Katarina – Volumen 11 – Capítulo 4: Hermanos divididos (2)

Traducido por Shisai

Editado por Sharon


—Hmmm… Creo que no me he equivocado de camino…

Había estado siguiendo las indicaciones de la hermana de Dewey para llegar al lugar de trabajo de Ronnie, pero no parecía llegar a ninguna parte, y empecé a sentirme ansiosa. Había mucho verde a mi alrededor, pero ni una sola alma a la que pudiera pedir información.

No se me daba tan mal seguir direcciones… pero tampoco tenía una brújula incorporada en mi cabeza. Además, no conocía esta ciudad, salvo la zona de la casa de María. Nunca había estado cerca del lugar de trabajo de Ronnie, y sinceramente me sorprendió incluso encontrar un camino en lo que era básicamente un bosque.

—Pensé que estaría cerca, ya que iba allí a pie…

Y sus piernas también estaban heridas… Es triste pensar que tuvo que caminar por este camino lleno de baches y rocas.

Seguí dando tumbos por el camino hasta que vi la espalda de Ronnie en la distancia.

¡Así que no me perdí!

Caminaba relativamente despacio por su pierna herida, así que alcanzarlo no fue tan difícil.

—¡Ronnie! —llamé cuando estaba lo suficientemente cerca.

—¿Ah? ¿Por qué estás aquí?

—Quería hablar contigo un poco más —respondí, y me miró con desconfianza.

—¿Por qué debería hablar contigo? Y además no tengo tiempo. Estoy yendo a trabajar.

—Pero he oído decir a tu hermana que tu trabajo implica una labor manual extenuante. ¿Cómo vas a trabajar, así de herido?

—Tsk, siempre abriendo la boca… —refunfuñó él, claramente disgustado—. Lo sé, pero tengo que ir a ver si hay algo que pueda hacer. Si no gano dinero, todos los pequeños se van a morir de hambre.

—¿Así que ni siquiera estás seguro de que vayas a trabajar? Entonces será mejor que descanses por hoy, o tus heridas no mejorarán. Si necesitas informar que te tomarás el día libre, puedo entregar el mensaje por ti.

—¿Me estabas escuchando siquiera? Me pagan por día y tengo que trabajar. No puedo tomarme un día libre así como así.

—Pero si vas y te haces más daño, no podrás trabajar. Si necesitas dinero ahora, pídele a Dewey. Estará feliz de saber que puede ayudar.

—Dewey nos dejó. Ya no es uno de nosotros —respondió secamente, frunciendo el ceño.

—Se preocupó mucho por todos vosotros al venir aquí, ¿sabes?

—Ese tipo… —murmuró, y capté un atisbo de tristeza en sus ojos.

—Realmente te preocupas mucho por tu hermano, ¿verdad? —le pregunté a Ronnie, cuyo rostro se agrió de inmediato.

—¡¿Eh?! ¿De qué estás hablando? ¡Acabo de decir que ya no es uno de nosotros!

—Eso has dicho, pero ¿no significa eso que no quieres que se preocupe por el resto y que disfrute de su propia vida? —contraataqué, sintiendo que ese era el verdadero significado detrás de sus duras palabras.

—¡¿Cómo se te ha ocurrido esa idea?!

—Viéndote allí y aquí ahora. Es obvio que es importante para ti —declaré, mirándolo fijamente con confianza.

Ronnie empezó a rascarse torpemente la cabeza.

—¿Dewey dijo eso?

—No. Es solo lo que pienso. Dewey pensó que lo odiabas, y se sorprendió bastante por eso —respondí, y Ronnie me lanzó una mirada mitad alivio y mitad pena.

—Deja que piense eso entonces. No le cuentes lo que me acabas de decir.

—¿Pero por qué? Le dolió mucho escuchar esas palabras viniendo de uno de sus queridos hermanos. Deberías dejar de avergonzarte por ello y decirle la verdad.

—¡No me avergüenzo de nada!

—¿No?

Huh, pensé que esa era la cuestión. Ronnie parece el tipo que tiene problemas para admitir sus propios sentimientos.

—¡Claro que no! Es que no quiero agobiarlo…

—¿Cómo es eso…?

