Harem Imperial – Capítulo 84: Qi Yu

Traducido por Sharon

Editado por Tanuki


Sabía con claridad que él no era una persona sin sentimientos, ¿pero entonces por qué le daba la espalda constantemente? Lo que la confundía eran sus pensamientos.

Fu Ling estaba tan metida en su cabeza, que no se dio cuenta que alguien caminaba hacia ella, o que había un par de tijeras de jardinero en el camino.

Estos días, Ming Jian había estado investigando la Alianza Ling Shui, y finalmente había encontrado una pista, así que se estaba apresurando para informarle al emperador antes del almuerzo. Solía encontrarse con sirvientas en el sendero del palacio, y no solía prestarles atención, pero la mujer que tenía delante era algo extraña. No solo llevaba una canasta grande, sino que su paso era muy lento a pesar de que el bolso en su mano no debía ser pesado. Si continuaba caminando así, probablemente tardaría una hora en llegar a su destino.

Al acercarse, Ming Jian descubrió que era la oficial femenina del Palacio Qing Feng, Fu Ling. Viendo que parecía estar pensando en algo, no quiso molestarla, pero si seguía caminando tan distraída más tiempo, terminaría pisando las tijeras que podía ver en el camino. Después de pensar un poco, decidió advertirle.

—Señorita Fu Ling, debería tener cuidado.

La voz masculina que sonó a su lado la sorprendió. Al levantar la mirada, se encontró con un hombre de características parecidas a la persona en la que estaba pensando, por lo que dio unos pasos atrás sorprendida.

Dándose cuenta que la había asustado, Ming Jian se agachó para juntar las tijeras del suelo, y ubicarlas junto a las flores con una sonrisa.

—Sería mejor que no piense tanto mientras camina, o terminará lastimándose.

Le dio una advertencia amable sin mencionar que debería mirar por dónde camina. Sintiéndose avergonzada, Fu Ling dio una rápida reverencia.

—Muchas gracias, Comandante Ming.

—Señorita Fu Ling, no debería ser tan formal —dijo Ming Jian con una risa. Como había entrado al Palacio apresuradamente, no tenía su uniforme oficial. Su vestimenta casual hacía que el jade blanco colgando de su cintura sobresaliera, y Fu Ling, pensando que lucía familiar, no pudo evitar observarlo detenidamente.

Extrañándose porque Fu Ling no se había levantado, Ming Jian la miró de cerca, y se sorprendió de descubrir que estaba observando sus ropas.

—¿Sucede algo? —preguntó curioso.

—Ese pendiente de jade… —Era similar al que tenía Ming Ze. La única diferencia era que el de él era más grande, no tenía forma oval ni estaba atado por un hilo rojo. La pieza de Ming Jian colgaba de su cintura con una tela verde, lo que hacía que el jade sobresaliera como si fuera nieve.

—¿Lo ha visto antes?

—Yo…

Cuando Fu Ling se encontró con la mirada sorprendida de Ming Jian, sintió que había cometido un error. Si decía que no lo había visto antes, su reacción parecería sospechosa, así que se calmó y dio una sonrisa ligera antes de responder.

—Todo es culpa de mi tendencia a no ver a dónde camino. Hace dos días, en el Salón Qing Feng, choqué por accidente con el Guardia Ming, y él dejó caer una pieza de jade parecida a la suya. Ahora que lo veo con ella, sentí curiosidad y quise mirar mejor.

Fu Ling intentó hablar con un tono casual, ya que temía que Ming Jian sintiera algo extraño. Sin embargo, no se esperaba que el usualmente tranquilo y calmo Comandante Ming fuera a mirarla con una ansiedad repentina.

—¿Dices que Ming Ze también lleva su pendiente de jade con él?

—Sí —dijo ella, sin saber por qué él tenía una expresión así cuando preguntó.

Ante sus palabras, Ming Jian comenzó a reir de repente, y pareció tener un buen humor. Fu Ling quería saber el origen del pendiente de jade, y como sabía que era imposible que Ming Ze le contara, decidió preguntarle a Ming Jian.

—No estoy segura si la caída rompió el pendiente del Guardia Ming. ¿Dónde se obtiene esta pieza? Si en verdad se rompió, estaba pensando en comprar uno para disculparme.

Con el buen humor de Ming Jian, él decidió explicarle.

—El Jefe de la Familia Ming les regala un pendiente de jade a los hombres. Todos provienen de la misma pieza, así que es imposible comprarlos fuera.

Ming Ze… A pesar de que se rehusaba a admitirlo, todavía se preocupaba por su familia en su corazón.

Así que es un regalo de su familia… suspiró Fu Ling en secreto, aliviada.

—¿Hay algún significado en especial en las palabras grabadas en la parte posterior? —preguntó con curiosidad.

—El grabado son nuestras “palabras”.

