Secretaria del Vicepresidente – Capítulo 8: Una novia

Traducido por Kiara

Editado por Sakuya


Quizás se deba a todo lo que pasó con el señor Kim, el vicepresidente Kang canceló todos los asuntos en la agenda para el día de hoy y salió de la oficina con el señor Park y el señor Shim. Por su parte, Seowon permaneció en la oficina y se centró en su trabajo, para cuando miró el reloj, se dio cuenta de que había pasado su hora del almuerzo.

No tenía apetito, así que decidió no molestarse en comer, pero el que pensara eso, no detenía la necesidad impuesta por su cuerpo, que se presentó horas después.

Qué molestia, pensó mientras tomaba su billetera y se dirigía al café que estaba más abajo.

Seowon se sentó con un café expreso en la mano, mirando la luz del sol que entraba por la ventana del piso superior de la cafetería.

Aunque había sido despedido, todavía se sentía deprimida. Hubiera sido más fácil si ella no lo conociera.

Durante su época en la universidad, una estudiante de último año había robado su tesis. Habían compartido el mismo dormitorio, por lo que su compañera tuvo la oportunidad de tomar y presentar su tesis antes de que ella lo supiera.

—No lo entenderías —había dicho ella cuando la confrontó —una chica tan inteligente como tú nunca entendería como se siente la gente como yo. No me mires así, lo… lo hice para vivir.

Había criticado a Seowon a pesar de que había robado su tesis. Al final, fue cuestionada sobre la investigación robada, como no pudo responder, fue expulsada.

—Le dijiste al profesor, ¿no? ¡¿Cómo es que no pudiste dejarme tener un solo éxito?! —le gritó la chica cuando se iba.

Cuando supo que había robado su tesis, sintió lástima por ella; preguntándose bajo cuánta presión habría estado para robar la tesis de otra persona.

Pero esas palabras de despedida la habían lastimado. Entonces, en este caso, Seowon estaba más decepcionada de que Kim Seong-ha la hubiera engañado, a que tratará de incriminarla.

Hora de volver al trabajo, pensó con un suspiro triste y se levantó.

Justo cuando estaba a punto de irse, la camarera se acercó detrás de ella y le preguntó: —Oh, ¿tuviste una pelea?

Seowon se volvió hacia la camarera.

—Tienes moretones en la cara…

—Ah eso, eh… me caí. Su mentira era demasiado obvia, pero Seowon esbozó una sonrisa un poco incómoda y se volvió para irse.

—Espera —dijo la niña.

Seowon se volvió hacia ella otra vez, —Perdón por preguntar… pero, ¿tienes novia?

—Sí.

—Oh, bien… —incapaz de ocultar su desilusión por la respuesta, forzó una sonrisa. —Solo tenía curiosidad. Cuídate y mejórate pronto. Por favor ven de nuevo —, la chica se inclinó.

—Trabaja duro…

Seowon salió del café sintiéndose bastante lamentable, su conciencia punzando en su cabeza por haber mentido, pero era mejor que darle expectativas inútiles. Ella sacudió sus sentimientos de pena; el café estaba cerca de la oficina así que lo visitaría a menudo, porque era mejor mentir como un acto de buena fe, que crearle falsas expectativas a la chica.

♦ ♦ ♦

En ese momento, Seowon no se dio cuenta de que alguien la estaba observado.

—¿Oh? Creo que es el señor Han.

—¿Dónde? —preguntó el señor shim, él estaba conduciendo.

Lee Kang-joon también levantó la vista de su tableta y miró por la ventana.

—Está hablando con la camarera del café de ahí.

—Oh ¿en serio? Esa debe ser la razón por la que va todos los días después del almuerzo. Tiene una novia ahí.

El Sr. Park se rió

—Bueno, está en ese momento ¿no?

—En eso tiene razón, el secretario Han es joven y está en la mejor etapa de su vida. Es muy guapo y popular entre las empleadas de la empresa. No me di cuenta de que estaba viendo a alguien. ¿Le gustan ese tipo de chicas?

—Deja de mirar boquiabierto y mueve el auto —gruñó Lee Kang-joon.

—Sí señor —el Sr. Shim siguió conduciendo, pero la mirada de Lee Kang-joon no se apartó del café hasta que lo perdió de vista, mientras que el señor Kim y el señor Shim bromeaban al frente.

♦ ♦ ♦

Después del trabajo, Seowon fue a visitar Do-won. Estaba sentado en la cama mirando televisión mientras comía manzanas cortadas.

—Do-won…

—¿Huh? —respondió Do-won masticando su manzana mientras se concentraba en el programa de entretenimiento.

—¿Por qué querías trabajar para el ELN?

Do-won se volvió hacia ella y la miró fijamente.

—¿Por qué preguntas?

—Me di cuenta de que nunca te lo pregunté.

—Ah, parece que ha pasado tanto tiempo de la última vez que hablamos de eso… —dijo Do-won.

No debería haber preguntado, pensó al ver cómo decaía su ánimo.

Después de girar su tenedor por un momento, tomó una manzana.

—Solía ser uno de los secretarios en la subsidiaria del ELN.

—¿Oh?

—Y aprendí algo trabajando ahí —dijo mientras comía su manzana—. Antes no hacía nada como eso, pero cuando Lee Kang-joon entró en su puesto, su método consistía en brindar apoyo total a los subcontratistas mientras durara el contrato.

—¿No es lo normal?

—No, las pérdidas suelen ser absorbidas por los subcontratistas. Pero los contratos del señor Lee Kang-joon indican que debe compartir las pérdidas.

Seowon apuñaló un pedazo de manzana con un tenedor y se la entregó.

—¿Y qué? —preguntó.

Se comió la manzana y sonrió—: Bueno, hay mucho cabildeo en medio de esto; por lo general, esta clase de cosas las manejan los gerentes intermedios, que cobran sobornos. Y luego los subcontratistas subcontratan a otro subcontratista y así sucesivamente. Pero el señor Lee Kang-joon decidió participar personalmente en los contratos que está manejando para mitigar esto.

—¿Cómo es eso posible? —murmuró muy consciente de la apretada agenda de Lee Kang-joon.

—Incluso si no estaba programado, el hacia un espacio para los subcontratistas que están en crisis para hablar con él.

—Oh, eso es bueno.

—Entonces el ELN trata a sus subcontratistas con igualdad. Si se lleva a cabo un proyecto, todas las partes comparten la inversión y recompensa. Esto no es fácil en cualquier empresa.

—¿En serio? —era la primera vez que había oído hablar de esto a pesar de que trabajaba en su oficina. Había momentos en las reuniones no oficiales a las que asistió Park. Debe ser que el señor Park manejó su itinerario diario completo. Y hubo un incidente con el señor Kim Seong-ha.

—Por eso quiero trabajar con él. Lo admiro y quería aprender mucho de él. Pero ahora se acabó.

—No hables así, todavía tienes una oportunidad.

—Te lo dije, no es fácil conseguir un lugar en su oficina. Solo acepta a los mejores. Raramente contrata gente nueva; He estado esperando cuatro años.

—Eso…

—No hay forma de que todavía tenga una oportunidad —Do-won jugueteó con su tenedor con amargura.

Seowon no podía decirle, su hermano estaba sufriendo frente a ella y ni siquiera podía consolarlo. Por un momento, la habitación quedó en silencio. El Do-won respiró hondo y preguntó:

—¿Hay más manzanas?

—¿Quieres más?

—Sí, no he comido manzanas en mucho tiempo, saben bien —respondió sonriendo mientras volvía su atención a la televisión.

Seowon comenzó a pelar la manzana roja cuando dijo —Traeré más la próxima vez.

♦ ♦ ♦

En el salón del hotel Ferrier, hombres con esmoquin y mujeres con elegantes vestidos de cóctel se mezclaron. Sus voces eran un estruendo sobre el cuarteto de cuerda que tocaba en la esquina. El salón estaba elegantemente decorado; La iluminación era brillante y dorada. Este fue un evento de caridad organizado por el séptimo conglomerado más grande del mundo de los negocios. Invitaron a todos los que fueran, desde otros magnates de negocios, a celebridades y miembros del gobierno.

Cuando el vicepresidente de ELN, Lee Kang-joon, un hombre con una buena apariencia y carisma apareció en escena, todos los ojos estaban puestos en él. Su figura alta y masculina en un traje bien ajustado atrajo las miradas de admiración, tanto de hombres como de mujeres. Senya, que había estado coqueteando con otros caballeros en la fiesta, rápidamente se separó y se acercó a él.

—¡Kang-joon! —gritó alegremente. Estaba vestida con un corto vestido de cóctel negro que mostraba sus piernas suaves y delgadas. Su maquillaje la hacía parecer una muñeca.

—¿Por qué tardaste tanto? Te he estado esperando durante mucho tiempo —dijo con una sonrisa petulante mientras sostenía su mano. Kang-joon apenas la miró.

—¿Dónde está el presidente Geum? —le preguntó quitando su mano de su agarre.

Senya hizo un puchero.

—No te he visto en mucho tiempo, pero parece que no te importa. Vine aquí porque escuché que asistirías.

—No parece que estés sola —dijo dando una mirada a los hombres con los que ella había estado hablando antes de que él llegara. Senra se sonrojó por la vergüenza.

—¿De qué estás hablando? Kang-joon, solo les estaba saludando y…

—Señor Lee Kang-joon, ha pasado un tiempo —Un caballero se acercó y saludó a Lee Kang-joon interrumpiendo a Senra.

En cuestión de segundos, estaba rodeado. Senra miró de mala gana a la multitud; siempre resultaba de esta manera.

Ella se dio la vuelta, enfadada, a este ritmo nunca tendría la oportunidad de hablar con él.

Siempre había un flujo constante de personas que venían a hablar con él y, por lo tanto, estaba demasiado ocupado atendiendo a los invitados que se acercaban. Pero afortunadamente, hubo una pausa,

—Lee Kang-joon —Se giró para ver a Lee Dong-jin.

—Está muy lleno aquí, ¿podemos hablar por allá? —dijo señalando a un balcón tranquilo. Dong-jin consiguió bebidas para ambos de un camarero mientras se retiraban.

Él sonrió mientras tomaba un sorbo del cóctel y le preguntó.

—¿Todo estaba bien por lo de ayer?

Kang-joon lo miró perplejo cuando Dong-jin tomó otro sorbo.

—Me refiero al señor Han. ¿Por qué fuiste tan grosero con el hombre que atrapó al espía?

—No es asunto tuyo —respondió secamente, mirando hacia la terraza.

—¿Te aseguraste de que le curaran las heridas?

—No.

—Ven ahora, aunque él es tu subordinado, se lastimó y ni siquiera te preocupaste de que recibiera el tratamiento adecuado. Eso es demasiado, vicepresidente —Dong-jin sacudió la cabeza.

Kang-joon levantó su copa y tomó un sorbo de su cóctel antes de hablar.

—Lee Dong-jin.

Dong-jin se volvió hacia él y Kang-joon se volvió hacia Dong-jin.

—Escucha con atención —comenzó, aunque no había ira en su voz, Dong-jin sintió cierta presión—. Lo que pase con mi secretario, no es asunto tuyo.

Es como si fuera un depredador supremo compitiendo con otro por una única presa.

Dong-jin lo miró en silencio por un momento y luego se rió.

—Kang-joon, qué malvado. ¡Cualquiera pensaría que no estamos hablando de un empleado sino de tu chica!

Kang-joon no respondió, pero bebió su cóctel. El recuerdo de Dong-jin cubriendo a Do-won con su chaqueta todavía le dolía.

—Entonces, el espía, ¿te encargaste de eso? —pregunto Dong-jin cambiando de tema.

—Mira los resultados de la auditoría  —le respondió

—Él es realmente valiente, ¿cómo podría pensar en ir contra Lee Kang-joon? Qué grosero, ¿no te parece?

—Alguien le hizo una oferta que no pudo rechazar.

Dong-jin se burló —No importa cuánto me ofrezcan, no haría algo tan estúpido.

Kang-joon miró a Dong-jin, quien a su vez lo miró con horror

—¿Qué? ¿Qué estás mirando? ¿Estás sospechando de mí?

—Me voy —dijo finalmente.

—¡Oye, por favor no! ¿De verdad crees que soy tan estúpido como para convertirte en mi enemigo? —dijo a la espalda de Kang-joon mientras salía por las puertas.

—¡Kang-joo! —Llamó Senra, persiguiéndolo —¿Te vas? No hemos pasado el tiempo juntos todavía.

—Después.

—Espera, Kang-joon… —su voz se cortó cuando él cerró la puerta del auto.

—Llévame a casa.

—Sí señor —el señor Baek puso el auto en marcha y se alejó.

Podía ver que la cara de Geum Senra se volvía más pequeña en el espejo retrovisor, pero a Kang-joon no le importó. Había alguien más en su mente, tomando el control de sus ansiedades, haciéndolo sentir incómodo.

Se frotó la frente con la mano y le dijo al señor Baek:

—Cambia el destino…

♦ ♦ ♦

—Estoy en casa. ¿Dijiste que ibas a venir? —preguntó Seowon incrédulo.

Estaba hablando por teléfono con Lee Kang-joon. Se había sorprendido cuando él la llamó de la nada y le estaba diciendo esta cosa absurda: se acercaba.

Se preguntó cómo sabía él dónde vivía, pero luego se dio cuenta de que era algo que él podría descubrir fácilmente, pero ¿por qué?

—Estaré ahí en 10 minutos.

—¿Qué? Espera un minuto, vicepresidente —habló demasiado tarde, él ya había colgado —¿Que está pasando? —le dijo al teléfono oscurecido.

Mierda, dijo que estaría aquí en diez minutos, y siempre hace lo que dice; él definitivamente estaría en su departamento en diez minutos.

¿Qué debo hacer? Ah anteojos, primero los anteojos…

Nerviosa buscó sus anteojos. Estaba descansando en casa y ahora de repente tiene que entretener a su jefe.

¿Ropa…? Se miró la larga camisa azul y las polainas blancas. Estaba vestida de una manera demasiado femenina. No tenía ropa masculina excepto sus trajes de trabajo.

—No puedo dejar que me vea así

Ella abrió el armario; pero no había nada casual. No tuvo más remedio que quitarse rápidamente la ropa y ponerse la camisa y los pantalones del traje. Podía decir que apenas llegaba a casa.

Tan pronto como se puso la ropa, sonó el timbre de la puerta.

Ella terminó y se volvió hacia la puerta principal con los ojos tensos.

¡Lee Kang-joon estaba aquí!

11 respuestas a “Secretaria del Vicepresidente – Capítulo 8: Una novia”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido