Princesa Restante – Tomo III – Capítulo I: Algo prestado

Traducido por Kavaalin

Editado por Sakuya


La boda entre el tercer príncipe de Illstra, el Príncipe Saverio y la hija de un duque de Solvelle, Charlotte, se acercaba rápidamente. Su historia de amor había comenzado cuando el príncipe Saverio se enamoró a primera vista de la dama Charlotte durante una de sus visitas a Solvelle.

Charlotte es prima de Leti. Ella es la viva imagen de las encantadoras princesas de los cuentos de hadas, tanto en apariencia como en personalidad. De rizos dorados, misteriosos ojos amatistas, un rostro inocente y palabras soñadoras. La suavidad de sus rasgos y su personalidad amable, a veces la hacían parecer más joven que Leti, poseedora de una belleza sofisticada; a pesar de que Charlotte fuera, de hecho, mayor por tres años.

Ahora, Leti tenía la tarea de actuar como la representante de la familia real de Solvelle al asistir a la boda de su prima. Esta era, como había dicho su padre, el rey, su primera visita de estado como princesa heredera. Sin embargo, era bastante obvio para todos que esta no era una visita de estado regular que involucra reuniones y discusiones difíciles. En lugar de esperar resultados favorables de reuniones y conferencias, sólo se esperaba que Leti regresara a casa con experiencia, sobre cómo comportarse cuando se está en un reino diferente.

No obstante, para Leti, todo esto se sentía innecesario. Ella ya ha asistido a este tipo de eventos innumerables veces como princesa.

—Pero, de nuevo, he actuado como la princesa perfecta desde siempre. Naturalmente, mi padre no me conocería de otra manera.

Todo lo que podía hacer era reprimir un suspiro.

Leti era conocida por ser el epítome de una princesa gentil. Amaba las artes y la literatura; su afectuoso corazón era destrozado por la lucha entre sus hermanos mayores, pero ella era lo suficientemente tenaz como para ofrecer una reprimenda cuando era necesario. Nunca había insistido en participar en asuntos políticos o militares, pero era activa en sus causas de educación y bienestar médico, todo debido a su compasivo corazón.

—Hice lo que pude para obtener el apoyo de los ciudadanos sin ser una amenaza para las familias de los Tres Grandes Marqueses. Pero, con la situación actual, creo que al menos debería haberme involucrado un poco más en otros asuntos.

Leti regresaba a la Villa Real después de despedirse de su padre antes de su viaje programado a Illstra. Caminaba deprisa, con pasos rápidos pero silenciosos, señal característica de sus impecables modales como dama. Cuando fue detenida por alguien, saludándola.

—Parece bastante ocupada, Su Alteza.

—Ah, buenos días, Johannes, —lo saludó Leti. —Voy en dirección a Illstra para una visita de estado. Se supone que este viaje me enseñará a cómo comportarme en público. —dijo encogiéndose de hombros.

Johannes Müller, el Comandante de la Orden de Caballería Real, era un viejo amigo de Leti, por lo tanto, no tenía que mantener ante él su actuación de princesa protegida.

—Escuché que su itinerario para este viaje es interesante.

—Ese itinerario es para mi segundo, aquel por el que me diste tu aprobación para tomarlo. Para ser sincera, no tengo tiempo libre para estar asistiendo a bodas.

Leti había hablado previamente con Johannes sobre su plan para tomar a su segundo caballero para sus Caballeros de la mesa redonda. Cuando éste escuchó su elegido, no pudo evitar mostrarle a la princesa una sonrisa irónica y comentar sobre su tendencia en querer entrar en batallas difíciles.

—Perdone mi presunción, Su Alteza, pero déjeme darle un consejo acerca de esa conquista. No se trata de la tradicional resta, sino que de una suma.

— ¿A qué te refieres?

—Lo siento, pero no puedo decir nada más. Por favor, considere esto como un simple consejo.

— ¿De verdad?

Johannes nunca aconsejaría algo carente de sentido. Esto definitivamente sería útil en un futuro cercano, por lo que Leti no lo presionó para obtener más detalles.

—Para ser honesto, Su Alteza, ni siquiera se me tiene permitido compartir ese pequeño consejo, pero siento un poco de pena por Su Alteza, porque, en este caso, está siendo utilizada como una excusa para el objetivo real. Me costó mucho decidirme.

— ¿Objetivo real? ¿Yo, una excusa?

Johannes no dijo nada más y simplemente sonrió en silencio. Probablemente no tenía planes de explicar sus palabras.

—Hablando de otra cosa, Su Alteza, ¿le importaría que le pregunte si tuvo algún sueño en su infancia?

—No me importa la pregunta. Sí, tuve uno. ¿Qué hay con eso?

—Me preguntaba cómo sería si ese cierto sueño se hiciera realidad ahora.

Johannes hizo una pausa, tratando de pensar en su propia pregunta, pero se dio por vencido tan pronto como comenzó.

—Creo que ya estoy viejo y la edad ha endurecido mi imaginación. Ni siquiera podría pensar cómo se sentiría.

