual, y mientras peinaba su cabello en un rodete, cambió el tema—. Esta sirvienta escuchó del Departamento de Costura que el material de seda está hecho de gusanos de seda de jade. Es extremadamente caro y sólo la emperatriz viuda y la Señora más favorecida pueden obtener un poco. En las últimas dos temporadas, sólo el Palacio Ling Yun obtuvo tres pedazos. Y hay algo más… Xia Yin fue al Palacio Ling Yun la noche anterior. —Después de vacilar por un momento, Fu Ling continuó. —Entró desde una puerta lateral. Como estaba demasiado oscuro, fui incapaz de ver con quién se reunió.

—Continúa vigilandola, ve si vuelve la Palacio Ling Yun y con quién es cercana. —Después de estar en contacto con Chen Zhen estos últimos días, Qing Feng sentía que era una persona gentil pero solitaria.

¿Alguien como ella usaría un método vicioso para impedir el embarazo? Aunque no lo creía, no podía relajarse por completo.

—Oh, sí, también tendrás que ir a averiguar qué oficiales están investigando el asunto del ahogo de mi hermana, y qué cuatro eunucos están relacionados.

—Sí —respondió suavemente Fu Ling. Viendo que otra vez estaba espaciándose, Qing Feng tomó el cepillo de sus manos.

—No debes haber dormido bien la noche anterior. No necesitas acompañarme, ve y duerme.

Viendo la mirada preocupada de su Señora, Fu Ling sintió su corazón volverse cálido. Tomando un accesorio dorado para colocarlo en su peinado, sonrió.

—Esta sirvienta no está cansada. —Sólo estaba pensando si debería informarle que fue detenida por un guardia la noche anterior. Pero no importaba. Él lucía como alguien que sólo se preocuparía por sus propios asuntos, y era mejor tener algo menos de lo que preocuparse.

Parecía que Fu Ling tenía algo de lo que no quería hablar, pero Qing Feng no la presionó. Cuando terminó de arreglar su cabello, caminó hacia la pintura en la que estuvo trabajando los últimos días y le instruyó suavemente:

—Ayúdame a preparar la tinta.

Fu Ling la preparó y la ubicó a su lado. Qing Feng miró la pintura por un largo tiempo antes de tomar el pincel. Usualmente ella haría la imagen en una sola sesión, sin preocuparse porque hubieran fallas, pero esta vez estuvo pintando por varios días para mostrar el mejor efecto de la tinta. El pincel estaba empapado en la tinta negra, pero se limpió rápidamente en el agua. Cuando Qing Feng lo usó para continuar, el agua y la tinta dejaban un trazo ligero que daban un efecto misterioso cuando se sumaba al trabajo del día anterior.

Una vez terminó, Qing Feng dio una respiración profunda. Finalmente había terminado.

—La pintura que realizó debería embarcarse en lugar de pasarse al Departamento de Costura, ya que no podrán replicar el carisma que contiene —suspiró Fu Ling luego de ver la pintura. A pesar de que no tenía mucho conocimiento en cuadros o libros, y sus habilidades en el bordado eran promedio, lo sabía. La forma en que las pinceladas marcaban el humor de la pintura no podría capturarse con puntos de costura.

¡Ella quería que fuera imposible de bordar! Desde el principio, cuando sugirió un regalo junto con la Concubina Imperial Hui para la ceremonia, fue sólo una excusa para acercarse. Qing Feng nunca quiso que su pintura fuera entregada al Departamento de Costura. Puso tanto esfuerzo para capturar la atención de Yan Hong Tian. No le importaba cómo la viera él, si como una presa o una novedad. Porque de cualquier forma no quería su amor.

—Vamos a llevarle esto a la Concubina Imperial Hui para que evalúe si puede bordarse. —Qing Feng tenía confianza en su pintura, así que ahora esperaba emocionada qué tipo de comentarios realizaría Chen Zhen.

Cuando la tinta se secó, ya era por la tarde. Una vez llegaron al Palacio Ling Yun, un hombre vestido en un atuendo oficial salió. Cuando la vio, se congeló por un momento antes de hacerse un lado para darle una reverencia.

—¿Eres el médico que está a cargo de la Concubina Imperial Hui? —le preguntó cuando vio la caja de medicina que tenía en sus manos.

—Este oficial, Lin Feng, saluda a la Señora Concubina Qing —la saludó arrodillándose en el suelo.

