Bajo el roble – Capítulo 83

Traducido por BeeMiracle

Editado por Ayanami


—No sé si debería estrangularte a ti o a los idiotas que te dejaron salir por las puertas del castillo —dijo Riftan. —¿En qué estabas pensando para ir a la zona infestada de monstruos? ¿Lo has olvidado? Te ordené que te alejaras del peligro.

—P-Pero, estaba sola en el c-castillo. Debería ayudar afuera también.

—¡Claro que deberías haberte quedado en el castillo! —Riftan se golpeó el pecho con el puño. —¿Por qué crees que trabajo desde la mañana hasta la noche? ¿Para quién crees que se construyeron estas murallas y el castillo?

Su voz se elevó casi como un rugido hasta que se encontró con la mirada blanca y cansada de Max y cerró la boca. Sus hombros temblaron ferozmente mientras trataba de contener sus emociones.

—Ni se te ocurra salir hoy de esta habitación.

Escupió en un tono reprimido, como si alguien lo estuviera ahorcando. Se apartó de Max, recogió una camisa que se había caído al suelo y salió, cerrando la puerta detrás de él.

Ella mantuvo la mirada en la puerta cerrada, confundida. Riftan solía ser impaciente y tenía una forma burda de hablar, pero era la primera vez que lo veía tan alterado.

¿Tan sorprendido estaba por su estado? Max empezó a preocuparse. Era la segunda vez que se enfadaba con ella porque se había desmayado. Por supuesto, ya estaría cansado de ella. Su corazón seguía acelerado por el arrebato de Riftan mientras intentaba calmar sus latidos, cuando alguien llamó a la puerta.

—Mi señora, he traído una muda de ropa y su comida. ¿Puedo entrar?

—Sí, entra.

Tras escuchar la confirmación de Max, Rudis entró en la habitación con una gran bandeja.

—He traído una sopa de hierbas para reponer su salud. ¿Cómo se siente, mi Señora?

Max trató de sonreír al ver que había preocupado a su sirvienta.

—E-Estoy bien. Ayer, usé m-más maná de lo que esperaba.

—Su estado ayer parecía grave —dijo la sirvienta con cuidado, antes de dejar la bandeja junto a la cama. —El señor estaba muy preocupado. Cuando se fue, me dijo que la tratara bien, mi Señora.

Los hombros tensos de Max se relajaron y el alivio la invadió. Se sintió mejor al saber que él aún no parecía estar completamente desinteresado en ella.

—El S-Señor Calypse, ¿a dónde fue? Ayer y durante toda la noche, apenas descansó para cuidar de mí. ¿Ha vuelto a dejar el castillo?

—Ha ido al campo de entrenamiento, mi Señora —dijo Rudis amablemente, extendiendo el vestido que había traído sobre la cama.

—Estoy lista para vestirla en cuanto esté lista.

Con su ayuda, Max se puso un nuevo y suave vestido antes de volver a la cama y tomar la sopa clara. Mientras estaba ocupada, la sirvienta encendió el fuego en la chimenea y preparó un poco de té. Max se asomó a ella y comenzó a hacer algunas preguntas.

—Tal vez, ¿sabe usted lo que le pasó a los demás?

—¿Otras personas, mi señora?

—Ya que el monstruo apareció de repente donde había muchos heridos. F-Fue un caos —dijo Max.

Su voz era débil mientras recordaba a la gente agitándose en el aire con sólo un aleteo de las alas del monstruo. Rudis vio su rostro blanco y cansado y habló con mesura:

—No estoy muy segura de los detalles, mi Señora. ¿Debo indagar más?

—S-Sí, por favor, hazlo —sonrió amablemente y asintió.

—Mientras estoy fuera, el Señor me ha dicho que debe quedarse en su habitación y descansar.

Max asintió de nuevo. No estaba segura de tener energía para salir de la habitación de todos modos, aunque Riftan no hubiera dicho nada. Rudis trasladó la tetera del fuego a la estantería antes de marcharse. Max dejó su tazón de sopa a un lado y se acostó a descansar en la cama, recuperándose, hasta que la sirvienta llamó a la puerta un rato después.

