Harem Imperial – Capítulo 82: Sentimientos que crecen en la oscuridad

Traducido por Sharon

Editado por Tanuki


Qing Feng tosió ligeramente y levantó la mirada para encontrarse con el par de ojos negros de Yan Hong Tian. Pensó por unos momentos, antes de decidir que no lo reconocería.

—Temo que pasar un decreto Imperial falso es castigado con la muerte. El emperador no debería ayudarme.

¿No debería asustarla? ¿Cuando ella me está mirando fijamente?

—¿No lo hiciste? —dijo Yan Hong Tian lanzando una breve carcajada. Su voz era profunda, pero su mirada tenía el trazo de una sonrisa. Evidentemente, no estaba planeando hacerle las cosas difíciles a propósito, así que Qing Feng lanzó un suspiro de alivio en secreto, y sonrió.

—Por supuesto que no. Es el emperador quien me prometió quedarme con mi hijo imperial por un año. En cuanto a la fortuna, lo dije para que la emperatriz viuda y la emperatriz pudieran aceptarlo y el emperador no termine en una posición difícil. Ya que todo se hizo de acuerdo a su voluntad, ¿cómo se traduce eso a pasar un decreto imperial falso?

Actuó por su propia iniciativa, ¿y ahora decía que lo hizo por su bien? Yan Hong Tian no sabía si debía llorar o reír.

—Ya tenías tu boca afilada, pero has aprendido a desviar la culpa. ¡Bien! ¡Realmente bien!

—El emperador me ha enseñado bien —dijo ella, encogiéndose de hombros. Si él no las hubiera ignorado toda la noche, no habría necesitado inventar esa historia.

—Veo que si el niño te sigue, no aprenderá nada bueno.

Excentricidades, agudeza, mal temperamento y terquedad…

Qing Feng no tenía miedo, así que continuó:

—El emperador me halaga.

Ya había decido que, sin importar lo que él dijera, le respondería con elogios. Yan Hong Tian estalló en carcajadas mientras Qing Feng se sentaba en la cama con sus piernas colgando del borde y una sonrisa en el rostro. Los dos, uno en la cama y el otro en la silla, estaban hablando tonterías, pero él sentía que quería seguir conversando. Sin embargo, todavía le quedaban reportes en el Estudio Imperial por ser revisados, y era tarde, así que se puso de pie.

—Deberías ir a la cama temprano.

Como estaban teniendo una conversación feliz, al verlo levantarse de repente ella no pudo contenerse y dijo:

—¿Acabas de llegar y ya te vas?

Pensó que tendrían toda la noche, e hizo que Shen Yao se llevase al bebé. No obstante… él no tenía intenciones de quedarse.

La decepción en las palabras de Qing Feng hizo que Yan Hong Tian se detuviera, y en un momento de debilidad, quisiera explicarse.

—Últimamente han habido más problemas gubernamentales, y tengo reportes con los que lidiar. También has tenido un día difícil, así que deberías descansar.

Qiong Yue era un territorio grande, y había muchos asuntos con los que lidiar. El asunto más problemático ahora que le estaba haciendo doler la cabeza eran los piratas.

Desafortunadamente, la marina de Qiong Yue no era muy fuerte, así que debía enviar a Su Ling con la esperanza de que su experiencia militar y reputación formidable fueran suficientes. Si los piratas continuaban a sus anchas, la reputación de Qiong Yue caería, lo que le daría un peor dolor de cabeza.

—¿Viniste especialmente?

Hiashi [1] todavía no había pasado, y él aún tenía asuntos que atender. Qing Feng pensó en lo que Xiao Yu había mencionado ese día en el que había estado ocupado hasta después de Zishi [2]. En verdad era difícil ser el emperador. Qing Feng de repente se dio cuenta que, ya fuera la emperatriz viuda, la emperatriz o ella misma, seguían dándoles problemas con asuntos del Palacio Interno. No era de extrañar que estuviera cansado.

Yan Hong Tian levantó una ceja ligeramente y habló con algo de burla.

—¿No fuiste tú quien me llamaste? —Esa chica Ru Yi de hecho estuvo parada fuera del Estudio Imperial por dos horas.

