¡No quiero ser Princesa! – Historia paralela 29: El dolor de la hija del marqués (2)

Traducido por Lucy

Editado por Ayanami


—¿Cómo está, Lady Miriallia?

Cuando el príncipe heredero y su prometida se retiraron, el ambiente de la fiesta de celebración de la victoria se volvió pacífico.

En ese lugar, me llamaron, mientras miraba por encima de mi hombro, una mujer estaba allí.

Una mujer en la flor de la juventud que nunca había visto antes. Llevaba un vestido azul que resaltaba las líneas de su cuerpo.

Esbelta, pero con el pecho rollizo y la cintura estrecha, era una figura que cualquier mujer anhelaba.

La mujer sonrió con encanto y me habló.

—Me pregunto si podríamos tener una pequeña charla.

Su actitud apestaba a la total confianza de que no me negaría.

—No sé quién es usted.

Que se dirija a mí con tanta familiaridad, una persona con la que me encuentro por primera vez, y más aún, una mujer cuyo apellido y parentesco desconozco, no es razonable.

Desvié la mirada, pensando que relacionarme con ella sólo sería una pérdida de tiempo. Pero, ella se mostró con una actitud completamente imperturbable.

—Particularmente, no perderé nada por no hablar con usted. No me gusta demasiado la hija del duque Vivoir. Usted parece ser igual, ¿no? Así que pensé que podríamos ser amigas.

—No entiendo de qué está hablando…

Al decir eso significa que ella me vio enloquecer de celos.

Habiendo notado eso, sentí ganas de huir.

Traté de engañarla de alguna manera, pero ella lo evitó fácilmente.

—Deje de mentir. Debería entenderlo. Sí, usted y yo somos iguales. Esa mujer es un estorbo. ¿No lo crees?

—¡Tal cosa! ¡No pienso eso!

Sin querer, mi voz se volvió áspera.

Así es, no creo que ella sea un estorbo.

Si el Príncipe de la Corona la eligió, entonces, eso es todo. No tengo calificaciones para decir nada.

Por eso he sacudido la cabeza para decir que soy diferente.

—Me pregunto… ¿Sin esa mujer, podrías haber sido elegida como la princesa consorte del príncipe heredero? Me pregunto si no te sientes vejada al pensar eso.

—Eso…

Sería una mentira si no lo pensara un poco. Por eso, mi respuesta se retrasó un instante.

Allí, la mujer me colmó de preguntas en un suspiro.

—¿Oye…? Mi razón y la tuya son diferentes, pero aun así ambas encontramos a esa mujer indeseable. No tengo la intención de hacerle daño. Sólo quiero que se lleve un pequeño susto como venganza. Oye, ¿no crees que podríamos cooperar de varias maneras?

—Cooperar…

Sintiendo un extraño escalofrío por sus palabras, le pregunté inconscientemente.

La mujer se rió con una sonrisa seductora.

—No pretendo pedirte nada especialmente difícil. Tenlo por seguro.

—No he dicho ni una sola palabra sobre cooperar… Además, si el Príncipe Heredero está de acuerdo con ella, lo seguiré.

Aunque ciertamente sentí vacilación en mí, de alguna manera, me las arreglé para declarar eso.

La mujer se rió como si lo hubiera previsto.

—¿De verdad? Bueno, está bien. Suponiendo que tu opinión cambie, ponte en contacto conmigo. Si la envuelves en la rama de un árbol de tu mansión, lo sabré inmediatamente. Estoy esperando el contacto.

De su pecho, sacó algo parecido a un turbante oscuro y me lo puso en las manos.

Sintiéndome incómoda traté de devolvérselo de inmediato, pero la mujer no lo aceptó de vuelta.

—No necesito algo así…

—No importa, quédatelo. Seguramente lo usarás.

—Pero…

—Si no lo necesitas, está bien no usarlo, ¿no? Por supuesto, es tu decisión, no pretendo coaccionarte. Al fin y al cabo, eres tú quien decide.

La mujer apuntó a mi pecho, y diciendo eso tranquilamente, trató de irse.

—Ah, nombre…

—Si te pones en contacto conmigo, te lo diré en ese momento. Entonces, lady Miriallia, adiós.

Esta vez, sin detener sus pies, la mujer desapareció entre la multitud.

Me quedé boquiabierta.

—No me corresponde decir nada a estas alturas…

Aun así, la verdad es que la aparición de su prometida, ahora mismo, pesa en mi mente.

Había una diferencia en el grado de entusiasmo entre ella y el Príncipe Heredero.

¿Qué es lo que realmente siente por el Príncipe Heredero?

Quiero saber la verdad. La verdad suficiente para renunciar al Príncipe Heredero…

Agarrando fuertemente el turbante que se me impuso, deseé precisamente eso.

Quiero conocerla y confirmar las cosas de primera mano como sea.

Tal sentimiento se hinchó incontrolablemente en mí, así que le pedí encarecidamente a la hija de un conde cercano a ella que me dejara acompañarla a una fiesta del té organizada por la hija del duque, y lo conseguí.