—Mi señora, la princesa ha solicitado una audiencia con usted.

—¡Oh, espera! —Dijo Max, sorprendida.

Se levantó rápidamente de la cama antes de marearse y caer de espaldas. Estaba mal vestida, llevando sólo un fino vestido de lino. No podía recibir a su Alteza Real con un atuendo tan sencillo, y sin embargo, tampoco podía negarle una audiencia a Agnes. Max se movió de nuevo para colocarse frente a un espejo. Se cepilló el cabello, que se había vuelto una maraña como una gran nube, y presionó una toalla húmeda para reducir la hinchazón alrededor de sus ojos.

Sus esfuerzos no cambiaron mucho su aspecto, pero al menos su cabello se había asentado un poco. Max volvió a la cama.

—Por favor, pasen.

La puerta se abrió y Agnes y Rudis entraron en la habitación. Max miró la ropa de Agnes, descorazonada.

La princesa estaba de buen humor y llevaba un elegante vestido azul que resaltaba las curvas de su cuerpo, su largo cabello rubio estaba trenzado y se balanceaba muy bien al caminar. Era un fuerte contraste con los pantalones y la ropa abultada que solía llevar.

—Maximilian, ¿cómo te sientes? —Dijo Agnes.

—Estoy bien, gracias. P-Por favor, perdona mi a-apariencia. Es de mala educación saludarla en este estado.

—La etiqueta no es importante en este momento. Siento no haber solicitado una audiencia antes con usted y haber venido por capricho. Vi a su sirvienta interrogando a los guardias sobre lo ocurrido ayer y decidí venir a explicarle la situación yo misma.

Se sentó en una silla que Rudis le había ofrecido y le dedicó una media sonrisa a Max.

—También quiero disculparme.

—¿Perdón?

—Ayer, los soldados y yo habíamos planeado acorralar a los Wyverns* en el valle y eliminarlos uno por uno. Si hubiera conjurado la barrera correctamente, ni un solo Guiverno habría escapado de los caballeros, que intentaban acorralarlos. Pero había un agujero en mi barrera…

Ayanami
En virtud de que Guiverno suena bastante raro o sospechoso, que podría confundirlos un poco se optará por mantener wyvern que es un nombre más conocido, en especial para aquellos que como yo somos fans de Cale y Raon ~♥ XD sin más pueden continuar con la lectura~♥♥♥

Agnes suspiró. Se inquietó y se apartó un mechón de cabello de la frente.

—Mi error causó un contratiempo para todos e incluso hizo que tú, Maximillian, resultaras herida. Lo siento mucho.

Max se sorprendió de que la princesa admitiera su error, actualmente Agnes era la persona de más alto rango en el Castillo Calypse, no tenía que disculparse con nadie allí y ni siquiera tuvo que asistirlos el día anterior. Rápidamente levantó la mano para negar la afirmación de la princesa.

—N-No. P-Por favor, no se d-disculpe, S-Su Majestad. A-Aunque no tenía que ayudar, luchó en el f-frente por Anatol. Si no nos hubiera ayudado ayer…

—No lo hice gratis. —Agnes se rió con su característica sonrisa despreocupada. —Ayer capturamos veintitrés Wyverns, veintitrés piedras preciosas, huesos de monstruos y pieles. Incluso me pagaron de más por la poca ayuda que les ofrecí.

Max la miró, dudosa. No sabía el valor exacto de todos los materiales que Agnes había enumerado, pero entendía que eran de gran valor.

—Sin embargo, debido a mi error, hablaré con Riftan acerca de repartir el botín. Mi conciencia no me dejaría hacer otra cosa —dijo la princesa con tristeza.

—¿Hubo muchos heridos? —Preguntó Max. —¿Ayer… cómo están los demás?

A Max no le importaba mucho el destino de los monstruos o el botín de guerra, sólo quería saber qué había pasado con la gente que trató.

Agnes vio su mirada ansiosa y pareció elegir cuidadosamente sus palabras, luego habló lentamente.