—Has visto a esa escoria que llamamos ‘padre’. Mientras nosotros nos dejamos la piel, él nos roba todo el dinero que puede, se emborracha y nos pega. Y nuestra madre tampoco es mucho mejor. Por eso tenemos que vivir en esa pequeña choza que se va a derrumbar en cualquier día. Yo nunca he ido a la escuela, así que no puedo esperar conseguir ningún trabajo decente, ya que no sé leer. Y todos los demás que se fueron antes que Dewey estaban igual. Él fue el único que lo logró. Entró en el Ministerio… tener que cuidar a una familia como esta solo va a ser una molestia para él.

—Eso no es…

Antes de que pudiera decir la verdad, Ronnie añadió una cosa más.

—Él es nuestro orgullo —afirmó, pareciendo tranquilo y satisfecho mientras lo hacía—. Siempre ha sido inteligente, ya sabes. Incluso aprendió a leer por su cuenta. Cuando me dijo que quería ir a la escuela, supe que era lo mejor para él. Iba a estudiar y luego volvía a casa a trabajar. Sé lo mucho que se esforzó, créeme. Y entonces, ¿qué sabes? Era incluso más inteligente que todos los otros niños de allí, y consiguió saltarse grados. Me alegré mucho cuando me enteré de eso. Luego le recomendaron el colegio para hacer el examen del Ministerio, y consiguió aprobarlo sin problemas. Estoy tan orgulloso… No, todos estamos muy orgullosos de tenerlo como hermano.

El relato de Ronnie sobre los logros de su hermano era feliz y cariñoso. Claramente no mentía al decir que estaba orgulloso de Dewey.

—Por eso no quiero agobiarlo. Quiero que se olvide de escoria como nosotros y que viva una mejor vida —sonrió con tristeza.

—Ronnie… Ni tú ni tus hermanos son escoria.

—No sé leer y no sé hacer cálculos con números. Soy un pedazo de escoria inútil, como mi padre.

—Tu padre puede ser escoria, pero eso no se aplica a ti. Por supuesto, saber leer, escribir y hacer cálculos es muy útil, lo reconozco, pero esas habilidades no te hacen peor ni mejor persona. En todo caso, tengo un buen concepto de ti por la forma en que cuidas de tus hermanos menores.

A pesar de la paliza que había recibido, seguía decidido a ir a trabajar para alimentar a su familia. A pesar de que esto podría hacer que Dewey le odiara, quería que su hermano pequeño fuera feliz y libre. Eso era lo contrario a una escoria.

Ronnie me miraba fijamente, sorprendido. Tal vez, al igual que Raphael había teorizado, tanto Dewey como Ronnie fueron menospreciados por alguien durante toda su vida (su padre, obviamente), y acabaron perdiendo toda la confianza en sí mismos.

—Yo… —Ronnie finalmente comenzó a hablar, pero la voz de alguien con brío lo interrumpió.

—¡Ahí está! —escuchamos un grito. Me di la vuelta y vi a una mujer con capa que salía corriendo del bosque hacia nosotros con una sonrisa en la cara. Era la misma mujer que Liam y yo habíamos conocido cerca del orfanato. Lahna me había dicho su nombre…

—¿Sarah? —pregunté, y ella pareció sorprendida.

—¿Cómo sabes ese nombre? —me preguntó.

—Alguien me lo dijo, obviamente. Y lo que es más importante, ¿qué quieres? —le contesté con desconfianza, y se echó a reír.

—He venido a intimidarte un poco.

—¡¿Eh?! —pronuncié, confundida por esa respuesta sin sentido—. ¿Por qué demonios ibas a hacer eso? Apenas nos conocemos, ¡y esto es lo más largo que hemos hablado!

—Sí —aceptó tras pensarlo un rato—, es cierto. Pero, verás, últimamente me siento rara aquí arriba por tu culpa —continuó, poniendo una mano en su pecho.

Por primera vez, su expresión no parecía falsa. Su cara ahora mismo me recordaba a la de una niña que podría empezar a llorar en cualquier momento. Me dio un poco de pena y le tendí la mano.

—Y así, te intimidaré un poco para compensar —concluyó, volviendo a su sonrisa de apariencia falsa mientras levantaba y luego bajaba rápidamente los brazos. Cuando hizo esto, una enorme serpiente negra apareció de la nada.

Vaya, eso parece aún más realista que una serpiente. ¡Eso parece más realista que las serpientes que hago yo! pensé, sin comprender la gravedad de la situación.

