Harem Imperial – Capítulo 86: Agitándose (2)

Traducido por Sharon

Editado por Tanuki


El invierno en la capital de Qiong Yue no era considerado frío, pero comparado con la primavera constante que se tenía en Hao Yue, el clima era mucho más frío. Después de varios días nublados, esta tarde el Sol por fin había salido, así que Qing Feng planeó bañar al pequeño. Ya que tenía miedo que el niño fuera a enfriarse, toda la casa llena de personas estaba ocupada preparándose: alzando un brasero, calentando el agua, y demás. Después de tanto correr por todas partes, el bebé finalmente estaba bañado, y descansaba cómodamente en brazos de Qing Feng. Sus ojos seguían mirando a todas partes, y cuando vio a Ru Yi mirándolo, le dio una gran sonrisa.

—Señora, mire rápido —dijo Ru Yi, feliz—. ¡El pequeño príncipe está sonriendo!

Viendo el agua esparcida por el suelo, y algunos de los pañales tirados por todas partes, Qing Feng no pudo contenerse de regañarlo con una sonrisa.

—Por supuesto que ríe, estuvo dándole trabajo a todos —dijo en tono cariñoso. Le dio un pequeño toque a su nariz mientras hablaba, y él giró su cabeza a un lado para evitar la mano de su madre, lo que hizo que Qing Feng largara una carcajada.

Al ver a su señora de tan buen humor, Ru Yi cambió a un tono de habla más casual.

—En dos días, el pequeño príncipe cumplirá su primer mes. En ese momento, el emperador le dará un nombre —dijo con una sonrisa, agachándose a un lado de la cama—. Me pregunto qué nombre elegirá el emperador… ¿Sería mejor…?

—¡Ru Yi!

En el momento en que estaba por conversar emocionada, Fu Ling entró al cuarto y la regañó. Tenía una expresión extrañamente fría y el ceño fruncido, por lo que Ru Yi se dio cuenta de la manera en que estaba actuando, y se puso de pie rápidamente.

—Esta sirvienta habló fuera de turno.

A pesar de que Qing Feng sintió que las palabras de Ru Yi eran inofensivas, no le dijo nada a Fu Ling por regañarla. Para empezar, ella tenía la mayor autoridad entre todas, y además, no era equivocado educar bien a las sirvientas para que en el futuro no hablen de más y le traigan problemas.

—Has estado ocupada toda la mañana —dijo Qing Feng mirando a Fu Ling—. ¿Qué has estado haciendo?

—Señora, ahora el estudio está vacío y sin usar. ¿Por qué no deja que esta sirvienta limpie el lugar, y coloque una cama pequeña allí? Los días se han vuelto cada vez más fríos, será mejor tener alguien cerca que pueda cuidar de usted y del pequeño maestro.

Cuidar de un niño era muy difícil. Después de que su maestra diera a luz, su actitud se había calmado, pero ahora su apariencia era peor.

Originalmente, no les dejaba esperar con ella durante la noche porque no quería ser observada todo el tiempo. Sin embargo, ahora necesitaba de alguien que estuviera cerca para ayudarla, así que Qing Feng asintió.

—Eso está bien. Haz lo que pretendías, entonces.

—¿Dónde prefiere que guarde las pinturas? ¿O siguen en los estantes?

La mayoría de las pinturas del estudio eran piezas suyas, pero también había algunas de sus maestros favoritos. Después de pensar un poco, Qing Feng dijo:

—Iré contigo a ver.

Luego le pasó su hijo a Shen Yao para que lo llevara, y caminó hacia el área del estudio con Fu Ling. Ella había limpiado el cuarto antes, por lo que las pinturas y libros estaban guardados pulcramente en estanterías.

—Guarda los pinceles y la tinta de la mesa. Miraré las pinturas.

—Sí.

Qing Feng tenía el hábito de pintar en cualquier momento, por lo que la mesa tenía utensilios preparados para que pudiera hacerlo de inmediato. Mientras Fu Ling limpiaba la mesa, descubrió que había algo de tinta sin limpiar, por lo que le puso agua.

—Fu Ling, tráeme la pintura del bambú que todavía no está enmarcada —dijo Qing Feng de repente, mientras miraba a su sirvienta desde atrás.

—Sí —asintió ella, acercándose al rollo enrollado al final de la mesa.

