Juego otome yandere – Vol 4 – Extra 1: El punto de vista de Wolf. Los tórtolos

Traducido por Nidhogg

Editado por Sakuya


Me di cuenta, con un sobresalto, que Lycoris, quien caminaba adelante, avanzaba más lento de lo habitual. Cuando la examiné detenidamente, noté que fruncía el ceño ligeramente en el momento en que su pie derecho tocaba el suelo. 

—¿Lycoris?

Al escuchar el tono firme de mi voz, su expresión cambió, parecía la de una niña que había sido atrapada haciendo travesuras. Se veía ansiedad en su rostro que parecía decir “¿y si realmente se enoja?”.

Si sabe que no puedo actuar de manera severa cuando hace esa expresión, creo que estaré un poco molesto.

—¿Qué le pasó a tu pie derecho?

—Ah, um, no es la gran cosa…

Cuando dijo esto, su mirada viajó de un lado a otro. Una acción que parecía pedir, inconscientemente, que alguien la ayudara, pero, desafortunadamente, solo erámos nosotros dos. Debido a un encargo realizado por los maestros, nos dirigimos a un lugar en el cual no hay muchos de los estudiantes con los que habitualmente nos topamos en el camino de regreso a casa. Estaba fuera de la zona de actividades de muchos de ellos, por lo que no había tránsito de gente.

Tras recordar esto, Lycoris parecía resignada.

—Parece que mis nuevos zapatos no me quedan bien. El tamaño debería ser el correcto, pero es un poco ajustado en el talón…

Fruncí el ceño. Pese a que me gustaría hablar con la persona que confeccionó sus zapatos, había un problema mayor. Era el hecho de que había intentado ocultarlo de mi.

—Por ahora… ¿por qué no te los quitas?

Cuando dije esto y me arrodillé para que pudiera apoyarse en mi hombro, Lycoris extendió su mano con timidez.

Una vez conseguí que se quitara el zapato, vi que su talón estaba ciertamente inflamado y enrojecido, no lo suficiente como para ser una herida, pero estaba caliente al tacto.

—Perdón, Wolf. Pensaba soportarlo un poco, hasta que regresáramos a los dormitorios… Quiero decir, incluso si te pidiera que me dejes aquí y traigas otro par d-

—Me opondré firmemente.

—¿Ves?

—Se solucionaría si te llevo.

Pensé que era una sugerencia razonable, pero inmediatamente sacudió la cabeza.

—No, eso sería demasiado. Me sentiría demasiado culpable. Para ser franca, no creo que mi peso me permita ser levantada con facilidad… Y he ganado peso últimamente. Incluso si dices que has estado entrenando, también soy bastante alta. Soy una mujer grande, después de todo. Así que…

—Lycoris. Seré sincero contigo, quiero cargarte y sostenerte entre mis brazos… Por eso, tu respuesta debería ser, lo “permitirás” o te “rehusarás”.

Se puso roja y murmuró un pequeño “Uu”.

Tuvimos otra pequeña discusión acerca de si la llevaría en mi espalda o al frente, pero fue fácil persuadirla al sentirse obligada a “recibir ayuda”.

La levanté en mis brazos, Lycoris parecía preocupada acerca de qué debía hacer con sus brazos, que se movían libremente mientras ella permanecía rígida por el nerviosismo.

—Lycoris… Es más fácil si apoyas tu peso en mí.

Al no tener nada que perder, seguí adelante y lo dije.

Sorpresivamente, asintió rápidamente y se recargó un poco al sostenerse de mi hombro. Podría terminar diciendo algo innecesario si abría la boca, así que sin decir nada, la sostuve y comencé a caminar.

Cuando habíamos avanzado un poco, habló cerca de mi oreja.

—Hey, Wolf, um… ¿Qué piensas de esto?

—¿Hm? Veamos… Creo que este momento es mucho más satisfactorio que si tuviera el mundo en la palma de mi mano.

—A-ah, no esperaba una magnífica respuesta como esta… ¿no soy pesada?

Ah, así que está preocupada por eso.

—Déjame ver, dudo que pueda correr por mucho si me dices que lo haga con todas mis fuerzas mientras te sostengo entre mis brazos… pero, si solo estoy caminando, con algunos descansos de por medio, probablemente podría escalar una montaña.

Ante mi sincera respuesta, Lycoris parecía complacida y dejó salir un pequeño suspiro de alivio.

—Aunque, no creo que seas pesada en lo absoluto.

—Mmmh. Pero, deberías saber que las mujeres esperan que los hombres les digan “eres ligera como una pluma”.

Imaginé una situación igual a sus palabras y me estremecí. Sin quererlo, hice más firme el agarre.

—¿Wolf?

—No, yo solo… no puedo evitar asustarme con la idea de que fueras tan ligera. Podrías terminar siendo arrastrada por el viento.

Después de escuchar mis palabras, se rió entre mis brazos.

—Perdón por reírme. Es solo que… es muy propio de ti decir algo así…

Cuando dijo eso en un tono de voz suave y relajado, comencé a reír.

Al haber desaparecido su nerviosismo, Lycoris envolvió sus delgados brazos alrededor de mi cuello. Al parecer, al abrazarme, me permitió cargar todo su peso. Creo que presionó su rostro contra mi cuello para esconder la sonrisa en sus labios.

No fue una sorpresa que perdiera la compostura al recibir su toque cálido y tierno que me fue ofrecido inocentemente.

Incluso entonces, su risa no se detuvo y me transmitió su ligera vibración.

En serio.

Lo que tenía en mis manos, justo ahora, era mucho más espléndido que la dominación mundial.

Pese a que me dijo que fuera un poco más mimado, siempre me ha malcriado. Con su voz amable y sonrisa brillante, siempre he sido malcriado. Esto podría ser cómo se siente tener una madre.

Pero ella no es mi madre.

—Lycoris.

—Si, ¿qué sucede?

—¿Sería mejor ir a la oficina médica?

—Sí. Pero es un camino bastante largo el que hay que recorrer ¿no? ¿Estarás bien?

—Por supuesto.

Cuando sonreí, Lycoris tenía una expresión que parecía de alivio.

—Pero, ciertamente, es una gran distancia.

—Pensándolo, ¿debería bajar? ¡Si me prestas tu hombro, puedo saltar en un pie!

Por supuesto, no tenía planes de dejarla bajar en lo absoluto.

—Está bien. Planeo llevarte segura hasta que estemos ahí. Por eso, si cumplo con esta tarea… ¿podrías darme una pequeña recompensa?

Debido a la manera en que dije estas palabras, con un doble sentido, Lycoris dejó de moverse por la sorpresa.

Pero, incluso si esperé un momento, no quitó esos cálidos brazos que estaban rodeando mi cuello. Ni siquiera pidió que la bajara. Pero sus mejillas blancas y su cuello se volvieron tan rojos que no podía ocultarlo.

Pensé que debería castigarla un poco por no decirme acerca del dolor causado por su zapato.

Y, francamente, me gusta mucho su rostro avergonzado.

Mi enamorada me dijo “está bien ser malcriado”.

¿No es la naturaleza humana el querer saber cuan “malcriado” puedo ser?

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