—Médico Lin, ¿qué clase de enfermedad sufre la Concubina Imperial Hui que no hay señales de mejora luego de todo un mes? —Y estos últimos días parecía haber empeorado. Chen Zhen casi no podía salir de la cama y pasaba sus días acostada.

—La Señora Concubina Imperial Hui… Su salud es muy débil, y el viento ha calado dentro de su cuerpo, por lo que requerirá más tiempo que se recupere.

Qing Feng había preguntado por curiosidad, pero la respuesta cautelosa y vacilante de Lin Feng la hizo sospechar. El hombre estaba arrodillado en el suelo, y Qing Feng no le llamó para levantarse. Por el contrario, ella se inclinó para verlo a los ojos.

—Deberías saber que la Concubina Imperial Hui tiene un cuerpo débil, si la salud de la señorita se ve afectada, será inútil sin importar cuántas cabezas tengas sobre tus hombros —le dijo ligeramente.

Lin Feng nunca se habría imaginado que Qing Feng se agacharía para hablarle. No se atrevió a mirarla, y en su lugar enterró su cabeza en sus rodillas. Escuchando el énfasis particular que hizo al decir “cabezas”, no pudo evitar temblar.

—Hermana, no le pongas las cosas difíciles. Sé que mi salud se recuperará lentamente. Médico Lin, puedes retirarte. —La suave voz femenina que sonó a su espalda le permitió suspirar de alivio. Saludó rápidamente y se retiró del cuarto.

¿Por qué está tan aterrado?

Qing Feng miró en su dirección cuando Chen Zhen apareció a su lado con una expresión extrañamente entusiasta.

—¿La pintura está terminada?

—Sí. La traje para que la hermana mayor pueda evaluarla. Si es buena, se la enviaré al Departamento de Costura. —Qing Feng se recuperó al verla, y entró al patio con ella.

Dos sirvientas desplegaron la pintura, que tenía más de diez pies de largo. Cuando se la presentaron a Chen Zhen, ella, quien ya había visto múltiples pinturas, no pudo evitar sentirse impresionada. En efecto, era una gran pintura reflejando la magnificencia de las montañas. Desde lejos, uno podía ver la cresta de las nubes. Chen Zhen suspiró en su corazón, Qing Feng realmente merecía su reputación.

Sólo confiando en diferentes sombras de la tinta y estocadas simples y casuales del pincel le permitieron dibujar una pieza magnífica.

—Hermana, no necesitas dárselo —dijo, hablando con convicción.

—¿Por qué no? —le preguntó Qing Feng, levantando una ceja.

—Este tipo de obra maestra no puede ser bordada. Será mejor que la hermana lo enmarque. El emperador definitivamente la amará.

Al monarca siempre le gustaron las piezas magníficas, y una obra maestra rara como la que había ante ella definitivamente capturaría su corazón. Qing Feng era tan cuidadosa y talentosa que nadie podría resistirse.

Sintiendo un dolor en su corazón, Chen Zhen se tambaleó, y Qing Feng extendió su mano para ayudarla. Fue sólo entonces cuando descubrió que la mano de la otra mujer estaba fría y suave.

—¿Te sientes bien? —le preguntó. Era tarde en la tarde, ¿por qué sus manos estaban tan frías?

Chen Zhen quitó sus manos rápidamente, y Wu dio un paso adelante para ayudarla.

—Estoy cansada. Hermana, deberías irte.

Chen Zhen se giró y caminó dentro de la casa, sin preocuparse porque Qing Feng siguiera en el patio. Incluso Wu cerró las puertas detrás de ellas.

Viendo las puertas cerradas con firmeza, Qing Feng perdió su sonrisa. Era la primera vez que la sacaban de esta manera. ¿Qué tipo de enfermedad sufría Chen Zhen? ¿No parecía algo extraño?

♦ ♦ ♦

Salón del Ministro de Justicia.

—Primer Ministro Lou. —Liu Hong, el oficial de justicia a cargo de investigar el incidente en los jardines imperiales, dio una reverencia respetable. A pesar de que el rostro de Lou Xi Yan era gentil y sonreía, Liu Hong estaba tan tenso que tragó saliva nuevamente.