—¿Yo? —Qing Feng se sonrojó, pero cuando pensó en él llegando con la emperatriz, habló con amargura—. ¿No fue la emperatriz quien te invito? ¡No soy tan descarada!

Al mirarlo, vio que las esquinas de su boca se curvaba ligeramente, y el rostro de Qing Feng se sintió algo caliente. Esto… ¿podía considerarse como que estaba celosa? ¡Antes nunca hubiera hecho algo como eso!

Quería defenderse, pero todo lo que pensaba en decir no sonaba del todo correcto, así que se mantuvo en silencio y no vio la mirada confundida que Yan Hong Tian le dio.

Viendo a la mujer normalmente charlatana quedarse sin palabras de esta manera hizo que Yan Hong Tian riera con fuerza, y su humor fuera muy bueno mientras salía del Salón Qing Feng. Por supuesto, solo se preocupaba por burlarse de Qing Feng, y no notó que cuando otras Concubinas actuaban así de celosas antes, él se sentiría impaciente y disgustado. Hoy, sin embargo, su humor era excepcionalmente bueno, al punto en que mantuvo una sonrisa todo el camino de regreso al Palacio.

♦ ♦ ♦

Hoy la persona que tuvo más subidas y bajadas emocionales fue Xin Yue Ning.

Cuando estuvo en el Salón Qing Feng, se llenó de alegría mientras esperaba que Qing Feng cayera en la trampa, pero ahora estaba tan enojada que estaba apretando los dientes. Sus pisadas se volvieron más rápidas, y sus manos no habían dejado a Shui Xin. Mientras más enojada estaba, más fuerte era su agarre, por lo que la sirvienta frunció el ceño.

—Retírense todos —dijo.

Los pocos eunucos y sirvientas que la habían acompañado desde hace tanto tiempo a la emperatriz, sintieron que desde que dejó el Salón Qing Feng su humor era muy malo, así que se sintieron aliviados cuando su maestra no refutó la orden de su sirvienta, y se fueron luego de una rápida reverencia.

Aunque sus pisadas se ralentizaron, Xin Yue Ning no pudo contener más de su ira y se giró hacia Shui Xin furiosa.

—¡¿Por qué me detuviste?!

—Respecto a la vida del pequeño príncipe, la emperatriz viuda concordará sin falta a las demandas de Qing Feng, y como el emperador también estuvo de acuerdo, sería inútil oponerse.

No podía ver su expresión porque tenía la cabeza baja, pero su voz sonaba tan tranquila como siempre. Al pensar en la preocupación de la emperatriz viuda, y la protección de Yan Hong Tian, Xin Yue Ning no pudo controlar los celos de su corazón.

—¡¿Por qué todo lo bueno va con ella nada más?!

—El resultado final habría sido el mismo. ¿Por qué se preocupa por estas cosas? —dijo Shui Xi con voz suave, pero una mirada con trazos de impaciencia.

—Pero… —Xin Yue Ning miró alrededor, y al determinar que no había nadie alrededor, le susurró a Shui Xin—: De esta manera, ¿no será… más difícil? El niño estará al lado de Qing Feng siempre, y el emperador envió Guardias Imperiales a custodiar el Salón Qing Feng. ¡Le sería difícil a cualquiera acercarse, ¿cómo podremos deshacernos de él sin que nadie lo sepa?!

—No importa dónde está el niño —respondió Shui Xin con frialdad. Unos guardias no serían nada, así que la amenaza no era importante. En su lugar, le interesaba más la reacción de Yan Hong Tian. Tenía su corazón dedicado al niño, así que ese anciano no sería capaz de quedarse quieto. Si el niño moría, ¿el emperador, que estuvo ocultando su fuerza y haciendo tiempo hasta ahora, enfurecería o seguiría jugando a ser un estúpido? Solo pensar en ello la emocionaba.

—Pero… —Xin Yue Ning sentía que no tendrían éxito, por lo que quería agregar algo más, pero Shui Xin levantó su cabeza de repente y le mostró sus ojos con sed de sangre y emoción.

—¿No piensa que dejar que ese niño muera en su Palacio, en sus propios brazos, que observe cuando su respiración se detenga, será mucho más interesante?

