Mi prometido ama a mi hermana – Arco 8 – Capítulo 6

Traducido por Ichigo

Editado por Lucy


—¿Ilya…?

Sentí que acababa de decir algo y me desperté de repente.

Me di cuenta de que me había dormido e intenté levantarme, pero no pude porque mi cuerpo estaba pesado. Puse fuerza en mi mano derecha, y aún así mi palma resbaló sobre la tela que sentía un poco húmeda.

—Ah, bien. Has recuperado la conciencia.

—Yo… ¿qué me ha pasado?

—¿No te acuerdas?

—No…

Cuando asentí, Crow, que estaba sentado junto a mi cama, frunció el ceño.

Según él, me quedé dormida durante horas y no me despertaba.

—Tienes hambre, ¿verdad? Ahora mismo tengo sopa caliente para ti.

Sonrió y añadió que era estupendo que me despertara.

—Anoche tuviste fiebre… Me preguntaba qué pasaría.

—¿Eh…? ¿Anoche?

Comprobé el exterior de la ventana, y la suave luz que entraba por los huecos de las cortinas era deslumbrante. El agradable piar de un pequeño pájaro y una refrescante brisa que soplaba me indicaron que era temprano por la mañana.

¿De verdad había dormido tanto?

Parecía que ya había pasado una noche entera desde que salí de casa de mis padres.

Si movía la mirada y observaba la habitación, no parecía haber ningún cambio en particular, pero había una diferencia. Una palangana sobre la mesilla de noche.

Antes de irme a la cama, no estaba allí.

Ya veo. ¿Tenía la cabeza tan pesada por culpa de la toalla húmeda y tibia que había absorbido la fiebre?

Crow pareció algo aliviado y preguntó:

—Ya no la necesitas, ¿verdad?

Luego, la sustituyó por una nueva toalla fría. Se me escapó un suspiro por la sensación de frescor.

A continuación, me limpió la cara y el cuello con otra toalla seca.

Mientras admiraba lo hábil que era como de costumbre, recordé algo que había ocurrido hacía algún tiempo.

—Parece que ya te ha bajado la fiebre, pero debes de haber acumulado mucho cansancio. Es comprensible… De hecho, me gustaría dejarte descansar más, pero… No está garantizado que los perseguidores no vengan a por nosotros, así que quiero cambiar de lugar.

Crow parecía grave mientras añadía que quería marcharse antes del mediodía. Siguiendo su línea de visión, me llamó la atención una pequeña bolsa de viaje colocada en una esquina de la habitación.

—Contiene sobre todo tu ropa. Creo que hay suficiente para unos días… Ah, no las empaqué yo mismo. Le pedí a la posadera que empaquetara lo que creía que una mujer necesitaría cuando se va de viaje dos o tres días.

—Je, je, incluso pensaste en ese tipo de cosas…

Cuando contesté mientras estaba tumbada, Crow también puso una cara amarga y se rió.

—Mientras tengas dinero, todo es posible.

Lo dijo en broma, para que pareciera que era un joven amo rico, pero al final, seguí sintiendo pena. Desde que me reuní con Crow, he estado en deuda con él.

—No pongas esa cara.

—¿Eh…?

—No dudes en confiar en mí. Eso es lo que significa vivir, ¿no? Depender de alguien y que dependan de ti. Necesitamos apoyarnos para vivir, ¿verdad? Al menos eso es lo que pienso.

—Sí, tienes razón…

Tenía razón.

Antes pensaba: “Estoy sola en este mundo”, pero ahora sé que no es así.

Mirándome a la cara, Crow pareció percibir algo y sonrió. Su expresión infantil le hacía parecer inocente.

—Ahora mismo, cuando tu estado físico no es perfecto, creo que será una carga para ti moverte de un lado a otro, pero… no sé qué pasará de aquí en adelante, así que me gustaría evitar quedarme en un sitio tanto como sea posible.

—¿Tienes una vaga idea de lo que va a pasar?

Como una balanza que oscilaba de derecha a izquierda, mis pensamientos volaban dentro de mi cabeza. Ni siquiera podía ahuyentar mi somnolencia, y cuando le pregunté medio aturdida, el chico ladeó la cabeza sin responder con claridad.

—Bueno, qué pasará, me pregunto…

No puedo ver el futuro, después de todo, añadió, entrecerrando sus ojos negros que parecían poder ver a través de cualquier cosa como si estuvieran bendecidos con una segunda vista.

Después de eso, llené mi estómago vacío con la sopa caliente que el posadero trajo a mi habitación.