—No es de extrañar que su jade tenga las letras Qi…

Como no había visto bien la palabra, Fu Ling deliberadamente dejó la oración en el aire para que Ming Jian confirmara la continuación.

—Qi Yu.

¿Cómo podría Ming Jian no saber que Fu Ling estaba buscando información con él? El carisma de su hermano pequeño no era poco. Solo había estado en el Salón Qing Feng unos días, y ya tenía el interés de tal belleza. Fu Ling había estado en el Palacio muchos años, y tenía buen carácter al lidiar con otras personas. Ya que estaba interesada en Ming Ze, Ming Jian no se molestó en ocultar la información.

—Qi Yu… —repitió Fu Ling. De repente, se sintió incómoda al ver la sonrisa brillante en los ojos del Comandante, y tosió—. Un jade tan precioso que no puede comprarse afuera, espero que no se haya roto. Comandante Ming, debe tener cosas que hacer, por lo que no seguiré molestándolo.

Ming Jian se rió al ver la manera en que Fu Ling planeó su escape, y decidió no hacerle las cosas difíciles.

—Adiós.

De esa manera, continuó su camino hacia el Estudio Imperial.

Fu Ling esperó a que la figura de Ming Jian desapareciera antes de suspirar, molesta. ¿Qué pasaba con ella? Estar tan impaciente por saber más… Si Ming Jian iba a su casa y se lo contaba…

¡Qué vergonzoso!, pensó Fu Ling con una sonrisa amarga. Qi Yu…

Repitió esas dos palabras en su corazón varias veces, hasta que se dio cuenta que le sonaban familiares. ¿Dónde las había visto, o las había escuchado, antes?

♦ ♦ ♦

Cerca de Wushi [1], Fu Ling regresó en el momento en que Qing Feng había terminado de darle de comer al bebé. Cuando vio a su sirvienta llevando la canasta, no pudo contener la curiosidad.

—¿Tan rápido?

El Palacio Interno no era un lugar pequeño, y necesitaba visitar todos los Palacios, por lo que esperaba que fuera a tardar cuatro o seis horas. Además de eso, necesitaba viajar al Palacio Frío… ¿A menos que se hubiera encontrado con algún problema?

—Las damas de cada Palacio empatizaron con mi trabajo duro, así que enviaron a sus sirvientes a buscar los huevos. Por eso pude regresar temprano —le explicó Fu Ling antes de que  pudiera preocuparse. Luego, le regresó la canasta vacía a Ru Yi, que estaba de pie a un lado, y caminó hacia su maestra para susurrarle—: Señora, por aquí.

Qing Feng le entregó el bebé a Shen Yao, y las dos caminaron hacia el living. Allí, Fu Ling tomó la bolsa de sus mangas y se la entregó.

—¿Esto es? —preguntó Qing Feng, tomándolo. Ya que Shen Yao estaba detrás de la pantalla, Fu Ling no lo explicó explícitamente, y en su lugar dijo:

—Dejó que esta sirvienta lo entregara, diciendo que es un regalo para el pequeño príncipe.

¿Chen Zhen?

Qing Feng miró la bolsa en su mano. El bordado era fino, y las puntadas muy detalladas, de manera que el Qilin se sentía con vida. Solo las habilidades de Chen Zhen podrían hacerlo lucir tan realista.

—En verdad es considerada —suspiró Qing Feng, sosteniendo el regalo en sus manos. Cuando su bebé había nacido, no le había regalado nada, así que por comparación, no podía considerarse tan amable como Chen Zhen.

—Sí. —Fu Ling pensó en Xiao Liu Zi, a quien encontró fuera del Salón Qing Feng, y continuó—. La Señora Lou ha enviado un mensaje. Ella y la señorita Qing querrían visitar juntas.

Los ojos de Qing Feng se llenaron de alegría, pero después de pensar un poco, respondió:

—No. Haz que esperen hasta que el bebé cumpla el mes, y que vengan junto con Lou Xi Yan y Su Ling.

—Sí. Esta sirvienta responderá de inmediato.

Era claro que su maestra estaba preocupada por la emperatriz dificultándole las cosas a sus hermanas, así que no dejaría que entrasen al Palacio solas. En verdad era envidiable la manera en que se preocupaba por su familia.

Qing Feng solo habló un poco más con Fu Ling, hasta que escuchó un llanto claro desde el cuarto. Las dos se miraron entre sí, y Qing Feng le dio una sonrisa indefensa.

—¿Por qué ese pequeño está llorando esta vez? —dijo con una sonrisa mimosa. A pesar de que sonaba como una queja, sus piernas la llevaron de inmediato dentro, aunque después de dar dos pasos, se detuvo y le devolvió la bolsa a Fu Ling—. Ayúdame a guardar esto.

Luego se dirigió hacia su hijo sin volver a detenerse. Fu Ling miró la pequeña bolsa en sus manos, y a Qing Feng con su bebé y una sonrisa suave, y de repente sintió que sería bueno que los días continuaran de esta manera.

