El contrato de la Princesa y la Duquesa Monstruosa – Capítulo 60

Traducido por Ichigo

Editado por Lucy


—Me llamo Leslie Shuya Salvatore.

Hizo una correcta reverencia de dama ante los miembros del Ducado Shuella, Jenna, Madel, Sulli, Batha y un sinfín de personas que trabajaban y la apreciaban. Muchos lloraban, y los demás gritaban emocionados.

—Qué nombre tan bonito.

—Sí, te queda perfecto. Suena esponjoso como las nubes.

—Nuestra señorita tiene tanto talento para hacer galletas flotantes y tiene un nombre tan bonito…

—E-En verdad todo salió bien para nuestra señorita Leslie. Kheup.

La gente que conocía la situación lloraba de felicidad, incluyendo a Madel y Bartha. Todos se abrazaban, tan conmovidos y eufóricos como Leslie.

—Sí, en efecto las cosas le salieron bien. Pero se hace tarde. Terminemos aquí los saludos.

Había muchos reunidos, y todos estaban muy emocionados. Ninguno de ellos estaba dispuesto a interrumpir la celebración, y la Duquesa tuvo que hacerlo ella misma para todos los allí presentes. El grupo tardó un rato en dispersarse y volver a sus habitaciones, decepcionado. Muchos seguían llorando de alegría.

—Leslie, ¿tienes sueño?

—Mm, ¿un poco? Tal vez estoy demasiado emocionada. No estoy tan cansada.

—Pero tenemos que ir a la cama. Se está haciendo tarde.

Y con eso, la Duquesa levantó a Leslie y la llevó a su habitación. Luego, cuando se acercaron a la habitación, la Duquesa dejó a Leslie en el suelo y caminó por el pasillo, tomándola de la mano. Cuando por fin llegaron a su destino, Leslie se miró las manos una vez y levantó la vista hacia la Duquesa. Murmuró unas palabras.

—Buenas noches, madre…

Leslie no estaba segura de si quería darle las buenas noches o si solo quería llamar “madre” a la duquesa una vez más. En cualquier caso, no quería separarse de ella. A sabiendas, la Duquesa rió con afecto y acarició con cariño la cabeza de Leslie.

—Sí, buenas noches para ti también, Leslie.

Luego, la Duquesa se dirigió a sus aposentos y Leslie se puso el pijama. Enseguida se tumbó en su cama, pero solo daba vueltas en la cama incapaz de conciliar el sueños a pesar de lo cansada que había estado hacía tan solo unas horas.

Es todo demasiado irreal.

Ya no soy una Sperado. He conseguido alejarme de ellos y convertirme en una Salvatore. ¡Y ahora tengo un nombre bendito! Leslie sonrió con alegre incredulidad.

Esto no es un… sueño, ¿verdad?

Durante sus primeras noches en el Ducado, a menudo se acostaba y se despertaba sobresaltada por la mañana, preocupada de que todo pudiera ser un sueño. Y ahora que las cosas se habían calmado y estaban tranquilas, la misma duda volvía a asaltar su mente. Ganar el juicio y legitimar su adopción le parecía surrealista.

—Leslie Shuya Salvatore.

Leslie pronunció una y otra vez su nombre. Cada vez que lo decía, sentía que todo el cuerpo le picaba de excitación y se le revolvían las tripas, provocándole unas agradables náuseas. Abrumada por una mezcla incontrolable de emociones, Leslie agitó las extremidades bajo el pesado edredón antes de poder calmarse un poco.

—Whew.

No puedo más. A este paso, no podré irme a la cama. Quizá debería ir a beber un poco de agua. Justo cuando leslie se levantó de la cama, vio el paquete de cartas de su tío Taryn. Había estado tan emocionada con el nuevo nombre que se había olvidado por completo de ellas.

Leslie bebió primero un sorbo del vaso alto que había en la mesilla de noche antes de acomodarse en el escritorio y leer por fin las cartas.

[Querida señorita Leslie].

La carta empezaba así, bastante impersonal. Pero cuanto más leía, más personal le parecía, y pronto las lágrimas inundaron sus ojos, nublándole la vista.

La carta detallaba todos los abusos que había sufrido en su infancia. Sus descripciones eran demasiado similares a su propia existencia, algunas daban escalofríos de lo parecidas que eran. Luego, Taryn escribió unas palabras de consejo en caso de un futuro imprevisible si Leslie volvía a manos del marqués.

[Hay una vieja bodega abandonada en el sótano de la mansión. Fue construida hace más de 600 años, pero ya nadie la utiliza. Es un lugar oscuro, sin luz ni viento. Mi padre y mi hermano solían encerrarnos allí a mi otro hermano y a mí durante muchos días sin agua ni comida… De verdad es el peor lugar del mundo entero.