—Seis personas resultaron gravemente heridas, pero recibieron tratamiento rápido con magia curativa y ahora están a salvo. Los demás tuvieron heridas leves. Sin embargo… dos civiles quedaron atrapados bajo el Wyvern mientras luchábamos contra él. Cuando la batalla terminó, uno de ellos ya había dejado de respirar.

A pesar de la calma de la princesa, Max se puso blanca por el shock. Su espalda se enfrió al asimilar la noticia de que alguien que había ayudado ayer, alguien que estaba en el mismo tiempo y lugar que ella, estaba ahora muerto. ¿Su magia curativa había siquiera salvado a alguien? Max bajó los ojos y susurró suavemente.

—Lo que hice ahí afuera no tuvo ningún sentido.

—¡Claro que no!

Agnes rodeó sus dedos con la mano y le dirigió una mirada penetrante y distinta. Max se sorprendió de lo cálida que se sentía su mano contra sus fríos dedos.

—Algunas de las personas que sobrevivieron al ataque del Wyvern sólo sobrevivieron porque tú, Maximilian, los curaste con tu magia. Fuiste muy valiente.

—N-No. No es nada que merezca la pena mencionar —dijo Max, despreciándose a sí misma. Sus ojos seguían abatidos. —No fui la única que decidió ayudar. Y tenía una obligación como esposa del S-Señor Calypse. Aunque a R-Riftan no le gustó que estuviera allí.

—Fue algo más que un disgusto. Cuando te vio en el suelo, casi se volvió loco. Dios mío, ¡pensar que el Mahgo, el mismo que ni siquiera parpadeó dos veces frente a un dragón de verdad, actuara así!

A Max le molestaron las palabras de la princesa. Parecía que lo que decía Riftan sobre que la princesa sacaba de quicio a la gente era cierto. Murmuró, un poco resentida.

—Riftan se preocupa por mí p-porque es una persona amable. Sabe que mi cuerpo es débil. Mi salud no suele ser buena.

Por alguna razón, Agnes se agarró el estómago y empezó a reírse de su réplica.

—Ah, por supuesto. Ese tipo es una persona amable.

Se le formaron lágrimas bajo los ojos y jadeó de risa.

Max estaba confundida. La situación no le hizo ninguna gracia y se enfadó, creyendo que la estaban ridiculizando. La princesa se dio cuenta de su cambio de actitud y se tranquilizó.

—Lo que quiero decir, Maximilian, es que has hecho un gran trabajo ahí afuera. No te preocupes por cómo se lo ha tomado Riftan. Cuando se calme y lo piense mejor, estará orgulloso de tener una esposa valiente y capaz.

Al recordar la actitud de Riftan, a Max no le pareció muy convincente la opinión de Agnes, pero no discrepó en voz alta con ella.

—Ya veo. Gracias por decírmelo.

—Lo digo sinceramente. Escucha, ¿no empezaste a aprender magia curativa sólo para prepararte para un ataque como ese? No muchas mujeres de la nobleza irían tan lejos.

Las mejillas de Max brillaron de vergüenza. Ella no había aprendido magia por una causa tan noble como Agnes había pensado, sólo había sido lo suficientemente astuta como para creer que una vez que Riftan se cansara de ella, aún podría mantenerla cerca si era adepta a la magia, en lugar de desecharla. Evitó la mirada de la princesa y dijo incómoda:

—Empecé a aprender m-magia el invierno pasado, p-pero mis habilidades aún no son muy buenas.

—Curar a siete pacientes críticos en un día, considerando que eres una principiante, ¡es una gran hazaña! —Dijo Agnes despreocupadamente. —Maximilian, puede que seas un prodigio para la magia curativa. Aunque, realmente no puedo felicitarte por ser tan imprudente como para quedarte sin maná.

—B-bueno, era la primera vez que curaba heridas tan grandes… No sabía cuánto maná se consumiría. Cuando el maná se agota… ni siquiera sabía lo que iba a pasar.

—Aprendiste de alguien que es la encarnación de la irresponsabilidad, y no es razonable. —De repente, el tono de la princesa Agnes se volvió amargo. —No puedo creer que ese hombre no se haya molestado en enseñarte los puntos críticos al usar la magia. Te recomiendo que cambies a un profesor de confianza lo antes posible.