Interesante… Xin Yue Ning no sabía cómo describir sus sentimientos. La sonrisa de Shui Xin era fría como el hielo mordiendo su piel, haciéndole sentir escalofríos. Soltó su mano de inmediato que hasta ahora no había dejado ir a Shui Xin. Aunque se rehusaba a admitirlo, enfrentándose a ese lado de la sirvienta… le daba miedo.

♦ ♦ ♦

Entrados en el invierno, el viento nocturno era más frío. Debido a eso, no había trazo de nubes en el cielo, y con la luna descubierta, la luz pálida cubría todo con una tonada que hacía sentir más frío. Ming Ze se cruzó de brazos frente a él y se inclinó contra la pared al lado de la puerta del Salón sin pensar en nada.

En realidad no estaba de turno esta noche, pero debido a que la esposa del guardia de patrulla se desmayó, lo dejó ir a casa. De cualquier manera, él no tenía pareja, y no necesitaba preocuparse por nadie, así que no le era diferente si trabajaba o volvía a su casa.

—No has comido nada esta noche, toma algo.

Ming Ze había escuchado hace rato las pisadas detrás suyo, y supo que Fu Ling se acercaba para hablarle, pero no había pensado que le traería un contenedor de comida.

—Estoy trabajando —dijo él, frunciendo el ceño. El rostro ligeramente sonrojado de Fu Ling se congeló, y las manos que sostenían el contenedor apretaron su agarre.

—Ya es la mitad de la noche, nadie lo sabrá —respondió después de un tiempo.

Esta vez, Ming Ze no dijo nada, y solo se giró.

Al ver su figura indiferente, Fu Ling se sintió enojada. ¿Cómo era posible que este hombre no reconociera sus buenas intenciones? Si no la hubiera ayudado antes, y no se hubiera dado cuenta que no comía nada desde la tarde, no le habría ofrecido un bocadillo a esta hora. Como pensó que le preocuparía que los vieran y surgieran rumores, ella incluso removió a los eunucos y sirvientas de vigilancia, y le trajo la comida personalmente. Al final, él no solo no le agradeció, sino que ni siquiera la miró.

Mientras más lo pensaba, peor se sentía. La usualmente tranquila Fu Ling se enfureció.

Caminó hasta Ming Ze y le arrojó los bocadillos a sus brazos, sin preocuparse por si los atrapaba o no.

—¡Come si quieres o no, entonces!

Ming Ze no se esperó que Fu Ling fuera a hacer algo como eso, y se congeló por unos momentos. De alguna manera, se las arregló para atrapar los contenedores a pesar de que tenía algo en la mano, y por el bien de no soltar la comida, terminó dejando caer el objeto al suelo. Fu Ling se agachó para tomarlo, y descubrió que se trataba de un pendiente de jade circular, ligeramente más grande que un pulgar. Lo que difería de otros pendientes era que no estaba demasiado decorado, y que estaba atado con un hilo rojo.

Cuando Ming Ze vio lo que tenía en su mano, y que lo estaba observando con cuidado, entró en pánico.

—¡Devuélvemelo! —gritó. Su usual tono frío tenía mezclado algo de ansiedad, lo que sorprendió a Fu Ling. Solo era un pendiente de jade. Si estaba tan ansioso… ¿era un regalo de una amante?

La mano que extendió sin pensar se encogió, y el dedo que estaba usando para acariciarlo descubrió que tenía algunas imperfecciones en la parte trasera. Cuando lo dio vuelta, notó que tenía dos palabras. A pesar de lo brillante que era la luz de la luna, las palabras eran tan pequeñas que solo pudo ver la palabra Qi [3], cuando de repente, el pendiente regresó a las manos de Ming Ze.

Fu Ling lo vio apresurarse a devolver el accesorio a su bolsillo, como si temiera que alguien más lo viera, y cuando levantó la mirada, sus ojos deprimidos la dejaron sin palabras por unos momentos.

¿Ese pendiente era tan importante?


[1] Haishi: 9 a 11 pm

[2] Zishi: 11 a 1 am.

[3] Qi: Significa algo alto y esbelto.

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