Estaba llena de verduras picadas, lo que la hacía deliciosa. Era diferente de lo que comía en la mansión, y no podía decir que tuviera un sabor sutil. Un término más apropiado sería soso. Sin embargo, por alguna razón, tenía un sabor suave que se desprendía de forma natural dentro de la boca.

Mientras lo admiraba, oí un ruido metálico procedente de algún lugar.

Mientras buscaba la fuente del sonido, Crow se levantó de la cama y miró la ventana.

—¿Qué ha pasado…?

Cuando lo llamé por su nombre, me miró, pero no respondió. Mis ojos siguieron su perfil cuando se volvió de nuevo hacia la ventana. Entonces, una sombra negra se reflejó al otro lado del cristal empañado de la ventana.

La silueta sombría revoloteaba con tanta elegancia que podría confundirse con hojas caídas o pétalos de flores. Al entrecerrar los ojos y examinarla de cerca, descubrí que había varias mariposas pequeñas.

Los insectos no golpean las ventanas. Justo cuando pensaba eso, una mariposa golpeó el cristal de la ventana. Un cuerpo tan ligero como una pluma no debería hacer ruido, pero cada vez que las alas chocaban, emitía un sonido metálico.

Como si nos dijera que abriéramos rápido.

—Sí…, sí, solo un segundo —dijo Crow con una sonrisa irónica para aplacarlo, sin pensar en este evento como algo especial.

Un insecto que tenía voluntad. 

—No tengas tanta prisa.

En cuanto abrió la ventana mal ajustada, unos cuantos entraron con cierta dificultad. Junto con el viento que soplaba, las mariposas entraron volando en la habitación como diciendo que estaban esperando.

Mientras observaba a los pequeños insectos que danzaban en el aire, de repente dejaron de batir las alas y cayeron al suelo, como si hubieran sido atravesados por mi mirada.

—¿Eh?

Las mariposas no hicieron el menor movimiento, ni siquiera movieron las alas. De verdad parecía que habían dejado de respirar. Cuando intenté levantarme de forma involuntaria.

—No pasa nada, solo son mariposas falsas.

Crow se encogió de hombros y se rió.

Entonces, tomó una, se la puso en la palma de la mano y me la enseñó. Lo que había allí era sin duda una mariposa de papel.

Sacudí la cabeza, sintiendo que me resultaba familiar.

—Ah, ¿esa es… la mariposa que volaba por encima del carruaje…?

Cuando pregunté, el chico que tenía la cara de muñeca de porcelana asintió.

—Sí.

—¿Volvió aquí?

Confundida, volví a preguntarle, pero no me dio una respuesta definitiva. Su expresión por defecto era una vaga sonrisa formada con las comisuras de los labios hacia arriba, así que no tuve más remedio que hacer conjeturas a partir de ahí.

—Eres lista, ¿verdad? Hace mucho tiempo, los magos se comunicaban así. No creo que nadie utilice ya esta técnica.

Crow estiró el ala de la mariposa y alisó los pliegues. Al poco rato, vi que había algo escrito en el papel que ahora era cuadrado. Al verle asentir varias veces, me di cuenta de que debía ser una carta dirigida a él.

La miré, pero las letras de forma extraña no eran ya el idioma de este país, y no pude leer ni una sola palabra.

Aunque me esforcé mucho en aprender muchos idiomas, no coincidía con ninguna de las lenguas extranjeras que conocía.

Se diera cuenta o no de que yo estaba nerviosa, el chico susurró “Ya veo…” antes de recoger todas las mariposas que se habían caído al suelo y comprobar lo que había escrito dentro.

—No tenemos mucho tiempo.

Lo siento, Ilia. Tenemos que irnos ya. Se encogió de hombros disculpándose.

Parecía que la cuenta ya estaba saldada, y cuando me vestí y salí, había un carruaje cerrado aparcado delante de la posada, seguro porque lo habían arreglado con antelación. Cargamos nuestro equipaje, subimos con rapidez y los caballos se pusieron en marcha.

Aún traqueteaba y temblaba, y los asientos de cuero estaban duros. Aun así, era más cómodo que el taxi anterior.

Creo que nunca había pensado que pudiera ser un medio de transporte lujoso.

Cuando le pregunté adónde íbamos. Crow respondió que había una posada un poco más lejos. Sin embargo, no nos quedaremos allí mucho tiempo, y pronto tendremos que trasladarnos a otro lugar. Con una expresión un poco tensa, volvió a lanzar varias mariposas.

¿Se habían dejado llevar por el viento o habían batido las alas por voluntad propia? Después de despedir a las pequeñas sombras que volaban en la distancia…

—¿A quién se las envías?

Por fin puse en palabras lo que de verdad había querido preguntar durante mucho tiempo.

Dudé, porque no podía calibrar si estaba bien o no preguntar esto. Ya fuera porque era un secreto o porque, por alguna razón, no podía dar detalles, Crow estaba muy callado. Bueno, siempre había sido así desde antes de que nos volviéramos a encontrar en esta vida.

Solo contaba las cosas más importantes. Aparte de eso, guardaba silencio. Ese era el humano llamado Crow.

—Pronto lo sabrás… No puedo ser yo quien te lo diga.

Ya sabes quién es. Por alguna razón, dijo esto con certeza.

Intenté adivinarlo, pero no tenía ni idea de quién era.

Por un momento… por un instante, me vino a la mente la figura de Al.

Mi imaginación era demasiado convincente, demasiado egoísta en mis propios deseos que me dejó estupefacto. Por alguna razón ni siquiera pude sonreír ante ese pensamiento.

No quería verle. Solo quería recordar.

Después de eso, recorrimos una distancia bastante larga en el coche de caballos y pasamos la noche en un hotel barato. Continuamos moviéndonos como Crow había anunciado. Repetimos este proceso bastantes veces.

Y, justo cuando incluso contar los días se había vuelto demasiado molesto, llegamos al límite del país. Era una gran ciudad fronteriza con un próspero comercio. Aun así, la diligencia nos mantuvo fuera de la vista, además del hecho de que era tarde en la noche cuando llegamos al pueblo.

Tras bajar del carruaje, los dos caminamos codo con codo por el pueblo, donde las farolas estaban iluminadas.

Al pisar el asfalto, estuve a punto de tropezar varias veces. Crow me dijo que podía ser peligroso si me caía y me sujetó por los hombros para sostenerme. No es que su cuerpo, que no tenía temperatura, me mantuviera caliente, pero el simple hecho de bloquear el viento marcaba una gran diferencia.

Por alguna razón, el frío parecía invitar a la soledad. Como si respondiera a mi cuerpo tembloroso, mi corazón se estremeció.

He llegado hasta aquí.

He visto el nombre de este lugar muchas veces en los mapas, y he oído a muchos adultos decir que era una ciudad animada. En mi infancia, le había hablado de este lugar a Soleil.

Le dije que, como era un lugar importante para el comercio de nuestro país, una vez que heredara el título de marqués, tendría que venir a visitar este lugar. En respuesta, Soleil pidió que le acompañara cuando hiciera el viaje.

Incluso ahora, seguía recordando su expresión brillante y alegre.

Por eso, para poder conversar con los comerciantes de los países vecinos que venían a esta zona, me dediqué a aprender cada vez más lenguas extranjeras.

Pensaba con seguridad que, a partir de ahora, por fin pondría en práctica las palabras que había memorizado hasta el punto de no encontrarme con ningún problema en una conversación cotidiana.

Eso pensaba, pero…

—¿Será posible que salgamos del país así…?

Para asegurarme, le pregunté en voz baja a Crow mientras caminábamos evitando las luces de las farolas.

—Creo que ya tienes la respuesta…

Al verle reír en silencio, fruncí las cejas.

—Pero, no tengo nada que pruebe mi identidad, y ni siquiera tengo pasaporte…

En primer lugar, no puedes embarcar, y no puedes abandonar el país sin una buena razón. Por así decirlo, tal egoísmo no estaba permitido, en especial para los aristócratas, a quienes se consideraba propiedades del país.

—Está bien.

Con un tono despreocupado, Crow continuó:

—Ahora estamos entrando en un callejón, se va a oscurecer. Así que agárrate fuerte.

Aunque estaba nerviosa, hice lo que me pedía. Justo entonces, algo blacno rozó la punta de mi nariz.

La mitad de mi cuerpo se dobló hacia atrás en un estado de shock. Cuando respiré hondo para calmar mi palpitante corazón, Crow dijo: “Te guiará”, señalando algo con su dedo índice.

Allí había una mariposa. Como si quisiera indicarme el camino, voló por el estrecho callejón oscuro como el carbón. Este bichito brillaba, y no era producto de mi imaginación.

Caminé hacia delante, tirada por Crow, que solo me llevaba medio paso de ventaja, y acabé adentrándome en un camino oscuro en el que no podía ver ni siquiera unos pasos más adelante. Estaba asustado y ansioso. Pero más que eso, la sensación de seguridad de tener a Crow a mi lado era mayor.

Después de caminar durante un tiempo desconocido, la mariposa que volaba delante de mí desapareció de repente.

Mientras buscaba aquella figura, Crow me instó:

—Ven aquí.

Había  una puerta por la que se filtraba una tenue luz. Los alrededores también estaban un poco iluminados.

La tenue luz caía de las ventanas que estaban dispuestas en un edificio alto.

—Esto es una taberna. ¿Sigue abierta?

Como habíamos caminado por un callejón para llegar hasta aquí, no era una calle principal y no había letreros llamativos cerca. Estábamos en la parte trasera de la tienda.

—¿Cómo sabes que esto es una taberna?

Debía de ser la primera vez que vení aquí. ¿O estaba familiarizado con ella, debido a su vida anterior que yo desconocía?

—No te acuerdas… ¿verdad?

Me pareció que se reía. Sin embargo, también se sentía algo decepcionado. Así que le miré a la cara para ver qué quería decir.

En ese momento, algo frío cayó sobre mi mejilla. Cuando levanté la vista, un fino hilo que parecía una tela de araña se había enroscado alrededor de mi frente y mis mejillas. Pero no me resultó desagradable. Recibía toda la luz que entraba por las ventanas y brillaba como el oro.

—Lluvia…

Justo cuando estaba admirando el hilo, esa palabra salió de mi boca.

—Te encontré…

Oí la voz de alguien. Cuando miré a mi alrededor, vi una masa negra delante, en la parte más oscura de la oscuridad circundante. ¿Había un cubo de basura fuera por una tienda cercana? Volaban alrededor moscas que se habían acumulado sobre “eso”.

Sin embargo, cuando miré de cerca, me di cuenta de que el bulto temblaba y se movía. Entonces, giró su “cara” hacia mí.

Ojos hundidos en una piel descolorida. Un mechón de pelo sucio y plateado caía sobre un par de labios resecos.

Los labios agrietados se movían lento.

—Ayúdame…

Una voz ronca me lo pidió.

—Ilya…, ¡Ilya!

Sobresaltado, respiré hondo como si despertara de un sueño.

—¿Qué te pasa? —preguntó Crow con las cejas levantadas, tocándome la cara—. ¿Te encuentras mal?

Me frotó los ojos con el pulgar hasta que recuperé el sentido.

Entonces señalé con el dedo a la oscuridad para hacerle saber lo que acababa de ver, pero… allí no había nada…

Una cortina de lluvia que bailaba como la niebla envolvía la oscuridad.

Me pregunté si había estado soñando.

—Estoy… Estoy bien… Le pido disculpas. Parece que estaba aturdida.

—¿De verdad? ¿Estás en serio, de verdad, bien?

—Sí, estoy bien.

Cuando levanté un poco la voz para tranquilizarle, su fino dedo índice me tocó los labios.

—Shhh.

De momento, me urgía entrar, así que me asomé por la puerta un poco abierta y sondeé la habitación.

Al parecer, estábamos en la puerta trasera de una cocina, y tal como Crow había explicado antes, se trataba en efecto de una “taberna”. Dentro del edificio se servía comida y alcohol. Había un mostrador junto al otro lado de la cocina, donde jóvenes de sangre caliente alborotaban bebiendo y cantando.

Los hombres sentados hombro con hombro levantaban con alegría sus copas y las mujeres llevaban la comida.

—Entremos.

Crow me empujó con suavidad la espalda y entramos.

Algunos de los cocineros me miraron, pero no nos dirigieron la palabra.

Él no intercambió saludos y tampoco mostró interés por nadie, así que parecía que no se conocían. Sin embargo, debían de saber de antemano que alguien entraría por esta puerta.

Crucé la cocina y pasé junto a los ruidosos hombres y mujeres alrededor de la mesa, pero nadie me dirigió la palabra.

Subimos las escaleras al final de la tienda. Crow, que parecía muy familiarizado con este lugar, me dijo que el segundo piso era una posada.

Los viajeros solían utilizarla para descansar y, lo que era más importante, era posible alquilar una habitación sin necesidad de acreditar la identidad.

—Mientras pagues, no pasa nada. Hay muchos bares y posadas así en esta ciudad. Después de todo, es una ciudad comercial.

A diferencia del primer piso, el pasillo por el que me guió estaba en completo silencio, y hablaba con la voz baja.

Mirándole a la espalda, me vino de nuevo a la mente la pregunta que me había hecho varias veces hoy: ¿Por qué sabes eso? 

Este Crow, ¿cuántas versiones de mis vidas anteriores había visto?

—Aquí, vamos.

Después de pasar varias puertas espaciadas de la misma forma y tamaño, se paró frente a la puerta más interior y me miró. Y luego, con expresión seria, me advirtió:

—No levantes la voz aunque te sorprenda.

Asentí en silencio en aquel ambiente tenso, y el chico que sonreía de repente llamó a la puerta de madera. Siguiendo una señal que debía de estar preparada de antemano, golpeó dos veces, luego tres y otras dos.

Como reacción, oí el sonido de la puerta al abrirse desde el otro lado, y se abrió con lentitud.

Como si la otra parte recelase de nosotros, dos ojos aparecieron por el hueco, mirándonos a Crow y a mí de forma alternante mientras permanecíamos uno al lado del otro. El par de ojos nos examinó con claridad de arriba abajo. Aquella persona era alta y tenía un buen físico. Llevaba una capucha para que no se le viera el pelo y tenía la boca tapada con una tela.

Una vez confirmaron nuestros rostros, se dieron la vuelta y, tras obtener la aprobación de alguien que parecía estar al fondo de la sala, abrieron la puerta de par en par.

El “por favor” que salió de su boca fue amortiguado y difícil de oír, pero era la voz de un hombre.

Lo primero que pensé al entrar dentro con precaución fue que estaba “oscuro”.

La habitación era pequeña. Dentro solo había una cama. Crow me había dicho que era posible pasar la noche, pero allí solo se podía dormir, y ni siquiera había una mesa. Era solo un lugar donde podía descansar un rato.

Solo había una lámpara junto a la ventana de la habitación. Era la única fuente de luz. Cuando enfoqué mis ojos en las esquinas de la habitación, no pude ver nada. Aunque hubiera algo desconocido escondido allí, no lo notaría.

¿No era peligroso?

—¿Ilya…?

Crow, que estaba de pie frente a mí y observaba la habitación se hizo a un lado. Al segundo siguiente, mi campo de visión se amplió.

Del mismo modo, en el mismo momento, la otra parte debió verme. Oí un grito ahogado.

Lo emitió una persona sentada en la cama. Aunque estaba en el interior, llevaba un manto y una capucha tan profunda que le ocultaba la cara. Apenas podía ver la parte inferior de su rostro, desde la boca hasta la barbilla.

Por otro lado, el hombre que había abierto antes la puerta permanecía de pie junto a la pared, observando la situación. Tal vez era el guardaespaldas de la persona sentada en la cama con la espalda recta. Tenía sentido que permaneciera en una posición en la que pudiera ver todos los detalles de la habitación.

La persona se levantó de repente y se quitó la capucha.

—¡Lady Ilya!

Una voz familiar. También un rostro familiar.

Aquel rostro, que siempre lucía una hermosa sonrisa, era esbelto y había adelgazado.

Su cabello dorado brillaba bajo la tenue luz de la habitación. Era una visión conmovedora y hermosa…

—¡Pensé que nunca volvería a verte…!

Después de que resonara una voz temblorosa, me abrazaron con fuerza. Era demasiado fácil acortar la distancia en aquella habitación no muy grande. ¿De dónde había salido tanto poder en aquel cuerpo tan delicado? Me abrazaba con tanta fuerza, como si quisiera confirmar mi existencia, que no podía respirar y me estaba asfixiando.

Mi mente aún no se había puesto al día con esta situación.

—¡De verdad, está viva de verdad…! ¡Gracias a Dios!

Su voz de cristal resonó en mis oídos.

Mi corazón latía de forma extraña, como si se hubiera roto y estuviera a punto de pararse. Era un shock. No podía ser, era imposible que ella estuviera aquí…

—¿Puedes aflojar tu fuerza? Ilya morirá a este ritmo.

De ninguna manera.

—Marianne…

5 respuestas a “Mi prometido ama a mi hermana – Arco 8 – Capítulo 6”

  1. me preocupa esto, van demasiadas vidas y cosas que esta pobre no recuerda y crow cada vez más misterioso parece, muchas gracias por el trabajo hermoso como siempre <3

  2. Marianne es posiblemente la única amiga de Ilya en esta vida y todas las que ha tenido, es lo más parecido a una aliada pero la propia Ilya nunca se dió cuenta que era querida por ella, más de lo pensó, más de lo que imagino, y más de lo creyó que merecía. Se siente bien saber también que, Crow se preocupa mucho por Illya y su relación ya se está formando, de alguna manera.
    En fin, gracias por el capítulo!

  3. Marianne es como la única “amiga” que tiene Ilya, ¿cierto? Es que aparece muy poco en la historia entonces olvidó muy fácil 😅
    Otra persona cercana a Ilya que sabe que ella está viva. Eso es bueno y malo a la vez. Pero también me preguntó si estás dos personas que se dieron cuenta es porque miraron a Ilya de verdad.

    Muchas gracias por la traducción ☺️

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