Dama a Reina – Capítulo 48: ¿Quieres decir que serás una espía?

Traducido por Kiara Adsgar

Editado por Yusuke

---

¿Cómo podría alguien haber predicho lo que la duquesa Ephreney le pediría a Petronilla de favor?

Petronilla se sorprendió. Sin embargo, los seres humanos eran innatamente más sensibles a los problemas que enfrentaban y, a su vez, se desesperaban. Incluso dependerían de aquellos que creían que eran sus enemigos.

—Ah, mi señora —dijo Petronilla con voz suave—. No se requiere compensación. Mi familia no tiene una necesidad extrema en este momento.

La duquesa Ephreney siguió adelante.

—Pero… me da vergüenza pedírtelo.

—Si insistes, entonces puedes hacerme un favor más tarde, mi señora. Eso es todo.

—¿Estás segura de que es suficiente?

—Por supuesto, duquesa. —Petronilla esbozó una sonrisa suave y estrechó las manos de la duquesa Ephreney—. Pero soy joven e inexperta… no sé si eso será un problema para ti —dijo preocupada.

—Al menos lo harás mejor que esa mujer. Ella no sabe nada. Me sentiría más tranquila si le dejo esto a una mujer noble educada como tú —dijo la duquesa Ephreney. Después de todo, Petronilla también era la hermana de la reina. Era poco probable que cometiera errores debido al estado de su hermana, e incluso si había algún problema, tenía los recursos para resolverlos. La duquesa Ephreney no seleccionó a Petronilla por un mero capricho.

Petronilla sonrió en reconocimiento.

—Creo que será una buena experiencia. Puede que no sea suficiente, pero haré lo mejor que pueda.

—Gracias, señora Petronilla. No debería pasar nada grande. Pero las pequeñas cosas… pueden ser molestas.

—No te preocupes. Si no es nada grande, entonces puedo manejarlo.

Petronilla se levantó con gracia de su asiento. No debería quedarse mucho tiempo hoy.

La duquesa Ephreney la miró con ojos arrepentidos.

—Oh, ¿ya te vas? Deberías quedarte un poco más.

—Mis disculpas, mi lady. La reina me está esperando. No le dije que me quedaría tanto tiempo, y podría preocuparse. También tengo que pasar por mi casa…

La duquesa Ephreney asintió.

—Bueno, entonces no hay nada que pueda hacer.

Si bien hubo una cierto recelo e incomodidad al principio entre las dos, esas cosas habían perdido su significado. Petronilla ahora sería quien se haría cargo temporalmente de la casa Ephreney. Eso significaba que la duquesa Ephreney tenía sentimientos amistosos hacia ella.

Petronilla resistió el impulso de soltar una risa atónita. No podía creer que el duque y la duquesa Ephreney fueran tan diferentes.

—Bueno, iré ahora, duquesa. Deberías descansar también. Tendrás que prepararte para tu viaje.

La duquesa Ephreney sonrió.

—Eres muy amable. Gracias.

—De nada. Solo espero que tengas un buen viaje. Entonces…

Petronilla dio un último saludo y salió por la puerta. Tan pronto como giró la cabeza, una sonrisa cruzó su rostro. Se preguntó qué traería esta situación inesperada.

♦ ♦ ♦

—Estoy de vuelta, Rizi —anunció Petronilla.

Patrizia levantó la vista de su escritorio desde donde estaba leyendo algunos documentos.

—Hermana.

Petronilla se acercó y abrazó a Patrizia.

—Pasaron muchas cosas, Rizi.

—Cuéntame. Me muero de curiosidad.

—Tengo noticias para ti. —Petronilla se sentó en una silla y Patrizia esperó a que su hermana hablara.

Petronilla comenzó con el final.

—Cuando la duquesa Ephreney abandone el país, seré yo quien cuide de su hogar.

—¿Qué? —dijo Patrizia completamente sorprendida—. ¿Qué significaba eso?

La confusión se registró en la cara de Patrizia, y Petronilla continuó explicando.

—Lo sé, Rizi. No es fácil de entender. De hecho, me sorprendió bastante cuando recibí esta oferta.

—¿Por qué te preguntó ella?

—Escucha, el duque Ephreney tiene una concubina, y la concubina tiene un hijo. La duquesa los odia terriblemente. Pero tal vez eso es un hecho —murmuró Patrizia la última parte como si fuera una idea de último momento—. De todos modos, la duquesa teme que la concubina amenace su posición en su ausencia. Por supuesto, la posición de la duquesa es demasiado alta como para que la concubina sea reconocida…  pero el duque parece amar mucho a la concubina.

Patrizia asintió entendiendo. Las concubinas también parecían ser un problema en otros lugares. Parecía que ella no era la única mujer noble que pasaba por esta situación.

Petronilla continuó.

—El hijo de la duquesa, que se supone que sucederá al duque, ahora está enfermo. No es de extrañar que la duquesa esté nerviosa.

—¿Entonces te deja a cargo de los asuntos domésticos por eso? Eso es bastante serio —comentó Patrizia.

—Eso es lo que yo también pensé. Pero fue idea suya, así que no pude rechazarla.

—¿Decidiste aceptar?

Petronilla asintió con la cabeza.

—Sí, dije que lo haría.

—¿Por qué? —pregunto Patrizia con el ceño fruncido. Hablando francamente, no había razón para que Petronilla aceptara la oferta de la duquesa. Su esposo, el duque Ephreney, estaba actualmente en una pelea con la reina. ¿Por qué deberían ser amigos del enemigo? Patrizia ya tenía al duque Witherford de su lado.

Petronilla pareció leer la mente de Patrizia, y ella respondió con voz tranquila.

—Sé lo que estás pensando, Rizi. Es cierto que no perderé nada al rechazar el trabajo, pero si lo acepto, puedo tener algo que ganar.

—¿Qué quieres decir?

—Para usar la expresión, debe tener un corazón de silencio. Puedo manejarlo. El duque no podrá objetar la decisión de la duquesa, ya que los asuntos domésticos están bajo su autoridad.

—¿Quieres decir que serás un espía?

—¿No dijiste que no sabías por qué el duque Ephreney te odiaba? —preguntó Petronilla, y Patrizia asintió—. Si tengo suerte, tal vez pueda averiguarlo.

—Sí, pero en realidad no me importa eso. —Patrizia tomó la mano de su hermana—. No quiero agobiarte. Administrar la casa de un duque no es fácil, incluso si es solo temporal.

—Lo sé —dijo Petronilla con una sonrisa amarga—. Pero está realmente bien. —Patrizia persistió.

—No tienes ninguna experiencia —señaló.

—Estaré bien. No te preocupes por eso —respondió Petronilla despectivamente.

Patrizia todavía se sentía insegura acerca de la decisión de su hermana, pero rechazó el sentimiento y pasó a otro tema.

—Bueno, algo realmente sucedió aquí también.

Dos cosas sucedieron en tan poco tiempo. Petronilla sonrió alentadoramente a Patrizia para instarla a hablar, y ella abrió la boca para explicar.

—No es nada grande. A partir de mañana, Rosemond se habrá ido del palacio por unos días.

—¿Ido? —pregunto Petronila con sospecha.

Patrizia asintió con la cabeza.

—No sé por qué, pero su destino es el barón Darrow. Tengo curiosidad por sus razones.

—Bueno… —murmuró Petronilla. Si fuera alguien más, no sería extraño que quisiera visitar a los padres, sin embargo, no podía imaginar a Rosemond tuviera un centímetro de cariño en su cuerpo. Petronilla pensó que el comportamiento de Rosemond era inusual, pero pronto sacudió la cabeza—. Si no sabes la razón, entonces no hay ninguna diferencia. De todos modos, estas tan paranoica estos días, Rizi. Tómate un tiempo para relajarte.

—No funciona, Nil —dijo Patrizia con voz frustrada—. Todavía tengo pesadillas sobre ese día.

El ambiente de la habitación se hundió fuertemente. La reacción de Patrizia no fue irracional, después de todo, se enfrentó a la muerte en esos terrenos de caza. A pesar de que el emperador Lucio había resultado herido y estaba en coma, Patrizia fue la más traumatizada por el incidente.

Petronilla apretó la mano de Patrizia con comodidad.

—Desearía poder hacerte sentir mejor. Me apena no poder.

—Ya me das suficiente fuerza.

Eso era cierto. Patrizia estaba en este mismo lugar con la esperanza de salvar a su hermana. Incluso en esta difícil situación, Patrizia estaba bien mientras estuviera viva, y la guillotina no cortara los cuellos de su familia.

—No te preocupes por eso —aseguró Patrizia.

—Es solo que Rosemond nunca ha hecho cosas triviales.

—Lo sé.

Rosemond es el principal instigador de todos los problemas de Patrizia. Y Lucio una la causa de ello.

Petronilla miró preocupada a Patrizia.

—Creo que te has esforzado demasiado hoy. No te ves bien.

—Nunca me veo bien —bromeó Patrizia, y luego se echó a reír. No era algo de lo que reírse, pero tenía ganas de sonreír por algo.

Al reconocer los sentimientos de Patrizia, Petronilla besó la frente de su hermana y trató de ocultar su tristeza.

—Iré a la cocina ahora y haré que el chef haga tus fresas con chocolate favoritas. Puedes comer eso y luego descansar un poco esta noche.

—Lo siento, hermana. No puedo —dijo Patrizia con voz cansada—. Tengo que entregar tantos papeles mañana. Sin embargo, estaré feliz de tener el chocolate.

♦ ♦ ♦

Rosemond ordenó a sus criadas que hicieran las maletas, y se quedó momentáneamente perdida en sus pensamientos mientras las veía trabajar. De repente se preguntó: ¿cómo había estado su padre desde que se fue? ¿Se jactaba el barón de que su única hija se había convertido en la concubina favorita del emperador?

Dios mío, si tuviera una pizca de conciencia de sí mismo, nunca haría eso. Sin embargo, ella sabía que él era una persona desvergonzada.

Rosemond apretó los dientes y Glara la miró con curiosidad.

—Lady Rosemond, ¿estás bien?

Rosemond le lanzó una mirada fulminante a la dama de honor. Aunque Glara también provenía de una familia de barones, ambas eran claramente diferentes. Una oleada momentánea de ira se disparó en Rosemond. Parte de ella deseaba convertirse en una dama de honor de nivel medio como ella. ¡Quizás sería más feliz si viviera así!

—¿Señorita Rosemond? —Glara se aventuró con cuidado, pero la ira de Rosemond creció lentamente. Todo lo que le pasó era culpa de su barón Darrow. Ella quería arrancarle la carne con un cuchillo y derramar toda su sangre.

Incluso si estaba muerto, su sangre sería sucia y desagradable para ella.