—¡Cuidado! —gritó Ronnie, saltando delante de mí para protegerme de la serpiente, que le golpeó directamente en el brazo—. ¡Hng! —gritó de dolor.

—¡¿Estás bien?! —pregunté, tratando de determinar si se había hecho daño.

—No es nada. ¡Pero no te quedes ahí parada como una idiota! ¿Y qué le pasa a esa chica? —gritó, pero, por la forma en que se sujetaba el brazo y la expresión de dolor en su cara, pude comprobar que definitivamente no había sido nada.

Se lanzó a protegerme aunque apenas me conoce… ¡Realmente es un buen tipo!

—Lo siento. Ella es… una conocida… de alguna manera, pero supongo que me odia por alguna razón. De todos modos, muéstrame tu brazo.

El lugar donde la serpiente le había golpeado se había convertido en un gran moretón negro.

—¡¿Qué es esto ahora?! —gritó, asustado por la mancha antinatural en su piel.

Esto no es un moretón normal. Ha sido Magia Oscura, tal y como sospechaba… Esa chica sí que sabe hacer hechizos desagradables, eso es seguro. Es como aquella vez que nos encerró en ese espacio negro…, pensé. A diferencia de la vez anterior, no tenía ni idea de qué hacer.

—Awww, he fallado —murmuró Sarah con un ceño claramente falso. Sin embargo, me temí que no iba a dejarlo así.

—Ronnie, esa mujer es peligrosa. Por favor, huye —le pedí, pero negó con la cabeza.

—No voy a dejarte sola con alguien peligroso —respondió. No solo era un buen tipo, sino también valiente.

—Gracias, pero no te preocupes, sé cómo defenderme. Sin embargo, no puedo aguantar tanto tiempo, así que quiero que vayas a avisar a esa mujer del Ministerio que estaba conmigo antes. ¿Puedes hacerlo?

—Si puedes defenderte, entonces probablemente estés mejor sin mí… —concedió, mirando su cuerpo herido—. Iré a buscar a esa mujer.

Mientras empezaba a correr hacia su casa, añadí mentalmente “puede tomar decisiones y actuar con rapidez bajo estrés” a la lista de sus buenas cualidades.

—¡Y que te mire el brazo! —grité mientras escapaba. Levantó una mano para mostrar que había entendido.

Bien. Y ahora, vamos a ocuparnos de ella, pensé, dándome la vuelta de nuevo para encarar a Sarah.

—Es la segunda vez que dejas escapar a otra persona. Eres muy amable, ¿verdad? —habló con una gran sonrisa y una voz inadecuadamente fría.

Seguía fingiendo emociones con tanta constancia que no podía saber lo que estaba pensando en absoluto. Antes había vislumbrado lo que parecía una verdadera reacción, pero sólo había durado un segundo.

—Dime, ¿por qué…?

—Y eso es una cosa más que odio de ti —me interrumpió, moviendo el brazo una vez más. Esta vez apareció una niebla negra que me rodeó.

Todo a mi alrededor se volvió negro y silencioso mientras el bosque desaparecía.

Debe ser el mismo hechizo de antes, no hay duda. Está tratando de atraparme en la oscuridad. La última vez fue tan aterrador que nunca podría haber salido si Jared y Keith no hubieran estado conmigo. Pero esta vez, es diferente. Sé cómo salir.

Visualicé mi varita de calavera, algo que ya estaba bien acostumbrada a hacer. Enseguida sentí su peso en la mano y apreté los dedos alrededor de ella. Entonces, agité la varita y visualicé que la oscuridad desaparecía. Un pequeño punto de luz apareció frente a mí y empezó a absorber toda la oscuridad que lo rodeaba.

Perfecto. Lo conseguí.

Pronto salí de la oscuridad y volví al bosque, donde Sarah estaba de pie frente a mí, con una mirada terriblemente molesta.

—Así que realmente puedes luchar contra mi hechizo tan fácilmente… Entonces, ¿qué te parece esto? —se burló de mí, levantando el brazo por tercera vez. Sabía que cuando lo bajara haría surgir otro hechizo oscuro.

Al ver que no había tanta distancia entre nosotros, me precipité hacia ella y tomé su brazo con la mano, impidiéndole moverlo. Era extremadamente delgado, de forma preocupante.

—Escucha. Quiero hablar de esto contigo —le supliqué.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó incrédula. La conmoción en su rostro, por una vez, parecía genuina, lo que me hizo sentir algo de alivio.

