Dama a Reina – Capítulo 91: No tendré misericordia

Traducido por Kiara Adsgar

Editado por Yusuke


Petronilla pensó que la duquesa Ephreney respondería de inmediato pero, contra todo pronóstico guardó silencio. Petronilla no creía que la duquesa hiciera una elección completamente basada en el amor.

—Si no es cierto, puedes revelar la verdad frente a todos. No te preocupes —dijo Petronilla para tranquilizarla.

—¿Quién demonios está difundiendo esos rumores? ¿Se supone que es un insulto? —exigió la duquesa Ephreney.

—Mi lady, cálmate —dijo Petronilla, sabiendo por completo quién difundió esos rumores—. ¿No es esta la naturaleza de la sociedad? Todos hablan de chismes sin fundamento como si todo fuera cierto. No te preocupes demasiado. Los rumores se desvanecerán pronto.

—¿Realmente lo crees? 

Petronilla estaba convencida de que incluso si los chismes desaparecieran, las semillas de la duda ya había sido sembrada en la mente de la duquesa. Los seres humanos eran así. Una vez que comenzarán a dudar, no podían deshacerse del sentimiento hasta solucionarlo. Petronilla esperaba que las cosas fueran más fáciles de ahora en adelante.

—Creo que deberías descansar un poco más, así que me iré —dijo Petronilla, se levantó y se inclinó cortésmente. Antes de salir de la habitación, le ofreció sus condolencias.

—Sobre el joven príncipe Ephreney… lo siento mucho. Estoy segura de que se ha ido a un buen lugar.

—Debería —respondió la duquesa Ephreney en un tono que indicaba el final de la conversación.

Petronilla inclinó la cabeza una vez más y salió de la habitación. En cuanto estuvo fuera corrió para saludar a Jaenory que estaba más adelante. Para su sorpresa, la concubina tenía claras marcas de uñas en la cara.

—Hola, señora. Ha pasado un tiempo —saludó Petronilla casualmente.

—Sí. Ha pasado un tiempo.

En lugar de preguntar sobre su condición, Petronilla habló sobre un tema diferente. 

—La duquesa Ephreney parece estar pasando por un momento difícil debido a su hijo.

—Sí. Por eso me veo así —dijo Jaenory con rigidez.

—Oh, por todos los dioses. —Petronilla la consoló descaradamente—. Por favor, comprenda. Es… solo por el momento.

—Sí lo comprendo.

—Entonces me iré. Cuida tus heridas.

Petronilla salió de la mansión y subió al carruaje. Ahora que la primera etapa había terminado, era el momento de preparar la segunda. Petronilla suspiró y se echó hacia atrás con una expresión cansada.

 ♦ ♦ ♦

Más tarde ese día, Lucio fue informado de que los asesinos capturados confesaron que Rosemond solicitó sus servicios. Aceptó la noticia con más calma de lo que pensaba, luego regresó a su asiento y se dedicó a trabajar en los asuntos estatales.

En realidad él sabía que los asesinos eran falsos, pero no se molestó en darlo a conocer. Incluso si daba un paso adelante y hacia esa afirmación, sabía instintivamente que no había suficiente evidencia, y que era hora de que esta lucha terminará. En silencio cerró los ojos y suspiró.

—Su Majestad. —La voz de la dama de compañía principal interrumpió sus pensamientos.

—¿Qué sucede? —respondió.

—Su Majestad la reina está aquí.

¿Por qué vino? 

—Déjala entrar —indicó.

La puerta se abrió y entró Patrizia, usando un vestido azul marino que le daba un aire misterioso y elegante.

—¿Qué sucede? —preguntó.

—La fecha del juicio ha sido establecida —respondió Patrizia con calma—. Será dentro de tres días, al mediodía.

Lucio permaneció en silencio mirándola, 

Tres días, tan poco tiempo.

—Estoy aquí para obtener tu aprobación. Decidí que no había necesidad de alargar esto si ya contamos con la confesión.

—Lo apruebo.

Patrizia no dijo nada por un momento, pero pronto habló. 

—Ella será castigada con la pena de muerte.

—Lo sé.

—¿No vas a hacer nada? Aun cuando ella fue tu amante preferida.

—Solo Dios sabe si realmente la amaba o si ella realmente me amaba —dijo en un tono sin emociones—. Tal vez esa es mi desgracia.

—No sé a qué te refieres.

—Está bien. En realidad, tampoco puedo decir que lo sé.

¿Era solo su ilusión, o parecía dolorido cuando dijo eso? Patrizia permaneció tranquila, pero sabía que Lucio debía estar en un conflicto. Ella movió los labios y finalmente dijo lo que quería decir.

—Sé que no te gusta esto, pero aun así… No hay perdón que valga. No puedo ser tan misericordiosa.

—Esto es una cuestión de derecho, no de misericordia. Cualquiera que intente asesinar a la reina no puede vivir —respondió Lucio—. No te preocupes por mí. Incluso si la amo, no puedo pedirte su vida.

—Es bueno escuchar eso —dijo Patrizia, luego se dio la vuelta. En ese momento, una gran ola de fatiga la inundó. Ella instintivamente se armó de valor.

Terminará pronto. Solo espera un poco más.

 ♦ ♦ ♦

El ambiente en la mansión Ephreney desde el regreso de la duquesa había estado tenso. La pelea entre la duquesa Ephreney y Jaenory había jugado un papel importante, pero ahora, la casa estaba de luto. La conmemoración oficial se celebraría durante tres días seguidos, comenzando a partir de mañana.

—¿Dónde está mi esposa?

El duque Ephreney buscó a su esposa tan pronto como regresó al hogar desde el palacio. El mayordomo le informó cortésmente que ella estaba descansando en su habitación, y el duque fue directamente a verla. Él llamó a su puerta y escuchó una voz tensa desde adentro.

—¿Quién es?

—Soy yo, esposa.

—Adelante. 

Su tono no era tan acogedor, pero el duque abrió la puerta de todos modos. Dentro de la habitación, vio a su esposa vestida completamente de negro. 

—Escuché que llegaste hace unas horas. Lamento no poder estar aquí cuando llegaste —dijo.

—Estabas ocupado, no te preocupes.

—¿Estás bien? Debe haber sido difícil para ti todo esto, es normal que estes conmocionada.

—¿Soy la única que está conmocionada? —La duquesa Ephreney le dedicó una mirada acusadora al duque. Ambos habían perdido a su hijo, pero el duque parecía más calmado de lo normal. El corazón de la duquesa Ephreney tembló.

—Mi hijo está muerto. Anhelaba su país de origen mientras estaba en su lecho de muerte. ¡Es una pena que no pudiera morir aquí!

—¿Cómo piensas que no estoy sufriendo su muerte, mi querida esposa? También me siento triste ahora… —comenzó el duque, pero la duquesa lo interrumpió.

—¿De verdad? —Sus ojos eran tan afilados como dagas—. ¿Estás realmente afligido? “Porque a mis ojos, no pareces triste”.

—No me malinterpretes. Ahora estoy… 

—Además nunca estuve de acuerdo en que David fuera enviado al extranjero en primer lugar. Lo enviaste a estudiar, pero ¿fue realmente para su beneficio?

—Izu, ¿de qué estás hablando? Por supuesto que yo… 

—¿Amabas a David? —preguntó la duquesa Ephreney.

El duque luchó por mantener la calma. 

—Por supuesto que sí. Te lo dije también estoy sufriendo su pérdida.

—No lo veo en tus ojos —dijo la duquesa Ephreney cínicamente—. Estás mintiendo. Por supuesto que estás triste, pero no es el dolor de un padre, no lo sientes tanto porque te confortas con tu otro hijo ¿no es así? Vas a querer que él sea el heredero de la familia Ephreney ahora, ¿no?

—Izu, cálmate. Estás demasiado agitada.

—Agitada —se burló ella—. ¿Por qué no me llamas demente? ¿No es mejor ese término? 

—Izu.

—No me llames por mi nombre.

La duquesa Ephreney saltó de su asiento, temblando por la ira. Cuando el duque Ephreney la miró sin palabras, ella continuó su ataque.

—No voy a adoptar a ese chico. Jacob seguirá siendo tu hijo ilegítimo para siempre. ¡No hay nada que puedas hacer con el linaje de esa perra! Ella no puede proporcionar un sucesor para la familia. ¿Entiendes?

En cuanto terminó, ella salió de la habitación. Llamó al mayordomo y le dijo que se pusiera en contacto con el resto de su familia de sangre. El mayordomo la siguió fielmente. 

El duque pronto la alcanzó y la tomó por detrás.

—¿Qué estás haciendo? ¡Estamos en medio del luto! —gritó él. 

—Mi hijo está muerto y el hijo de esa concubina se convertirá en el heredero de la familia. ¿Eso es lo que te importa ahora? —La duquesa Ephreney dijo fríamente—. Deberías tener cuidado. Soy la dueña de esta familia. No hay razón para que no pueda divorciarme incluso cuando David está muerto.

El duque Ephreney sintió la amenaza en sus palabras y cerró la boca. Si ella se divorciaba de él, ya no sería parte de la gran familia Ephreney, ni un duque de la finca Ephreney. Tendría que reescribir su nombre como parte de la casa Hedwig, que antes era suya. Como su hermano ya heredó el título, ni siquiera sería barón. El divorcio significa su destrucción.

—Te lo estoy advirtiendo. Saca a esa mujer y su hijo de aquí. No me divorcié de ti por mi hijo, pero él ya no está y no toleraré más a esa perra.

El duque se mantuvo firme. 

—El divorcio no es tan simple. Esa razón es no es suficiente en la corte. Estrictamente hablando, tener una concubina no es motivo de separación.

—¿Entonces no vas a dejar echar a la madre y al niño?

—Jacob todavía es un niño. ¿Cómo podría simplemente echarlo?

—Es una advertencia —dijo la duquesa Ephreney con voz helada—. Después de que termine el funeral, saca a esa asquerosa mujer y ese chico de la casa de inmediato. De lo contrario, no me quedaré quieta.

Se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando solo al duque, quien suspiró cansado. Sin que él lo supiera, una figura observo todo oculta detrás de un pilar.

¿Qué tengo que hacer?

Jaenory se mordió el labio con frustración y regresó a su habitación en silencio. Después de cerrar la puerta, caminó por el suelo y murmuró para sí misma.

—Rosemond está encarcelada y el duque no tendría otra opción que abandonarla. En algún momento, todo comenzó a desmoronarse a su alrededor. ¿Cómo pasó esto? 

Jaenory continuó hablando consigo misma, tratando de contener las lágrimas.

—Rosemond probablemente será ejecutada. Pero, ¿y si ella me delata?

Sus ojos se posaron en el joyero que contenía las cartas de Rosemond. Ella debía quemarlas. Rápidamente abrió la caja y desplegó una de las cartas. La última en la que le pedía que contratará unos asesinos para matar a la reina. Inmediatamente la arrojó a la chimenea, luego arrojó el resto de las cartas.

Como no confirmó todo el contenido, no se dio cuenta de que ya habían sido reemplazadas por Petronilla.


Kiara
Ahora esta temblando de miedo cuando hace poco, estabas muerta de la risa por la muerte del hijo de la duquesa.

 

28 respuestas a “Dama a Reina – Capítulo 91: No tendré misericordia”

  1. Eso duquesa deje a uno de la familia el titulo no al hijo de lla vagabunda que reia como loca por la muerte de su hijo y la otra bien que fue a insitarla a molestarla ahora llora zorra ajajajajajaj

  2. Jajajaja pobre tipa, que bueno que la duquesa no se va a dejar más, espero que todo salga bien con Patrizia. Gracias por el capítulo ❤️❤️❤️❤️❤️

  3. Pero que ultimátum de la duquesa amo como lo enfrentó y como dice el meme “este bato ya está muerto no más no le han avisado ” jajajajja

    Muchas gracias por el capítulo 😊😊😊😊

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