Supo después de tomar el caso que la persona que cayó en las aguas fue la esposa del Primer Ministro Lou, y que el objetivo de la investigación era el Palacio Interior. Con el decreto del emperador ordenándoles manejarlo con cuidado, si este caso no se realizaba apropiadamente, perder su posición sería el menor de sus problemas. Temía que pudiera ofender a alguien al punto en que perdería su vida.

—¿Cómo fue la investigación? —preguntó Lou Xi Yan, ni rápido ni perezoso, con una taza de té en sus manos.

—Entre los cuatro eunucos, uno cometió suicidio mordiéndose la lengua, y los otros tres negaron intentar asesina a la Señorita Qing Ling. Originalmente los cuatro trabajaban en la casa imperial, y eran eunucos de bajo rango de Liu Zhi Hai. Normalmente se les pedía realizar tareas pequeñas, y no parecían del tipo que crearían problemas.

Cometer suicidio… Una ráfaga fría cruzó la mirada de Lou Xi Yan mientras tocaba el borde de la taza ligeramente.

—¿Quién más compone su familia? ¿Dónde están ahora? —preguntó.

—Dos de ellos fueron vendidos al palacio por traficantes de humanos, por lo que no tienen familias registradas. En cuanto a los otros dos, sus familias están actualmente perdidas.

—¡Búscalas! No quiero escuchar noticias de los otros tres muriendo “sin causa o razón”. Todo el personal relacionado que entre o salga del jardín imperial debe ser interrogado. Si hay actividades sospechosas, repórtalas de inmediato.

¿El que no tenía familia se suicidó, pero los otros, que sí tenían, no admitirían el caso aunque murieran? Parece ser que ella limpió rápidamente y con cuidado. En efecto, hace tiempo que estaba en el palacio como una Señora.

—Sí. —La voz de Lou Xi Yan no fue fuerte, pero Liu Hong sintió su descontento. No se atrevió a levantar la mirada ante ese tipo de presión.

Bajando la taza gentilmente, el Primer Ministro salió del salón de discusiones. Seguía siendo refinado y gentil, pero Liu Hong estaba bañado en sudor.

Dentro del palacio Zheng Yang, Yan Hong Tian estaba jugando con un coral rojo que Qi del Norte le dio como tributo.

—¿Cuál es el progreso del caso?

Lou Xi Yan bajó su cabeza para leer la lista de tributos que fueron enviados por varios países, y respondió sin levantar la mirada.

—¿El emperador desea que este oficial investigue o no?

—Ya te he entregado el asunto. Tienes la habilidad de investigar con precisión, así que continúa. —En realidad estaba feliz de ver a su madre y oficial favorito pelear con inteligencia. Lou Xi Yan obviamente no tomaría con tranquilidad el asunto, queriendo contarles a todos lo importante que Qing Ling era para él. En cuanto a la emperatriz viuda… Era necesario que alguien le hiciera saber que algunas cosas no podía hacerlas sólo porque quisiera.

Lou Xi Yan sonrió y no continuó el tema. En su lugar, sacó una carta roja de sus mangas y la colocó frente al emperador.

¿Qué es esto? Yan Hong Tian la tomó y la abrió para verla. Su rostro se hundió primero, pero luego rió con ganas.

—¿Realmente no puedes esperar? —Originalmente se casarían una vez que la celebración hubiera terminado, pero ahora quería casarse antes. Arrojando el libro rojo en la mesa, Yan Hong Tian se inclinó en su trono y lo miró, regodeándose. —¿Qué opina el General Lou y la emperatriz viuda?

Sus ojos entrecerrados miraron a los despreocupados de Yan Hong Tian y, sonriendo, contestó:

—Este oficial les dijo que la fecha fue establecida por el emperador.

—¡Lou Xi Yan! —La sonrisa en sus labios se congeló. ¡Realmente le usó como escudo! No era de extrañar que no hubiera escuchado nada de Lou Mu Hai y que la emperatriz viuda del este le viera mal, al punto en que cuando él la saludaba, ella le rechazaba.

¡Así que Lou Xi Yan estaba jugando a sus espaldas!

♦ ♦ ♦

Dentro de las cortinas de gasa, la fragancia del incienso llenaba el aire, y la estatua dorada de Buda les observaba con compasión. El muyu [2] sonaba con un sonido claro y tranquilo. Añadido a ello la esencia ligera producida por el collar de ruegos hecho de sándalo rojo, el ambiente era muy tranquilo.

