Princesa Restante – Tomo II – Capítulo IV: Abandono

Traducido por Kavaalin

Editado por Sakuya


Leti envió a Duke, carta en mano, a Guido. La carta era breve, esta contenía el deseo de Leti de hablar en privado y los detalles sobre la hora y el lugar donde deberían reunirse.

♦ ♦ ♦

—Buenos días, Príncipe Guido, —saludó Leti —Te ves bastante pálido. ¿Dormiste lo suficiente anoche?

— ¿Cuál es el asunto? —Preguntó Guido, yendo directo al grano.

En este momento se encontraban en un corredor aislado del Palacio Real. Este apenas se usaba y les proporcionaba privacidad. Guido fue solo, como se le pidió, sus caballeros valquirias no se encontraban por ningún lado.

— ¿Ya lo has olvidado? —Dijo Leti tentativamente —Yo no pude olvidarme de esa noche.

Leti no necesitaba decir específicamente a qué noche se refería. Sus palabras eran pistas suficientes para Guido. De lo que ella quería hablar era de la verdad detrás de su intento de abuso contra su persona.

— ¿Por qué hiciste tal cosa? Somos hermanos, ¿no?

Guido estaba preparado para responder a estas preguntas, pero no pudo ocultar la sorpresa en sus ojos azul acero cuando vio la seriedad en la mirada interrogante de Leti. Pero fue un momento fugaz, porque Leti desvió la mirada rápidamente y la suya volvió a su mirada gélida normal.

Leti dio un paso adelante, —Hermano, por favor mírame.

Sus ojos, el dolor débilmente reflejado en ellos, una vez más estaban mirando los suyos. —Me sorprendió lo que hiciste esa noche. Pero yo realmente…

— ¿Leticia?

—Por favor. Llámame Leti, como lo hacías en el pasado.

Leti extendió su mano al evidentemente sorprendido Guido y envolvió sus brazos alrededor de él. Apoyó la cabeza en su pecho. Parecía que había pasado toda una vida desde que habían compartido un abrazo y la calidez de este, trajo de vuelta recuerdos nostálgicos de su infancia. Recuerdos que ambos anhelaban, pero a los que ya no podían volver debido a sus linajes.

—He querido hacer esto por tanto tiempo. Pero no como tu hermana, —susurró Leti, con una voz inocentemente seductora, ya no perteneciente a una niña.

Después de unos momentos, Leti desenredó sus brazos y los colocó sobre su pecho para reemplazar la posición que antes ocupaba su cabeza. Los usó como apoyo mientras miraba a su hermano mayor y se ponía de puntillas.

Guido estaba embelesado con los bellos ojos de Leti.

—Hermano —suspiró Leti con los párpados medio cerrados.

Sus rostros estaban cerrando la distancia entre ellos. Ya podían sentir la respiración del otro por la proximidad. Todo estuvo en silencio, hasta que Guido lo rompió.

— ¡Leti! —Gritó Guido y se separó de su hermana. No pudo controlar la fuerza que ejerció y Leti casi cayó al suelo.

Leti gritó por la sorpresa y Guido se sorprendió por su falta de control y se preocupó por si la había lastimado. Leti vio su expresión y decidió que el espectáculo había terminado. Se arregló la falda y cambió su semblante.

—Tu cara dice que solo me ves como a tu hermana, —concluyó Leti.

Si Guido estuviera realmente enamorado de Leti, no habría podido rechazar el beso que Leti le ofreció. Incluso si su famosa lógica fría se interpusiera en su camino, no habría reaccionado de manera tan repulsiva. No, Guido solo veía a Leti como a una hermana y nada más. Su expresión mostraba claramente la negativa de un hermano.

—No te preocupes, —aseguró Leti, —comparto los mismos sentimientos que tú. Eres mi hermano, nada más.

Miró directamente a su hermano, respiró hondo y preguntó, —Déjame preguntarte de nuevo. ¿Por qué intentaste atacarme?

Guido estaba mostrando una pequeña grieta en su fachada normalmente perfecta. Solo era cuestión de presionarlo un poco más para que revelara su secreto.

—Sé quién realmente eres.

Guido dio un paso atrás cuando Leti repitió las palabras escritas en los círculos de maldición.

—Puedo ver que estás ocultando algo. Creíste que la inscripción en los círculos mágicos se refería a ti. Esa es la razón por la que seguiste volviendo para verificarlos.

—Eso es… —murmuró Guido, pero Leti aún no había terminado.

—Pude entender por qué querías que Eleonor se distanciara de ti. No querías que sufriera daños porque pensabas que estabas siendo maldecido. Pero todavía no puedo descifrar la razón por la cual me harías algo así, cuando no lo hacías en serio.

—No, Eleonor es… —titubeó Guido.

Leti sabía que estaba en su punto de inflexión. ¿Lo diría todo? ¿O se mantendría en silencio?

Pero fueron interrumpidos.

— ¡Príncipe Guido! —Se oyó el grito alarmado del caballero de Guido.

Leti no se sorprendió por la repentina aparición del caballero. Sabía que Guido no sería tan estúpido como para venir solo y esperaba que trajera al menos a un caballero que probablemente se escondía entre las sombras. Pero eso no cambiaba el hecho de que estaba seriamente disgustada por el misterioso oportunismo del caballero. No trató de ocultar su disgusto y le lanzó al caballero una mirada mordaz, impropia de una princesa compasiva.

— ¡Princesa Leticia, por favor, aléjese de Su Alteza! ¿Entiende las consecuencias de sus acciones?

Leti era consciente de que, desde la distancia, su pequeño acto parecería como si estuviera amenazando a Guido. Sin embargo, encontró que era bastante problemático explicarle todo el asunto a este molesto caballero, así que, le dejó está molesta tarea a su hermano. Era su caballero, después de todo.

—Recuerdo que en mi carta te dije que vinieras solo, —lo reprendió Leti. —Pero no te guardaré rencor. No esperaba que lo hicieras y yo tampoco estaba sola. Te dejaré con tu caballero para que le expliques lo sucedido.

Esto fue provocado por Guido, lo más probable es que lo hubiera planeado y Leti vio que la responsabilidad de aclarar el malentendido era de él y no suya.

Antes de darse vuelta, le dejó un mensaje a Guido, —Torre en 6 a D1. No puedes abandonar. —Y con eso, se giró sobre sus tacones.

Le envió una señal a Duke, quien se escondía, manteniéndose en guardia desde una distancia segura y ambos salieron del corredor.

—Estaba bastante sorprendido, —Duke habló primero después de que se alejaron algunos pasos.

— ¿Por quién? ¿Por el Príncipe Guido? ¿Por su caballero?

—Por usted, Su Alteza, Princesa Leticia. Su actuación fue muy convincente. Me costó mucho contenerme para no detenerla.

Duke ya conocía el plan de Leti de antemano y sabía que todo era solo un acto. Pero, aun así, se vio tan atraído por su actuación que le costó mucho evitar gritar. La nombrada excelente actriz, sin embargo, caminaba tranquilamente como si nada hubiera pasado.

Duke encontró la actitud fría de Leti hacia la situación un poco irritante, así que, decidió molestarla con un incidente anterior similar a este, pero Leti no reaccionó con gracia.

—Pensar que me golpeaste cuando yo hice lo mismo.

— ¿Desde cuándo te convertiste en mi hermano? —lo reprendió Leti, con una ceja levantada, cuestionándolo.

—Por favor, perdona mi impertinencia. No soy ni nunca seré tu hermano, —se disculpó un derrotado Duke.

—En ese entonces, hasta cierto punto, todavía te consideraba un hombre y golpearte fue mi reacción instintiva. Pero actuar y tratar de seducir a mi hermano no significa nada. Aunque, honestamente, me alegro de que él me alejara y simplemente terminara como un acto.

Duke no era el único que sufrió de nerviosismo y sudor frío esperando la reacción de Guido. No era evidente, pero Leti también estuvo ansiosa sobre cómo su hermano mayor se tomaría su plan. Pero el riesgo valió la pena. Ahora, estaba segura de que Guido intentó atacarla por algún otro motivo y no porque estuviera irrevocablemente enamorado de ella. Sin embargo, si su problema estaba relacionado con los círculos mágicos o no, no lo sabía. Tendría que esperar a que él hiciera un movimiento para tomar cualquier decisión.

Y no tuvieron que esperar tanto tiempo.

♦ ♦ ♦

Leti y Duke estaban de regreso en la Villa Real, ella estaba tranquilamente vigilando los estudios de Duke cuando un agitado Astrid abrió la ventana y gritó — ¡Su Alteza! ¿Se encuentra aquí?

— ¿Cómo la abriste? —Exclamó sorprendido el caballero mayor.

— ¿Qué pasa? —Preguntó la princesa con frialdad.

—El Comandante me había ordenado observar de cerca al Príncipe Guido porque estaba actuando extraño últimamente. Entonces, mientras estaba bajo mi supervisión, uno de sus caballeros vino a informarle sobre la aparición del cuarto círculo. Es en el granero y la ofrenda es una cabra.

El testimonio de Astrid había absuelto a Guido de este incidente ya que esto significaba que cuando se hizo el cuarto círculo, este estaba en otra parte siendo vigilado por Astrid. Pero todavía tenían una hipótesis posible sobre dos personas o más involucradas en todo este caso, por lo que todavía no estaba del todo limpio, aunque esto significaba que el otro sospechoso estaba en juego para este movimiento.

—Después de recibir el informe, el Príncipe Guido regresó primero a su habitación, probablemente para prepararse antes de visitar el cuarto círculo. Luego encontró dos hojas de papel en su escritorio. —Astrid se detuvo un momento para entrar en la habitación. Luego le entregó a Leti una pequeña hoja doblada.

—Recuerdo ver la sorpresa de Su Alteza cuando leyó la nota así que yo, —Astrid vaciló en un intento de elegir una palabra mejor y luego continuó. —La tomé prestada. Solo pude robar, quiero decir, tomar prestada una.

Guido salió inmediatamente de su habitación después de guardar las notas. Estaba afuera caminando con sus caballeros Valquiria cuando Astrid decidió actuar. Caminó hacia ellos y chocó suavemente con Guido, lo que le brindó la oportunidad perfecta para arrebatarle la nota del bolsillo en su pecho. Se disculpó y procedió a caminar. Después de ganar cierta distancia, leyó la nota y basándose en el contenido, juzgó que debía informarlo y, por lo tanto, hizo su aparición en una de las habitaciones de la Villa Real, la residencia de Leti.

—Lo hiciste muy bien, —lo felicitó Leti mientras tomaba el trozo de papel.

Abrió la hoja doblada, leyó su contenido y llegó a la conclusión, —Así que, realmente era al revés.

Escrito en el papel estaba la breve misiva, serás el último.

Cualquiera que recibiera este tipo de mensaje inmediatamente después de que se descubriera un círculo mágico seguramente lo consideraría una amenaza de muerte hacia su persona.

—El príncipe Guido tiene una idea de por qué sería maldecido. Astrid, ve y reporta esto inmediatamente al Comandante Johannes.

— ¡Sí, Su Alteza! —Saludó Astrid, corrió a la ventana y saltó desde donde había entrado, dirigiéndose hacia el cuartel de la Orden de Caballería Real.

—Duke, ve al Palacio Real.

—Lo tengo. Debería buscar al Príncipe Guido, ¿verdad? Y advertir a los Valquirias sobre la amenaza, —confirmó Duke.

—Sí. Parece que está ocultando el hecho de que recibió una amenaza de muerte. Voy a ir contigo. Sus caballeros rara vez lo dejan solo, así que, dudo que algo malo pueda llegar a pasar. Pero con esta clara amenaza, debería sacarle la verdad a la fuerza si es necesario.