Lamentablemente, como tenía las manos mojadas, y estaba distraida, la tinta en sus manos manchó el papel, dejando trazos oscuros y ligeros de negro.

—¡Qué terrible! —exclamó Fu Ling. Qing Feng se doi la vuelta para darle tiempo a limpiar, pero en ese momento, al ver la marca que quedó en el papel, sus ojos se iluminaron.

—Fu Ling, prepara algo de tinta.

¿La señora está de humor para pintar?

Acostumbrada a la pasión de su maestra, Fu Ling sacudió la cabeza y se concentró en la tinta. Qing Feng guardó el papel que fue salpicado y sacó una hoja limpia para colocarla en medio de la mesa. Pensando algo de repente, de repente dio un grito.

—Ru Yi, trae el brasero al estudio.

—¡Sí! —se escuchó la voz de la sirvienta desde el otro cuarto.

—Señora, está lista —dijo Fu Ling, acercando la tinta a una distancia a la que Qing Feng pudiera alcanzar. Sin embargo, ella le dio una mirada y negó con la cabeza.

—No es suficiente, prepara más.

Fu Ling estaba confundida. Usualmente, cuando pintaba, esta cantidad resultaba más que suficiente. A pesar de tener curiosidad, en lugar de hacer más preguntas continuó preparando la tinta.

Como el pequeño príncipe se había tomado un baño hace poco, el brasero tenía algo de carbón encendido.

—Señora, aquí tiene el brasero —dijo Ru Yi, entrando al estudio—. ¿Dónde debería colocarlo?

—Ahí —dijo Qing Feng, señalando frente a la mesa.

—Sí.

Ru Yi bajó el brasero y subió el calor del carbón. En poco tiempo, el estudio estaba muy cálido.

Viendo que la tinta y el papel estaban preparados, Qing Feng volvió al otro cuarto y gritó:

—Shen Yao, trae al niño.

—¡Sí!

Shen Yao se acercó con el bebé. Era raro que el pequeño no estuviera durmiendo después de un baño, por lo que cuando entró en el estudio, sus ojos viajaban por los alrededores sin descanso.

Ru Yi finalmente adivinó cuáles eran las intenciones de su señora: quería pintar a su hijo. Inmediatamente, tomó una silla y la puso frente a la mesa de manera que Shen Yao pudiera sentarse mientras tenía al príncipe en brazos, de manera que Qing Feng pudiera concentrarse en pintar. Sin embargo, en cuanto Ru Yi movió la silla, su maestra dio una orden diferente.

—Shen Yao, trae el niño a la mesa. Ru Yi, asegúrate que sus pies y brazos estén expuestos.

Ninguna de las sirvientas sabía qué era lo que quería hacer, pero todas vieron la mirada emocionada que Qing Feng tenía.

Cuando Ru Yi expuso las extremidades del bebé, Qing Feng tomó el pincel más grande de la mesa y lo pasó por la tinta. Luego agarró la mano del niño y pintó sobre ella.

—Señora, eso… —dijo Ru Yi, confundida.

Sintiendo la sensación fría y suave, el pequeño miró su mano y soltó una risita. Después de cubrir ambas manos con tinta con dificultad, Qing Feng llamó a Fu Ling.

—Trae el papel aquí.

Fu Ling se movió de inmediato para colocar un papel limpio en la mesa. Qing Feng tomó con cuidado las manos manchadas de tinta de su hijo y las presionó contra el papel, de forma que quedara una pequeña huella.

En el papel blanco, la pequeña mano era tan pequeña que Ru Yi no pudo contener su exclamación.

—¡Esas huellas son realmente lindas!

El pequeño no estaba nada feliz de tener sus manos sujetas por alguien más, así que comenzó a removerse, provocando que su madre terminara con las manos llenas de tinta. Si seguía usando el pincel para pintar, el niño terminaría perdiendo la paciencia y comenzaría a llorar, así que Qing Feng simplemente tomó sus pequeñas piernas e hizo que pisara la tinta. Viendo sus pies volverse negros lentamente, el niño estaba tan sorprendido que se quedó quieto. Qing Feng aprovechó la oportunidad para hacerlo caminar por el papel, pero quizás porque sintió la tinta refrescante, él no dio una pisada, y en su lugar sacudió su pie. De esa manera, una huella perfecta se volvió una mancha de tinta negra.

Después de eso, el grupo de chicas estuvo ocupada pro un tiempo, y todo lo que consiguieron fue una pieza de un talismán, haciéndolas reír.

—¡Este pequeño realmente no es obediente! —lo regañó feliz Qing Feng. Sin embargo, al ver la mancha que quedó en el papel se sintió algo decepcionada, por lo que pidió—: Vamos a hacer otro.

Todavía quedaba algo de tinta en las manos y pies de su hijo, y esta vez, ella no se atrevía a hacer que pisara el porta-tinta. Luego de cambiar el papel a uno nuevo, miró sus propias manos negras.

—Ru Yi, toma sus manos y pies para pintar otra pieza —le pidió.

Con sus manos y pies atrapados con firmeza, el pequeño no pudo hacer nada malo, y las huellas del papel terminaron teniendo una forma clara.

—¡Este es perfecto! —exclamó Ru Yi, soltando las extremidades del príncipe.

—El agua está aquí —dijo Fu Ling, volviendo a entrar. Había salido en cuanto entendió las intenciones de su señora para llamar a dos sirvientas, quienes entraron con dos jarrones de agua. El par de madre e hijo habían estado jugando felices, por lo que no se habían dado cuenta del estado en que se encontraban. Fu Ling no dijo nada, pero cuando Qing Feng notó el desorden que había hecho, se encogió de hombros.

—Fu Ling, en verdad eres considerada —rió.

Era cierto que los corazones de una madre y su hijo latían al mismo tiempo, porque en el momento en que Qing Feng dejó de hablar, el príncipe sacudió sus manos y rió dos veces. Fu Ling estaba entre las risas y las lágrimas.

—Muy bien, vamos a limpiarlo rápido para que no se resfríe.

Ru Yi y Shen Yao se apresuraron a lavarlo, mientras que Fu Ling daba un paso atrás. Al darse la vuelta, vio que su señora ya se había limpiado las manos, y veía en trance las dos piezas de papel con las huellas de manos y pies de su hijo.

—¿Por qué no le regala esta pieza al emperador? —susurró Fu Ling, observando la pieza mejor hecha.

Sintiendo que había leído sus pensamientos, y a pesar de que se trataba de la persona que más la conocía, el rostro de Qing Feng se sonrojó, y miró a la sirvienta mientras tosía, avergonzada.

—Es buena idea —dijo, pretendiendo que no era de importancia. Fu Ling no pudo contener la risa.

A pesar de ser madre, seguía avergonzándose con demasiada facilidad. Al escuchar su risa, el rostro de Qing Feng se puso aún más rojo, pero antes de que pudiera decir algo, la sirvienta enrolló el papel y salió antes de que la vergüenza pudiera transformarse en ira.

En el momento en que Fu Ling salió al patio, una repentina ráfaga de viento frío sopló y amenazó con quitarle el papel de las manos. Protegiendo la pintura con su cuerpo, gritó:

—¡Lan, trae un tubo para la pintura!

—Sí.

El viento siguió soplando, amenazando con doblar el papel al punto en que no pudiera regalarse, por lo que Fu Ling caminó hacia una puerta lateral en donde el viento era más tranquilo. Allí, abrió el papel pretendiendo volver a enrollarlo, pero a pesar de que la brisa era menor en ese lugar, el débil papel seguía temblando. Ya estaba arrugado, por lo que sería difícil estirarlo.

En el momento en que Fu Ling pensó en llamar a alguien por ayuda, una gran mano apareció y la ayudó a estirar el papel. Levantando la mirada, descubrió que el propietario era el hombre que había estado evadiendo a propósito durante los últimos días.

Tenía la misma expresión fría de siempre, y no la miró para nada. En su lugar, sus ojos se enfocaron en las huellas de manos y pies del papel. Fu Ling no sabía por qué, pero su corazón comenzó a latir con fuerza antes de que pudiera notarlo.

—Gracias —logró decir después de estar congelada por un largo tiempo.

Ming Ze no respondió, y en su lugar esperó hasta que ella enrollara el papel antes de quitar las manos y alejarse.

¿Esto también es para ayudarla? Pero… ¿por qué es tan indiferente? ¿Es como creo… o lo estoy pensando demasiado?

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