Con eso, el comandante se enderezó, cuadró los hombros e inclinó la cabeza.

—Rezo porque su viaje sea seguro y esperaré a su retorno. Si me disculpa, Su Alteza.

♦ ♦ ♦

La habitación del Rey Caballero: la historia de los dioses bordada en oro en la alfombra que cubría el piso, enmarcada con espigas. El techo estaba adornado con un sofisticado candelabro de madera. En el centro de la habitación descansaba una mesa de madera envejecida hecha de un gran roble de hoja perenne rodeada de sillas hechas del mismo material adornadas con hermosos y enrevesados tallados.

Leti había visitado esta habitación atemporal en sus sueños la noche anterior a su viaje a Illstra. Aquí era donde las conciencias de las reencarnaciones del Rey Caballero Christian, el primer rey de Solvelle, se congregan.

En esta visita, Leti recordó la pregunta que le había hecho Johannes y decidió preguntarles lo mismo a las otras reencarnaciones.

— ¿Un sueño de la infancia? ¡Obviamente, conquistar el mundo! Y ahora estoy haciendo exactamente eso.

—Fue estúpido de mi parte el preguntarle. Debería de haber esperado que diera semejante respuesta tan escandalosa. —Dijo Leti, sacudiendo la cabeza.

La respuesta del Rey León Alexander, aunque escandalosa, parecía más ridícula porque realmente estaba haciendo eso. Había podido conquistar la mitad del continente durante su reinado y nunca perder una batalla. En cierto sentido, se parecía más a un emperador con varios reinos que a un rey de un solo reino.

— ¿Y usted, Rey Karlheinz?

—Bueno, el mío era ser un buen rey. Por favor, disculpe mi respuesta tan aburrida.

—No, me parece hermosa. —comentó Leti.

A diferencia del agresivo conquistador Alexander, el rey administrativo Karlheinz se había centrado en los asuntos internos del reino y nunca libró una guerra contra otras naciones. Siempre era un candidato certero en cualquier debate entre historiadores sobre quién había sido el mejor gobernante de Solvelle.

— ¿Y usted, Rey Oswald?

—Y-Yo… sería feliz con sólo vivir pacíficamente en mi archiducado…

— ¡Es mi turno! ¡Yo quería ser pintor!

El Rey del Corazón Roto, Ludger, había sentido la inminente angustia que caería sobre la habitación debido a la respuesta del Rey de Una Sola Mano Oswald, por lo que decidió intervenir.

— ¿Un pintor? Me gustaría ver algunas de sus obras maestras.

—Entonces es una lástima que provenga de un tiempo posterior al de la reina Leticia. Pero sabe, cuando les pregunté a los reyes posteriores a mí, estos me dijeron que mis pinturas valían una fortuna sólo porque yo, el Rey del Corazón Roto, la había hecho. Por lo que pienso que soy un buen pintor.

Y mirando a Alexander, el más joven de los reyes, continuó compartiendo su legado artístico.

— ¡También hice un retrato tuyo, viejo! Considera eso como un regalo porque tu retrato en la Gran Galería no se parece en nada a ti. Intenté ser lo más fiel posible. Pero, en todo caso, ¿no creen que ese retrato captura todas sus características?

Todos asintieron en concordancia.

Todos en la sala, excepto Alexander, conocían el particular retrato. Había sido dibujado para verse bastante feroz y casi brutal y, sólo las reencarnaciones del Rey Caballero sabían realmente cómo era.

— ¿Qué hay acerca de su sueño, Reina Leticia?

— ¿El mío? Este era…

Y su respuesta fue aún más extravagante que la de Alexander.

♦ ♦ ♦

— ¿Qué deberíamos hacer ahora?

Leticia estaba en camino a Illstra. Su grupo de viaje consistía en quince personas, su caballero Duke, dos doncellas, las cuales tomó prestadas de la familia materna y algunos otros guardias y sirvientes.

Los cielos habían favorecido su viaje con buen clima durante los últimos cinco días. Este transcurría sin problemas, hasta hoy, en su sexto día de travesía.

—Le ruego su perdón, Su Alteza. Parece ser que el vino servido a la hora de la cena estaba echado a perder.

Anoche, durante la cena, se sirvió un vino mezclado con ciertas hierbas y especias. Se consideraba un manjar local en el área y casi todos en su grupo de viaje lo degustaron. Sin embargo, el vino estaba echado a perder e hizo que les doliera el estómago a todos los que lo bebieron. Hubo sólo dos personas que no se vieron afectadas porque no tomaron ni un sorbo del vino estropeado, Leti, quien no quería beber vino barato y Duke, que tenía un juramento personal de nunca beber alcohol cuando se encontraba en servicio.

—Su Alteza, enviemos un mensajero al cuartel de la Orden más cercano y solicitemos ayuda. No podremos llegar a Illstra si seguimos así.

—Sí, estoy de acuerdo. Nos tomaría por lo menos diez días regresar a la capital y volver a armar un nuevo grupo de viaje. No llegaremos a tiempo a la boda.