Tendría que pedirle a Astrid que estuviera a su lado. La maldición parecía ser real y funcional, así que, necesitaría la Espada de la Luz cerca para contrarrestar la maldición. Se recogió la falda y comenzó a caminar, acelerando el paso hasta que terminó en una carrera inadecuada para que una princesa refinada buscara a su hermano mayor. Duke iba justo detrás de ella.

Preguntó al primer sirviente que vieron en el Palacio Real si habían visto a Guido.

Fueron enviados al Palacio Cattleya. El par fue allí y encontraron a los caballeros Valquiria de Guido parados afuera de la entrada.

— ¿Está el Príncipe Guido allí? —Preguntó Leti.

—Sí. Su Alteza dijo que visitaría a la Princesa Cornelia.

La situación había cambiado para peor. Guido normalmente no visitaría a su hermana menor durante estas horas del día.

— ¡Él sabe que ella está teniendo sus lecciones a esta hora! Nos quiere despistar. Vayan y búsquenlo ahora, —ordenó Leti.

Es muy probable que Guido usara el Palacio Cattleya para separarse de sus caballeros. Quería ir a algún lugar solo, al lugar escrito en la nota que recibió.

Los caballeros Valquiria de Guido entraron en pánico debido a las palabras de Leti. Duke los hizo calmarse.

— ¡Esperen! ¿Sabes en dónde se encontró el cuarto círculo?

—Escuchamos que estaba en el Granero Este.

—Sugiero ir allí primero. Hay una gran posibilidad de que Su Alteza fuera allí a verificarlo.

Duke recordó que Leti le había dicho que Guido se había desviado de su camino para revisar los círculos anteriores. Por lo tanto, era muy probable que quisiera verificar este último círculo él mismo. Pensó que su ama también se dirigiría al granero, pero la encontró todavía paralizada en su lugar.

— ¿No crees que esto es extraño? El Granero Este solo se utiliza para guardar los suministros de reserva en caso de que exista un excedente en nuestros productos. Por lo tanto, rara vez se usa. Hubiera tenido más sentido si fuera el Granero Sur que es el principal. De ese modo, podría interpretarse como una amenaza, que podrían envenenar los suministros del Reino si así lo desearan. Entonces, ¿por qué allí?

Leti pensó en las posibles razones de la ubicación. —Este… —murmuró. Había algo particular con esa dirección.

— ¿Por qué no eligieron el Palacio Cattleya aquí en el norte o incluso mi villa en el oeste? ¿Por qué todos los círculos se concentran en el lado este del castillo? ¿Por qué el cambio repentino para el cuarto círculo? Ese lugar no está relacionado con la Familia Real en absoluto. ¿Se vieron obligados a elegir un lugar con menos seguridad?

El primer círculo fue en los terrenos de la Orden, dentro de la tienda reservada para la Familia Real durante el torneo.

El segundo fue sobre los lirios blancos de la difunta Reina Sofía.

El tercero estaba en el balcón del Gran Salón en el Palacio Real.

Ahora, el cuarto estaba en el Granero Este.

Los primeros tres círculos se dibujaron en lugares conectados con la Familia Real, pero este cuarto círculo no. A pesar de eso, todos estos lugares compartían una cosa. Estaban todos en la parte oriental del castillo.

Duke estuvo de acuerdo en todo lo que dijo Leti. Invocó su mapa mental de todo el castillo que estaba incrustado en él por ser un caballero de la Orden, a quien se le asignarían deberes de guardia en todo el castillo. Una vez que los sitios de los círculos mágicos fueron marcados en su mapa, notó algo…

—Las ubicaciones están separadas uniformemente. ¿Están formando un arco? —Entonces la comprensión lo golpeó — ¡Estos círculos están formando un círculo más grande!

Si las cuatro ubicaciones estuvieran conectadas con líneas, harían una estrella incompleta de cinco puntas.

—Entonces el quinto círculo es, —comenzó Leti.

— ¡La gran fuente en el ala este! —Terminó Duke.

Ambos sabían que tenían que correr hacia la fuente si querían llegar a tiempo.

—Duke, llega allí por el pasillo oriental. Yo acortaré distancia y usaré un pasaje aquí en el Palacio Cattleya.

Guido era el hermano de Friedhelm. Seguramente, también sabría sobre el camino más corto que Friedhelm prefería usar para dar la vuelta al castillo. El pasaje le otorgaría velocidad y sigilo. Perder a sus caballeros sería fácil.

—Estoy en ello, —dijo Duke mientras corría hacia el pasillo. Ahora no era el momento de preocuparse por quedarse al lado de Leti. Él tomaría el camino más largo, así que tenía que apresurarse.

Leti también se dirigió hacia la fuente, tomando el camino más corto. En su camino, encontró a un guardia y le preguntó si Guido había ido por ese camino. El guardia respondió que sí y que lo vio dirigiéndose solo hacia la fuente. Leti le agradeció al guardia y corrió hacia la misma dirección que Guido.

Por favor. Deja que esto no sea nada. Que esta ansiedad sea completamente infundada y falsa, fue la súplica silenciosa de Leti.

Llegó sin aliento a la pequeña área alrededor de la fuente, casi al mismo tiempo que Duke. A unos pocos pasos de ellos estaban, la fuente y una glorieta un poco más atrás. Había dos figuras en su interior, su hermano, Guido y el Conde Borel. Leti sintió que el alivio la bañaba. Borel estaba bajo la facción de Guido y era extremadamente leal a la Familia Real. Él no lo lastimaría.

O eso pensaron.

La cara de Borel se puso roja de rabia y comenzó a gritar, — ¡Eres un tonto! ¡Cómo pudiste atreverte a mancillar la sagrada Sangre Real! ¡Toma este castigo divino por todas tus fechorías!

Borel sacó un cuchillo y corrió a apuñalar a Guido. Este, sin embargo, ni se acobardó ni se movió para protegerse y simplemente se quedó inmóvil.

Guido se había graduado con las mejores calificaciones de la Academia de Caballeros. Debería haber sido fácil para él desarmar a un viejo conde. Sin embargo, ni se inmutó. Estaba parado allí como si esperase realmente el castigo.

— ¡Detente! —Gritó Leti.

El cuchillo de Borel reflejaba la luz de la luna. El cielo estaba demasiado despejado como para que Leti llamara un rayo. Pensó en una forma diferente de separarlos.

¡Espada del Vendaval! ¡Sepáralos con tu ráfaga!

Justo como quería, una fuerte ráfaga de viento hizo que los dos hombres salieran volando de la glorieta. No obstante, Leti no fue capaz de controlar el viento que convocó y este fue demasiado fuerte. Los dos hombres quedaron inmóviles en el suelo.

Duke reaccionó más rápido que Leti y corrió hacia los dos hombres. Leti lo siguió poco después de que saliera de su conmoción inicial. Duke fue a revisar al príncipe y Leti se dirigió hacia el conde. Primero tomó el cuchillo de Borel y lo tiró lejos antes de ir a ver a su hermano.

— ¡Hermano! Por favor, despierta, —exclamó Leti al lado de la oreja de Guido mientras lo tomaba de los brazos de su caballero. Trató de recordar cuán fuerte había sido el viento que había convocado porque estaba cada vez más preocupada de que Guido no mostrara señales de despertar. Estaba tratando de evaluar si había sufrido alguna lesión en la cabeza cuando Guido abrió los ojos lentamente.

— ¿Leti?

— ¿Sientes dolor en alguna parte? ¿Sufriste alguna herida? Por favor, lucha contra la maldición. Por favor, —suplicó Leti mientras abrazaba a su hermano con más fuerza, aliviada de que estuviera a salvo.

Guido, por otro lado, no sabía qué estaba sucediendo.

— ¡Princesa Leticia! ¡Por favor, aléjese de ese hombre!

Leti levantó la vista y vio a Borel gritando, sus ojos llenos de ira. Duke inmediatamente se levantó para cubrir a Leti y a Guido. Desenvainó su espada y la apuntó hacia el trastornado conde.

—Conde Borel, ¿está loco? ¿Por qué atacó repentinamente a Su Alteza?

Tanto a Leti como a Duke les pareció extraño que atacara a Guido a pesar de estar bajo la facción del Segundo Príncipe y su excesiva fe en la Familia Real.

—Todos hemos sido engañados por ese hombre, —explicó Borel y señaló con un dedo a Guido. — ¡Se ha hecho pasar por el príncipe que no es!

— ¿Cómo puede decir que nos ha engañado? —Cuestionó Leti.

— ¡No tengo pruebas! ¡Y eso es lo que me llevó a hacer esto! Yo, con mis propias manos, exigiré el castigo de los cielos y privaré a su alma del don de la reencarnación. ¡Lo hago por Dios, por el Rey!

Borel dio un paso al frente y suplicante le preguntó, —Su Alteza, Princesa Leticia, una Pura Sangre, ese hombre es…

Entonces Leti sintió algo cambiar en el aire en ese momento. El lugar se había vuelto inquietante y amenazante. Algo estaba yendo hacia ellos. Lo sentía en su piel.

—Argh, —gruñó Borel.

Lo siguiente que vieron fue al conde arrodillado y apretándose fuertemente el pecho. Duke no podía entender lo que estaba sucediendo. Ya no encontró al enfermo Borel como una amenaza, así que, bajó su espada, pero aún la mantuvo en su mano, por si las dudas y se le acercó un paso más para comprobar.

— ¿Tiene una dolencia cardíaca? —Duke le preguntó a Leti y le habló a Borel, — ¡Hombre, contrólese!

Leti estaba a punto de entrar en pánico, por el inesperado giro de los acontecimientos, cuando vio como unas manos negras se acercaban al adolorido conde desde atrás de él. Cuando las manos se apoderaron de él, buscaron ansiosamente por su corazón. Leti se tragó el miedo que se arrastraba en ella.

Las manos vienen de algún lugar detrás de él… ¡la glorieta! Concluyó Leti.

El quinto círculo estaba dibujado en esta y fue allí donde se originaron las manos negras. Cada una de las manos se arrastró en busca de Borel y cuando lo hicieron, se envolvieron alrededor de él.

Van por su pecho… ¡por su corazón! Comprendió Leti, pero ya era demasiado tarde.

Las manos negras se apoderaron del corazón del conde, acariciándolo con cuidado, como si comprobaran si tenían el órgano correcto. Cuando estuvieron seguras, lo aplastaron. Leti no pudo evitar cerrar los ojos ante una escena tan grotesca. Borel soltó un último grito que sonó como la agonía de la muerte misma. Leti se cubrió la boca con las manos, reteniendo el grito que se cernía dentro de ella.

Es muy probable que Guido y Duke no vieran lo que sucedía realmente, porque no podían ver las manos negras y el problema que estaban causando. Leti podía verlas debido a la Espada de la Oscuridad, la cual gobernaba la oscuridad y las impurezas que residían dentro de ella.

Toda la escena envió escalofríos por su espina dorsal.

Después de que cumplieron su propósito, las grotescas manos negras volvieron al círculo y desaparecieron.

Y este fue el crimen del Conde Borel y su posterior asesinato.

Era la verdad detrás de los círculos mágicos.

Y la posterior muerte que lo siguió.

El grupo de tres se encontró incapaz de moverse, estaban estupefactos ante la realidad que excedía su capacidad de comprensión. Entre ellos, la princesa fue la primera que se armó de valor y trató de dar sentido a los acontecimientos.

Cuando Duke y Leti pensaron en dónde estaría el quinto círculo, Duke trazó todas las ubicaciones anteriores. Después de eso, llegaron a la conclusión de que los círculos en realidad estaban formando uno más grande en forma de una estrella de cinco puntas. Entonces, cuando llegaron al lugar, encontraron a Borel y a Guido. El primero probablemente planeaba matar a este último como ofrenda y completar la maldición de la cual les había hablado Leonhardt.

Separado del Ciclo de la Vida, prohibida tu entrada al Reino de los Cielos, no serás más que una conciencia errante sobre estas tierras por toda la eternidad.

Sin embargo, Borel había cometido algunos errores al escribir la maldición e invocado a las numerosas manos negras. La maldición falló, tomó la vida del invocador del hechizo y luego desapareció.

Todavía quedaban muchos hilos sueltos, pero por ahora, el caso de los círculos mágicos estaba cerrado.

Solo para estar seguros, Astrid aún se quedaría vigilando a Guido durante un tiempo, pero si nada más sucediese, el caso habría terminado por completo, a pesar de que todavía había muchos misterios en torno al incidente.

—Duke, llama a un médico y a los Valquirias que fueron al cuarto círculo, —ordenó Leti. —También sería mejor si alguien pudiera revisar al Conde Borel.

—Sí, Su Alteza, — Duke hizo una reverencia y se fue.

Leti dejó escapar el suspiro que estaba reteniendo tan pronto como escuchó el sonido de Duke corriendo lejos.

—Deberías descansar por ahora. Esperemos por los Valquirias antes de intentar moverte.

—No, estoy… —Guido quería decir que ya estaba bien, pero no pudo terminar sus palabras.

Leti pensó que su interrupción fue brusca por lo que le preguntó, — ¿Qué pasa? —Miró en la dirección que Guido estaba mirando. Lo abrazó más fuerte debido a lo que vio.

—Manos negras, —susurró Guido.

Las manos negras habían aparecido desde los pies del difunto conde. Basada en la expresión sorprendida de Guido, él podía verlas ahora.

Las manos se dirigían hacia Leti y Guido.

— ¿No fueron sueños? —Pensó Guido en voz alta.

Leti apretó los dientes en un pensamiento agitado.

La maldición aún no había terminado. En todo caso, las manos negras simplemente se han hecho más fuertes después de consumir a Borel. Sus movimientos eran más ágiles y rápidos e incluso Guido podía verlas.

¿Pero por qué? ¿No debería haberse completado la maldición después de que obtuvieron la ofrenda para el quinto círculo?

Leti se sorprendió por lo que estaba sucediendo. No podía pensar en ninguna razón detrás de eso, hasta que recordó algo que el Rey León Alexander había mencionado anteriormente.

Eso suena más como un hechizo de invocación que una maldición.

Fue entonces cuando se dio cuenta de otra posibilidad, la posibilidad de que fuera un hechizo para invocar algo, probablemente una especie de criatura mágica. Si ese fuera el caso, ¿quién podría controlar a la criatura convocada ahora que el invocador original se había convertido en la última ofrenda?

¡No puedo simplemente dejar estas manos sueltas! Quién sabe qué estragos podrían causar aquí.

Las manos se estaban acercando a ellos. Leti se preparó para un ataque, pero las manos solo fueron hacia Guido. Estaban envolviéndolo, buscando su garganta y continuaron estrangulándolo.

— ¡Príncipe Guido! —Llamó Leti, pero este se había desmayado debido a la falta de aire.

Leti invocó la Espada del Rey Caballero y la esgrimió alrededor de las manos negras, las cuales se detuvieron un momento y retrocedieron levemente.

Se paró frente a Guido para protegerlo de las grotescas extremidades y llamó a otra espada.

— ¡Fuego Infernal! —Puede que no tuviera la de la Luz, pero todavía tenía la espada que podía quemar todo lo que tocaba. Devolvió la Espada del Rey Caballero a su cuerpo mientras sostenía a Fuego Infernal para crear llamas que envolvieran a las manos. Podría ejercer más poder para crear un tornado de fuego, pero no podía permitirse ser tan obvia.

Cuando las ardientes llamas se disiparon, se dio cuenta de que las manos negras ni siquiera se veían afectadas por las llamas.

— ¿No funcionó?

Las llamas de la Espada del Fuego Infernal podían quemar todo lo que existía o fuera tangible. Entonces, si estas llamas que lo consumían todo no podían quemar esas manos, solo significaba una cosa, esas manos no eran de este mundo. Podría ser una encarnación de la maldición o una impureza que había tomado forma. Cualquiera que fuera, solo la Espada de la Luz podría hacer algo al respecto.

¿Qué debería hacer ahora? No hay tiempo para llamar a Astrid.

Leti se estremeció al pensar en las negras manos que la perseguirían mientras salía a buscar a Astrid. No podía suponer cuánto daño podría ocasionar. Exprimió su cerebro por alguna idea que pudiera usar para controlar a las manos negras que se retorcían.

—Usar la de la Oscuridad no tendría sentido.

Usar esa espada sería como dar alimento a la impureza. El elemento opuesto debía ser utilizado; solo la de la Luz tendría alguna utilidad en esta situación.

Ya se estaba quedando sin ideas y entonces pensó en algo que valía la pena intentar. Invocó a la Espada de Acero, la cual normalmente guardaba dentro de su cuerpo para protegerse de heridas físicas, pero ahora la usaría para infligir un corte en su palma. La sangre goteaba del corte y tiñó de rojo toda su mano. Luego llamó a la Espada de la Oscuridad y pasó su mano ensangrentada por su hoja oscura, dejando rastros de su sangre en ella.

—Vengan aquí, manos, ¡tengo comida para ustedes! —Llamó Leti mientras se mantenía sosteniendo la espada frente a ella.

Tal como esperaba, las manos se precipitaron hacia la espada, atraídas por el aroma de la sangre. Cuando las manos entraron en contacto con la espada, parecían fusionarse con esta.

¡Lo sabía! Ya que son del mismo elemento, podría usar la espada como núcleo para sellarlas temporalmente.

Numerosas manos luchaban para obtener la sangre. Leti empujó la espada infestada de negro a la sombra formada a sus pies. La vaina de la Espada de la Oscuridad era su propia sombra.

Las manos negras notaron lo que Leti estaba planeando hacer y comenzaron a resistirse a entrar a la sombra con la espada. Intentaron empujar la espada hacia arriba, pero Leti afianzó sus esfuerzos con una patada de su zapato de tacón, la cual envió a la espada directamente a su sombra.

— ¡Esta es una orden de castigo! ¡Vos deberéis obedecerme!

De inmediato, las manos dejaron de moverse y la espada quedó completamente sellada en su sombra, junto con las manos negras.

El silencio descendió sobre el lugar.

Leti miró la mano que se había cortado hacía unos momentos y descubrió que la herida ya había dejado de sangrar. Ahora solo era una fina línea roja que corría por su palma. La Espada de la Santa Tierra la había sanado.

—Para ser sincera, no me siento cómoda sabiendo que eso está en mi sombra, pero esa era la única opción que tenía por ahora. Consultaré sobre esto con Astrid más tarde. Hasta entonces, tendrá que quedarse allí, —se dijo Leti.

Se compuso por un momento antes de arrodillarse junto a un inconsciente Guido.

—Príncipe Guido, —llamó Leti. — ¡Por favor despierta!

— ¿…Leticia? —Guido inmediatamente respondió al llamado de Leti y lentamente abrió los ojos, aunque todavía estaba un poco confundido por lo que estaba sucediendo.

—Duke fue a buscar a tus caballeros. No hay necesidad de preocuparse, estás ileso, pero puedes estar mareado debido a la pérdida repentina de conciencia.

—Manos… negras, —murmuró.

—Un sueño, —declaró Leti. —Fuiste atacado por el Conde Borel y perdiste el conocimiento. Duke pudo salvarte de cualquier daño adicional.

—Ya veo… —Respondió, aturdido. —Era ese sueño otra vez.

Leti no pudo evitar preguntarse desde cuándo Guido había sido atormentado por esas manos y que podrían haber sido la causa de su reciente falta de sueño. Pero ahora estaba a salvo de ellas y podría recuperar su paz.

— ¿Puedo preguntar qué ha causado que esto suceda? —Preguntó Leti distraídamente, pero retiró sus palabras inmediatamente y negó con la cabeza. —Lo siento. Eso no era lo que quería decir, —hizo una pausa y respiró hondo. —Gracias a Dios que estás a salvo. —Abrazó a su hermano mayor con fuerza.

Guido no sabía qué decir. Leti lo ayudó a ponerse de pie y este no pudo encontrar las palabras para decirle a su cariñosa hermana que no había necesidad de que lo ayudara.

♦ ♦ ♦

— ¿De qué querías hablar? Supongo que es de alta importancia ya que elegiste este lugar. —Saludó Leti cuando llegó al lugar de reunión donde Guido había fijado su reunión privada.

El día después del incidente con Borel, Guido le había pedido a Leti que lo viera en el Palacio Cattleya. Su propósito al seleccionar la zona prohibida para los hombres era que estuvieran verdaderamente solos, ya que ni Duke ni sus Valquirias podían entrar en este palacio.

—Si esto es sobre ayer, —conjeturó Leti. —No debes preocuparte. Duke ya se encargó de eso.

Duke era consciente de que Leti quería mantener en secreto el hecho de que Guido tenía una idea sobre por qué sería maldecido, por lo que explicó que el intento de asesinato de Borel no había sido planeado, si no que sucedió de repente.

Leti, por otro lado, intentó explicarle a Duke lo que realmente había sucedido.

Las manos negras habían sido invocadas debido al círculo mágico imperfecto de Borel y Leti selló a dichas criaturas dentro de su sombra con una de las espadas dentro de ella.

Duke, sin embargo, simplemente descartó la historia de Leti.

No creer en mi relato ya es culpa de Duke y no mía, pensó Leti con indignación.

—Había olvidado darte mi movimiento para nuestro juego. —La voz calmada de Guido trajo a Leti de regreso al presente.

El juego, en este momento, probablemente terminaría en empate.

—Es Rey a B7.

Esta era una mala jugada de parte de Guido. Permitiría que Leti ganara en tres movimientos.

—Espera. Este movimiento solo puede significar que…

—Abandono, —terminó Guido.

Leti estaba confundida, ¿por qué elegiría perder? No podía entender por qué lo haría a propósito. Este juego, a pesar de su apuesta, no era más que un juego.

—Recuerdo que la apuesta para esta partida en particular era que el perdedor revelara uno de sus secretos más oscuros, ¿estoy en lo cierto? —Guido no esperó por la afirmación de Leti y continuó. —Entonces cumpliré mi parte de la apuesta.

Inicialmente, Leti le había pedido a Guido que le dijera la comida que más odiaba cuando comenzaron su juego. Pero conociéndolo, él no habría elegido este lugar en específico solo para decirle eso.

—Pero antes de que te lo diga, permíteme contarte una historia primero, —comenzó Guido, el viento soplaba suavemente contra su rostro y mecía los lirios blancos en flor.

El silencio que siguió después de que el viento cesó fue ensordecedor, hasta que Guido lo rompió con un comentario inesperado.

—Nos parecemos mucho, ¿no?

—Eres mi hermano, —dijo Leti. —Yo soy tu hermana. Somos hermanos. Es natural que tengamos algún parecido.

Ambos pronto se dieron cuenta de que estaban repitiendo la misma conversación que tuvieron esa noche. Una leve sonrisa cruzó sus labios.

—Te pareces mucho a tu madre, la Reina Julienne.

—Eso me han dicho con bastante frecuencia últimamente. —La voz de Leti era indiferente y su sonrisa vaga.

No tenía idea de cómo debía reaccionar cada vez que recibía ese comentario, de que se parecía a su madre quien fue separada de ella. Pero debido a las circunstancias, se había enseñado a sí misma a reconciliarse con ese hecho, ya que no se podía negar que era la hija de su madre.

— ¿Nunca te pareció extraño que fuéramos tan parecidos a pesar de tener madres diferentes?

— ¿No es porque compartimos el aspecto de nuestra bisabuela? Los ancianos siempre han dicho eso.

Los ancianos del reino a menudo los describían como parecidos a la benevolente reina del sabio Rey Karlheinz, por lo que, seguramente, compartirían su sabiduría cuando crecieran.

—Sí. Quizás comparto la cara de la abuela. —Las palabras de Guido estuvieron de acuerdo con Leti, pero su tono sugería lo contrario.

— ¿Qué estás tratando de decir?

—No me parezco a mi madre, ni a nuestro padre. Recuerdo haber sido mirado con ojos de sospecha cuando era niño.

Sus palabras sonaron como si estuviera sugiriendo la infidelidad de Sofía al rey y Leti lo rechazó inmediatamente.

— ¡La Reina Sofía nunca traicionaría a nuestro padre! ¡Tú, de todas las personas, sabes cuánto lo amaba!

Guido negó con la cabeza, aclarando que eso no era lo que quería decir. Leti estaba confundida en cuanto hacia dónde iba esta conversación. Ya no tenía idea de lo que Guido intentaba decir, por lo que decidió escuchar el resto de su historia.

—Cuando las sospechas sobre mi nacimiento estaban en su apogeo, tú naciste. —Dijo Guido mientras miraba directamente al rostro de Leti, el cual se parecía mucho al suyo.

Compartían los mismos ojos azul acero y cabello dorado. Las difuntas Reinas, Julienne y Sofía estaban felices de ver a los dos luciendo tan parecidos, como si fueran completos hermanos.

—Éramos tan similares que nadie más dudaba de que fuéramos hermanos. Ahora que la nube de sospechas se había disipado, la necesidad de conocer la verdad también desapareció. Mi madre estaba agradecida por tu nacimiento. Si no fuera por ti, la verdad podría haber sido conocida por todos hace mucho tiempo.

— ¿Hermano? —Leti ya era capaz de imaginar lo que su hermano mayor estaba tratando de decir.

—Hace tiempo, hubieron rumores de que fui cambiado al nacer.

Guido había pronunciado anteriormente estas mismas palabras durante una reunión. Pero estas palabras tenían un significado completamente nuevo ahora. Esto no era una broma.

Leti no sabía qué decir y se detuvo por un momento. Estaba tratando de encontrar palabras que pudieran refutar la declaración de Guido.

— ¿Hay alguna evidencia que lo pruebe?

—Ninguna. El Conde Borel me dijo que el último y único testigo viviente había muerto. Era una mujer que había tenido un atisbo de los ojos del verdadero Guido. Ella murió hace tres meses. Pero antes de su muerte, había logrado decirle esto al Conde Borel. Aparentemente, habían estado intercambiando cartas, ya que ambos estaban de luto por la pérdida de la condesa y su heredero. Ella fue quien la ayudó a dar a luz y desde entonces sentía la culpa de no poder salvar ni a la madre ni al bebé.

Guido le estaba transmitiendo a Leti todo lo que Borel le había informado en la glorieta la noche anterior.

—Dicha mujer, era solo una aprendiz cuando la Reina Sofía dio a luz a su primer hijo. Su única responsabilidad en ese momento era llevar el equipo de su maestra y mantenerse alerta fuera de la sala de partos. Sin embargo, el verdadero Guido murió al nacer y necesitaron agua caliente para limpiar al bebé. La entonces aprendiz de partera fue llamada a buscar agua caliente y traerla dentro. Este fue el momento en que vio los ojos del verdadero Guido.

Y no eran los ojos azules, fríos como el cielo invernal, que tenía Guido.

Ahora, no había más pruebas a mano que pudieran probar que Guido no era hijo del rey debido a la reciente muerte de la partera de Borel. Las probables mentes maestras también habían muerto mucho tiempo atrás, el anciano Marqués Eulenberg y el difunto Marqués, el anciano Aufrecht. Si hubiera alguien que pudiera recordar este tema y plantearlo ahora, el presente Marqués Eulenberg simplemente se reiría de él porque no sabía nada al respecto. Esta era también la razón más probable por la cual Borel tomó el asunto en sus propias manos y se dirigió directamente a por Guido.

La creencia lunática de Borel en la Familia Real no podía perdonar a Guido por actuar como un príncipe cuando no era uno. Pensó que una maldición que despojara a Guido de su paso a la otra vida era el castigo más digno para él. Así que hizo todo lo que debía hacerse para la maldición, desde dibujar círculos sangrientos hasta hacer las ofrendas. Una vez que todos los preparativos estuvieron completos, llamó a Guido con la intención de matarlo como una forma de castigo divino.

— ¿Pensabas que creería tu historia puramente basada en rumores?

—Lo harías, —determinó Guido. —Está claro, ya que, cualquiera puede ver que mis ojos no son heredados de mi madre ni de mi padre.

—Pero aún podrían ser de nuestra bisabuela, —insistió Leti.

Guido negó con la cabeza. —Si soy el verdadero Guido, ¿hay alguna razón para que todas las damas de la corte presentes durante mi nacimiento murieran dentro de unos años?

Leti entendió lo que Guido estaba tratando de decir. —Pero… —comenzó y todavía no podía encontrar las palabras para formular una objeción.

—Fue una cosa de suerte que la partera de la familia Borel todavía siguiera viva. Pensaron que, como aprendiz, nunca tuvo la oportunidad de ingresar a la sala de partos, por lo que la perdonaron.

Guido sonaba como si ya hubiera investigado este asunto. Él no era de los que compartían información que él mismo no había verificado, por lo que, lo más probable, es que estuviera convencido de esto a medida que avanzaba la investigación.

—Sí, —dijo Leti tentativamente. —Incluso si esa es la verdad, sé que aún mantendrás tu posición como príncipe. No asumirás tu verdadera identidad, ¿verdad? Has llegado hasta aquí sin que nadie lo sepa y no hay pruebas concretas para afirmar que no eres un príncipe.

Si la verdad sobre este asunto saliera a la luz, la familia Eulenberg, líder de la facción de Guido, caería en desgracia y sería despojada de su estatus como uno de los Grandes Marqueses. Esto dejaría a la familia de Friedhelm, los Lauenstein como el único candidato para el poder y los llevaría a la cima de la jerarquía política.

Guido lo sabía y ya había decidido llevarse este secreto a la tumba para proteger a los Eulenberg, sin importar el tormento y el sufrimiento que esta verdad pudiera causarle.

—Hubo un niño que nació casi al mismo tiempo que yo. Fue declarado muerto al nacer, era el hijo de Georg Aufrecht, el heredero del entonces anciano Marqués Aufrecht, con su primera esposa, tu tía, la hermana de la Reina Julienne.

El actual Marqués Aufrecht, Georg, era el padre de la prometida de Guido, Eleonor. Leti sabía que su tía era la primera esposa de Aufrecht.

—Mi verdadera identidad es el hijo del Marqués Georg Aufrecht, Heinrich. Soy tu primo, Leti.

—No… —Leti apretó los puños. Si Guido se parecía a su madre, la hermana mayor de su propia madre, entonces era natural que los dos se parecieran porque él también se parecía a su propia madre.

— ¿Pero quién podría cometer semejante traición a su propia nación?

— ¡Por supuesto que ellos! Los malditos Eulenberg, —exclamó Guido como si estuviera escupiendo fuego por la boca. —Cuando nuestro hermano Friedhelm nació, eso significaba que los Lauenstein tendrían un rey de ellos. Los Eulenberg tenían que hacer algo para evitar que ese futuro sucediera. ¡La Reina Sofía tenía que dar a luz a un hijo! ¡Tenía que hacerlo y el niño tenía que estar vivo!

Leti tragó saliva cuando la comprensión la golpeó.

Los Eulenberg estaban acorralados. La Reina Sofía era la Segunda Reina Consorte. Ella estaba más alto que Rosalind, quien era solo la tercera. Si diera a luz a un hijo, él tendría una mayor posibilidad de ser el heredero al trono.

Si el verdadero Guido moría al nacer, definitivamente lo hubieran cambiado con el hijo del heredero mayor de los Aufrecht. Este era probablemente un esquema que la generación anterior había planeado hace mucho tiempo. No podían permitirse el lujo de tener al niño muerto. Habrían preparado algo para esta situación en caso de que sucediera. Por lo tanto, era probable que tuvieran a Heinrich de Georg Aufrecht como reserva. Si no, cambiarlos hubiera sido difícil.

—Entonces Eleonor es tu media hermana. Comparten el mismo padre.

—Sí. Entonces cuando mi madre comenzó a notar partes del engaño, hizo todo lo posible para evitar que nuestra boda se realizara y actuó como si no le gustara Eleonor para mí.

— ¿Conoce el presente Marqués Aufrecht sobre este esquema? ¿Él sabe que él es tu verdadero padre?

—Lo dudo. Él tiene un fuerte sentido de la justicia. No habría jugado un papel en este esquema. No, creo que no tiene conocimiento sobre esto. Y es poco probable que el anciano Marqués Aufrecht se lo haya contado a nadie más, ni siquiera a su propio hijo, el padre del niño que intercambiaron.

Leti encontró sentido en esto y estuvo de acuerdo. Si el actual marqués lo supiera, entonces Eleonor nunca se habría convertido en la prometida de Guido.

El anciano Aufrecht murió un año después del nacimiento de Guido. Este no podría haber previsto que una hija nacería del segundo matrimonio de su hijo. Y que dicha hija más tarde estaría comprometida con Guido.

Este pecado cometido por los anteriores líderes de las casas de Eulenberg y Aufrecht, junto con la partera de la Reina Sofía, estaba a punto de conducir a un pecado más grave que el que cometieron los participantes involuntarios.

— ¿Cuándo supiste sobre todo esto?

—Durante mi segunda visita a mi madre después de que se trasladara a la casa de descanso en el sur. Ella me contó todo entonces.

Esto había sucedido hace cuatro meses, coincidiendo con lo que Guido le había dicho a Leti antes. Este probablemente no quería que Leti supiera que había visitado a su madre durante ese período. Y como no estaba acostumbrado a mentir, terminó diciendo una mentira insensible cuando dijo que no había visitado a su madre durante mucho más tiempo del que en realidad había sido.

— ¿Por qué me atacaste, entonces?

—Había decidido considerar la duración de nuestro juego de ajedrez como un período de gracia, un tiempo para pensar y considerar todas mis opciones. Consideré un posible escenario y pensé que era el más posible. Si revelaba este secreto, los Eulenberg serían culpados por esto. Perderían todo su poder y caerían en desgracia. Pero si yo, después de regresar a mi posición legítima como heredero del Marqués Aufrecht, me casaba con la Reina Leticia, entonces quizás podría recuperar el poder que habían perdido. —Guido hizo una pausa, suspiró profundamente y continuó. —Pero era el más imposible de todos. No podía llegar a verte como a una mujer.

Leti era su hermana. No podía verla de ninguna otra manera, incluso después de saber que no estaban relacionados por sangre.

Leti sintió la sinceridad de Guido y le dijo que compartía los mismos sentimientos por él. Su verdadera relación podría ser de primos, pero para ella, él siempre sería su hermano mayor.

— ¿Qué piensas hacer con Eleonor?

—Actualmente estoy pensando en una forma de romper nuestro compromiso. Si nada funciona, me casaré con ella. Pero nunca tendremos hijos.

Guido no quería que Eleonor soportara la carga de un pecado del que no sabía nada. Si a causa de esta resolución, ella tenía amoríos fuera del matrimonio, estaba dispuesto a dejarla, no; se sentiría más aliviado si ella lo hiciera.

— ¿Por qué me estás diciendo sobre esto? ¿Qué planeas hacer?

—Ya me había preparado para mantener este secreto solo. Estaba listo para seguir con la carga de este pecado sin compartirlo con nadie. Pero tuve la corazonada de que es necesario que te lo diga a ti para que encuentres la respuesta a ese problema.

— ¿La respuesta a qué problema?

—Nuestro hermano me pidió que encontrara una manera de poder separarnos de las cadenas de nuestro linaje. Me lo preguntó cuándo éramos pequeños, él creía que yo podría encontrar una forma.

Leti parpadeó para contener las lágrimas que amenazaban con salir.

¿Él se había preparado? Por supuesto que no, se vio obligado a hacerlo.