Sí, en cualquier caso, alguna vez consigue arrastrarte allí, lee esto con atención y recuérdalo. Detrás del decimotercer barril de roble, hay un pequeño agujero. Es suficiente para que entre un poco de aire fresco y te ayudará a respirar mejor. Y en el desván…]

El contenido de la carta narraba todas las formas en que Leslie podía sobrevivir o aminorar su sufrimiento.

Las palabras estaban emborronadas con sus propias lágrimas, lo que demostraba lo mucho que estaba preocupado y asustado por ella y lo mucho que debía de creer que estas palabras podrían ayudarle. Leslie se secó los ojos con las mangas y se tragó las lágrimas mientras seguía leyendo.

[Soy un cobarde que ya perdió. No me queda nada más para ayudarte qué decirte estas cosas. No sé cuán útil será esta información, y ruego a los dioses que nunca tengas que usar esta información, porque de lo contrario, significa que perdiste el juicio, y tu destino está sellado como lo estuvo el mío una vez. Por lo tanto, esto es todo lo que puedo ayudarte después del testimonio en la corte.

Mi querida sobrina, te respeto por tu valentía. Nunca tuve el coraje de luchar contra mis abusadores. Aunque me hicieran daño, seguía queriendo que me quisieran. Así que me encadené al marqués y dejé que me usaran a su antojo. Si no hubiera sido por el accidente del carruaje, aún estaría allí o me habrían matado mucho antes.

Pero tú eres diferente. Escapaste sola de las garras de mi hermano. Fuiste tan valiente y de carácter fuerte. Cuando el Ducado de Salvatore vino a pedirme mi testimonio, me negué. Tenía demasiado miedo de que mi hermano mayor viniera a buscarme y me torturara por el resto de mi vida. Tenía un miedo mortal de volver a la capital, a casa, y no quería enfrentarme a él Como sabes, mi hermano es un hombre persistente.

Y cuando me contaron cómo habías buscado con valentía a la Duquesa tú sola, no pude ignorarte ni huir para siempre de mi pasado. Querías vivir, una pequeña niña indefensa, así que cómo iba a sentarme a ver cómo te arrastraban de vuelta al infierno. Si no podía salvarte, de seguro debía haber algo que pudiera hacer para ayudarte al menos.

Si no testificaba, sabía que mi hermano te pondría las manos encima usando su derecho como padre. Y allí vivirías la vida que yo tuve que vivir hasta que los dioses me ayudaron a escapar. Así que quise ser tan valiente como tú. Quería ser tan valiente como tú para poder serte de ayuda.

Leslie, mi sobrina. Escapaste de los Sperado y encontraste un hogar amoroso con los Salvatore. Deseo de todo corazón tu felicidad.]

La carta terminó.

Al final, Leslie no pudo contener las lágrimas por más tiempo. Dejó que cayeran y la cegaran por completo. Abrazó con fuerza sus cartas e imaginó cuánto coraje debía haber reunido Taryn para venir hoy a la corte y enfrentarse al marqués. Y cuánto le importaba su supervivencia, quizá más que la suya propia, al arriesgar su pacífica vida para testificar por ella.

Había alguien como yo.

Leslie pensaba que no había nadie en el mundo capaz de entender por lo que ella había pasado. Pensó que estaba sola y que era su sufrimiento el que tenía que soportar en solitario. Pero se equivocaba. Había alguien más que vivió el infierno con la misma persona y sobrevivió igual que ella. Y Taryn ahora deseaba su felicidad y le decía que siguiera viviendo como las pequeñas manos y voces que la salvaron del terrible incendio.

—Seré feliz…

El cuerpo de Leslie se inclinó hacia delante, haciéndose un ovillo. El cabalo plateado caía como una cascada, ocultando su rostro. Pero entre los sollozos, las palabras surgieron con decisión, sabiendo ahora que no estaba sola.

—Te prometo… que seré feliz. Gracias, tío. Muchas gracias.

♦ ♦ ♦

—¿No pudo dormir bien anoche, señorita Leslie? Parece un poco cansada.

Madel apartó el pelo de Leslie e hizo contacto visual a través del reflejo del espejo. Los ojos de Leslie pasaron del rostro preocupado de Madel al suyo propio. Tal y como había dicho Madel, tenía bolsas oscuras bajo los ojos y, en general, parecía privada de sueño. De seguro sea porque lloré hasta quedarme dormida después de leer las cartas del tío, pensó Leslie.

—Ah… estaba demasiado emocionada para dormir.

Madel asintió, recordando los acontecimientos de la noche anterior. Tenía sentido que Leslie estuviera demasiado despierta por tanta adrenalina.

—Supongo que sí. Desde luego que ha sido un buen día. Ganaste el juicio y recibiste un nuevo nombre… ¡Ah, y la mayordoma Jenna me dijo anoche que ahora estás de forma oficial inscrita en el registro de la Casa Salvatore! ¡Ella misma lo vio y lo comprobó!

—Ya veo. Mi nombre está ahora en los libros…

Leslie se maravilló en voz alta, la felicidad burbujeando rápido en su corazón ante la información. Su nombre figuraba de manera oficial en los libros de la familia que se guardan en las profundidades de la biblioteca del templo.

—Gracias por decírmelo, Madel.

Leslie se dio la vuelta para mirar a Madel y sonrió de manera hermosa, con los ojos arrugados en las comisuras. Al verla sonreír, Madel tuvo que agarrar el cepillo con tanta fuerza que sus nudillos se volvieron de un blanco blanquecino en un intento de contenerse para no saltar sobre Leslie y abrazarla con fuerza.

—¡Oh, no ha sido nada!

Madel sacudió la cabeza con un gran movimiento de vaivén para no dejarse llevar por sus impulsos y siguió atendiendo a Leslie.

—¡Y el chef Batha ha dicho que preparará algo muy especial para celebrar su victoria y la oficiación de su adopción! Le ayudé a preparar los ingredientes un poco antes de acostarme, ¡y todo tenía una pinta increíble!

—Pero todo lo que prepara el señor Batha está delicioso.

Madel sonrió con cariño ante las palabras de Leslie.

—Aww, pero mantenlo en secreto. De lo contrario, podrías hacerle llorar un río.

—Ayer también estaba llorando.

—Sí, se alegró mucho de verte saludarnos como miembro oficial de Salvatore.

Madel y Leslie rieron felices, recordando lo mucho que la gente lloraba y se abrazaba para celebrarlo. Las dos siguieron charlando y riendo hasta que Leslie terminó sus preparativos matutinos.

Leslie estaba enamorada de cómo Madel la había vestido y peinado hoy. Pensó que parecía una princesa de cuento de hadas con su bonito vestido azul de mangas abullonadas y un gran lazo en el pelo. Giró frente al espejo y se admiró.

Madel observó a Leslie con cariño y sintió un poco de orgullo en su corazón. Luego, añadió.

—Ah, hoy también le espera algo bueno, señorita Leslie.

—¿Algo bueno? ¿Mejor que ayer?

—Hmm… quizá no mejor que ayer, pero algo bueno al fin y al cabo. Trabajé duro los últimos días, ¡y apuesto a que te va a encantar! Te sorprenderá mucho —afirmó Madel con orgullo y acompañó a Leslie al comedor.

Cuando entró en la sala, Leslie se quedó boquiabierta y sus ojos se abrieron mucho. ¿Es ésta la sorpresa de la que hablaba Madel?

La mesa del comedor de los Salvatore era una larga mesa de banquete, pero solo estaba emplatada para acomodar un desayuno más bien sencillo. Pero hoy, la comida estaba emplatada por toda la larga mesa, de un extremo a otro. Estaba repleta de todo lo que Leslie había probado y amado hasta entonces, así como algunos platos nuevos que no había visto antes.

Una esponjosa tortilla con champiñones y queso, pato asado bien dorado, y un surtido de verduras asadas al horno, diminutos filetes del tamaño de un bocado, una sopa de almejas con tantas almejas…

Parecía interminable y casi imposible enumerar todo lo que había en la mesa, y Leslie no pudo evitar que se le cayera la mandíbula. ¿Podemos comer todo esto? ¿Es posible acabárselo todo? se preguntó Leslie, impresionada pero al mismo tiempo un poco preocupada.

Pero las preocupaciones eran solo suyas. En algún lugar delante de ella, en el otro extremo de la mesa, Leslie oyó a Sairaine quejarse en voz alta de que no iba a haber suficiente, y que sus dos hijos asentían. Todos miraban con indiferencia la cantidad grande de comida.

—¡Oh, Leslie!

Sairaine llamó en voz alta a Leslie después de verla por fin solo cuando estaba a pocos pasos de él. La pequeña estaba oculta a su vista a causa de un gran croquembouche, montañas de bollos de crema apilados en una alta torre y un poco recubiertos de hilos de azúcar, situada cerca del fondo de la mesa Pero cuando por fin pudo divisarla, palmeó el asiento contiguo y la engatusó para que se sentara a su lado.

—Ven con papá, Leslie.

—Sairaine…

Leslie se acercó de manera automática a Sairaine, atraída por su voz cálida y llena de afecto. Su corazón se agitó, y se sintió acogida y querida. Pero justo entonces, otra voz cálida, más alta que la de Sairaine la hizo detenerse en seco. Cuando miró a su alrededor, descubrió que los cuatro miembros de los Salvatore la miraban expectantes. Leslie sintió que se le secaba la boca y que las puntas de los dedos de los pies se le crispaban por una ligera vergüenza y una agradable ansiedad. No dudó más y los saludó.

—Buenos días, madre, padre y hermanos.

Todos los presentes, tanto su familia como los empleados del Ducado, sonrieron con cariño a Leslie y asintieron satisfechos.

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