—Ruth… es un buen profesor. Aunque esté ocupado, hace todo lo posible… para enseñarme.

—Pero no es suficiente.

Max intentaba defender a Ruth, pero pronto se mordió el labio ante la frialdad de la princesa. Parecía que la hostilidad de Agnes contra Ruth era peor de lo que ella pensaba. Max cerró la boca porque no quería tener una discusión inútil con Agnes, pero asumiendo que el silencio era una afirmación, la princesa habló en un tono sutil.

—¿Qué te parece venir a la capital con Riftan? Haré los arreglos necesarios para que aprendas magia con un destacado mago de palacio. Si estás sinceramente ansiosa por aprender y practicar la magia, es crucial que aprendas de un maestro creíble.

—Me satisface aprender de Ruth. Además, que Riftan se vaya de Anatol… no lo veo posible.

—Si la Señora dice que quiere vivir en la capital, estoy segura de que cambiaría de opinión. Por favor, piénsalo. En Drakium, podrás vivir con más lujo. En el palacio se celebran diariamente grandes banquetes y hay muchos lugares de interés para ver en la ciudad. Podrás relacionarte libremente con otras damas.

Max miró su encantador rostro con melancolía. La capital debía estar repleta de damas tan bellas y vivaces como la princesa. Su esposo podría encontrarla aburrida si vivían entre gente preciosa, destacando como pavos reales. Pero incluso sin esas preocupaciones, Max no estaba ni remotamente interesada en la vida de la capital, así que habló con la máxima resolución:

—Aunque le agradezco su o-oferta… estoy c-conforme con mi vida aquí.

Como si tratara de persuadir a Max, la princesa se relamió los labios y suspiró profundamente.

—Ya veo, los dos son tercos como bueyes.

—Princesa Agnes… ¿Quiere llevar a Riftan con usted a la capital?

—Mi padre quiere mantener a Riftan cerca. Pretende aumentar la unidad dentro de Whedon mostrando a los nobles que es leal a la familia real. Si los nobles ven que un poderoso caballero sigue al rey, la lealtad de los señores a la familia real se fortalecerá.

La princesa lanzó una sonrisa amarga de repente.

—Esa es la razón por la que intentaron obligarnos a Riftan y a mí a casarnos. El rey teme que Riftan traicione a Whedon y se escape a Libadon u Osyria, ya que los gobernantes de toda la tierra codician al caballero más fuerte.

—Riftan… aprecia a Anatol. Esta tierra… no tiene intenciones de a-abandonarla.

Max habló con urgencia, sorprendida de que la familia real tuviera tan profundas sospechas sobre la lealtad de Riftan. La princesa se encogió de hombros con ligereza y aceptó suavemente.

—Yo también lo creo. He visto cómo Riftan se jugó la vida y la muerte devolviendo a Anatol a la vida. Si tuviera alguna intención de trasladarse a otro reino, no haría tales esfuerzos. Si alguien le dijera al rey sobre esto, seguramente se sentiría aliviado.

—Su majestad… ¿está aquí para espiar a Riftan?

En lugar de responder, la princesa sonrió vagamente, pero eso solo bastó para responder a la pregunta de Max.

—No quise molestarlo por tanto tiempo… parece que lo confundí. Debería irme ya.

Se levantó de la silla y sonrió suavemente.

—Tienes que descansar lo suficiente durante un día o dos para que recuperes tu maná agotado. Deseo que te pongas bien pronto.

—G-Gracias.

Por primera vez, los fríos ojos azules de Agnes brillaron con compasión. La princesa la miró con dulzura momentáneamente y luego se dio la vuelta para salir de la habitación. Max se tumbó en la cama, agotada.

♦ ♦ ♦

Parecía que Max había olvidado cómo dormir. Apenas abrió los ojos y miró a su alrededor, el sol se estaba poniendo y una tenue sombra se cernía sobre la habitación. Max se frotó los ojos agarrotados y se sentó. Aunque había dormido mucho tiempo, su cabeza estaba confusa y se sentía aletargada.

—¿Cómo te sientes?

De repente, una voz habló desde la distancia; Max giró la cabeza, sobresaltada. Riftan estaba sentado frente a la chimenea con sus largas piernas estiradas.

—¿Cuándo volviste? He oído que has ido a patrullar…

—Volví enseguida una vez que recibí los informes sobre el accidente de los caballeros. Pensé que necesitabas a alguien que te vigilara.

Murmuró en la oscuridad y tocó suavemente el lomo del gato sentado en su regazo.

—No podía funcionar correctamente porque estaba pensando ansiosamente si estabas durmiendo profundamente en la cama o no.

—Estuve en el dormitorio…

—Lo sé. Me quedé mirando.

Max puso los ojos en blanco ante la contundente respuesta de Riftan. ¿Durante cuánto tiempo la había mirado? Definitivamente Riftan necesitaba un descanso tanto como ella. Le miró la cara preocupada mientras caminaba frente a la chimenea y colocaba a los gatos que se aferraban a él en la cesta.

—Debes estar hambrienta porque no has podido comer bien y has dormido durante mucho tiempo. He calentado la sopa, ¿puedes comer?

—Creo que puedo comer un p-poco…

Riftan tomó un cuenco y removió la sopa dentro de la olla, tomó una cucharada y la vertió en un cuenco de madera.

—Está caliente, ten cuidado.

Max tomó el cuenco y mezcló la sopa clara con una cuchara. Era una sopa fina hecha con hierbas finamente picadas, cebada y huevos. Sopló el vapor nebuloso que salía de él, lo recogió con una cuchara de madera y se lo llevó a la boca. Mientras la sopa caliente y adecuadamente salada se deslizaba por su garganta, su estómago retumbó, como si estuviera ansioso por ese momento. Sólo entonces, sintió lo extremadamente hambrienta que estaba y se metió la comida en la boca. Riftan, que estaba sentado en la cama mirándola, suspiró aliviado.

—Viendo que has recuperado el apetito, realmente debes sentirte bien ahora.

—Sigo diciendo que estoy bien.

—Te sientas bien o no, dices que lo estás.

Respondió fríamente, caminando de nuevo a la chimenea y colgando una pequeña tetera sobre el fuego. Max sostuvo su cuchara y lo miró con cautela. ¿Estaba aliviado? Parecía más tranquilo que cuando salió de la habitación, pero seguía pareciendo nervioso. Riftan, que miraba la llama con ojos pensativos, abrió la boca de repente:

—He oído que Agnes pasó a verte antes… ¿Dijo algo raro?

—No dijo mucho. Sólo esto y aquello…

Max dijo que su conversación no era nada importante, preguntándose si podría decirle que Agnes le había sugerido ir a la capital y que ella se negó. Él la miró con una cara de desconcierto.

—¿De verdad?

—Ayer l-la princesa dijo que p-porque había un hueco en la barrera e-el campamento fue atacado m-mientras el monstruo escapaba… E-Ella parece sentirse culpable. Dijo que yo estaba en peligro por su culpa… y se disculpó conmigo.

—Cierto.

Normalmente, cuando su padre estaba de mal humor, ella solía contener la respiración y mantenerse fuera de su vista lo más posible. Era consciente de que si decía algo, sólo alimentaría su ira.

—Maxi, algo así no debe ocurrir nunca más.

Al oír su voz grave, se encogió de hombros. No necesitó pedirle una aclaración para entender lo que quería decir con “tal cosa”. Mientras Riftan pinchaba la leña con una varilla, giró lentamente la cabeza y la miró intensamente.

—Sé que sólo intentas cumplir con tus responsabilidades como mi esposa, pero este lugar es diferente al ducado de Croix. Hay innumerables monstruos merodeando por el territorio de Anatol y no sé dónde ni qué peligros acechan. ¿Te has enterado de la persona que murió en el caos que hubo?

Ella asintió con rigidez. Por un momento, hubo una extraña vacilación que perduró en los ojos de Riftan, pero habló con brusquedad, como si se la sacudiera.

—Podrías haber sido tú.

A Max se le heló el estómago y se le erizó el vello de la nuca. Si Yulysion no la hubiera empujado inmediatamente para apartarla cuando el monstruo voló, podría haber resultado herida de muerte. Cuando no pudo negar el hecho de las palabras de Riftan, éste habló en un tono un poco más duro:

—No tienes ni idea de lo que estás haciendo. Usaste tu magia curativa hasta el límite de tu cuerpo. Si hubiera sabido que llegaría a ese punto, te habría contradicho cuando dijiste que estabas aprendiendo magia.

—Eso es p-porque todavía soy inexperta. A partir de ahora… tendré cuidado…

—No habrá próxima vez.

Max lo miró con confusión.

—C-Cualquier cosa que quiera… Dijiste que podía h-hacer lo que quisiera.

—¡Eso es siempre y cuando lo que hagas no te ponga en peligro!

Como si Riftan hubiera perdido toda su paciencia, se acercó a la cabecera de la cama y gritó ferozmente.

—Eres mi esposa. Es mi deber mantenerte a salvo y protegerte. No puedo soportar cuando estás en peligro. No puedo soportar cuando luchas o sufres. No puede volver a ocurrir lo mismo.

—Entonces, ¿qué debo hacer? Peleas en batallas p-peligrosas… Q-Qué hago cuando estás en medio de todo tipo de dificultades…

—No tienes que hacer nada. —Riftan le sacudió el cuerpo y le sujetó la cara con las manos. —Te sigo diciendo que no quiero nada. Cuidar el castillo Calypse o supervisar el bienestar de esta casa, sólo eso es más que suficiente para mí.

Max tenía tantas ganas de oponerse violentamente, pero no encontraba las palabras para decirlo, sólo temblaba patéticamente. Hizo esas cosas porque quería ayudar a Riftan, quería ser alguien útil, así que puso todas sus fuerzas en mejorar. Sin embargo, él no necesitaba ninguna ayuda de ella, y le resultaba difícil aceptar ese hecho. Mientras mantenía la boca cerrada, Riftan volvió su rostro y murmuró, suplicando:

—Por favor… No hagas que me preocupe.

Max estaba llorando, desolada. ¿Cómo podía responder? Al hombre que había perdido la cordura preocupándose por ella, no pudo soportar ser terca y asintió débilmente. Riftan tiró de ella y la abrazó con fuerza. Ella se apoyó en su hombro y su voz salió de su garganta que se sentía rígidamente bloqueada:

—Siento haberte preocupado.

Un suspiro húmedo y caliente fluyó por su cuello. Cerró lentamente los ojos al sentir la gran mano de Riftan acunando su cabeza. No sabía por qué, pero los brazos cálidos y fuertes que antes la reconfortaban en exceso, ahora se sentían sofocantes.


Ayanami
Si he de ser sincera Maxi me estresa demasiado y me saca de mis cabales, sin importar cuánta preocupación y atención le muestra Riftan sigue pensando que solo la menosprecia ( 。 •̀ ᴖ •́ 。 ) de verdad!!! Y, más aún, cuando ella misma no explica, ni de lejos, como se siente realmente, estoy agradecida de que mi adorable Bee me pidiera ayuda para 15 capítulos, pero de verdad no podría hacer más (,,>﹏<,,), sin embargo, aunque no sea de mi gusto... eso no quita que esta sea una gran novela y que tenga sus debidos seguidores, así que mis respetos y continúen con su bella lectura ૮₍ ˶ᵔ ᵕ ᵔ˶ ₎ა aquí termina mi granito de arena en esta novel, me despido ヾ( ˃ᴗ˂ )◞ • *✰ hasta que nos volvamos a ver (づ ᴗ _ᴗ)づ♡

2 respuestas a “Bajo el roble – Capítulo 83”

  1. Muchas gracias, amo a esta pareja y se que su relación mejorará conforme vayan conociéndose más, los dos se esfuerzan mucho y creo que eso les está pasando factura, gracias por los capítulos♥️♥️♥️

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