Frente a la estatua de Buddha, Yang Zhi Lan tenía los ojos cerrados y su rostro era calmo. La anciana afuera del velo le esperaba.

—¿Cómo están yendo las cosas? —preguntó Yang Zhi Lan cuando el sonido del muyu disminuyó.

—Que la emperatriz no se preocupe. Los arreglos han sido completados, y ellos no se atreven a hablar tonterías. —La anciana repentinamente cayó sobre sus rodillas, y confesó sus pecados en silencio. —Esta vez la negligencia de esta sirvienta permitió que el asunto viera la luz. Que la emperatriz viuda tenga piedad.

El velo fue levantado ligeramente, y Yang Zhi Lan caminó fuera lentamente. La anciana se puso de pie rápidamente para ayudarla. Su rostro no mostraba lo enojada que estaba, sino una ligera sonrisa.

—Dejemos ir el asunto. Fue su suerte lo que le permitió a Qing Ling sobrevivir. Este “accidente” no fue del todo malo. Por lo menos descubrí que el siempre impecable Lou Xi Yan tiene una debilidad.

Xi Yan… Ah, Lou Xi Yan, no deberías haber molestado a mi querida Xuan. No deberías haber sido el buen sobrino de Lou Su Xin. Pero más que nada, ¡no deberías haber ido en mi contra!

—Yu Xiang está aquí —le dijo la anciana, ayudándola a sentarse en una silla de madera.

—Anuncialo.

Un hombre cercano a los treinta siguió a la anciana dentro del cuarto, y se arrodilló.

—Que la emperatriz viuda esté siempre a salvo. —Estando vestido con simpleza, y con una complexión promedio, no poseía una característica que le hiciera resaltar, a excepción del par de ojos radiantes.

—Levántate. —Yang Zhi Lan tomó una carta secreta de color bronce, y le dio instrucciones—. Toma esto y dirígete a los territorios del norte a la velocidad más rápida que puedas. Llévale esto al jefe Mu Cang. Debe ser entregada personalmente.

—Sí. —Tomando la carta secreta, el hombre la puso en su pecho y saludó de nuevo, antes de dejar el lugar. [3]

Yang Zhi Lan tomó las escrituras de Buda y las observó con una expresión amable totalmente diferente a su fría mirada calculadora anterior. La anciana a su espalda permaneció de pie un largo tiempo, vacilando, hasta que finalmente dijo sus preocupaciones.

—Emperatriz viuda, últimamente el emperador favorece a Qing Feng, lo que está molestando a las otras concubinas del palacio interno. La arrogancia de Qing Feng está aumentando, temen que ni siquiera te respete a ti.

—Respecto a quién favorece el emperador, dejaré que él se preocupe —respondió con una sonrisa tranquila.

Hong Tian favorecía a Qing Feng sólo porque la familia Xin tuvo éxito, y quería usar a Qing Feng para mantener el balance en el palacio interno. Una vez que Lou Xi Yan fuera derrotado, Qing Feng sería incapaz de realizar problemas.

♦ ♦ ♦

Esa noche.

La luna del quince era especialmente brillante, lo que le permitió a Qing Feng a yacer en su cama y observar la luz atravesar la ventana e iluminar todo al tocar el papel de la ventana.

Yan Hong Tian no se acercó durante las últimas noches, y ella estaba feliz de poder perder el tiempo. Es sólo que desde la tarde había comenzado a sentir un dolor en su abdomen al cual no le había prestado atención, pero que ahora parecía haber empeorado.

Cuando no pudo dormir, Qing Feng presionó su estómago ligeramente con sus manos, queriendo llamar a Fu Ling para que mirara. Estaba a punto de levantarse, cuando una sombra cayó sobre la ventana y se desapareció rápidamente. Alarmada, no se atrevió a mover un solo músculo.

Justo cuando estaba por decidir si debería llamar a alguien, esa sombra abrió la ventana y desapareció de nuevo…


[1] Choushi: Entre la 1 y las 3 a. m.

[2] Muyu: Instrumento de madera que se realiza en las oraciones.

[3] Para quienes estén confundidos, esta carta desaparece de esta novela y se va a la de “Un matrimonio erróneo: Una generación de consejeros militares” con la tercera hermana. Es entregada al jefe de los bandidos allí, si quieren saber para qué, pasen por allí~

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