—Parece que me odias por alguna razón, pero yo no te odio. Quiero saber más sobre ti y quiero entenderte. Por eso me gustaría hablar —le expliqué, aún sujetando su brazo.

Sus ojos negros estaban tan abiertos como los de un niño asustado mientras miraba fijamente los míos.

—Mira… —Intenté continuar, pero ella se sacudió mi mano, se bajó la capucha sobre la cara y se adentró en el bosque como si quisiera huir de mí.

Parece tan… indefensa.

—Al final, seguimos sin conseguir hablar… —suspiré para mis adentros mientras Sarah desaparecía entre los árboles.

♦ ♦ ♦

Yo, la chica a la que llamaban Sarah, corría sin rumbo por el bosque. No sabía a dónde iba, pero sentía que no podía parar. Si lo hiciera, esa extraña sensación en el pecho se habría apoderado de mí.

Siempre había pensado que Katarina Claes era una mujer rara, pero hoy me he dado cuenta de que era aún más rara de lo que había imaginado.

¿Quiere hablar conmigo? ¿Conocerme? ¿Entenderme? Nunca he oído cosas tan extrañas. ¿Qué le pasa?

La forma tranquila y pacífica en que me miraba cuando decía esas cosas las hacía aún peores. Era la primera vez que alguien me miraba así… ¿O no?

Tal vez, hace mucho tiempo, otra persona me había mirado así. Antes de que mi padre dejara de volver a casa, mi madre me dirigía esa misma mirada tranquila mientras me acariciaba la cabeza. Y cuando mi padre desapareció y mi madre empezó a ignorarme, aquel chico me sonreía amablemente.

E incluso antes de eso, mi padre…

Cuando la oscuridad se apoderó de mí, había encerrado todos esos recuerdos para proteger mi corazón. Vivía sin pensar, haciendo solo lo que se me ordenaba. Ahora, por culpa de esa maldita mujer Claes, esos recuerdos habían empezado a resurgir.

Había sido un día muy largo…

—Mamá, estoy en…

Abrí la puerta y me encontré con hombres desconocidos dentro de mi casa. Asustada por esa visión, miré a mi alrededor buscando a mi madre, antes de verla tumbada en el suelo más allá de los extraños intrusos. Una sola mirada bastó para comprender que ya no estaba viva.

Solté un grito que no se puede describir con palabras, y sentí que algo explotaba dentro de mí. Todo mi cuerpo fue tomado por una ráfaga de calor.

—¡Esta niña tiene magia! Se supone que debemos matarla también, pero… ¿Qué debemos hacer?

—Los niños mágicos pueden ser útiles. Llevémosla con nosotros por ahora.

—¿Y qué pasa con el cuerpo?

—Las órdenes son sólo para asegurarse de que no la encuentren.

Los hombres hablaban entre ellos, pero yo no podía escucharlos realmente. Seguí gritando y abrazándome a mí misma.

Me siento tan caliente… Mamá… ¡Mamá!

De repente, vi aparecer una sombra oscura delante de mí y sentí un fuerte dolor en el estómago. Lo último que pasó por mi cabeza mientras perdía el conocimiento fue la amable madre que ya no tenía y la cara amable del chico pelirrojo.

¿Por qué estoy recordando estas cosas de repente?

Las lágrimas, algo que creía que no podía evitar, caían de mis ojos.

Mi corazón palpitaba,

palpitando de dolor,

tristeza,

anhelo,

pena.

Corrí aún más rápido, rebosante de emociones desconocidas. Seguí lanzándome entre los árboles, raspándome la cara, las manos y los pies contra las ramas, con la esperanza de volver pronto a la normalidad.


Shisai
Yo entiendo que quiera ser pacifista y resolver las cosas hablando pero me gustaría que Pochi aparezca más seguido

6 respuestas a “Katarina – Volumen 11 – Capítulo 4: Hermanos divididos (2)”

  1. Alguien que me aclare que tipo de magia tenia Sara? no se por que pero me agradaría que fuera magia oscura natural (sin el ritual del asesinato ).

  2. Uff, cada vez conocemos mas de Sarah, yo sigo con mi teoria de que Katarina se gana a Sarah y estará dentro del harem Inverso de Katarina.

    Gracias por la traducción, cada vez se pone más buena esta novela

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido