El contrato de la Princesa y la Duquesa Monstruosa – Capítulo 45

Traducido por Ichigo

Editado por Lucy


—¿Perdón? ¿Al Emperador por el cuello?

Leslie se sintió mareada de repente. Había leído sobre el Emperador, pero nunca lo había visto. En su mente, era un hombre muy alto y poderoso, como un dios. Era el cielo y el sol, tal como lo describían todas las biografías históricas. ¿Y la Duquesa lo tiene agarrado por el cuello?

Por supuesto, era racional y consciente de que seguía siendo un hombre con emociones y podía ser asesinado. ¡Pero era el Emperador!

Vio cómo el marqués tenía a un hombre agarrado por el cuello. Lo levantaron del suelo con los pies colgando en el aire. Tenía la cara cubierta de lágrimas y mocos, lloraba y jadeaba, y suplicaba por su vida. El marqués lo hizo porque el criado había tentado a los caballeros a un casino local famoso por sus operaciones de estafa.

Sin duda, empezó a poner a la Duquesa en su lugar y al Emperador en el del criado y le horrorizó la imaginación. ¿Imaginar todo esto puede llevarme a las mazmorras por desacato al soberano?

—Y, no creerás que lo haría, ¿verdad?

Por favor, dime que no. Leslie conocía bien los asuntos judiciales del imperio por sus estudios en el Marquesado. El destacado al soberano ni siquiera requería un juicio y de manera automática significaba la pena capital. Incluso si uno era un alto noble, hasta tocar su cabello significaba la muerte. Así que, por favor, dime que era solo una forma de hablar y que no lo decías de manera literal, suplicó en silencio.

A pesar de su desesperada súplica, Ruenti puso los ojos en blanco, pensativo, y respondió con la verdad.

—Ya lo ha hecho antes, así que lo volverá a hacer.

¿Cuándo fue? Él continuó, sin ver su desesperación.

—Mi padre me contó que, cuando eran más jóvenes, lucharon juntos en la época de la gran guerra. Allí, el Emperador molestó a mi madre de todas las maneras posibles. Ella estaba al límite porque sus enemigos los rodeaban, así que se frustró y…

Se detuvo y apretó con violencia su propio cuello con su mano grande y fuerte para demostrar el agarre ante el horror de Leslie.

—Lo hizo.

Ah ah, lo había hecho, y el Emperador estaba sujeto por el cuello. Asintió con la cabeza, viendo la escena más clara que nunca.

—Desde entonces, se ha convertido en una broma interna. Siempre que ella va a palacio a ponerle las cosas difíciles al Emperador, decimos “lo tiene agarrado por el cuello”. Es una forma de hablar.

—Cuando dices que es un chiste interno, ¿quieres decir que Sir Sairaine y Sir Bethrion también lo dicen así?

—Sí.

¡Un Gran Maestre de los Caballeros Imperiales de Rinche diciendo algo así! Una expresión de espanto pintó el rostro de la niña.

—Ah, por cierto, es solo una broma interna, así que no lo digas en público. Las cosas podrían ponerse feas si alguien lo oye y nos denuncia por desacato al soberano.

Ella respondió con un sonoro “sí”. Debo tener cuidado, así que no lo repetiré como lo hice con lo de “maldita masacre”. Apretó los labios con fuerza y asintió con entusiasmo. Ruenti sonrió con adoración y le dio unas palmaditas en la cabeza.

La cinta que Madel había anudado se cayó y tuvo que atársela a la muñeca. Anotó en su mente que debería encontrarla después de esto y pedirle que se lo volviera a hacer.

—Ahora, basta de historia, y pasemos a practicar tu magia.

Ruenti tiró los libros sobre las mesas sin cuidado y sacó seis piezas escultóricas de madera de una caja. Las alineó y señaló la pieza del medio.

—¿Puedes hacerlo?

Asintió con la cabeza con confianza. Había estado practicando mucho y, con cada sesión de práctica, sus habilidades mejoraban y se perfeccionaban.

La pieza central se rompió en pedacitos con un fuerte ruido. Luego, en orden, las demás se destruyeron una a una. Parecía que la destrucción se producía desde dentro, haciendo que las astillas volaran en todas direcciones.