Si dependiera de Leti, iría a Illstra montada a caballo sólo con Duke. Sin embargo, eso no podía ser porque todavía tenía que mantener las apariencias por el bien de la reputación del reino. Una princesa necesitaba guardias para protección y sirvientas para su cuidado; que viajara a solas con su caballero, era insólito.

Sin ninguna otra opción, solicitaron al mensajero de la posada que entregara su llamada de ayuda al cuartel más cercano. Decidieron esperar hasta el mediodía por su respuesta antes de considerar un plan diferente. Mientras esperaban, Leti se ocupó de cuidar a sus doncellas que seguían dándole sus disculpas por haberse enfermado. Pero la compasiva princesa no aceptaría ninguna de estas y les dijo que primero se preocuparan por su bienestar.

—Pero estos síntomas son bastante extraños para ser una enfermedad causada por un vino en mal estado.

El vino estropeado hacía que el envenenado sufriera de sudor frío y dolor de estómago. No debería haber fiebre ni vómitos involucrados, pero estos eran los síntomas predominantes mostrados por sus compañeros. Según su conocimiento, estos síntomas podrían deberse a algo diferente.

Solvelle poseía esta fruta nativa llamada katze que podía causar un grave caso de malestar estomacal cuando se ingería verde. La fruta era tan común que incluso los niños sabían sobre esto.

Si su padecimiento era realmente causado por Katze, entonces sus vidas no corrían peligro. Se sentirían enfermos durante dos o tres días, pero después estarían bien. Una opción que tenía Leti era esperar a que se recuperaran. Sin embargo, no podía tomar su decisión basándose sólo en esta suposición; ella no era doctora y su diagnóstico no era más que una suposición por el conocimiento general que poseía.

Sin embargo, si este incidente realmente había sido causado por ingesta de katze inmaduro, entonces podría concluir con seguridad que no era un accidente. Alguien había orquestado esto. Pero ¿quién?

Un golpeteo interrumpió los pensamientos de Leti.

—Su Alteza, ha llegado la asistencia del cuartel Melvilde.

Leti se levantó y abrió la puerta para dejar que Duke entrara a la habitación. Esta tarea normalmente no la hacían las princesas, pero sin sus sirvientes, tenía que hacer las cosas por sí misma.

— ¿Asistencia? Pero creo que el líder del cuartel Melvilde no posee suficiente autoridad para despachar a sus hombres. Aun así, tendríamos que traerlos con nosotros al cuartel en las fronteras para obtener permiso. Esto nos costará el doble de esfuerzos.

—Sobre eso, un oficial de alto rango respondió a nuestra llamada.

Duke abrió la puerta de la habitación donde se les había pedido que esperaran a los caballeros de la orden y, frente a ellos, se encontraba su líder, el oficial de alto rango.

¿Qué está haciendo él aquí?

Leti estaba completamente sorprendida de verlo, pero su expresión no revelaba nada de su sorpresa y la mantenía impasible.

Tenía alrededor de cuarenta años, de pelo castaño y ojos color avellana. Una de las famosas descripciones utilizadas para este hombre era que la dignidad y la nobleza eran su uniforme. <<<Utena>>>

—Me siento honrado de conocerla, Su Alteza. Yo soy, —comenzó el hombre.

—No hay necesidad de presentaciones. —Leti detuvo su presentación y lo miró con una sonrisa digna de una princesa.

—Sé quién es, vice comandante Craig Barde. —Y como para demostrar su punto, continuó. —Se ofreció como voluntario para asumir la responsabilidad de proteger a nuestro reino en la primera línea de las fronteras. Desde entonces, nunca ha regresado a la capital y esto le ha hecho ganar el apodo de General Fronterizo. Ha pasado bastante tiempo desde la última vez que lo vi.

Leti mencionó que se habían encontrado antes, pero Craig no podía recordar exactamente cuándo se habían visto.

Ella quería mantener el dominio en la conversación y una técnica para hacerlo era no darle tiempo a la otra persona para pensar o, tal vez, hacer una pregunta con la que no tuvieran que pensar para responder. Eligió la primera y continuó.

—Lo vi de lejos una vez cuando tenía ocho años y le pregunté su nombre a mi padre. Entiendo que no recuerde nuestra primera reunión. Me alegro de conocerlo personalmente.

Las palabras y el comportamiento de Leti eran gentiles, como debería ser una princesa. Sin embargo, Duke y los otros caballeros que Craig había traído consigo, se pusieron tensos e incómodos en el momento en que Leti mencionó a su padre, refiriéndose al actual rey de Solvelle, un tema que nunca debería ser mencionado en presencia de Craig.

—Es un honor que Su Alteza recuerde mi nombre, —Craig hizo una reverencia, sin mostrar signos de desconcierto o ira. —Hemos escuchado del mensajero lo sucedido. ¿Puedo preguntar cuáles son sus planes actuales?

Leti tampoco mostró lapsus en su cortesía y le pidió a Craig que tomara asiento antes de responder a su pregunta.