Si esta verdad saliera a la luz, los Eulenberg perderían su poder e inclinarían la balanza hacia los Lauenstein. Esto llevaría a una verdadera batalla entre dos verdaderos hermanos, Friedhelm y la Princesa Heredera Leticia.

Guido no estaba haciendo esto por su familia, los Eulenberg, en absoluto. Él estaba listo para llevar todo el peso de esta verdad por Leti y Friedhelm a pesar de su deseo de ser castigado por esto y ser liberado de los grilletes de esta verdad constrictiva. Por eso, no se resistió de ninguna manera cuando Borel lo atacó.

Guido estaba a punto de irse, ya que había dicho todo lo que deseaba decir cuando Leti lo detuvo.

— ¡Espera! —Gritó Leti y abrazó a su afligido hermano.

—Definitivamente voy a encontrar la manera de dejarte vivir como quieras. Pero hasta entonces, déjame compartir la carga contigo. Así que, por favor, espera un poco más, Hermano.

Guido había estado llevando este secreto en soledad desde que Sofía lo había compartido con él. Había sacrificado sueño y paz para pensar en cuál sería el mejor curso de acción para sus hermanos, para su nación. Había pasado tantas noches sin dormir estrujándose el cerebro para encontrar una solución.

[Sakuya: T_T]

Leti debería haber metido la nariz antes. Podría haber compartido la carga con él desde antes. Guido no era alguien que bromeara casualmente acerca de ser cambiado al nacer. Ocultó la verdad con su cara de póker y su naturaleza estoica, pero esas habían sido palabras realmente llenas de burla y una súplica silenciosa para que se dieran cuenta de su verdadera identidad.

—Seré una gran reina respetada por todos tan pronto como sea posible, una reina que pueda controlar y reprimir a los Tres Marqueses y mantenerlos en jaque. Pero hasta que me convierta en una, por favor espérame.

Si la verdadera identidad de Guido se hiciera pública, el equilibrio político colapsaría y se produciría una disputa entre Leti y Friedhelm. Y Leti todavía no tenía el poder para evitar eso. Friedhelm había nacido para ser rey. Ella fue criada como una princesa protegida. Ganar contra él, quien era complaciente y lo suficientemente seguro como para cuestionarla y darle tareas en que trabajar, era imposible en este momento.

[Traducido por Reino de Kovel]

Leti apretó los dientes con frustración por su falta de poder y su estado de impotencia. Ya no podía seguir quedándose como la Princesa Restante. Debería convertirse en una reina respetada por todos.

—Entonces, tendré que esperar. Y hasta ese momento, seguiré siendo el igual y rival del Príncipe Friedhelm. —Mantenerse mutuamente a raya ayudaría a Leti mientras ella se moldeaba a sí misma.

Ambos sabían que Friedhelm también era consciente de este papel, aunque no les hubiera dicho nada. Seguramente compartía los sentimientos de Guido.

— ¿Qué hay de ti? —Preguntó Guido. — ¿Qué piensas de que yo no sea tu verdadero hermano?

—Eres mi hermano. Aun cuando digas que no. Y eso es verdad, no solo para mí, sino también para nuestros otros hermanos y hermanas, incluyendo a nuestro hermano Friedhelm. —Leti luchó por contener sus lágrimas.

Guido abrazó a su hermana y susurró un sincero, —Gracias.

Leti estaba segura de que Friedhelm habría dicho lo mismo. Continuaría amando a Guido como su precioso hermano menor. Sin embargo, a diferencia de Leti, él también estaba atado por un linaje maldito. La mitad de él era un Lauenstein. Desearía que se hiciera justicia y tiraría el castigo sobre Guido a pesar de su amor por él. Él era ese tipo de persona.

Si nuestro hermano Friedhelm es un rey natural, entonces yo deberé ser mejor que eso y ser una reina a la cual nadie se atrevería a desafiar.

Los días cálidos y felices que los tres pasaron juntos. Esto era lo que la maldición de los Tres Grandes Marqueses le había robado.

No soy Dios. Soy una humana que gustosamente recuperará lo que le fue robado.

Tenía que apurarse. Leti ahora sentía la urgencia de ser la Reina que aspiraba a ser.

La Leti que dejó el Palacio Cattleya era una llena de resolución y determinación.

♦ ♦ ♦

—Déjame el incidente sobre el Conde Borel a mí, —le dijo Leti a Duke. —Le pediré a Leon que cree una verdad que todos puedan creer.

Duke simplemente asintió con la cabeza a la petición de su ama cuando se encontraron en la entrada. Sabía que no le diría nada más, incluso si preguntaba. Sus ojos se lo decían. Todo lo que podía hacer era obedecer o sugerir una manera de ayudarla.

—Podríamos usar tu nombre para obtener más apoyo en la investigación que está realizando la Orden. Recomienda al Comandante Johannes para ser el líder de la investigación, ya que te gustaría que se manejase discretamente debido a algunas razones políticas. Todo lo que tengo que hacer es pasarte a ti o al Príncipe Leonhardt cualquier evidencia que obtengamos antes de enviarla a la Orden, ¿correcto?

—Sí, por favor.

Leti se dio cuenta de que su decisión de dejar que Duke permaneciera en la Orden había sido realmente sabia. Si no fuera por él, la Orden podría descubrir partes de la verdad secreta y lidiar con eso hubiera sido más difícil.

—Y sobre mi segundo caballero, —comenzó Leti. —He decidido ser más agresiva. Ya no tengo todo el tiempo que desee. También estoy planeando regresar al Palacio Real, así que, tú también debes prepararte, —informó Leti. Todo esto lo dijo mientras caminaban rápidamente hacia la Villa Real.

Duke comprendió que algo había sucedido durante esa visita al Palacio Cattleya. Si su ama había decidido apresurar las cosas, entonces él, como su caballero, debería hacer lo mismo.

Después de escoltar a Leti de vuelta a la Villa, fue primero a buscar al hermano menor de su ama antes de regresar al cuartel.

Llamó a la puerta de la habitación privada de Leonhardt.

—No hay nadie. —Fue la pésima excusa de Leon desde el otro lado de la puerta.

—Veo que está presente, Su Alteza. Disculpe. —Duke abrió la puerta y vio una habitación llena de libros en el suelo y más libros apilados en el escritorio, lo que ocultaba a Leonhardt de la línea de visión.

Sin esperar el reconocimiento del príncipe, Duke comenzó a decir su propósito. —Príncipe Leonhardt, me gustaría…

— ¿No dije que no había nadie? —Cortó Leonhardt.

—Príncipe Leonhardt, —lo llamó nuevamente.

Leonhardt, a regañadientes, levantó la cabeza de su libro, murmurando lo grosero que era Duke al entrar en su habitación sin permiso e ignorando sus palabras.

— ¿Qué pasa? No tengo ninguna intención de ser civilizado contigo cuando mi hermana no está cerca.

—Tengo un mensaje de Su Alteza. Ella pide su ayuda para crear una verdad que todos puedan creer sobre los círculos de maldición hechos por el Conde Borel, —relató Duke.

—Qué mente maestra tan inesperada, —exclamó el príncipe y continuó, —por favor, dile a mi hermana que lo haré.

El Conde Borel, eh… susurró Leonhardt mientras inclinaba la cabeza hacia un lado.

Es cierto que el difunto conde era un poco extraño con su creencia extrema en la Familia Real, así que, qué pudo haberlo empujado a dibujar esas maldiciones alrededor del Palacio Real. Bueno, esa era la razón por la cual Leti le estaba pidiendo que creara una verdad de la cual nadie dudaría.

—Su Alteza, también tengo mi propia petición personal para usted. ¿Sería mi profesor de idiomas?

— ¿Eh? No. No lo haré, —Leonhardt se negó rotundamente. — ¿No que ya tienes a mi hermana como tu maestra?

—Su Alteza ha comenzado a moverse. Ella necesita todo el tiempo que pueda tener y yo no haré que mi ama desperdicie su precioso tiempo solo para cuidar de mis estudios. Por favor, príncipe Leonhardt, —suplicó Duke.

Duke nunca querría arrastrar a Leti hacia abajo. Estaba más que dispuesto a inclinarse ante el hermano menor de su ama, sin importar cuántas veces se necesitara para que el príncipe aceptara su petición.

—Entonces, ¿qué te parece preguntarle a alguien más, como a mi hermano Friedhelm? Puede que me vea así, pero estoy bastante ocupado, ¿sabes? —El príncipe continuó rechazando la petición de Duke, pero este caballero tenía un plan.

—Pensé que diría eso, —comentó Duke y con un movimiento rápido, le arrebató los anteojos a Leonhardt.

— ¿Qué crees que estás haciendo? ¿Podrías devolvérmelos ahora? —Dijo Leonhardt con la voz más seria que pudo tener mientras miraba a Duke directamente a los ojos, con las manos abiertas esperando los lentes.

—Ahora he probado mi hipótesis. Príncipe Leonhardt, su vista no es mala, ¿verdad?

— ¿Qué estás diciendo? Es bastante mala.

— ¿De verdad? Pero recuerdo que fue capaz de reconocer instantáneamente la caligrafía de Su Alteza en la lista comparativa de posiciones que tenía en el bolsillo de mi pecho esa vez. Si realmente tuviera problemas de visión, posiblemente no hubiera podido identificar la escritura en el momento en que la vio y sin la ayuda de sus anteojos. Los contenidos estaban escritos con letra bastante pequeña.

— ¿De verdad? —Dijo Leonhardt nervioso, su voz más baja de lo habitual.

—Y entonces, cuando le quité las gafas hace un momento, sus ojos ni siquiera cambiaron. Debería al menos haberlos entrecerrado un poco para mirarme si sus ojos realmente están tan mal como afirma que están.

Duke examinó de cerca los lentes del príncipe y descubrió que no tenían ninguna graduación. Estaban hechos de vidrio ordinario.

—Entonces, ¿cuál podría ser su razón para esconderse detrás de estas gafas? —Preguntó retóricamente mientras le devolvía los anteojos falsos a Leonhardt y continuaba, —Bueno, yo una vez fui de su edad. Un joven de dieciséis podría ser complicado. Entiendo que hay una necesidad de ponerse un disfraz, especialmente si se tiene un complejo por un rostro tan hermoso que a menudo es confundido con el de una dama.

— ¿Qué…? Espera, —farfulló un Leonhardt ligeramente perturbado. Esta exclamación fue su perdición.

Duke puso su seductora sonrisa de caballero. —Tenga la seguridad, Su Alteza, de que su secreto nunca llegará a los oídos de su hermana mayor. Pero no puedo garantizar que se ejercerá la misma prudencia con cierto amigo mío. Nosotros somos, después de todo, los mejores amigos.

Solo había una persona conocida por ser el mejor amigo de Duke. Leonhardt palideció al pensarlo. La cara de su molesto hermano mayor, Friedhelm, apareció en su mente.

El príncipe normalmente parlanchín estaba en silencio. No podía pensar en un insulto tan venenoso como para dañar a este presumido caballero frente a él. Y cuando dijo algo, fue una gran reminiscencia del insulto habitual de Leti.

— ¡Eres el peor! —Exclamó Leon con un ruido sordo procedente del grueso tomo que acababa de cerrar y tirar al escritorio. Aún no había terminado. —Creo que te odio mucho en este momento.

Duke continuó sonriendo y dijo, —Gracias, Su Alteza.

Y con eso, Duke se había ganado a probablemente el mejor instructor de idiomas en todo el reino a cambio de la poca consideración que Leonhardt aún tenía por él.

♦ ♦ ♦

—El lenguaje utilizado en este texto es anterior al Griego Antiguo. Pero Borel podría haber tenido los medios para traducir partes de él y pudo captar algunas palabras como reencarnación y ofrenda. Supongo que intentó interpretar los escritos por su cuenta y terminó con una comprensión errónea del texto.

