Joven esposa del Capitán (de 62 años) – Capítulo 68: Al parque

Traducido por Hime

Editado por Sharon


—Bien, entonces, ¿deberíamos irnos ya, Carol?

—Sí, señor Wilhelm

Dejé la mansión junto al señor Wilhelm, feliz de poder caminar junto a él de este modo. Oh, aunque Natalia iba detrás de nosotros un poco cerca. A pesar de que este era mi día libre junto al señor Wilhelm, aún no podía salir sin ella.

Como sea, ¿era posible que ellos no escucharan el latir de mi corazón? Se sentía muy ruidoso en el interior de mi pecho.

Fue una invitación inesperada, pero la estaba esperando. A pesar de que desperté temprano por la mañana, no estaba del todo adormecida.

—Entonces, ¿a dónde deberíamos ir ahora? ¿Hay algún lugar al que desees ir?

—¡N-No! ¡Cualquier lugar está bien si es junto al señor Wilhelm!

—Ya veo…

Contesté con demasiada emoción. Mis nervios eran tan claros como el día.

Pero no había nada que pudiera arreglarlo. Jamás pensé que llegaría el día en que podríamos salir juntos como ahora.

Además, lo que dije era cierto. Cualquier lugar sería divertido mientras estuviera junto al señor Wilhelm.

—Bien, entonces, ¿deberíamos dar una caminata por el parque? Escuché que las flores se ven preciosas en estas fechas.

—¡Wow! ¡Eso sería maravilloso!

El parque del sur era famoso por sus flores de primavera. La gente de otros países venía de visita solo para verlas. Nunca las había visto porque estaba un poco lejos de la mansión. Además, aunque me gustan las flores, no había tenido nadie que me acompañara. O días libres.

Una vez le pregunté a Lilia, y tuve una respuesta fría del tipo: “¿Eeh, puedes comerlas acaso? Ah, de ninguna manera. Paso”.

Tengo un corazón que puede admirar las flores.

Aunque ahora que lo pienso, gracias a eso puedo ir ahora junto al señor Wilhelm por primera vez. Al final resultó mejor.

—No podemos ir al parque sur a pie. ¿Deberíamos contratar un carruaje?

—S-Sí.

Con el señor Wilhelm diciendo eso, caminamos un tramo corto y llegamos hasta una zona con varios carruajes para alquilar.

El lugar suele ser muy concurrido, tanto en la mañana como en la noche, pero al mediodía se descongestiona. De hecho, el señor Wilhelm , Natalia y yo éramos los únicos esperando por un carruaje.

Esperamos un rato.

Ya que había pocos peatones a esta hora, el número de carruajes también era bajo.

Me senté junto al señor Wilhelm en el asiento de la parada. Natalia se mantuvo detrás de mí a pesar de que podía sentarse.

—Hablando de ello, la reputación de tus clases parece ser muy buena, Carol.

—¿Lo es?

—En efecto. Muchos de tus alumnos han enviado una petición para tomarla de nuevo. Aún hay personas que no han tomado el curso, así que lo he detenido por el momento. El otro día, alguien se lastimó terriblemente la cabeza durante un entrenamiento.

—¡Oh, cielos!

Eso era terrible.

Si golpeas tu cabeza, el sangrado será severo aún si la herida es pequeña. Más aún, los efectos pueden verse a largo plazo por lo que es necesario dejar a esa persona en observación.

Sabía que el entrenamiento intenso podía provocar ese tipo de heridas, pero aún me deprimía un poco enterarme de ello.

A pesar de que todos en la Orden dan lo mejor de sí, ¿por qué me tomé las cosas a la ligera?

—Como sea, cuando eso sucedió, los que tomaron tus clases vendaron rápidamente la herida. Gracias a eso, el sangrado se detuvo de inmediato. Se hizo una camilla improvisada, y él fue cargado y llevado a la enfermería. Después de pocos días, ya estaba bien para entrenar de nuevo.

—Ya veo. Eso es un alivio.

—Nosotros somos quienes estamos aliviados. De no ser por ti, ellos no habrían respondido tan rápido. Cuando eso sucedió, la Capitana Anastasia de la Orden de la Nieve estaba cerca para observar, y ahora desea que des clases en su Orden una vez que hayas terminado en la nuestra. Y entre las personas que había en ese momento, hubo muchos quienes pidieron tomar de nuevo tu clase. En realidad, es todo gracias a tí.

—N-No, no es así…

Si repito las clases y trabajo duro, una vez tras otra, ¿sentiré esta clase de satisfacción cada vez que me de estos elogios? No pude evitar que una amplia sonrisa cruzara mi rostro.

—Oh, allí está.

—Sí.

En ese momento, llegó el carruaje y se detuvo con un estremecimiento. Gracias a Dios. Ahora podemos comenzar el viaje.

—Ven y siéntate.

—Sí. Usted también.

De los dos asientos alineados, yo me coloqué en la ventana mientras que el señor Wilhelm se sentó en el pasillo. Natalia se sentó detrás de mí.

El cuerpo del señor Wilhelm era tan grande que se sentía un poco estrecho, y terminé apretándome contra él. Nos tocamos. No pude evitar el rubor que se expandía por mi cara.

¿El latido de mi corazón reverberaba gracias a mi cuerpo presionado?

—Ahora… Vamos hacia el Parque Sur, así que pasaremos a través de cuatro puestos de vigilancia —dijo él con un tono casual, pero yo no podía decir nada. Mi corazón latía furiosamente y mi voz fallaba.

Deseo que este momento dure para siempre, pensé.

El carruaje se estremeció y partió lentamente. Me rendí al bamboleo y pasé el tiempo viendo pasar el paisaje.

Uno no debería hablar demasiado en un carruaje, un vehículo de uso público, porque no no debería ser una molestia para quienes lo rodean.

Y así, pasamos el puesto mientras miraba el paisaje.

En silencio, pasamos los cuatro puestos y llegamos a nuestro destino.

Era mi primera vez visitando el Sur del reino. Antes nunca tuve muchas oportunidades, ya que estaba en el lado opuesto del palacio real.

Me bajé del carruaje junto al señor Wilhelm.

—Di-ver-ti-do… Fue divertido, pero estuvo un poco apretado.

—Si… estoy de acuerdo…

Ya que estuve presionada contra el señor Wilhelm todo el viaje, estaba completamente satisfecha, pero él parecía un poco cansado y estiraba su cuello. Una acción tan varonil.

—¡Ah! —me di cuenta.

Hoy era el día libre de ambos. Aún si fuera un trabajo de medio tiempo, un día libre era un día libre. Mañana habría otra clase.

Y mañana, él trabajaría como de costumbre. Lo que significa, que hoy deberíamos disfrutar y relajarnos.

Dicho esto, aunque este tipo de salida no me cansara, en su caso, tiene que atender al trabajo en perfectas condiciones.

—Yo… ¡Yo lo siento mucho, señor Wilhelm!

—¿Hum…? ¿C-Cuál es el problema?

—He sido… muy tonta… para no considerarlo…

—No, ¿qué estás…?

—Natalia —la llamé desde donde esperaba atrás mío.

Con esto, el señor Wilhelm tendría su descanso sin importar qué. Abrumarse saliendo conmigo no haría su trabajo de mañana más fácil.

Solo me quedaba una cosa por hacer: aligerar la carga de su cuerpo lo más posible.

—Sí, señorita.

—Ahora iremos hacia el Parque Sur. Mientras tanto, por favor prepara un carruaje.

—Entiendo.

—¿C-Carol? ¿Q-Qué sucede?

—Por favor prepara el más fino vehículo para evitar amonestar el cuerpo del señor Wilhelm. No escatimes en dinero.

—Entiendo, señorita.

—¡Espera, espera, espera!

Si era un carruaje tirado por los mejores caballos, habría poco traqueteo y los asientos serían suaves. No supondría una carga para su cuerpo.

Si lo rento por un día, me costará un mes de pago. Pero estaba bien. Si es lo que necesito, aún tengo la tolerancia de mi padre. La familia Ducal de Ambrose es rica.

—Carol, ¿qué es todo esto tan de repente…?

—Bueno… Aún sabiendo que estaba cansado, no fui lo suficientemente considerada. Por favor, perdone a esta idiota.

—No, no es así…

—Natalia conducirá. Por favor preparen un caballo adecuado.

—Entiendo.

—¡¿No escuchaste lo que dije?!

Dios.

Todo estará bien, señor Wilhelm. Soy una mujer capaz. Puedo estar a la altura para no ser una carga para un hombre.

—Ah, umm…. Carol.

—¿Sí?

—No es necesario que alquiles un carruaje. No deberías gastar dinero en eso…

—¡No! ¡Es por su salud! ¡No es un desperdicio en lo absoluto!

—N-No, escucha…

El señor Wilhelm parecía un poco acomplejado.

¿En serio le molestaba tanto alquilar lo mejor? Aun así, no le importaba si era un carruaje de baja calidad… Que problemático.

—Carol, eso es realmente… No es…

—¿Qué es…?

—Hoy, eso… Yo soy quién te está invitando. Para mí, que prepares las cosas es…

¡Dios!

Ya veo, así que eso era.

Está bien, señor Wilhelm. Carol es una mujer capaz. Soy capaz de entender la clase de problemas que le molestan.

Mi madre me dijo que debería dar un paso atrás. No debería haber presionado las cosas de ese modo.

—Realmente me disculpo, señor Wilhelm

—¿Mmm…?

—Natalia, no es necesario que prepares un carruaje. Dejémoslo en manos del señor Wilhelm

—Entendido.

—B-Bien… Oh, bueno…

Ahora lo veía con claridad.

En efecto, no debía hacer arreglos para alquilar un carruaje.

Señor Wilhelm, su fuerte deseo de escoltarme usted mismo hace que esté encantada.

Una respuesta en “Joven esposa del Capitán (de 62 años) – Capítulo 68: Al parque”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

error: Contenido protegido