Craig, siendo fiel a los rumores de su seriedad, rechazó la oferta y continuó de pie.

Leti no lo presionó, ahora sabiendo que este veterano caballero estaba bajo la misma clase de seriedad que Duke ante el deber y, en cambio hizo su propia pregunta.

— ¿Puedo hacerle una pregunta primero? —Preguntó, pero no esperó a que él respondiera. —El cuartel Melvilde es el más cercano a este lugar, pero ese no es el lugar donde usted y los guardias fronterizos están asignados, ¿verdad?

Leti simplemente había mencionado un hecho y, sin embargo, todos los caballeros, excepto Duke, se sorprendieron de que ella supiera tal cosa. Para ellos, Leti era sólo una princesa, una protegida, que no tenía el deber de saber nada sobre la organización de la Orden.

—Así es, Su Alteza. De hecho, estoy asignado al cuartel fronterizo y me encontraba en Melvilde para una reunión sobre los ejercicios conjuntos que estábamos planeando con ellos. Cuando llegó el mensajero y nos informó apropiadamente sobre la situación, juzgué que sería mejor que yo respondiera al llamado.

—Veo que fuimos afortunados entonces, —ella asintió, completamente satisfecha con su respuesta, pero esto sólo la hizo pensar.

Esto es demasiado bueno para ser verdad y la suerte nunca estuvo de mi lado.

Era cautelosa al respecto, pero una buena situación seguía siendo una buena situación; no era tan tonta como para dejar pasar esta oportunidad y no usarla para su beneficio.

—Como ya ha escuchado, todos en mi grupo de viaje, salvo mi caballero, Duke Barchet y yo, están enfermos del estómago. No tenemos tiempo para volver a la capital para volver a armar un nuevo grupo con destino a Illstra. El itinerario para este viaje no tenía mucho margen.

Leti dijo todo esto mientras estaba sentada y mirando a Craig, pero su tono la hizo sonar condescendiente.

—Présteme algunos de sus hombres y reanudaremos nuestro viaje.

— ¿Sin la ayuda de una dama de compañía, Su Alteza?

—Puedo manejar la mayoría por mi cuenta y si necesito ayuda, mi caballero será suficiente para la tarea.

Leti no estaba fingiendo. Todo esto era la pura verdad. Podía parecer como la indefensa princesa que no podía hacer nada por sí misma, pero no era así. De hecho, ella era la princesa marimacho que se vestía sola cada vez que escapa del castillo para recorrer la ciudad.

— ¿Está realmente bien con eso?

—Sí, pero —Leti hizo una pausa y, con un tono autoritario que nadie podría desafiar, dio su orden a Craig. —usted vendrá con nosotros en este viaje.

Craig fue tomado por sorpresa con esto y el sutil cambio en su expresión no pasó desapercibido para Leti.

—Pero tengo la responsabilidad de proteger nuestras fronteras…

—Las cuales pudo dejar para una reunión en Melvilde. Esto sólo significa que no hay tensión ni amenazas inminentes en este momento, ¿o me equivoco?

Leti continuó presionando.

—Y sé que, aunque nunca haya regresado a la Capital, se mantiene al tanto de las cosas que suceden ahí. Por lo tanto, sabe en qué posición me encuentro actualmente.

Leti era la princesa que, por casualidad, había recogido la corona sobrante de sus dos excelentes hermanos, de ahí el apodo de Princesa Restante. Craig sabía que estaba parada sobre hielo delgado, adelgazado aún más por las constantes amenazas a su vida por parte de los partidarios de sus dos hermanos mayores.

—Tengo mucho cuidado al elegir a las personas que coloco a mi lado. Sin embargo, debido a esta emergencia, no tengo tiempo para verificar los antecedentes de cada uno de los caballeros que añadiremos a mi grupo de viaje. ¿No cree que tener un caballero bajo la facción de alguno de mis hermanos es como pedir mi propia muerte?

—Le aseguro que todos los hombres que he elegido son los más confiables.

—Y yo digo que usted es el caballero más confiable para mí; el General Fronterizo que ha mantenido su distancia de la familia real durante bastante tiempo. Puede que no sea mi aliado, pero definitivamente tampoco es mi enemigo. Estoy segura de que no me haría daño. —Sus palabras transmitían que sabía, no sólo el nombre de Craig, sino también la verdadera razón detrás de este.

Después de unos momentos de silencio, Craig se inclinó y accedió a la orden de Leti.

—Le dejaré la responsabilidad de seleccionar a los otros miembros del grupo. Tengo en alta estima sus habilidades, tiene mi confianza.

Hablar de confianza y estima en su primera conversación, podía parecer excesivo e inconcebible para elogios corteses y era demasiado dramático para ser considerado como una opinión honesta.

—Es un honor, Su Alteza, —Craig aceptó humildemente. —Por favor, discúlpenos para hacer los preparativos necesarios.

Señaló a los caballeros detrás de él y salió de la habitación.

El silencio regresó y sólo Leti y Duke quedaron dentro.

—Sírveme una taza de té. Al menos puedes hacer eso, ¿verdad?

—No te quejes si sabe mal.

Leti, fiel a su palabra, ya tenía a su caballero trabajando como dama de compañía.

Duke obedeció a regañadientes a su ama y le pidió té al personal de la posada. Le sirvió una taza a Leti en cuanto el personal regresó con una taza de té limpia.

Leti aceptó la taza, tomó un sorbo y dijo: —Tolerable. No es imbebible. —Después de tomar otro sorbo, silenciosamente colocó la taza de vuelta en su platillo.

Miró a Duke de pie junto a la mesa de bocadillos. Se llevó un dedo a los labios y le dijo a Duke que se mantuviera callado y se sentara en el sofá junto a ella.

Duke hizo lo que le dijeron y se sentó en el sofá con suficiente distancia entre ellos. Leti, sin embargo, cerró la brecha y le susurró al oído.

—Baja la voz. Hay alguien escuchando a través de la puerta.

— ¿Alguno de los caballeros que Craig trajo es un seguidor de tus hermanos?

—No, Craig eligió a los neutrales. Si tuviera que adivinar, el que escucha en la puerta es parte de lo que llamaría la Facción de Craig.

— ¿Facción de Craig?

—Te lo haré saber en cuanto tenga más certeza. Por ahora, mantente en guardia y se cuidadoso con lo que dices. Si notas algo extraño, avísame de inmediato, pero recuerda no alertar a nadie cuando lo hagas.

Leti estaba a punto de regresar a su asiento original al terminar lo que quería decir, pero Duke la agarró por los hombros y la hizo quedarse donde estaba.

—Entiendo sobre la Facción de Craig. Sólo una cosa más. Eres consciente de ese incidente con el vice comandante, ¿verdad?

— ¿Qué incidente?

—No te hagas la inocente. Sabías sobre su apodo, así que también debes saber que es tabú mencionar el tema de Su Majestad en su presencia.

Duke señaló ese momento en la conversación entre Leti y Craig, cuando todos los demás en la habitación se congelaron.

Leti reconoció a qué se refería, pero no estuvo de acuerdo con lo que su caballero había dicho.

—Yo soy la princesa y él es el vice comandante de la Orden de Caballería Real. Ahora dime, ¿quién tiene un rango más alto?

—Su Alteza, la Princesa Leticia.

—Así es. Entonces, ¿por qué debería ser yo quien sea cuidadosa con lo que le dice? Si eres capaz de darme una razón aceptable, reconoceré tu punto.

Al rastrear el origen del apodo de Craig Barde, el General Fronterizo, uno necesitaría retroceder veinte años en el pasado para conocer la historia.

Craig era el segundo hijo de un conde. Ser el segundo hijo significaba que tenía que encontrar su propio camino en la vida. Para empezar, ingresó a la Academia de Caballeros, se destacó y se graduó con los más altos honores. Después de eso, se unió a la Orden de Caballería Real, por sus propios méritos se convirtió en un distinguido caballero y escaló en los rangos.

Craig Barde era un hombre digno de noble cuna, una persona de honor y reputación limpia; un hábil espadachín con la confianza de muchos. Varios lo querían y lo invitaron para que fuera su caballero; uno de ellos era el padre de Leti, quien en ese tiempo era el Príncipe Heredero. Aceptó la oferta, sabiendo lo maravilloso que era ser uno de los futuros Caballeros de la Mesa Redonda. A partir de entonces, juró su lealtad al futuro rey.

Sin embargo, poco después, estalló una guerra entre Solvelle y el Imperio vecino de Kilf.

—Mi padre fue nombrado comandante en jefe de esa guerra. Su estrategia era reunir a todas las tropas y lanzar un ataque total contra Kilf. Quería aprovechar nuestra ventaja numérica al máximo, pero esto también significaba el sacrificio de un pelotón estacionado en una pequeña aldea en la frontera. Esta estrategia funcionó y nos trajo la victoria en esa guerra y un armisticio entre Solvelle y Kilf fue firmado posteriormente en Northruth.

—El vice comandante, sin embargo, estaba fuertemente en contra de esa operación. Le preguntó a Su Majestad si estaba realmente dispuesto a dejar que sus hombres y la gente de esa aldea perecieran a manos del enemigo.

—Así es. Pero, dividir nuestras tropas y enviarlas en oleadas a la batalla es la peor táctica que podría ser aplicada en este caso. Es como decirles que vayan y se maten. La estrategia de mi padre era la mejor que tenían. El ataque general abrumó a Kilf y los obligó a retirarse y admitir la derrota y pudimos adquirir una posición ventajosa en el tratado de armisticio.

Pero unos años después de la firma del tratado, el Imperio Kilf fue asediado por una guerra civil y el Emperador que firmó el tratado fue derrocado por sus enemigos y, en consecuencia, anularon el tratado con Solvelle.