Leonhardt estaba presentando el análisis del reciente caso de los círculos de maldición. Frente a él había un documento antiguo lleno de notas y observaciones.

—Probablemente interpretó el hechizo escrito aquí como haz una ofrenda para revivir a tu amada esposa. Pudo haber pensado que el hechizo traería de vuelta a su difunta esposa, así que, comenzó a dibujar círculos mágicos y les dio la ofrenda respectiva para cada uno. El primero fue un pájaro, luego un gato, un perro y una cabra. Si seguimos esta secuencia, podríamos ver que la ofrenda se hizo más grande con cada nuevo círculo. Pero al final de todo esto, el Conde Borel era solo un novato que intentaba copiar lo que estaba escrito aquí y no podía llevar a cabo todo el suplicio a la perfección. Al ser un novato, estaba destinado a cometer errores a pesar de sus esfuerzos por copiar los círculos lo más preciso que podía. También era un firme defensor de la Familia Real y probablemente quería evitarles los problemas que causaría el hechizo.

Borel era conocido como un creyente de la Familia Real a nivel religioso. Leti y Leonhardt decidieron usar este hecho para aclarar las contradicciones que podrían surgir en su versión de la verdad.

—Se suponía que el primer círculo se encontraría después de que terminara el torneo y por eso estaba cubierto por la alfombra. No deseaba cancelar el evento. En cuanto a los lirios arrancados, esparcidos y dañados durante el segundo círculo, hemos confirmado con nuestro jardinero principal que estos lirios se habrían marchitado pronto si no hubiera sido por el incidente. Esta es probablemente la razón por la cual seleccionó esa parte específica del jardín durante esta época del año. Para el tercer círculo, evitó la celebración del cumpleaños de la Princesa Cornelia y optó por dibujar el círculo en la noche, cuando tenía más posibilidades de ser descubierto a la mañana siguiente.

Las partes de la explicación de Leonhardt que podrían haber sido verdad eran probablemente solo para el primer y el tercer círculo. El primer círculo involucraba a Leti y Friedhelm, mientras que el tercero afectaría a Cornelia. Estos tres eran verdaderos príncipes y su fe en ellos no le hubiera permitido causarles daño. Era muy poco probable que él supiera sobre los lirios, pero agregar este pequeño detalle podría agregar mucha solidez a su declaración. Además, las personas tendían a creer lo que les diera la gana y este pequeño detalle haría que su verdad fuera más creíble.

—Luego dibujó el cuarto círculo en un granero poco utilizado. Después de esto, se preparó para el último círculo. Después de que terminó de dibujarlo, llamó al Príncipe Guido para ir al lugar donde estaba el quinto círculo. Él iba a ser la ofrenda, un hombre de sangre real. Pero antes de que pudiera terminar este último requerimiento, tuvo un ataque al corazón, lo que causó su muerte. La Orden de Caballería Real tiene testigos de esto.

Un asistente preguntó en qué consistía la inscripción Sé quién realmente eres.

—Esta es solo mi hipótesis, —prologó Leonhardt. —Pero creo que no tenía ningún significado en particular. Encontré que esto es común en los hechizos de magia oscura donde el Mal tiende a mantener su nombre oculto y enmascarado en anagramas y códigos misteriosos.

Este caso había ocurrido debido al amor eterno de Borel por su esposa. Y al final, él fue la única víctima de esta desafortunada tragedia.

La explicación de Leonhardt de los eventos tendría sentido para cualquiera que conociera al difunto conde. Todos sabían de su amor por su esposa y de cuánta tristeza lo había devastado cuando la perdió. Ciertamente se aferraría a cualquier cosa, incluso a esa pequeña esperanza que encontró en ese libro, solo para traerla de vuelta.

—El Conde Borel ya no está. Esperamos dejar descansar este caso y cerrarlo aquí. —La Orden cerró la presentación de los resultados sobre la investigación de la muerte del Conde Borel. Todos los que asistieron estuvieron de acuerdo y salieron de la habitación con un peso en el corazón.

—Gracias por todo lo que has hecho para crear esta creíble historia. Realmente lo aprecio.

Leti sabía de las noches de insomnio que su hermano menor soportó para cubrir cualquier hoyo en su historia y convencer, no solo a la Orden, sino también a otros académicos del idioma antiguo, sobre la credibilidad de su versión de la verdad. Definitivamente no fue una tarea fácil y ella estaba realmente agradecida por su ayuda.

—Nah, no es gran cosa. Trabajar detrás de escena siempre ha sido mi especialidad. Aunque podría haber sido mucho más fácil si me hubieras dejado ver el diario y la correspondencia del Conde Borel. Jajajajaja.

—Te aseguro que no tenían nada útil.

Duke le había enviado a Leti el diario y las cartas de Borel cuando fueron encontradas en su mansión. Estos documentos contenían los detalles sobre este incidente, tanto de los círculos como de la razón que lo impulsaron a hacerlo. Borel pensaba que Sofía sabía toda la verdad y se lo había guardado para sí misma. Entonces, como venganza, había dibujado uno de los círculos en los lirios favoritos de la difunta reina y los había destrozado.

Leti se preguntó, ¿cuándo supo la Reina Sofía sobre la verdad? Era una pregunta que probablemente nunca sería respondida, pero era muy posible que ella siempre supiera que Guido no era su hijo.

…Y aun así, todavía lo trataba como suyo. Si no lo hiciera, no se habría molestado en dejarlo al cuidado de Leti. No le habría pedido que cuidara de él. Se preocupaba por él, como lo haría una verdadera madre. Y esa fue, probablemente, la razón por la que le dijo la verdad. No quería que él sufriera las consecuencias de un pecado del que no era responsable. No quería que se casara con su media hermana. Sus últimos días podrían haber estado llenos de aprensión y temor de que Guido supiera más tarde sobre la verdad y de que sería demasiado tarde para que hiciera algo para evitar que tanto él como Eleonor sellaran su destino maldito.

—Leon, no hay absolutamente ninguna necesidad de que los vieras, —repitió Leti. No había necesidad de que él cargara con esta verdad. Ella y Guido podrían soportarlo bien solos. Ahora solo tendría que mantener esos documentos a salvo por si llegara el momento de usarlos.

—Si tú lo dices. Pero sabes que estás siendo reservada, ¿verdad? —Bromeó Leon.

—Sí, lo sé. Perfectamente, —fue la respuesta burlona de Leti.

Leonhardt probablemente sabía que Leti le ocultaba algo. Podría ser sobre Guido. Pero era lo suficientemente sabio como para no presionarla por ninguna información al respecto.

—Dejando eso de lado, ¿qué piensas hacer con el sirviente del Conde Borel?

—Él no sabía mucho sobre el asesinato planeado de su amo. Simplemente asumió que lo que estaban haciendo era algún tipo de ritual para devolverle la vida a la difunta condesa. Cuando le dijeron que Guido iba a ser usado como ofrenda, simplemente dijo que esto confirmaba sus sospechas y que se disculpaba profundamente por el desastre del que había sido parte.

Duke le había informado que el sirviente había confesado todo lo que sabía sobre el caso a la Orden cuando fue entrevistado después de que fuera identificado como el cómplice de Borel. Sin embargo, él era solo un sirviente que seguía ciegamente las órdenes de su amo, por lo que fue juzgado como sin culpa por todo este caso. Leti había decidido dejar que la Orden se hiciera cargo del sirviente.

Salvaguardar la identidad de Guido, listo. La verdad sobre los círculos mágicos, listo. Ahora, todo lo que quedaba en la lista de cosas por hacer de Leti era, —voy a visitar al Príncipe Friedhelm así que puedes irte a casa primero. —Envió a Leonhardt a la Villa Real mientras se dirigía a terminar su última tarea de informar a su hermano mayor

Leti fue recibida en el salón privado de Friedhelm y compartió con él los procedimientos de la reunión anterior. Friedhelm no fue uno de los asistentes porque la reunión era solo para las personas involucradas en la investigación y la seguridad del castillo.

Friedhelm, basado en la verdad fabricada, entendió la motivación de Borel y se vio a sí mismo probablemente haciendo lo mismo en caso de que eso le pasara a él.

—Entonces, aparte de las ofrendas y del Conde Borel, ¿la única víctima fue ese vestido tuyo que se arruinó por la sangre de pájaro? Alguien tiene bastante mala suerte, ¿eh?

—Estoy bastante de acuerdo, —suspiró Leti. —Pero me alegro de que nadie más haya salido lastimado.

—Así que tenemos aquí una historia impecable que conduce a un final lamentable. Supongo que no tengo más remedio que creer esto entonces. Estoy seguro de que Leon tuvo que correr mucho para atar todos los cabos sueltos. Bueno, supongo que eso es todo por este caso.

Friedhelm proclamó su acuerdo sobre la verdad, pero su rostro no parecía en absoluto convencido. No era alguien que pudiera ser engañado fácilmente, incluso con una mentira tan intrincada.

—Sabes algo, ¿no? —Miró a Leti con desconfianza.

— ¿Cuál algo? —Preguntó inocentemente Leti, encogiéndose de hombros mientras miraba el té que se arremolinaba en la taza al jugar ligeramente con ella. Tenía una cosa más que decirle a su muy observador hermano mayor.

—Acerca del Príncipe Guido. Nos hemos conformado con ser hermanos y compañeros de ajedrez.

— ¿Y qué pasa con los verdaderos sentimientos de Guido?

—Somos hermanos y compañeros de ajedrez, —finalizó Leti. Quería dejar vagos los sentimientos de Guido, ya que esto ayudaría a ocultar su verdadera identidad. De esta manera, Friedhelm llegaría a pensar que los dos tuvieron una discusión y que esta fue la conclusión a la que llegaron, independientemente de lo que realmente sentían el uno por el otro.

— ¿Y piensas que te creeré?

—Si me crees o no, es tu problema, no el mío.

Leti dijo esto sin siquiera levantar los ojos de su pulgar trazando el borde de la taza de té, una clara señal de que no tenía planes de seguir adelante con este tema.

—Ciertamente no eres linda. No vas a encontrar un marido si sigues actuando de esta manera, ¿sabes? —Dijo un Friedhelm exasperado.

—Ciertamente no me gustaría que me lo dijera alguien que fue abandonado por su propia prometida. —Leti sonrió burlonamente a Friedhelm. Este ya no pudo ocultar su irritación hacia su impertinente hermanita.

— ¿Y de quién crees que es la culpa? ¡Rompieron el compromiso porque no soy el príncipe heredero! Tú fuiste elegida para ser la heredera, por lo que el rompimiento de mi compromiso es definitivamente culpa tuya y no mía, —acusó Friedhelm.

— ¿No crees que eso es bastante descabellado? —Leti pensaba que sí.

Es cierto que una parte de la culpa podía ser atribuida a ella, pero Leti pensaba que Friedhelm simplemente carecía de sus propios encantos y atractivo para mantener el compromiso. Decirle esto, sin embargo, sería como frotar sal en su herida, por lo que se lo guardó para sí misma y se burló de él silenciosamente.

—Dejando eso a un lado, ¿qué es exactamente lo que estás buscando en un marido? —Preguntó Friedhelm para cambiar el tema y agregó, —no sigas repitiéndome ese ridículo ideal tuyo. Dame los detalles. Sé más concreta.

—Un hombre que diga sí a todo lo que digo.

—No estás buscando un marido. ¡Eso sería más como un seguidor leal o un sirviente! —gritó frustrado Friedhelm.

Leti simplemente le respondió con una mirada silenciosa, como diciendo, exactamente.

— ¡Oh! Lo tengo. Puedes ir y casarte con Duke.

—No gracias. Él solo entiende de apariencias, espadas y ajedrez. Lo máximo que podría ser es un amante.

—Entonces, tienes una buena impresión de él, —bromeó el hermano mayor.

—No, no la tengo, —lo contradijo la hermana menor y terminó la conversación allí mientras se ponía de pie y se arreglaba la falda.

—Me despido entonces. Voy a encontrarme con nuestro padre después de esto, —dijo Leti mientras caminaba hacia la puerta. Pero antes de salir de la habitación, se volvió hacia Friedhelm y le dio algunos consejos.

—Mejor no toques el té que dejé. Tu sirvienta fue muy particular acerca de los patrones de la taza. ¿No lo notaste?

Friedhelm se levantó sorprendido y miró la taza de té que sostenía Leti momentos antes. Recordó que ella tocó la taza, pero nunca bebió de esta, aunque él no podía ver el líquido marrón como nada más que té.

—Yo… —tartamudeó Friedhelm. No sabía qué decir.

— ¿No diste las órdenes? —Leti terminó su frase inacabada. —Lo sé. Pero obviamente, tu familia no tiene la necesidad de seguir tu decisión de mantener la paz y observar la situación por el momento. Los Lauenstein pueden ser tus aliados, sin embargo, eso no significa que se sometan a ti. —Leti le recordó severamente a su hermano mayor acerca de este hecho, aunque lo premió con una de sus suaves sonrisas, las cuales usualmente le daba a sus hermanos menores después de regañarlos por algo.

—Y una última cosa antes de que se me olvide. Ya tengo una respuesta para el problema que me diste. No seas demasiado amigable con el Príncipe Guido. La única razón por la que intentas estar en buenos términos con él es porque yo, la próxima reina, te ordené que lo hicieras.

Leti se enderezó y miró a Friedhelm con una mirada penetrante, sus ojos rebosantes de la fuerza interior de una reina. —No dejaré que los dos se sientan cómodos el uno con el otro, lo suficiente para que puedan hablar por su cuenta. Si los Lauenstein y los Eulenberg deciden unir sus fuerzas, tendré que matar a uno de ustedes. Les haré pensar que el otro los traicionó y esa será mi oportunidad para derribar a ambas familias. Manténganse el uno al otro en jaque o sean asesinados.

Sabía que necesitaba tiempo para ser la Reina que todos reconocieran. Pero hasta entonces, tendría que dejar que sus hermanos tomaran el camino difícil.

—Ahora que voy a ser reina, antes de ser mi hermano, eres mi seguidor. Entonces deberías seguir mis órdenes. Y si surge la necesidad, prepararte para morir.

Tan pronto como terminó de decir su pequeño discurso, Leti se giró y continuó caminando fuera de la habitación. No quería oír la opinión de Friedhelm sobre su respuesta ni ver su reacción. Nunca miró hacia atrás.

Debes pensar como una reina, Leti. Tienes la debilidad del Príncipe Guido. Con esto, ya tienes a los Eulenberg atados. Esto sólo deja a Friedhelm y a los Lauenstein como tu mayor enemigo. Definitivamente debes encontrar su debilidad. Y rápido.

Porque más allá de esta lucha caótica y sangrienta por el trono, estaba el brillante y cálido futuro que todos estaban deseando.

♦ ♦ ♦

Solo el Rey de Una Sola Mano, Oswald estaba en la Habitación del Rey Caballero y el lugar se encontraba inusualmente silencioso. Leti estaba de alguna manera decepcionada porque quería informar al Rey León Alexander que el hechizo no había invocado a un dragón, sino que a una criatura grotesca de innumerables manos negras.

—Reina Leticia, —saludó Oswald. — ¿Cuándo está? —Le preguntó silenciosamente a Leti cuando la vio llegar.

—Justo después de resolver el misterio de los círculos mágicos. Sin embargo, este no fue más que un pequeño incidente y no es digno de ser registrado en los anales. Supongo que no tendrás ningún conocimiento al respecto.

—Entonces al menos dígame en qué mes y año. —Insistió Oswald, quien parecía ser su yo melancólico usual con ojos apagados que parecían que ya habían renunciado a todo en la vida.

—Podría decirle lo que va a pasar en el futuro cercano. ¿Nunca ha tenido curiosidad por saber qué deparará el futuro para usted?

Esta era una dulce tentación. Pero Leti negó con la cabeza sin siquiera pensar en la idea.

—No hay necesidad de que sepa. No quiero. No soy tan fuerte como el Rey Alexander para soportar la desesperación que eso me pueda traer. Hasta que llegue ese día, estoy bien sin saberlo.

—Pero eso no cambia el hecho de que aún sentirías la misma desesperación y desesperanza cuando llegue ese momento.

—Exactamente. Sé lo que se siente ahora. Acabo de probarlo hace un momento. —Dijo Leti mientras pensaba que había recibido su propia dosis de desesperación bajo el nombre de verdad.

—Pero, ¿qué hay de malo en sentir la desesperación? Somos humanos, no dioses. Lloraremos, nos preocuparemos, nos enojaremos, nos entristeceremos. Pero lo más importante para nosotros, es lo que queda después de toda esa oscuridad. —Aceptar todas esas cosas negativas y ser capaces de superarlas y seguir adelante. —Fui capaz de encontrar la respuesta a un problema porque conocí la verdad.

Con el secreto de los Eulenberg a salvo en sus manos, todo lo que tenía que hacer era descubrir la debilidad de los Lauenstein. Si pudiera hacer eso, sería invencible. Podría gradualmente despojar a las dos casas de sus poderes y dejar el título de los Tres Grandes Marqueses como nada más que un nombre.

—Es fuerte, Reina Leticia.

—No, no lo soy. Si lo fuera, no estaría diciendo estas cosas en absoluto.

Seguía tropezando y ya no tenía a sus hermanos mayores para sujetarla o impedir su caída. Pero ahora tenía a su fiel caballero a su lado todo el tiempo.

—Si la fuerza descansa más allá de la desesperación, tal vez la desesperación no sea tan mala después de todo, —concluyó Leti.

Oswald cerró los ojos y simplemente respondió, — ¿En verdad?

Se produjo un silencio en la habitación hasta que Oswald lo rompió con una pregunta.

— ¿De verdad me he vuelto más fuerte después de ese día de desesperación y desolación?

— ¿No has continuado luchando en esta batalla casi interminable sin escapar de ella? Si eso no es fuerza, entonces no sé qué más es. Rey Oswald, me enorgullece que un rey como tú haya nacido de este linaje. —Leti se despidió de su sucesor después de decir estas palabras.

Sabía que los hombres no querían que nadie viera sus lágrimas. Eran criaturas tan complicadas.

—Veo que el Rey Oswald está tan sombrío como siempre, —saludó el Rey del Corazón Roto, Ludgar, cuando Leti estaba a punto de abandonar la Habitación del Rey Caballero.

—Realmente eres la mejor que hay, Reina Leticia. Si hubiera nacido antes, podría haber sido uno de tus amantes y eso sería una dicha total.

— ¿Estás enamorado, rey Ludgar?

— ¿Por qué? Sí, por supuesto. De la mejor mujer del mundo, la cual obtiene todo lo que desea.

♦ ♦ ♦

Cuando Guido escuchó que el funeral de Borel se celebró en privado en su mansión, decidió contarle a Leti sobre esta noticia ya que también quería hablar con Leonhardt. Sin embargo, cuando él, escoltado por sus Valquirias, llegó a la Villa Real, solo pudo hacer una de sus tareas, porque Leonhardt se encontraba fuera.

—Por lo general, a esta hora se encuentra en el Palacio Cattleya supervisando las clases de historia de nuestros hermanos menores, —informó Leti.

Guido siguió las palabras de Leti y fue al Palacio Cattleya en busca del Tercer Príncipe. Dejó a sus caballeros en la entrada del palacio y, afortunadamente, no necesitó buscar mucho.

Leonhardt acababa de terminar la clase de historia de sus hermanos menores y caminaba por el pasillo que conducía a la entrada principal del palacio. Guido lo vio y llamó su atención, diciéndole que tenía algo de qué hablarle. El príncipe más joven no se molestó en ocultar su molestia y le dijo a Guido que, fuera lo que fuese lo que quisiera decir, debería decirlo allí en el pasillo. Su relación no era tan buena y el solo ir a un lugar más privado para hablar ya era molesto.

—Entonces, ¿qué era tan importante que incluso te desviaste de tu camino para verme? ¿Es una continuación de nuestra discusión sobre las diferentes interpretaciones de la ley?

—No, esto es sobre tu futuro. Escoge. Casarte con una princesa de un país extranjero o convertirte en el caballero de alguien.

— ¿Eh? —Leonhardt se sorprendió — ¿De qué estás hablando? —Claramente no entendía por qué su hermano mayor le había presentado estas opciones.

—Porque eres el punto débil de Leticia. Podrías ser utilizado como cebo, material de chantaje o ser secuestrado. Pueden usarte para pedirle a Leti que se retire de suceder el trono o de abdicar de su posición como la nueva reina una vez que sea coronada. No estoy seguro de cuál y cuándo será, pero estos son posibles escenarios.

Leonhardt había hecho una declaración pública a la temprana edad de doce años de que no deseaba ser rey y heredar la corona. Proclamó su decisión de dedicarse a lo académico y se fue a estudiar a la universidad. Fue durante este periodo cuando su actitud reservada se hizo conocida como excéntrica. Se retiró de la lucha por la corona. Esto significaba que su vida ya no estaba en peligro como antes. Entonces, cuando Leti fue elegida para ser la heredera, su vida ya estaba fuera de peligro. Sin embargo, Guido creía que su vida todavía estaba en peligro, aunque por una razón diferente. En lugar de ser una amenaza para las otras familias que iban a por la corona, ahora era la persona perfecta para amenazar a Leti.

—Estoy seguro de esto. Eso es lo que yo haría si estuviera en su lugar. Conspiraría con los Lauenstein para hacerlo, —explicó Guido. Si sus palabras fueran interpretadas correctamente, esto significaba que él, como su hermano mayor, nunca lo haría.

Leonhardt entendía el punto de Guido y estaba contemplando sus palabras, —Hmmm… ¿Cómo debería poner esto…? —Pensó en voz alta.

Después de unos momentos, había ordenado sus pensamientos y comenzó con un descargo de responsabilidad.

—Esto no es realmente de mi estilo, pero voy a intentarlo. Volvamos a la época en la que no éramos más que niños pequeños. En aquel entonces, mi hermana siempre me leía libros antes de acostarnos. Sus elecciones de libros eran siempre entre dos extremos; o una emocionante y conmovedora aventura de ficción o una biografía informativa y seria. Ella nunca mostró una preferencia particular sobre uno de los dos géneros, probablemente porque encontraba que ambos eran interesantes y leía tanto libros de uno como del otro.

El rostro de Leonhardt de alguna manera se suavizó, con una leve sonrisa jugando en sus labios mientras recordaba esos momentos.

—Normalmente, una chica iría por cuentos de hadas sobre princesas, ¿verdad? Mi madre solía leerlos para mí. Pero mi hermana nunca tuvo una madre. No, en el sentido de que ella simplemente brotó de la nada. Quiero decir que estaba fuera de la línea de visión de nuestra Madre y creció sin conocer como era una. Entonces, ¿de quién crees que tomó su gusto en los libros? ¿Quién le leía antes de irse a dormir?

Guido comprendió a dónde quería llegar Leonhardt.

Cuando eran jóvenes, él y Friedhelm se turnaban para leerle cuentos antes de dormir a Leti. La elección de Friedhelm siempre fueron emocionantes historias de aventura, mientras que él seleccionaba biografías y relatos históricos.

—Desafortunadamente, —continuó Leonhardt, —las experiencias de la infancia siempre afectarán el futuro de una persona. Tal vez, la razón por la que yo encuentro tan interesante la historia, es porque tuve la misma cantidad de hechos y de ficción a medida que crecía.

Agregando a eso los pequeños secretos que Leti compartía con él sobre la historia no escrita. Todo esto despertó la curiosidad innata del joven Leonhardt y lo hizo querer saber más sobre los relatos del pasado.