—Vaya, lo has conseguido de una sola vez.

Solo quedaba una pieza de madera en pie cuando cesó el crujido. Aunque estaba arañada y un poco golpeada por las astillas, se mantenía en pie e intacta. Ruenti sonrió a lo grande, mostrando a su diente chasqueante.

—Jenna me dijo que siempre se dejaba un solo trozo de madera. Practicaste mucho.

—¡Sí, lo di todo!

Leslie cerró las manos en un puño y las levantó en el aire mientras miraba con confianza a su hermano a los ojos. Estaba satisfecha con los resultados, su confianza crecía y su orgullo se hinchaba. Quería presumir de su éxito.

—Sí, sí. Buena chica.

Ruenti rió divertido y sacó otra caja. Ésta tenía tapa y, al abrirse, reveló un interior de terciopelo afelpado que contenía frágiles jarrones de cristales. Era alargada y tenía una base plana, por lo que podía sostenerse de pie de forma independiente. Era tan fino y frágil que casi parecía translúcido. De hecho, era tan fino que él acabó rompiendo un par al intentar colocarlos sobre la mesa.

Al igual que antes, seis piezas estaban alineadas en un patrón aleatorio. Si se destruían con demasiada fuerza, podían romperse por los trozos voladores.

En otras palabras, tuvo que usar la magia con más cuidado y control para que solo se rompiera un trozo y sus restos no volaran por todas partes.

—Empecemos con el nivel intermedio de control mágico.

Ruenti rió encantado al ver lo rígida que estaba Leslie.

Mientras ella escuchaba con el cristal, la duquesa Salvatore iba en un carruaje hacia el palacio Imperial.

Los transeúntes se detuvieron en seco y se quedaron mirando el carruaje. Otros conductores también miraban sin darse cuenta de que estaban entorpeciendo el tráfico o perdiendo el control de las riendas de los caballos. Por fortuna, el dueño del carruaje miraba al frente a través de la pequeña ventanilla conectada al asiento del conductor.

Todas las miradas se centraron en el gigantesco carruaje negro con cuatro caballos igual de enormes. Parecía una casa tirada por monstruosos caballos negros, que eran al menos el doble de grandes que los caballos normales. Todos los espectadores sintieron que el suelo temblaba y vibraba, dando una ilusión de terremoto hasta que desapareció en la distancia.

Cuando desaparecieron de su vista, empezaron a susurrar tras el escudo grabado en el carruaje. Un color verde oscuro de la Casa era evidente a pesar de la velocidad.

—Es del Ducado de Salvatore.

—Monstruo…

—Su cara está cubierta de escamas…

—Pero vi…

Mirando y oyendo la calle, la Duquesa bajó las cortinas verde oscuro con un suspiro. Luego, se reclinó en la silla con cansancio y se encontró con los ojos de su ama de llaves frente a ella.

—Por esto no salgo de la mansión. Este carruaje llama demasiado la atención.

El carruaje pertenecía a la herencia Salvatore de unas cuantas generaciones atrás. Uno de sus predecesores ordenó que fuera fabricado y mantenido y diseñado para que se ajustara al tamaño de los miembros del Ducado. De ahí que fuera enorme.

—Pero no puedes montar en los carruajes de tamaño normal, ¿verdad? Es demasiado incómodo para usted, señora.

Jenna sonrió comprensiva mientras volvía a comprobar los papeles. Esta era la verdad. La duquesa medía más de 1.70 y le gustaba llevar tacones. Los carruajes construidos para estatura media eran incómodos.

—¿Y si encargamos uno nuevo más pequeño que éste pero más grande que los normales? Solo 1,5 veces más grande, ¿qué te parece? —añadió la duquesa.

Jenna negó con la cabeza.

—Entonces, sir Sairaine y sir Bethrion no podrán montarse junto a ti. Son mucho más altos y grandes que tú.

Sairaine era una cabeza más alto que la Duquesa, y Bethrion era media cabeza más alto. Además, tenían huesos más grandes y más músculos, lo que ocupaba más espacio. Así que “solo un poco más grandes” sería imposible que cupieran todos en un mismo carruaje.

—Supongo que tendré que lidiar con ello.

Imaginándose a todos metidos en el carruaje de tamaño normal, la Duquesa meneó con la cabeza con resignación. Jenna sonrió con complicidad y le entregó los documentos.

—Creo que sir Ruenti y la señorita Leslie irían bien en el carruaje normal.

—Ja, ja, ja.

La duquesa soltó una carcajada desdeñosa ante las palabras de Jenna. Ruenti tenía un tamaño similar al de una persona de edad avanzada, y Leslie era más pequeña que la mayoría de los niños de su edad. Si subía al carruaje actual, podría rodar en él y aún así tendría espacio más que suficiente. La Duquesa sonrió ante la idea.

—Quizá deberíamos encargar un carruaje para la señorita Leslie. Quizá algo bonito y blanco o plateado como su pelo.

—Oh, eso sería maravilloso. Enviaré el pedido en cuanto regresemos al Ducado. ¿Hago un pedido para grabar su nombre en el carruaje? Color púrpura o lila y dorado quedaría bien. Leslie Salvatore… Hmm, sin el segundo nombre de bendición, suena un poco hueco.

—Envía un aviso a los templos. Lo tendrá pronto.

Cuando nacía un niño de una Casa noble, donaban una gran suma de dinero para celebrarlo. Junto con las ofrendas, rezaban por la buena salud del niño y su futura felicidad o éxito. Entonces, los templos bautizaban al niño con un segundo nombre de bendición a cambio de utilizar el dinero donado para ayudar a los pobres y dar buen karma al niño.

Así que era una práctica habitual que la mayoría de los nobles ejercían. Se había convertido en un derecho de nacimiento y una herencia. Incluso los nobles más bajos, los nobles que estaban en bancarrota o los nobles más altos que eran parientes consanguíneos de la familia Imperial, todos por igual, tenían el segundo nombre de bendición.

Pero Leslie no tenía ninguno. Incluso de eso se privó la pequeña.

—Espero que le otorguen un hermoso nombre.

—No tengo dudas de que así será.

Tiene el corazón más hermoso. La duquesa asintió mientras examinaba los documentos. El silencio llenó el carruaje.

—El juicio será largo y sucio…

Jenna habló con voz carente de emoción. Ya no tenía la sonrisa que solía caracterizarla.

—Las flores del árbol Jacaranda parecen frágiles y débiles, pero sus raíces corren profundas y grandes por todo el lago.

El jacarandá era una planta con flores originaria de regiones tropicales y subtropicales cercanas al mar. Tenía hermosas flores de color azul púrpura, muy perfumadas. Se importó al imperio como planta ornamental y era muy popular entre la nobleza. Sus tallos y raíces eran delgados, por lo que resultaba fácil eliminarlos cuando terminaba la época de floración.

Pero pronto la gente descubrió que no era así. Pronto devoraba los nutrientes de otras plantas y se enraizaba profunda y rápidamente en el suelo. Aunque se desenterrara, si quedaba una sola raíz, crecía y florecía para siempre.

—Soy consciente.

La duquesa dobló los documentos y los guardó. Eran simples informes de Bethrion en los que se enumeraban los hechos que ella ya había adivinado o conocido.

—Tengo que cuidar el lago para que la Jacarandá no eche raíces. También tengo que revisar las semillas por si se mezclaron. Ya lo he hecho una vez, pero no estaría de más volver a comprobarlo.

—Maravillosa idea, señora. Comprobaré también el lago junto al Ducado —respondió Jenna con una sonrisa.

—¿Dónde está Sai?

—Un informe de anoche dice que está a medio camino de su destino.

—Ese es mi marido.

Cualquier otra persona habría pasado solo ⅓ del camino, pero Sairaine no era cualquier otra persona. La duquesa sonrió. A este paso, su marido completaría con éxito la tarea en el tiempo perfecto.

—Ah, y señora, ha habido nuevos informes sobre la presa del Ducado que fue destruida debido a la inundación.

La distancia entre el palacio imperial y el Ducado no era mucha, y sin embargo, estaban ocurriendo tantas cosas en poco tiempo. La duquesa suspiró cansada y recogió un nuevo lote de documentos.

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