♦ ♦ ♦

Fuera del Estudio Imperial, Gao Jing miró a las dos personas jugando al ajedrez y se lamentó en silencio. Cuando el emperador y el Primer Ministro Lou jugaban, si no fuera por un asunto de urgencia, no se les podía molestar. Justo antes de que comenzaran su partida, el emperador le había ordenado que, si el Comandante Ming regresaba, debía reportarse de inmediato, así que ahora mismo se encontraba en un dilema.

En ese momento, Xiao Yu terminó de servir el té y, al salir, pasó junto a Gao Jing.

—Ve a reportar —le susurró. Luego caminó fuera del salón antes de que pudiera responderle.

Ya que Xiao Yu le dejó entrar, el juego de los dos hombres no debía estar en su punto crítico todavía. El mayordomo sintió alivio, y se apresuró a entrar.

—Emperador, el Comandante Ming requiere una audiencia —le susurró, habiendo colocándose a su espalda. Como esperaba, no había ira en la mirada del emperador.

—Anúncialo.

Gao Jing dio una reverencia y se retiró. Poco después, Ming Jian caminó dentro a paso rápido, y al ver que el emperador y el Primer Ministro Lou estaban jugando, se detuvo sorprendido. Antes de que pudiera hablar, Yan Hong Tian se adelantó.

—¿Cómo fue la investigación?

Ming Jian sintió que el emperador estaba algo impaciente, pero al ver la pieza negra en sus manos y el movimiento tranquilo con que jugaba, su apariencia no lo reflejaba.

Yan Hong Tian colocó la pieza con un sonido agudo. Ming Jian se apresuró a tranquilizarse, y no se atrevió a especular sobre los intereses del emperador. En su lugar, le informó su investigación.

—En la lista de asesinos de la Alianza Ling Shui, actualmente hay tres que residen en la capital, dos hombres y una mujer. Unos días antes del incidente, fueron avistados cerca de la Residencia, pero todos estaban solos. Los dos hombres son cautelosos, prácticamente pasan sus días encerrados, pero la mujer a menudo camina por la ciudad. Estos dos últimos días a menudo se la ve moviéndose por el vecindario del Ministerio de Justicia.

¿El Ministerio de Justicia?

Yan Hong Tian frunció el ceño ligeramente, y la mano de Lou Xi Yan también se detuvo por unos momentos. La sutil expresión facial duró por breve momento, y ambos hombres se enfocaron en el juego como si nada hubiera pasado. Los dos jugaron dos turnos más antes de que el emperador pareciera recordar que Ming Jian seguía de pie a un lado.

—Ya que siguen en la capital, monitoréalos de cerca sin levantar sospechas.

—Sí.

Viendo que el emperador no tenía más órdenes, Ming Jian iba a retirarse, cuando la voz de Lou Xi Yan sonó de repente.

—El Líder de la Alianza Ling Shui ha sido famoso en Jianghu desde hace cuarenta años. Su edad no debe ser promedio.

Su tono era casual, pero Ming Jian se quejó por dentro. El Primer Ministro obviamente estaba diciendo que la Alianza Ling Shui usualmente solo tenía información en Jianghu, pero si ahora podían alcanzar dentro de la Corte Imperial, era probable que la persona que estaba a cargo haya sido sustituida, y le estaba pidiendo que la identificara.

—Este oficial investigará tan pronto como sea posible quién exactamente está aliado con ellos, y quién es el líder actual de la Alianza Ling Shui —afirmó Ming Jian con un corazón sombrío.

—Puedes retirarte.

Yan Hong Tian quería reirse al escuchar el tono deprimido de su Comandante, y la expresión tranquila de Lou Xi Yan. Al final tuvo que toser para ocultar la risa, pero sus ojos brillaban con las ganas de reír.

—Sí. —Ming Jian se fue rápidamente, temiendo que si se quedaba el Primer Ministro que fingía ser indefenso terminara pensando en otra situación.

El cuarto quedó en silencio, e incluso más tranquilo de lo usual, mientras los dos hombres movían sus piezas. La ficha negra de Yan Hong Tian ya estaba colocada, pero la blanca de Lou Xi Yan permaneció en sus manos por un largo tiempo.

Después de esperar un largo rato a que se moviera, el emperador dio un suspiro inaudible, y llamó a su mayordomo.

—Gao Jing, convoca a Dan Yu Lan.

—Sí.

Lou Xi Yan bajó su pieza lentamente, y por fin su cabeza gacha se levantó.

—El asunto no se ha aclarado del todo. ¿Debería moverse? —preguntó con una voz tranquila y sin su usual gentileza. Yan Hong Tian sacó una de las piezas negras del tablero, y escupió su respuesta con frialdad.

—Ya ha pasado tiempo suficiente.

Doce años. Había esperado bastante.

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