— ¿No te parece problemático tener hermanos? Al principio, parece que no estás conectado y aun así lo estás. Siempre hay algo que se transmite desde el mayor al menor, a pesar de la falta de un contacto directo.

Tomarse de las manos al jugar, arrodillarse para mirar al joven, leer libros antes de acostarse y dormir juntos. Estas fueron las cosas que Friedhelm hizo con Guido y Guido con Leti. Leti continuó esto y lo hizo con Leonhardt y todos sus otros hermanos menores e incluso primos.

El amor del mayor aún se transmitía al menor a través de este ciclo.

—Lo que estoy tratando de decir es que ya has hecho tu parte de responsabilidad conmigo como mi hermano mayor, aunque indirectamente. ¿No lo crees? Pero para dejar esto en claro, no estoy agradecido en absoluto y todavía los odio a ustedes dos. Jajaja, —se rió Leonhardt al final.

Friedhelm y Guido se hicieron cargo de Leti porque ella no sería su enemiga, su contendiente. Por otro lado, nunca reconocieron o más bien ignoraron a Leonhardt como si no existiera, porque este era su principal enemigo, el principal candidato a la corona como el hijo de la Primera Reina Consorte.

Leonhardt no sabía si lo hicieron a propósito o no. Pero una cosa estaba clara para él. Ya era demasiado tarde. —El que actúes como un hermano preocupado no significa nada para mí. Pero si deseas tener una discusión intelectual y académica, serás bienvenido. Tú eres el único que me puede seguir el ritmo de todos modos. Bien, si me disculpas, —le dijo Leonhardt y se dio la vuelta caminando hacia la escalera que conducía a la entrada.

Ya estaba a punto de dar vuelta para las escaleras cuando se encontró a Cornelia en el camino.

—Acabo de dejar a nuestro hermano Guido allí. Esta es tu mejor oportunidad para contarle todas tus quejas, —informó Leonhardt.

—No pienses que soy una niña como tú, hermano Leon. Yo no me enfurruño solo porque no me están prestando atención, —dijo Cornelia, desafiante.

—…Eso fue inesperado… —pronunció un sorprendido Leonhardt. Los niños a veces pueden ser severos. ¿Cómo puedo enfurruñarme a esta edad?

—De todos modos, iré y me reuniré con mi hermano Guido. Pero hermano Leon, será mejor que seas más honesto con tus sentimientos hacia los demás, —le recordó la joven princesa.

—Bueno, definitivamente, odio sinceramente a esa persona, —fue la lamentable respuesta de Leonhardt, pero la joven princesa ya no lo estaba escuchando porque ya estaba caminando hacia Guido.

—Hermano Guido, —saludó Cornelia mientras alcanzaba a su hermano mayor. Guido se dio vuelta para enfrentar a su hermanita, quien en ese momento ya estaba evaluando cómo se sentía basaba en el color de su rostro. Estaba satisfecha al ver que había mejorado desde la última vez que lo vio y se sintió agradecida de que Leti cumpliera su palabra de hacer algo para que Guido se sintiera mejor.

—Si estabas aquí, al menos podrías habernos saludado, —regañó Cornelia. —Siempre eres así por lo que nuestro hermano Leon se enfurruña.

— ¿Se enfurruña? ¿Leonhardt? —Guido no pudo ocultar su sorpresa ante las palabras de Cornelia.

—Sí. Porque no nos prestas suficiente atención.

Guido se encontró sin saber cómo reaccionar ante la proclamación de Cornelia, porque lo encontró inconcebible. Estaba tratando de pensar en algo para contestar cuando vio la cinta del corpiño del vestido de Cornelia que estaba a punto de desatarse.

—Cornelia, quédate quieta un momento, —dijo mientras se arrodillaba y ataba nuevamente la cinta formando un bonito moño tipo mariposa.

—Eres bueno para atar cintas, —exclamó la princesa más joven. — ¿Aprendiste a hacerlo de nuestra hermana Leti?

—Sí, creo que sí, —fue la respuesta de Guido a pesar de que había sido él quien le había enseñado a Leti a cómo atar una cinta. Tanto él como Friedhelm aprendieron a atar cintas para enseñárselo a Leti. Ella fue la razón por la que aprendieron a atarlas; fue su existencia lo que les hizo aprender la habilidad, por lo tanto, fue ella quien les enseñó cómo. Su respuesta a Cornelia era verdad si se ponía de esa forma.

—Hermano, —llamó Cornelia rompiendo la ensoñación de Guido. —Me gustaría mucho que vinieras aquí para visitarnos ocasionalmente, aunque no quiero que te sobre esfuerces. Podrías pasar y decir hola siempre que estés cerca de aquí.

— ¿Cornelia?

—Entiendo que estás ocupado. También tengo a nuestra hermana, así que realmente no necesitas preocuparte, pero…

La princesa menor recordó las palabras de su hermana mayor, —Me quedaré contigo lo suficiente para cubrir la ausencia del Príncipe Guido. Pero recuerda Cornelia, que él también está triste ahora que la Reina Sofía, tu madre, se ha ido. Pero está tan ocupado que ni siquiera tiene tiempo para estar triste. Así que, recuerda ser amable con él.

Cornelia eligió ofrecer consuelo a su triste hermano a su manera.

—Pero ella será la Reina y eso significa que estará muy ocupada. Por lo que asumiré su papel y seré la hermana mayor de todos. ¡Le enseñaré a nuestros hermanos menores todo lo que nuestra hermana Leti me enseñó!

Guido se dio cuenta de la verdad en las palabras de Leonhardt. De hecho, algo se había transmitido desde el mayor al menor.

Leti era una persona de buen corazón. Asumió la responsabilidad de cuidar a sus hermanos menores y los colmó con tanto cuidado y atención como para suplir a los tres príncipes mayores. Ahora, el amor que ella desinteresadamente compartió era transmitido por los más jóvenes.

—Ya veo. Pero estás olvidando que ya no seré el Rey. Ahora tengo tiempo, así que lo pasaré contigo. Me tendrás como tu compañía en lugar de Leticia.

— ¿De verdad? —Preguntó Cornelia con ojos expectantes. — ¿Entonces me enseñarías a bordar?

— ¿Bordado? —Repitió Guido, sorprendido.

—Sí. Estoy planeando hacer este intrincado patrón para su cumpleaños. Es tan detallado que podría no terminarlo a tiempo si no lo comienzo ahora. Ella te enseñó a bordar, ¿no?

Por supuesto, el bordado era un territorio desconocido incluso para el casi perfecto Guido. Pero este no tenía el espíritu para decir que no al rostro esperanzado de Cornelia.

—Sí. Entiendo. Bordado será.

—Entonces es una promesa, —declaró la joven princesa mientras extendía su diminuto dedo hacia Guido por un juramento de meñique. El príncipe con mucho gusto siguió a su hermana menor.

Cornelia le dijo adiós después de solicitar su promesa de enseñarle a bordar y le dedicó una alegre sonrisa antes de continuar. No pudo evitar pensar cómo la espalda de Cornelia le recordaba a la de Leti cuando esta era más joven.

Por supuesto. Son hermanas relacionadas por sangre, pensó mientras miraba fijamente su dedo meñique.

Entonces alguien le habló desde detrás.

— ¿Estás seguro acerca del bordado? Yo no lo aceptaría. Definitivamente no, —dijo Friedhelm mientras se acercaba a Guido.

Guido vino al Palacio Cattleya en busca solo de Leonhardt, pero sus otros hermanos parecían estarlo encontrando.

—Si estás aquí por la Reina Rosalind, creo que ella está…

—No, —cortó Friedhelm. —Vine aquí buscándote. Escuché de Leticia que ya han hablado.

—Sí. Hemos decidido ser hermanos y compañeros de ajedrez a partir de ahora.

—Sí, sí. Ya he oído sobre eso.

Guido estaba diciendo lo mismo que Leti. Entonces esto solo podía significar que realmente habían arreglado las cosas entre ellos y esta era su conclusión. Friedhelm aún no estaba seguro de los verdaderos sentimientos de Guido hacia Leti. Pero tal vez, no había necesidad de que supiera más. Estos dos ya lo habían resuelto. Ellos seguramente estarían bien. Entonces, con una última advertencia, decidió dejar ir este caso.

Friedhelm se enfrentó a Guido y lo miró directamente a los ojos.

— ¡Hermano estúpido! ¡No te atrevas a hacer algo así de nuevo! ¡Deja de hacer cualquier cosa que me preocupe!

Guido parpadeó dos veces, estupefacto por lo que había escuchado.

Friedhelm inmediatamente desvió sus ojos para romper el contacto visual y así ocultar su vergüenza y continuó, —Bueno, somos hermanos. Creo que es natural que nuestros gustos en las mujeres sean parecidos.

El chiste vulgar de Friedhelm recibió una respuesta tangencial de Guido.

— ¿Te gusta Eleonor?

—Para mí es totalmente raro, como una simple broma, sea demasiado difícil de entender cuando puedes comprender teorías complejas, —exclamó exasperado Friedhelm. —Sin embargo, esta vez podría ser mi culpa por hacer una broma tan indirecta. Pero aun así…

Si le contara este chiste a Leonhardt, este lo habría insultado y lo habría llamado de las peores formas. Pero Guido no entendía el intento indirecto de Friedhelm de decirle que a ambos les gustaban las mujeres de voluntad férrea.

—Ya veo. Somos parecidos, —murmuró Guido.

—Ah. ¿Así que eso es lo que llamó tu atención de todo lo que dije? A veces, simplemente no puedo evitar estar realmente preocupado por ti, —suspiró Friedhelm mientras se preocupaba por la incapacidad de su hermano menor para comprender las bromas.

—Bueno, eso es todo lo que quería decir. Puede que estemos aquí en Cattleya, pero no podemos ser vistos actuando amistosos entre nosotros o si no, Leti nos matará. ¡Buena suerte en el bordado! ¡Nos vemos!

Friedhelm cambió su actitud de la de un hermano preocupado por la del Primer Príncipe de Sommevesle y dejó a Guido con sus pensamientos.

Así que todavía somos parecidos a pesar de ser tan diferentes. Compartimos algo en común, mi hermano mayor y yo.

Guido siempre se había considerado a sí mismo completamente diferente de Friedhelm en comparación con Leti, cuya personalidad se parecía mucho a la del carismático príncipe. Estuvo más convencido de esta diferencia cuando se enteró de que no estaban, en absoluto, relacionados por sangre.

—Entonces, si de alguna manera me parezco a él, tú también lo haces, Leti, —susurró Guido.

Había visto a su hermana menor, a veces mirar a Friedhelm con envidia. Envidiosa de la fuerza que este poseía y que ella no. Sus ojos eran una buena mezcla de aspiración y celos. Sin embargo, Guido sabía que Friedhelm se hizo fuerte porque tenía algo que proteger. Ese tipo de fortaleza nunca podría lograrse en soledad.

—Leti, deberías mirarte en el espejo cuando mires a Leonhardt. Haces la misma cara que él. No te preocupes. Te pareces a Friedhelm más de lo que piensas. Serás una gran Reina.

Yo no me parezco mucho a él. Pero es suficiente saber que compartimos el mismo sueño.

Sin embargo, ese sueño nunca se haría realidad.


[Kavaalin: Acerca del asunto del color de los ojos que Guido da como evidencia para justificar su no parentesco con Leti. Los genes son pasados de padres a hijos y, a veces, de abuelos a nietos, ya que puede ocurrir que se salten una generación. Pero no más. Por lo que la negativa de Leti de que tal vez los haya heredado de su bisabuela es imposible. Por otro lado, los bebés pueden llegar a cambiar el color de sus ojos con el tiempo, por lo que las palabras de la partera tampoco son irrefutables, pero dado que hasta ahora no hay información física de los abuelos del Príncipe Guido, la teoría del intercambio sería cierta.]

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5 respuestas a “Princesa Restante – Tomo II – Capítulo IV: Abandono”

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