♦ ♦ ♦

El día en que se celebró la fiesta de té.

La hija del duque que me recibió era una mujer digna y hermosa como la que vi durante la fiesta de celebración de la victoria.

A pesar de sus correctos modales, albergaba dudas sobre sus conocimientos, pero antes de que pudiera explicárselos me recitó de memoria y con facilidad lo relacionado a mi hermano mayor.

Parece que no es una simple joven protegida.

—¿Es tan extraño que lo sepa?

Su expresión al preguntar eso fue provocativa, no pude verla como una joven débil en absoluto.

No me importa lo que ella piense de mí. Pensando así, para ver cómo reaccionaría, saqué el tema que ella quería evitar a propósito.

A partir de ahí, la charla se centró en sacarle información con el Príncipe Heredero como protagonista, pero a mitad de camino me arrepentí de habérselo pedido.

Fue porque su estado mientras hablaba de esto y aquello sobre el Príncipe Heredero era completamente embarazoso.

Debido a que entendí más que suficiente que el Príncipe Heredero la ama, eso fue suficiente para mí.

No puedo pensar que él la encuentre como un obstáculo.

Pero, ¿qué pasa con ella? Me pregunto si piensa bien en el Príncipe Heredero.

Su comportamiento dubitativo en la fiesta de celebración de la victoria me molestó, quería saber eso a toda costa.

Y luego, mirándola, a ella, que es su verdadera prometida, me convencí cuando la fiesta del té llegó a su fin.

Ambos se aman como es debido. Entonces, eso es suficiente.

No importa lo doloroso que sea, rezo por la felicidad de la persona que amo.

En el camino de vuelta, por casualidad, nos quedamos sólo las dos, así que, para estar segura, me propuse preguntar de verdad una última vez.

Amas al Príncipe Heredero “por supuesto que lo amo”, es lo que esperaba que ella respondiera.

Entonces, mientras haya escuchado eso, reprimiré mis sentimientos y, más tarde, me casaré según las instrucciones de mi padre, es lo que pensé.

Sin embargo, esta mujer.

—Todavía no puedo responder claramente.

Qué cosa tan ridícula.

Qué está diciendo, pensé. Ella hablaba con tanto cariño de él.

Hablaba del Príncipe Heredero con tanta cara y, sin embargo, con la misma boca me informaba que no lo ama.

No me jodas…

Desde el fondo de mi estómago brotó la ira.

Ella es muy querida por el Príncipe Heredero. Se le concedió la “Flor Real” que yo deseaba tan desesperadamente.

Aun así. Quería más tiempo, no me vengas con esas tonterías.

Aunque ame al Príncipe Heredero, no entiende ni eso, no puedo perdonarla.

No te burles de mí.

Pensé por reflejo.

Ella, fácilmente, aplastó mis sentimientos y, sin embargo…

A pesar de eso, la persona misma está diciendo cosas a medias, sin embargo, es amada.

Sólo hay una cosa que deseo.

Sólo quiero que digas que amas al Príncipe Heredero.

Sólo quiero que muestres que no hay una brecha en tus sentimientos para que yo entre.

De lo contrario, nunca podré olvidar al Príncipe Heredero sin importar cuánto tiempo pase.

Lo siento por tener una emoción tan dolorosa.

Incapaz de mirar su cara, subí al carruaje con paso rápido.

Un diablo me susurró suavemente.

Más bien, en este momento… Debería estar asustada.

En ese caso, por muy cabezota que sea, llegará a darse cuenta de la dirección de sus sentimientos.

Si no la presiono mucho, seguramente, esa mujer no se dará cuenta de sus sentimientos.

Era una idea aterradora, pero para mí actual yo parecía el mejor método.

Con manos temblorosas, saqué en secreto el turbante oscuro de mi pecho.

Al final, no pude tirarlo y lo guardé durante todo este tiempo. Lo desenvolví y lo observé con atención.

Aunque estaba un poco irritada al pensar que resultaba exactamente como aquella mujer dijo y que seguramente lo usaría, murmuré.

—Muy bien… Cooperaré.

Debes experimentar algo un poco aterrador y luego ser consolada por el Príncipe Heredero.

Entonces, rápidamente, aférrate a él y muestra tu estado de felicidad.

Si eso sucede, siento que podré poner fin a mi infructuoso primer amor.

Si es por esa razón, puedo cruzar un puente algo peligroso.

A pesar de pensar así, después de todo, sentí resistencia a unir fuerzas con alguien que no conozco.

Me pregunto qué hará… No, esa mujer dijo que no tenía intención de causar daño.

Entonces, debería estar bien.

—Haa…

Lentamente, respire profundamente.

Debería haberme decidido… Sin embargo, la ansiedad en mi pecho no desaparecía, sin importar que.

Una respuesta en “¡No quiero ser Princesa! – Historia paralela 29: El dolor de la hija del marqués (2)”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido