Traducido por Rencov
Editado por Herijo
Al otro lado de la imponente mesa del comedor, se encontraba un hombre de mediana edad cuyos rasgos faciales eran una réplica casi exacta de los míos. El Duque, Ezran Baslett, permanecía en silencio, su presencia imponente cargando el ambiente de tensión, mientras compartíamos una comida que se sentía interminablemente incómoda.
No puedo disfrutar de la comida, pensé, forzando cada bocado. Quizás habría sido mejor estar con Shael. No, estoy seguro de que es mejor. Comer frente al padre del verdadero dueño del cuerpo que ocupo no es algo que pueda disfrutar con facilidad.
—Eran, parece que habrá un banquete en la Torre de los Magos esta vez.
—¿Un banquete en la Torre de los Magos? ¿A qué se refiere?
—Sí, parece que el Señor de la Torre de los Magos ha enviado invitaciones.
Mis pensamientos se aclararon de inmediato al escuchar esas palabras. Un banquete en la Torre de los Magos… Ese era el escenario clave donde se desencadenaba un evento crucial en la novela original. El momento en que Shael y la protagonista se cruzarían, desatando el odio de la villana hacia la heroína.
Era también mi única oportunidad para intervenir y cambiar el destino de Shael, para redirigir el curso de los acontecimientos.
Debo encontrar la manera de hacerlo.
♦ ♦ ♦
—Hipotéticamente hablando… ¿Qué harías si alguien te derramara accidentalmente vino sobre tu ropa?
—Lo castigaría.
No sabía exactamente cómo sería ese castigo, pero tenía una certeza: si dejaba que las cosas siguieran su curso, todo acabaría igual que en la novela. Clie, la heroína, acabaría por derramar vino sobre Shael, quien para ese entonces llevaría su vestido favorito al banquete de la Torre.
Shael, con su temperamento irascible, no tardaría en dirigir sus insultos hacia Clie, tal como lo haría con cualquiera que se interpusiera en su camino, incluso su propio prometido, el cual mostraba una preocupación genuina. Era la naturaleza de la villana, una provocadora que desataba discordia a su paso.
Pero, ¿cómo podía una plebeya atreverse a asistir a tan distinguido evento?
La respuesta residía en la fascinación instantánea del Señor de la Torre de los Magos hacia la protagonista. El destino jugaba sus cartas, y hasta el príncipe heredero, bajo un disfraz, no pudo resistirse a su encanto. Con el escenario dispuesto para el drama, las complicaciones amorosas estaban aseguradas.
¿Cómo se desenvolvería entonces la trama?
Shael, la villana, se convertiría en el catalizador que realzaría la imagen de la heroína. Su temperamento irritable generaría empatía entre los lectores hacia Clie, proyectándola como la víctima en la narrativa. Aunque la ira de Shael hacia Clie era comprensible dada su posición social, en las novelas de fantasía romántica, tales detalles pasaban a segundo plano. Los lectores estaban enfocados en Clie Ruspela, no en Shael Azbel.
En el banquete de la Torre de los Magos, todos señalarían a Shael, acusándola de acosar a Clie. Se formaría una mentalidad de masas entre los lectores, a pesar de que, en circunstancias normales, una acusación contra la amada hija de la familia Azbel sería inconcebible. La ausencia del Duque y la Duquesa Azbel facilitaba la situación, permitiendo que la historia tomara un giro dramático.
Además, el respaldo del poderoso Señor de la Torre de los Magos inclinaba la balanza a favor de Clie. La gente se regodeaba en susurros y risas al ver a Shael, quien, ajena a las artes de la danza, se movía de manera torpe. Su incapacidad para usar magia, a pesar de pertenecer a la ilustre familia Azbel, alimentaba aún más las burlas del público.
Quizás este incidente fue lo que obligó a Shael, en la novela original, a aprender magia correctamente. Sin embargo, incluso el mínimo talento mágico que adquirió fue torpe y rudimentario. Podía sentir la molestia que este evento debía haber causado a Shael, considerando su aversión previa por la magia. A pesar de ello, la atención de los lectores, a excepción de la mía, permaneció indiferente hacia Shael. Fue en ese momento cuando Shael comenzó su descenso hacia la villanía, acumulando resentimiento hacia la heroína.
¿Qué puedo hacer para prevenir semejante catástrofe?
Era una misión casi imposible evitar que Shael asistiera al inminente banquete en la Torre de los Magos. La familia Azbel, conocida por su elevado nivel de maná, requería que al menos un representante de su linaje estuviera presente en el evento. Dado que el Duque y la Duquesa estaban ausentes por compromisos políticos en provincias lejanas, Shael era la única opción viable.
Nunca, nunca podré impedirle que vaya allí.
Así que tenía que prevenir lo que Shael experimentaría en el banquete. La clave era impedir que la protagonista derramara accidentalmente vino sobre ella, y la mejor manera de lograrlo era permanecer a su lado.
Con la incertidumbre de lo que podría suceder, decidí anticiparme para proteger a Shael de convertirse en el centro de las risas. Inicié la conversación:
—He oído que vas a asistir al banquete organizado por la Torre de los Magos.
—Haré lo que quiera —respondió Shael con una actitud cortante, evidenciando su habitual desdén. Parecía que percibía algo ominoso, y en este caso, su intuición no estaba equivocada.
—Practiquemos el baile, Shael —propuse.
—No me gusta —contestó la villana, dejando claro su desagrado por la danza. Sin embargo, sabía que tenía algo persuasivo a mi favor.
[Sí, me gustas.] [Te amo hasta la muerte.]
Me miró como si fuera a tragarse el Orbe de la Serpiente entero.
—Lo usaré hasta el día que muera. Así que, por favor, ríndete.
Ante mi declaración, no tuvo más remedio que levantarse.
Nos encontrábamos de nuevo en el campo de entrenamiento familiar. Los ojos de Shael brillaban de una manera peculiar, como si reviviera el momento del golpe en su frente, deseando vengarse. De todos modos, la invité a bailar.
—Toma mi mano —ofrecí, esperando la típica negativa. Sin embargo, para mi sorpresa, Shael no la rechazó. En cambio, sonreía de una manera que presagiaba que estaba a punto de desplegar alguna artimaña para molestarme.
¿Qué demonios te hace tan feliz? me pregunté mientras Shael tomaba mi mano. La sensación de sostenerla era inesperadamente novedosa; su mano estaba fría y, sorprendentemente, pesada.
Dado que estaba pensando en otras cosas, Shael me instó a seguir. Era una señal que probablemente significaba: “¡Vamos, enséñame a bailar!”
—Sigue mi ritmo y mueve tus pies de la misma manera.
Shael obedeció y comenzó a mover sus pies al compás de los míos. Sin embargo, mientras bailábamos, un sonido inesperado reverberó por todo el campo de entrenamiento, rompiendo la armonía de nuestra práctica. Era el sonido nítido de los tacones de Shael golpeando el suelo, un ruido que se hacía cada vez más evidente con cada paso.
—¿Qué fue eso? —pregunté, confundido.
—¿¡Qué cosa!? —respondió la villana con otra pregunta, creando una situación extraña.
¿Era normal escuchar ese tipo de sonido cuando una persona pisa el suelo?
Además, el lugar donde ella pisó estaba peligrosamente cerca de mis pies. ¡Casi me pisa!
—Mmm. Probemos de nuevo.
Reanudamos el baile, aunque fue interrumpido por el constante y perturbador golpe de los tacones de Shael, que parecían dirigidos a mis pies. Era evidente que la villana tenía algún tipo de intención hostil.
¿Estás tratando de hacer un agujero en mi pie?
Finalmente, el sonido vibrante y pesado resonó una vez más cuando Shael pisó el suelo con todas sus fuerzas, como si realmente intentara aplastarme el pie.
Por supuesto, eso no va a suceder, pensé con seguridad. La villana al escuchar algo diferente a mi grito expresó su desconcierto al ver que sus tacones se rompían. Estos zapatos, creados por los magos de vestimenta de la familia Azbel, no deberían haber cedido tan fácilmente lo que demostraba cuanta fuerza había puesto en los pisotones.
—¿Estás bien?
—No —respondió Shael, aunque su malestar no parecía deberse al dolor en sus pies. La villana parecía “no estar bien” de una manera diferente. Sí, era evidente que lamentaba no haber logrado su intento de pisarme.
Intenté levantar a Shael del suelo, decidido a llevarla al banco en el campo de entrenamiento. Sin embargo, descubrí que era sorprendentemente pesada por lo que luché por enderezar mis rodillas y evitar caer en el proceso.
¡Era ridículamente pesada!
Fue entonces cuando un recuerdo de la casa de subastas afloró en mi mente. Era el Polen Pesado o algo por el estilo. Recordé la explicación del subastador.
“¡Esta vez se trata de Polen Pesado! Cuando se rocía, el objeto gana temporalmente peso. También puedes rociarlo en secreto en personas desagradables. ¡Empezamos con 500,000 de oro!”
¡Ajá, así que esparciste ese polen sobre ti misma! deduje con claridad. Era evidente que la propia villana había utilizado ese polen para hacerse más pesada y lograr su objetivo de agujerear mis pies. Debió haber pedido a algún mago de la familia que garantizara que ella misma no se viera afectada por el peso adicional. Pensándolo bien, se fue a algún lugar antes de que empezáramos la práctica de baile.
Después de procesar estos pensamientos, miré a Shael.
—Eres pesada —afirmé.
—Soy ligera —replicó ella.
—Debes haber aumentado de peso.
Shael se puso de pie, ignorando el tacón roto de su zapato, y me miró con desprecio.
—Viéndolo ahora, parece que tu figura ha cambiado un poco —añadí cuando no obtuve respuesta—. No, parece que ha cambiado mucho.
Shael guardó silencio, su expresión volviéndose más fría que antes. La irritación que mostró cuando insinué que había ganado peso se había transformado en un silencio cargado de auto-negación. El cambio en su figura probablemente no se debía únicamente al Polen Pesado; parecía estar luchando por convencerse de que mis palabras eran infundadas. Sin embargo, no podía negar la evidencia: sí, había aumentado de peso. No era suficiente para calificarla de obesa, pero el cambio era notable.
Tal vez el aumento de peso se debía al estrés acumulado que aliviaba con comida, y era probable que Shael lo supiera.
—Pensándolo bien, el baile es un excelente ejercicio para perder peso —comenté.
Ese día, la villana se convirtió en mi estudiante y aprendió a bailar conmigo. Para mi sorpresa, la villanal resultó ser bastante fácil de manejar.