—Por lo que el joven Craig Barde, furioso por el abandono de los soldados y ciudadanos en esa pequeña aldea, renunció a ser el caballero de mi padre. Solicitó ser asignado en las fronteras, el cuartel más inestable de todo el reino. Y, por supuesto, todos lo vieron como el noble caballero que amaba a su reino por encima de todo.

Después de lidiar con numerosas misiones y batallas en las turbulentas fronteras del reino, Craig adquirió una inmensa experiencia y conocimiento. Esto lo convertía en el candidato más probable para ser el próximo Comandante de la Orden de Caballería Real.

—Pero Craig rechazó el puesto simplemente porque tendría que regresar a la capital y, por lo tanto, tendría que enfrentarse al rey a quien no quería ver. Por lo tanto, Craig permaneció en las Fronteras y, para bien o para mal, Johannes tomó el puesto.

Johannes solía trabajar bajo el mando de Craig durante la guerra. Y, sin importar qué ceremonias o eventos se celebrarán en el Capitolio, nunca ordenó que Craig se presentara, probablemente en consideración por su antiguo oficial al mando.

— ¿No puede entender la ira del vice comandante, Su Alteza?

—Puedo. Pero también entiendo la posición del rey. Eso es todo.

La ira del joven Craig era justa. Pero también lo era la decisión del rey.

Y Leti no tenía ninguna intención de reconciliarlos.

—Johannes ha estado trabajando duro. Si no fuera por su consejo, sólo habría pensado de este incidente como mera buena suerte.

Leti recordó las dos cosas que Johannes le había dicho antes de irse a Illstra.

—Esto se trata de la suma de puntos y no de la resta, y… —Su Alteza está siendo utilizada como una excusa, sólo un medio para alcanzar un objetivo.

Leti ahora entendía lo que significaban esas palabras.

— ¿Pero no es buena suerte que el vice comandante venga con nosotros? —Se preguntó Duke.

—No tengo buena suerte; mi mala suerte es buena, —comentó Leti y luego murmuró para sí misma. —Bueno, si esto se tratará de una suma, tendré que cambiar un poco mi enfoque.

Pensando en cuántos puntos había obtenido en la reunión anterior, Leti se puso de pie y declaró en voz alta y clara.

—Dejaré que tú supervises las preparaciones de los caballeros. Iré a ver cómo les va a mis sirvientas.

Tomó la taza de té silenciosamente y la volvió a colocar en el platillo sonoramente para crear la ilusión de que acababa de terminar su té. Esto haría pensar al espía afuera que ella simplemente tomaba té y el hecho de que tenía una conversación secreta con Duke ni siquiera se le pasaría por la mente.

♦ ♦ ♦

El Rey Ludger era el único presente en la Habitación del Rey Caballero. El rey también conocido como el Rey del Corazón Roto sólo venía aquí cuando experimentaba un desamor. Cansado miró al nuevo visitante de la habitación.

— ¡Ah! La cura para mi alma ha llegado… Pero, espera, se ve bastante molesta. ¿Puedo saber qué problema la aqueja, Reina Leticia?

—Estoy en camino para una visita de estado, pero el mundo se niega a cooperar conmigo. Es un ciclo interminable de planificación y re planificación. Nada sale según lo planeado.

— ¡Oh, por favor recuerde tomar descansos! ¿Cuál es la agenda de la visita? ¿Debe firmar un tratado? O, tal vez, ¿las conversaciones de paz todavía están en curso?

—No, la visita en sí es sólo para asistir a una boda. Todo lo que tengo que hacer es sonreír para triunfar.

Ludger bajó su cabeza abatido. Las bodas eran un tema delicado para él. Era como si le pusieran sal sobre las heridas.

— ¡Qué agradaaable! ¡Yo también quiero ser feliz!

Ludger se había convertido en rey en una era posterior a la de Leti. Durante su tiempo, la familia real de Solvelle ya estaba al final de su linaje y para mantenerla con vida, decidieron recurrir al entonces Príncipe Ludger, segundo príncipe de Napania, para que fuera un príncipe consorte. La actual familia real de Napania poseía rastros de parentesco con Solvelle porque la hija del Rey Oswald había sido casada con ellos. Por eso buscaron en Napania un posible príncipe consorte. Así que técnicamente Ludger descendía de la familia real de Solvelle, aunque fuera un parentesco lejano. Ludger obtuvo acceso al trono a través de su matrimonio con la princesa heredera. Todo iba bien o, eso pensaban, porque experimentó su primer desamor en su noche de bodas. Su nueva esposa dejó una nota en su habitación justo después de su boda diciendo que se escapaba con su amante. Esto dejó a Ludger aturdido durante días.

O eso había escuchado Leti de algunos de los reyes posteriores a él que rara vez visitaban la Habitación del Rey Caballero.

—Usted es de una nación diferente, si no recuerdo mal. ¿Alguna vez la gente de Solvelle intentó poner a prueba su valía como rey?

—Puede que lo planearan. Pero después de que mi novia escapara, todos se compadecieron de mí.

Ludger sintió ganas de llorar al recordar lo que le había sucedido. Se cubrió el rostro para limpiarse las lágrimas invisibles y soltó un profundo suspiro.

— ¡Pero nunca necesité de su pena, porque podría haber hecho el trabajo igual de bien sin esta! Aunque probablemente no tan bien como lo hizo usted, Reina Leticia.

—Si supieran que de lo que soy capaz, entonces ni siquiera tendría necesidad de tomar esta problemática prueba para examinar mis habilidades.

— ¿Existió un subordinado tan valiente como para atreverse a poner a prueba a la reina Leticia? No creo recordar a ninguno, pero no podría estar completamente seguro con mi escaso conocimiento actual sobre la historia de Solvelle.

Como Ludger provenía de Napania, todavía estaba estudiando acerca de la historia y costumbres de Solvelle. Sus exclamaciones de asombro al escuchar eventos pasados en el reino eran algo bastante común de ser escuchado aquí, en la Habitación del Rey Caballero.

—Quien me puso a prueba no es ningún súbdito, sino que mi propio padre. No puedo pensar en nadie más lo suficientemente valiente para hacerlo y, si él es realmente quien lo está haciendo, muchas de las piezas del rompecabezas encajarían.

— ¿Su padre? —Ludger estaba desconcertado por la respuesta de Leti. ¿Los padres no eran normalmente aliados en vez de enemigos?

—Creo que quiere evaluar si realmente tengo potencial para ser un gobernante usando este viaje a Illstra. Fue él quien me asignó esta tarea en primer lugar. Y él quiso que ese hombre fuera mi juez. Está seguro de que será justo e imparcial en su evaluación a pesar de su severa opinión contra la familia real.

Pero su padre y Craig habían estado separados durante mucho tiempo. Alguien tuvo que actuar como mediador y ese papel había sido desempeñado por Johannes. Esto explicaba por qué había dicho que estaba demasiado sobrecargado de trabajo últimamente.

¿Pero usar mi prueba como excusa?

Su padre buscaba un camino de reconciliación con Craig. Para dar ese necesario primer paso, utilizó la prueba de Leti para abrir el camino que precisaba.

Quería comunicarse con Craig y Johannes cooperó para cumplir con la solicitud de Su Majestad. Y ahora, Craig…

—Quiere ver qué tan lejos puede llegar la princesa protegida sin tener ayuda alguna.

Probablemente incluso, había pensado que Leti desearía regresar a la capital primero ahora que había perdido a sus sirvientas porque sólo la conocía como la Princesa Restante.

—Pero yo creo que usted, Reina Leticia, podría incluso arrasar con un reino sin ayuda, ¿sabe? —Para Ludger, esta joven frente a él era la mujer más asombrosa del mundo.

El hecho práctico que había declarado Ludger en su elogio había logrado calmar un poco los nervios de Leti.

—Creo que está exagerando, pero de todos modos le agradezco. Gracias, Rey Ludger, —y con una nueva determinación, dijo: —Pueden ponerme a prueba todo lo que quieran. Afrontaré cada reto y lo terminaré con el puntaje más alto de la historia. No les quedará nada más que decir, aparte de admitir que realmente soy adecuada para ser reina.

♦ ♦ ♦

El sol de la mañana despertó a Leti. Poco a poco se desperezando, parpadeando para alejar restos de sueño. Miró los rayos del sol que se asomaban a través de la ventana.

Y, de repente, ya estaba completamente despierta.

Se supone que mis sirvientas siguen enfermas. ¿Quién corrió las cortinas?

Alguien se había escabullido dentro de su habitación cerrada con llave. Miró a su alrededor para buscar cualquier rastro que quedara del intruso. Entonces, un repentino sentimiento de desvanecimiento la invadió. Vio una mano negra sosteniendo las cortinas.

— ¿No te dije que no salieras sin mi conocimiento? ¿O estás haciendo esto porque quieres que Astrid te purifique?

Esta era la misma mano negra que había causado un horrible incidente en el Palacio Real, lo suficientemente horrible como para quedar grabado como una de las historias de terror del lugar.

Después de que se resolviera el caso de la Mano Negra, Leti pensó al principio en purificarla para así erradicarla. Sin embargo, se dio cuenta de que podría ser útil en el futuro y decidió sellarla dentro de su sombra. Pero su nueva mascota aún no había sido entrenada por completo sobre cómo le gustaban las cosas a Leti y a veces hacía cosas que desagradaban a su ama, al igual que esta mañana.

Leti tocó la Mano Negra y esta, aunque de mal humor, volvió a su sombra. La cortina perdió la fuerza que la sostenía y esto hizo que la habitación se oscureciera una vez más.

—Ahora bien, la princesa se preparará sola para su día, —declaró Leti mientras corría las cortinas ella misma.

Después de ponerse su vestido, Leti se sentó frente al tocador y contempló qué hacer con su cabello.

Aunque era perfectamente capaz de cepillarse el pelo e incluso hacer un peinado simple que se ajustara a una hija de un barón empobrecido, atar un lazo en la parte posterior con un estilo digno de una princesa era todo un desafío.

—Entonces, supongo que debería dejarlo suelto.

Además, sólo sería vista por sus guardias, hombres que ni siquiera harían el esfuerzo para preocuparse por el cuidado del cabello, seguramente no les importaría la falta del listón adornando su cabello. Convencida de la inutilidad de arreglarse el pelo por sí misma, se levantó del tocador, pensando que podría pedirle prestada una dama de compañía a su prima al llegar a Illstra.

—Su Alteza, ¿puedo entrar?

—Sí. Acabo de terminar de vestirme.

Duke miró la apariencia de Leti al entrar en la habitación.

Incluso antes de que pudiera decir algo, Leti expresó sarcásticamente lo que creía que pensaba su caballero.

—Sí, soy perfectamente capaz de vestirme sola, gracias. Si el vestido fuera demasiado complicado de poner, simplemente le pediría ayuda a una de las sirvientas de la posada.

—Eso no era lo que estaba a punto de decir. ¿Qué hay de tu cabello?

—Eso ya es esperar demasiado. Además, sólo me quedaré dentro del carruaje. Creo que está bien dejarlo suelto.

Duke resultó ser bastante observador. Y ella pensaba que los hombres ni siquiera notarían el color de la cinta que lleva en la cabeza.

— ¿Lo arreglo por ti?

— ¿A qué te refieres?

—Quiero decir, ¿te ato el cabello? Pero no esperes mucho. No he atado un listón en mucho tiempo.

Duke señaló el tocador y le pidió que se sentara. Leti, poco convencida, tomó asiento desconfiadamente.

— ¿Realmente posees tal habilidad?

—Como dije, no esperes que haga uno de esos peinados elaborados que hacen tus sirvientas.

Duke tomo el cabello y primero comenzó a alisarlo con el cepillo.

Leti lo observó cuidadosamente mientras trabajaba en su cabello y se sorprendió con la destreza que mostraba para la tarea.

— ¿Dónde aprendiste a hacer esto?

—Los hermanos menores nacieron para ser los esclavos de las hermanas mayores. Cuando éramos más jóvenes, mi hermana amante de las espadas, la cual me pedía a diario que fuera su compañero de entrenamiento, de repente pensó que era una dama y me ordenó que fuera su dama de compañía personal. Me hizo atar cintas y hacer trenzas todos los días.

Alguien más podría haber simpatizado con la triste situación del hermano menor. Pero Leti misma era una hermana mayor. Ella sonrió y comentó que probablemente era igual en todas las familias.

—Entiendo perfectamente cómo se sentía tu hermana. Yo solía jugar el mismo juego. Pero como soy una princesa, solía desempeñar el papel de la dama de compañía.

—Y ese es un juego ostentoso en sí mismo. Te das cuenta de eso, ¿verdad?

El juego de Leti no era ser la princesa que era servida y atendida. No, era ella quien debía servir, lo que no hubiera sido posible si ella misma no fuera una princesa. Era un juego que sólo las princesas reales podrían haber jugado.

—De todos modos, para hacer eso, significaba que necesitaba que alguien fuera mi princesa. ¿Quién crees que desempeñó ese papel?

— ¿La Princesa Cornelia?

—No, tengo a alguien mucho más cercano. Alguien con la longitud de cabello perfecta para jugar con él.

Si no era su media hermana Cornelia, sólo una persona podría ser la más cercana a ella.

—Imposible. —exclamó Duke.

—Era un juego bastante simple, poniéndole vestidos y listones. Todas las veces hacía una expresión de desagrado, pero aun así me dejaba vestirlo. Los hermanos menores son realmente adorables, ¿no te parece?

Duke podía comprender completamente el sufrimiento que Leonhardt tuvo que soportar en las manos de Leti. Internamente envió sus condolencias al joven príncipe mientras ataba suavemente la delicada cinta de encaje blanco en el cabello de Leti.

Leti echó un vistazo a su trabajo.

—Tolerable, pero supongo que esto servirá. —Pero su sonrisa revelaba que estaba satisfecha con lo que Duke había hecho.

Duke respondió con indiferencia.

—Entonces, me alegra ser de ayuda.

—Si alguna vez cometes un error tan grave que ya no puedas seguir manteniendo tu puesto como mi caballero, con gusto te acogeré como mi dama de compañía.

—Estoy agradecido por la oferta, pero no tengo planes de hacer algo que te haga darme ese ofrecimiento.

Leti sonrió contenta y se puso de pie. Sus hermosos rizos dorados caían en cascada desde sus hombros hasta su espalda, en perfecta sincronía con sus movimientos al girar.

Duke vio todos esos movimientos e inconscientemente miró las palmas de sus manos.

Su cabello era hermoso. ¿Eran todas las mujeres así?

Era liso, brillante y suave al tacto.

Él todavía no sabía que este gesto significaba que quería tocar su cabello nuevamente.


Sakuya
Me encantan como pareja *w*

Capítulo dos de este Tomo III ya disponible en la edición 32 de Kovel Times

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